Por: CRISTINO MORENO ZÚÑIGA
INTRODUCCIÓN
En la palabra postmodernismo, el prefijo “post” significa un despedirse de la modernidad.
Vivimos una paradoja: una sociedad no quiere estar fuera del título de “moderna”; “ y, por otra parte, los habitantes de las sociedades modernas parecen experimentar un malestar creciente” (González-Carvajal, 1999, p.153)
Como es sabido, hablar de valores es un terreno muy resbaladizo y entrar al estudio de los valores dentro de la época del postmodernista es complejo, porque en el momento actual todavía no se ha clarificado este campo con precisión.
En relación al estudio de los valores, algunas Universidades han realizado intentos muy loables para rescatar y sentar las bases para el estudio de los mismos. En este sentido el Lic. Arturo Cardona Sánchez está dedicado a desarrollar un Programa para la formación en valores en la Universidad Autónoma de Baja California. En la Universidad Iberoamericana del D.F., el Dr. Juan Escames impartió del 11 al 15 de julio de 1994, el Curso “Formación de Valores desde la Planificación Curricular”. Los Doctores. Sylvia Schmelkes y Pablo Latapí del Centro de Estudios Educativos también han trabajado este tema. Algunas Revistas Educativas de vez en cuando incluyen temas relativos a los valores humanos, entre ellas destacan: Didac de la Universidad Iberoamericana., la Revista de la Universidad Anáhuac, la Revista Mexicana de Pedagogía y Paedagogiun, sin descartar a los filósofos que han escrito libros de Ética: Adolfo Sánchez Vásquez, Raúl Gutiérrez Sáenz, Antonio García Arenas, etc. No debe quedar fuera el trabajo de la S.E.P. En relación al Acuerdo No. 253, publicado en el Diario Oficial el 28 de enero de 1999, en el que desaparecieron Civismo y Orientación Educativa de las Escuelas Secundarias del País y en su lugar se implantaron “Formación Cívica y Ética I ,II y III”. El Acuerdo Secretarial 384 que se refiere al Nuevo Plan y programas de Estudio para la Educación Secundaria, del 26 de mayo de 2006, en su parte esencial “ propone que el tutor deberá ser un profesor formado en la observación, orientación, canalización y seguimiento de las necesidades que surjan en la trayectoria del estudiantado. Con un sentido ético que le permita dedicarse a la formación de estudiantes para convertirse en un mediador de su aprendizaje y así mejorar su rendimiento académico, además un facilitador competente en aspectos cognitivos, afectivos y sociales, comprometido en la formación integral de los alumnos que conforman su grupo tutorado” (Canales y Moreno, 2011, p. 16), de aquí se desprende que debe ser un psicólogo o pedagogo especializado en cuestiones educativas y de resiliencia, pero por desfortuna en la realidad se ha comisionado a un profesor que le sobran dos o tres horas y que poco conoce del tema, por tanto, la educación no puede ser integral. A esto hay que agregar las presiones externas que hacen predominio a lo tecnológico. Nuestro Sistema Educativo debe hacer un equilibrio entre lo tecnológico y lo humanístico.
En cada Estado del País se elaboran Antologías y se imparten cursos al Magisterio para introducirlos en el estudio de los valores, pero la realidad es que estos cursos dan pocos resultados, ya que no son obligatorios e impartidos por docentes de buena fe, pero carentes de formación específica en el área valoral.
En este trabajo juega un papel muy importante el Capítulo 8 denominado “La Cultura Postmoderna” del libro Ideas y Creencias del Hombre Actual de González – Carvajal.
También, con la idea de darle mayor contenido a este escrito, el sustentante se interna un poco en la reflexión, definición y conceptualización de los valores, ya que este campo es demasiado amplio y complejo como el hombre mismo.
DESARROLLO.
Iniciarse en el estudio de los valores humanos y del hombre en una época determinada, no es nada fácil, porque se le atraviesan a uno en el camino determinadas teorías, por tanto, son varios puntos de vista no completos y en ocasiones hasta contradictorios, por eso es conveniente recurrir a un marco teórico que permita sustentar esa teoría que siempre resulta ser menor que la realidad misma, o por lo menos así lo interpreto. Este trabajo está sustentado en lo que a diario se da a conocer en los periódicos, noticiarios y vídeos, avalado en lo que se observa en la dinámica social cotidiana y en la respectiva bibliografía.
La época actual, la que vivimos en un mundo con problemas de toda índole, por ejemplo: desintegración y violencia intrafamiliar, alcoholismo y drogadicción, promiscuidad sexual, pornografía, embarazos no deseados, anorexia, bulimia, comedores compulsivos, maltrato infantil, venta pública y clandestina de sexo en las llamadas “clínicas”, carencia de empleo, corrupción, proliferación de cantinas, constante violaciones, niños de la calle, niños abandonados con problemática especial, tatuajes y perforaciones, hurtos y venta de niños, uso de ombligueras, adición a la Coca-Cola, consumo de: frutas maduradas de un día para otro con carburo, jugo de naranja sin naranja, fórmula láctea (polvos químicos), tortillas transgénicas, narcotráfico, falta de cumplimiento en los tratos verbales y escritos, etc. , nos hace pensar en la ausencia de valores y en el fracaso en que han caído el sistema educativo formal y la educación impartida por los padres de familia en los respectivos hogares. Nada es superficial, todo es m uy complejo.
Los resultados de la crianza de los hijos en el contexto familiar no muy lejano y actual están a la vista, y por supuesto no son halagadores, por tanto, se debe buscar alguna alternativa que nos lleve a mejorar nuestro sistema de vida familiar y social.
En el inicio del siglo XXI, se vive en una sociedad en la cual los valores y principios morales están muy deteriorados, eso obliga a que la escuela y la familia retomen su sendero altamente educativo y se conviertan en formadoras de hábitos, que le permitan al niño tomar decisiones adecuadas en situaciones conflictivas, y de esta manera poco a poco conformar una cultura moral que revalore la vida en todas sus manifestaciones. Es indispensable que la persona llegue a la consecución del juicio moral, entendido éste como “ facultad de la conciencia que permite distinguir lo bueno de lo malo, lo justo de lo injusto, lo negativo de lo positivo, etc.. Es una guía universal de actuación que cada persona adopta en función de su propio grado de convencimiento”. (Enciclopedia General de la Educación, 1999, p.1524).
Tanto el hombre como la sociedad no están regidos por un valor único, sino por un sistema de valores, que ella establece y jerarquiza, desde luego en función de los intereses de la misma sociedad hegemónica.
El valor es una preferencia consciente. Todo valor es una preferencia, pero no toda preferencia es un valor, ya que ésta se considera axiológica si está regulada socialmente y supera la particularidad.
Cuando se habla de valores se tiene presente la utilidad, la bondad, la belleza, la justicia, etc. Como polos positivos de inutilidad, maldad, fealdad, injusticia, etc.. En este sentido el valor siempre tiene un opuesto, o sea, un antivalor.
El valor es de naturaleza compleja, siempre se manifiesta en un contexto y en un tiempo determinado. Es inmanente a toda la actividad humana.
Los valores se deben poner en práctica. Se debe llegar a una praxis, (actividad consciente en el hombre, que surge de la necesidad de hacer mejor lo que se ejecuta). Los valores se deben convertir en modelos de vida.
Los valores son objetivos y subjetivos, son “materia” procesada, mental y sentimentalmente vivida por el hombre social; que es el que en última instancia practica o no los valores. En consecuencia, los valores se adquieren de manera objetiva-subjetiva, porque se toma en cuenta el valor en sí y la manera de cómo lo percibe el hombre.
Ya internándose en el estudio del postmodernismo, y de acuerdo con Ortega y Gasset, en toda sociedad existen dos tipos de pensamiento, el académico y otras muchas ideas poco elaboradas, “ que determinan la forma de pensar de los individuos y rigen su conducta. A menudo el grupo social no tiene una conciencia clara de tales ideas, y, sin embargo, están ahí, poderosas y operativas; poniéndose secretamente en funcionamiento cada vez que hay que tomar una decisión o decir [ esto es bueno] [esto es malo]” ( González-Carvajal, 1999, p. 9).
Casi siempre estas ideas pasan inadvertidas, pero conviene reflexionar sobre ellas, porque reflejan la manera de pensar del hombre.
La sociedad occidental todavía está englobada dentro del rubro de la modernidad, aunque ésta ha iniciado su decadencia.
En ningún lugar del mundo los individuos tienen pureza conceptual en cuanto a que sean modernos o postmodernos. Los tipos ideales sí existen, pero están fundamentados en algo que se da en la realidad, son una construcción mental.
La Cultura Postmoderna.
La modernidad se está despidiendo. Está entrando la postmodernidad. Desde los años veinte en la literatura se siente un vacío espiritual y la ausencia de sentido del hombre moderno. No hay diálogos humanos significativos. El tema de Beckett es un mundo sin Dios y sin significación.
Es un malestar antiguo. La primera reacción antimodernista está en el Romanticismo, el cual quería volver a la Edad Media.
La Bohemia de Puccini también mostró el estilo de vida de muchos artistas, escritores y estudiantes. Los “hippies”, los “beatniks” y los “provos”, más las revueltas del 68 en París y México han marcado la llegada del postmodernismo, indicando que el individuo se aliena, se enajena, se frustra. Berger a esto le ha llamado “pérdida metafísica del hogar”. “El hombre moderno no logra sentirse ya en casa ni en la sociedad, ni en el cosmos, ni en último término, consigo mismo”. (González-Carvajal, 1999, p. 154). El virus de la postmodernidad ya invadió la época actual, se ha convertido en una epidemia de la mayoría y no exclusiva de los especialistas. Hay una postmodernidad de los intelectuales y otra de la calle.
El término “postmodernismo” es muy antiguo, pero Charles Jencks afirma que nació el 5 de julio de 1972, a las 3.32 horas de la tarde cuando en San Louis Missouri, E.E.U.U. dinamitaron varias manzanas de casas, construidas en los cincuentas, que habían resultado inhabitables. “La postmodernidad surge a partir del momento en que la humanidad empezó a tener conciencia de que ya no era válido el proyecto moderno” (González-Carvajal, 1999, p. 156). La postmodernidad está hecha de desencanto, porque se llegó a la idea de fin de progreso y de las utopías sociales. Se empieza a desmoronar la Gran Marcha de la Historia, podría decirse que de pronto a nuestra generación el mundo se le ha venido abajo.
Según Leszek Kolakowski hace cien años éramos felices porque teníamos metas precisas; ahora con el postmodernismo hay desilusión por la ausencia de posibles salidas y es muy duro aceptar la ausencia de valores y reconocer lo que dice Baudelaire: “El progreso no es sino el paganismo de los imbéciles”.
En esta época juega un papel muy importante la filosofía de Nietzcche del eterno retorno de lo igual, y el fin de la época de superación, y él decía que no era un hombre de actualidad. Este filósofo alemán dice en su obra “El crepúsculo de los ídolos”: “La moral antinatural, es decir, toda moral enseñada, venerada y predicada hasta ahora, va, por el contrario, contra los instintos vitales y es una condenación ya secreta, ya ruidosa y descarada de esos instintos... La vida termina allí donde comienza el reino de Dios” (Nietzsche, 1986, p. 42).
Los filósofos del postmodernismo arrojan al bote de la basura a la historia, ya que ésta sólo existe en los libros y son inventos de los historiadores. En la época actual no hay proyectos definidos, sólo hay caos de biografías individuales. El hombre ha errado, no hay brújula ni esperanza para encontrar la gran salida. Los modernos no pudieron construir un futuro mejor, los postmodernos se refugian en el hedonismo, ya que es el tiempo del yo y del intimismo. En la actualidad se busca la realización personal, preocupación por la salud; nacen los cursos de terapias personales o de grupo, masajes normales o disfrazados para vender sexo, proliferación del Kama Sutra Ilustrado o por video, películas de violencia y muerte, etc.. Se busca la auténtica “resurrección de la carne” ya que los hombres sólo quieren el goce como principio y fin. En la actualidad ya no es Prometeo ni Sísifo el símbolo sino Narciso. Ahora se puede vivir sin ideales, sólo importa conservar el sueldo, estar joven y gozar de la vida por medio de vacaciones y asuetos, ser adicto a la televisión. y de sentir agrado, incluso a costa de la misma salud. Están muy de moda las expresiones: “güey” y “me vale”, o sea que las personas se pueden inyectar con facilidad “vale.....poco la vida”.
Ha llegado el momento en que la estética sustituye a la Ética y que se deben vivir los instantes del eterno presente, porque ya no hay futuro ni pasado, ahora “sólo vale lo que me agrada” y “haz lo que quieras”, “nada está prohibido”, dicen los jóvenes. El único principio rector es ¡vive feliz!
Ya no es tiempo de exaltar la razón, sino de valorar el sentimiento, ahora ya no se debe pensar, porque ha llegado el imperio de lo “débil”, de lo “ligth”. En esta línea de pensamiento la prensa española (El País, 10 de febrero de 2002) publicó el artículo de Verdú Vicente, denominado “Hacia un yo más débil”.
Actualmente sólo vale “el aquí y el ahora”. La postmodernidad se puede resumir como la desvalorización de los valores supremos y de las grandes cosmovisiones. Los postmodernos aceptan que Dios ha muerto, que todo importa un bledo, que el saber mucho provoca males, que la iglesia obstaculiza el conocimiento de las ciencias naturales y que el portador de un pensamiento débil es más tolerante.
Como consecuencia de lo antes mencionado, surge un individuo fragmentado, en el cual manda el sentimiento, y está sujeto a modificaciones rápidas. No tiene compromisos profundos, en el sexo no hay relaciones duraderas. Las canciones de Joaquín Sabina ejemplifican esta realidad.
De la tolerancia se pasa a la indiferencia, pero se regresa a Dios con una religión “light”. “...el individuo postmoderno obedece a lógicas múltiples, frecuentemente prepara él mismo su coctel religioso: unas gotas de islamismo, una brizna de judaísmo, algunas migajas de cristianismo, un dedo de nirvana; todas las combinaciones son posibles...” (González-Carvajal, 1999, p. 176). El hombre postmoderno busca una religión confortable y se libera interiormente por medio de la droga.
CONCLUSIONES:
· El ser humano debe tener una actitud plenamente consciente respecto de los valores y conducir su vida de acuerdo con ellos. Los valores se viven y se testimonian cotidianamente.
· En el modernismo sí hubo una guía bien definida que al hombre le permitió formular una escala valorativa y una cosmovisión para conducirse en su paso por el mundo.
· En el postmodernismo no existen valores supremos, sólo hay un goce irracional fundamentado en el sentir; el eterno presente se debe vivir en una serie de instantes agradables, sin importar la ética.
· La vida actual nos lleva a repensar lo importante que son los valores supremos en el momento presente, ya que nuestras familias no deben caer en los efectos nocivos de lo que se entiende por “valor” dentro del postmodernismo.
BIBLIOGRAFÍA:
1.-CANALES, Emma Leticia y MORENO, Tiburcio. (2011). Resiliencia y
emociones en secundaria en el espacio de Orientación y tutoría.
México: CONACYT
2.-CARDONA, Sánchez Arturo. (2001). Formación de valores.
México: Grijalbo:
3.-Enciclopedia General de la Educación. Vol. 3. (1999). Barcelona: Océano.
4.-GONZÁLEZ-CARVAJAL, Santabárbara Luis.( 1999). Ideas y Creencias
del Hombre Actual.. Santander: Sal Térrea.
5.-NIETZSCHE, Federico. (1986). El Crepúsculo de los Ídolos. México:
Editores Mexicanos Unidos.
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