Juan Francisco Gaspar Velazco
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Cuando imaginamos
un mundo mejor, en un planeta limpio y verde, en una sociedad con armonía, solidaria y
amable; el pensar en estos proyectos
inherentemente es aludir a la
juventud, sin esta parte necesaria en toda sociedad no es posible ningún futuro, es la juventud la responsable según Ortega y Gasset de
sacudir avejentadas formas de entender el mundo, es la juventud,
según él quien ha de emanciparse de
antiguos usos y poner en práctica novedosas
ideas que permitan el progreso de la
humanidad.
Es en la juventud
donde se encuentra la energía suficiente para la rebeldía, para
la inconformidad, es en esta etapa
donde se encuentra el vigor suficiente
para enunciar con voz potente
lo que ya no se quiere y también para denunciar aquella formas que tienen
a los hombres con la mirada
baja y resignados a un sistema
que dicta que las cosas ya son y
no serán de otra manera. La juventud por el contrario se resiste, es la
antítesis de esa alma estática y por lo
tanto ha de luchar con todas sus
fuerzas para renovar el espíritu joven que algún día
originó al mundo.
En nuestra sociedad yace un espíritu senil, pero
además de esto es reaccionario, se ha
dedicado al desprestigio de la juventud,
ha querido enajenar al joven, ha introducido en el joven distintas formas de
distracción. Por mucho tiempo lo tuvo
enfrente de un televisor y le presentó programas de distinta índole, los atrapó en el artificio del confort,
inventó para la juventud
distintos instrumentos tecnológicos
con el propósito de apartarlos
del mundo, para que no se percataran de la destrucción de otros seres.
Ese espíritu
viejo creó definiciones para el joven, se le dijo inmaduro, adolescente, se le
deslindo de cualquier responsabilidad, el joven según la lógica de este
espíritu debería de ser un hombre
egoísta que se preocupara de sus propios
placeres sin importar el daño que causaran; se creó para el joven la idea de que él debería trabajar solo para el futuro,
el cual ya se encontraba terminado y
entonces el joven solo se dirigiría
a su encuentro.
A la juventud se le colocó un parámetro de edad, las
cuales oscilaban entre la niñez y el instante en el que una persona entraba a
trabajar. Al insertarse al campo productivo el joven perdía su carácter de juventud y había entrado al ámbito de lo adulto, con
esto se asentó el presupuesto de que el
joven era un individuo sin responsabilidad
ni labor útil, por lo tanto en la escuela solo se le debía entretener, sus
docentes deberían enseñarlo a obedecer, a callar y a aspirar únicamente al
trabajo enajenador de un sistema
mundo inhumano, pero que por supuesto
esto no se tendría que decir, por el contario al joven se le tendría que
hablar de las bondades que tiene el consumo, el confort , la
libertad utilitarista y los placeres hedónicos; en estos referentes al joven se
le permitiría gritar en las discos, en los estadios, frente a un televisor, en
los carnavales, solo allí podría descargar sus energías; este concepto de
juventud estableció espacios
para gritar, lugares para el
trabajo y todo lo que rompiera este esquema habría de ser descalificado.
Por fortuna
este proyecto del espíritu viejo,
del alma senil y el ente muerto no se cumplió del todo, gracias a que el espíritu propio de la juventud se
resistió y en distintas épocas rompió
los espacios determinados para gritar, levantó el puño y para dicha nuestra, los jóvenes de nuestro tiempo por distintas partes del mundo están tomando con vigor y gallardía las riendas de la
sociedad, esto ha de significar profunda
alegría dado que lo que actualmente
sucede exhibe posibilidades para un mundo mejor ; el conservadurismo
reaccionario niega la juventud, ha
emprendido una campaña contra ella, pero es necesario recordarles a estos
jorobados tiranos que fue la juventud
quien construyó Grecia y Roma, que es el joven espíritu de un pueblo lo que
permitió el surgimiento de los estados germanos, para los mexicas eran los
jóvenes los que deberían ser educados en
distintas disciplinas para que existiera la unidad, en la cultura maya eran los encargados del
tributo y a su vez tenían la tarea de
reflexionar y actualizar las técnicas medicas. Las infamias que se lanzan
contra la juventud tienen la intención
de no reconstruir este mundo, se desea acabar con este ímpetu porque de triunfar se generaría
cambios totalmente revolucionarios y surgiría una nueva idea del mundo.
Se propaga erróneamente la idea de que el joven es un ser manipulable,
conducible asemejándolo a un títere,
este principio está asentado en la
intención de advertir que el joven es un sujeto que no piensa, sin
voluntad, sin autodeterminación, sin vida, pero esto es todo lo contrario, es
en nuestro tiempo en donde el joven está manifestando señales de máxima
vitalidad y eso es éticamente bueno para el mundo.
Hay quien dice que los jóvenes estorban en las calles,
yo digo que no; estorban los que están en las oficinas; los que entorpecen realmente el paso son los que están sentados
en los curules de los parlamentos del mundo. Los jóvenes en la calle hablan de la apertura y de la libertad de expresión, debe
recordarse que las calles son para las personas, no para los autos y si quieren ya no ver gente en las calles permítanles la entrada a los puestos cruciales desde donde se rige
al mundo, que se abra la prensa, que se liquide la censura y que nazca
el dialogo frontal, directo y democrático, solo así y nada mas así podrá probarse el espíritu que muestra el joven.
Bienaventurados
aquellos a los que nos ha tocado
vivir esta historia , llenémonos de regocijo
porque tal parece que en esta
ocasión el antiguo horizonte será
desplazado por los vientos huracanados
de una nueva estirpe que ha nacido con frutos deliciosos, bienaventurados
nosotros porque los hemos visto y los escuchamos, bienaventurados
ustedes porque ya han hecho historia y en el mañana su labor y sus pasos por las
calles serán recordados en cada instante
y se vuelven a emancipar los jóvenes contra los espíritus viejos.
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