Javier Ortiz Aguilar.
“Uno no es lo por lo que
escribe, sino por lo que lee.”
Jorge Luis Borges.
”
Desde las primeras manifestaciones
graficas del lenguaje, existe la preocupación por formalizar los códigos de la
lectura. Los precursores de la comunicación escrita establecen las reglas
ortográficas, prosódicas y sintácticas, con el fin de superar los localismos y
las formas cotidianas del habla, porque son obstáculos para la comprensión de
los significados y sentidos de los mensajes escritos. El interés no es una necesidad exclusivamente académica,
sino que responde a necesidades más complejas. Por ejemplo en la India, polo de
desarrollo de la cultura oriental, la escritura y la lectura de sus textos
sagrados, por su mismo carácter, tienen que ser escritos y leídos con
corrección, a fin de evitar caer en, pecado. En Europa occidental, durante el
periodo escolástico, por la estrecha
relación que existe entre el buen pensar y la expresión correcta del idioma,
forma parte fundamental de los planes educativos, la enseñanza de la lógica y
la gramática. La formación educativa de la Baja Edad Media permite el paso de
la modernidad. El pensamiento secular busca validar los discursos científicos y
estéticos con nuevos métodos de investigación y de exposición.. En pocas
palabras, la calidad de la expresión pone en evidencia la formación de la
persona.
La necesidad condiciona la construcción de teorías
gramaticales, lingüísticas, hermenéuticas que enriquecen las cisiones del mundo
y la vida, a través del conocimiento del lenguaje y la comunicación.
Pedro Laín Entralgo en un ensayo leído el 22 de abril de
1955 en la Fiesta Nacional del Libro Español, organizado por la Real Academia
de la Lengua Española, expone su teoría de la lectura. Este ensayo es la
principal fuente de este comentario
--1—
En principio de su disertación aludida, precisa el objeto
de su ensayo: el libro. Pues esta producción intelectual es la máxima expresión
de la comunicación escrita. Pues el libro supera en mucho los textos que sirven
de medio para la comunicación cotidiana, los documentos oficiales, los
instructivos, incluso los libros de textos. Este libro que comunica ideas a
través de historias reales o ficticias, o ideas universales que dan significado
a las cosas y al pensamiento.
Si estas son las características del libro, entonces surge
el problema de la fiesta que se le rinde al libro. Pienso que la fiesta la
merecen los autores españoles distinguidos, no el objeto de su creación. Y aquí está la especificidad de Pedro Laín. Él
intenta recuperar la concepción
premoderna, anulada por la modernidad, Para ésta la fiesta es un descanso vacacional, y para la
mentalidad medieval, fiesta significa descanso intensidad de la vida y
contemplación. Es por ello se nos revela creando una fiesta “para el espíritu y
aún para el cuerpo que los lee, suave fiesta sin estruendo alguno”. De esta
manera el libro es diversión y conversión.
--2—
El libro español, diría que todo libro, independientemente
de sus mensajes filosóficos, científicos, estéticos y/o culturales, tienen la
necesidad de adquirir su forma bibliográfica, o para otros concretarse en una
obra material. Forma o concreción la adquiere en un proceso que algunas veces
alcanza en su existencia física un carácter artístico. La realización de esta
cualidad es indispensable para acentuar el mensaje intelectual, y a la vez,
promover la lectura. Borges decía que un libro cerrado es un libro sin letras.
Indudablemente tiene razón; puesto que el libro es un medio de comunicación
entre el autor y el lector.
En toda comunicación subyace la intención de presentar
entre los emisores y receptores, una apariencia agradable tanto física como de
ánimo, para crear un ambiente de empatía que permita la fluidez de la
comunicación. En palabras de Laín a la conversión
La primera impresión es fundamental; las características
visuales y táctiles del libro. De esa primera vista puede ser la invitación a
su lectura, a despertad asombro y la curiosidad. En su elegante manera de
comunicar Don Pedro emite su mensaje a los hombres de letras de España: “Las
calidades visuales y táctiles compiten con las que resplandecen en las más
egregias materias artificiales y naturales: la seda fugitiva y tenaz, el prócer
terciopelo, el honrado y usadero velo, la superficie solemne del mármol, el
bruñido tibio y familiar del alabastro”
La litografía, según la Real Academia Española, es la técnica de que consiste en trazar
textos, dibujos o fotografías en la plancha de la impresión. La letra, decía
Carlo Antonio Castro, necesita espacio para respirar, pero no demasiado porque
se pierde. Ahí es donde los espacios constituyen un atractivo o un rechazo
inconsciente. La presentación de cada página es una obra de arte, que enriquece
el mensaje escrito.
El tipo de letras, las ilustraciones, mapas, dibujos y
fotografías no son entidades separadas sino que contribuyen a la expresión
total de los textos. Las imponderables
erratas y los defectos de la impresión deben evitarse. Por eso, el autor
enfatiza “Autor, editor e impresor
suelen compartir el mérito o el demerito de la cubierta del libro”. El libro
como un todo debe alimentar el espíritu y los sentidos, el intelecto y las
percepciones.
Me parece interesante que en este ensayo leído, en la
primera mitad del siglo XX, reconozca la calidad de la edición, diseño y
encuadernación del libro publicado en nuestro país, subrayando la superioridad
al libro español.
Y concluye, “Pero es obvio que
el libro no ganará condición festival si el contenido de sus páginas no
constituye el principal motivo de esta fiesta
que su lectura debe brindarnos. ¿Cuándo el acto de leer llegará a festejarnos
el espíritu, según la más noble acepción de este envilecido verbo”
Para la consecución de los
objetivos del libro es imprescindible llevar
las manos del lector este producto intelectual. Existen dos fuentes de
acercamiento: las librerías y las bibliotecas. Es aquí donde esta destinado el
libro español. Este es el trabajo de la difusión bien planeada de la distribución
de la producción bibliográfica.
Estas palabras leídas en la
fiesta del libro español despiertan en mí, la revaloración del libro físico,
con su realidad tangible, alimento de los sentidos, pero también, su contenido
espiritual, que llevan a la conversión o a la transformación del lector en
hombre, en sujeto capaz de construir su destino, en una realidad estética y
valiosa,
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