Por: AVELINO REYES PECH
Carlos Ornelas, miembro del Consejo Mexicano de Investigación Educativa según se lee en forros de uno de sus numerosos libros, al hacer una introspección histórica y los proyectos que compiten por la supremacía ideológica y política en el país y en la educación cita : el corporativo (el del orden existente, a pesar de los múltiples cambios que ya se experimentaron en la política y en la economía); el neoliberal (que pone el énfasis en el mercado), y el democrático y equitativo, que se apoya en la democracia política y en aspiraciones de equidad social. Sin embargo, la difusión publicitaria y el morbo han terminado por hacer de un documental producido por la asociación civil “Mexicanos Primero”, que preside el empresario Claudio X González, un juicio poco fundado sobre las escuelas, los alumnos y los maestros de nuestro país.
Codirigido por un promotor de cine documental, mundialmente conocido por sus premios en ese campo artístico, hijo del autor de una obra clásica literaria de México, y un vocero de una empresa televisiva, este reportaje ha sido abundantemente explotado en el campo sólo político y no como una exposición de un conflicto social como originalmente justificó Juan Carlos Rulfo, director fotográfico de esta cinta que ha sido publicitada morbosamente por unos que la defienden, otros que la ignoran y por quienes le atribuyen fines que en nada contribuyen a la reflexión: revitalizar el debate sobre la educación y la movilización de los sectores implicados en ella, propiciar un debate más amplio entre los actores sociales del proceso educativo.
Si la intención original fue provocar la discusión de un problema en el que se funda el desarrollo nacional, tal objetivo hasta ahora ha sido muy pobre. El filme, lejos de promover esa intención, más parece exacerbar la cara oscura de un fenómeno sociopolítico y está sirviendo como motivo para desviar la atención de la opinión pública tan necesitada de reflexión en tiempos en los que se debe hablar sobre el futuro económico, social y político del país, entre los que el servicio público de la educación es tema vital; tal parece que con este documental, se pretende ocultar el resultado de las políticas educativas de los gobiernos de los últimos años. En lugar de hablar de las carencias del sistema educativo; en vez de discutir las políticas públicas que han violentado la vida de los mexicanos; se recurre, como la historia demuestra, a satanizar a individuos en lugar de exponer las causas reales de los bajos niveles educativos: las condiciones de vida del 60 % de los mexicanos.
Se persiste en el un error grave de difundir la idea de que la educación se mejorará sólo con funcionarios “eficaces” “honestos” apolíticos convirtiendo un asunto de política en un manejo administrativo, reviviendo la tesis porfirista de “poca política, mucha administración” “orden y progreso”. Se exacerba la acción o inacción de personas individuales por la posición relevante que ocupan en la vida partidista o dentro del gobierno, los sindicatos, los partidos políticos o las cúpulas empresariales.
Como Ornelas, educadores muy distinguidos, hombres de la cultura y muchos funcionarios de la OCDE cuyas mediciones se usan como sustento de descalificaciones de nuestro sistema educativo mexicano, han coincidido en que el proceso educativo es tan sólo reflejo de las condiciones de vida de un país; es efecto y no causa de lo que se dice combatir.
En los últimos años han proliferado escuelas privadas convirtiendo un servicio público en espacios de inversión; por algo los capitales entraron al área educativa primero por las universidades, con la misma tendencia que el Sr. Felipe Calderón Hinojosa comenzó el anuncio de un programa de becas en una universidad privada. La premisa ahora no es el futuro del país, sino la rentabilidad económica. Se da la impresión de que el objetivo es servirse de la buena fe de muchos mexicanos para difundir el discurso de que la calidad de la educación se resolverá cuando no existan sindicatos, seguridad laboral ni ataduras a la libre expansión del mercado y que éste puede crecer al margen de las políticas del empleo y del salario, por ejemplo; convertir la educación no en un mecanismo de desarrollo nacional sino de privilegio de los “más aptos”. No estamos abogando por que las cosas sigan igual como hasta hoy; tampoco somos partidarios de que el magisterio no tenga responsabilidad; claro que la tiene y no poca. Pero es impensable buenos maestros castrando su creatividad pedagógica, convirtiéndolos en operadores de dictados ajenos o manteniendo al Estado fuera de las decisiones que son el sustento de la vida nacional en su conjunto. Escuela pública y educación son responsabilidad del Estado Mexicano y a él corresponde su desarrollo y no su combate o abandono.
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