sábado, 20 de marzo de 2021

Laín Entralgo y el libro español.

 

 

Javier Ortiz Aguilar.

 

 

 

                                                                         “Uno no es lo por lo que

                                                                          escribe, sino por lo que lee.

                            

                                                                            Jorge Luis Borges.

 

 

Desde las primeras manifestaciones graficas del lenguaje, existe la preocupación por formalizar los códigos de la lectura. Los precursores de la comunicación escrita establecen las reglas ortográficas, prosódicas y sintácticas, con el fin de superar los localismos y las formas cotidianas del habla, porque son obstáculos para la comprensión de los significados y sentidos de los mensajes escritos. El  interés no es una necesidad exclusivamente académica, sino que responde a necesidades más complejas. Por ejemplo en la India, polo de desarrollo de la cultura oriental, la escritura y la lectura de sus textos sagrados, por su mismo carácter, tienen que ser escritos y leídos con corrección, a fin de evitar caer en, pecado. En Europa occidental, durante el periodo escolástico,  por la estrecha relación que existe entre el buen pensar y la expresión correcta del idioma, forma parte fundamental de los planes educativos, la enseñanza de la lógica y la gramática. La formación educativa de la Baja Edad Media permite el paso de la modernidad. El pensamiento secular busca validar los discursos científicos y estéticos con nuevos métodos de investigación y de exposición.. En pocas palabras, la calidad de la expresión pone en evidencia la formación de la persona.

          La necesidad condiciona la construcción de teorías gramaticales, lingüísticas, hermenéuticas que enriquecen las cisiones del mundo y la vida, a través del conocimiento del lenguaje  y la comunicación.

          Pedro Laín Entralgo en un ensayo leído el 22 de abril de 1955  en la Fiesta Nacional del Libro Español, organizado por la Real Academia de la Lengua Española, expone su teoría de la lectura. Este ensayo es la principal fuente de este comentario  

 

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          En principio de su disertación aludida, precisa el objeto de su ensayo: el libro. Pues esta producción intelectual es la máxima expresión de la comunicación escrita. Pues el libro supera en mucho los textos que sirven de medio para la comunicación cotidiana, los documentos oficiales, los instructivos, incluso los libros de textos. Este libro que comunica ideas a través de historias reales o ficticias, o ideas universales que dan significado a las cosas y al pensamiento.

          Si estas son las características del libro, entonces surge el problema de la fiesta que se le rinde al libro. Pienso que la fiesta la merecen los autores españoles distinguidos, no el objeto de su creación.  Y aquí está la especificidad de Pedro Laín. Él intenta recuperar  la concepción premoderna, anulada por la modernidad, Para ésta la fiesta es un descanso vacacional, y para la mentalidad medieval, fiesta significa descanso intensidad de la vida y contemplación. Es por ello se nos revela creando una fiesta “para el espíritu y aún para el cuerpo que los lee, suave fiesta sin estruendo alguno”. De esta manera el libro es diversión y conversión.

 

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          El libro español, diría que todo libro, independientemente de sus mensajes filosóficos, científicos, estéticos y/o culturales, tienen la necesidad de adquirir su forma bibliográfica, o para otros concretarse en una obra material. Forma o concreción la adquiere en un proceso que algunas veces alcanza en su existencia física un carácter artístico. La realización de esta cualidad es indispensable para acentuar el mensaje intelectual, y a la vez, promover la lectura. Borges decía que un libro cerrado es un libro sin letras. Indudablemente tiene razón; puesto que el libro es un medio de comunicación entre el autor y el lector.

          En toda comunicación subyace la intención de presentar entre los emisores y receptores, una apariencia agradable tanto física como de ánimo, para crear un ambiente de empatía que permita la fluidez de la comunicación. En palabras de Laín a la conversión

          La primera impresión es fundamental; las características visuales y táctiles del libro. De esa primera vista puede ser la invitación a su lectura, a despertad asombro y la curiosidad. En su elegante manera de comunicar Don Pedro emite su mensaje a los hombres de letras de España: “Las calidades visuales y táctiles compiten con las que resplandecen en las más egregias materias artificiales y naturales: la seda fugitiva y tenaz, el prócer terciopelo, el honrado y usadero velo, la superficie solemne del mármol, el bruñido tibio y familiar del alabastro”

          La litografía, según la Real Academia Española,  es la técnica de que consiste en trazar textos, dibujos o fotografías en la plancha de la impresión. La letra, decía Carlo Antonio Castro, necesita espacio para respirar, pero no demasiado porque se pierde. Ahí es donde los espacios constituyen un atractivo o un rechazo inconsciente. La presentación de cada página es una obra de arte, que enriquece el mensaje escrito.

          El tipo de letras, las ilustraciones, mapas, dibujos y fotografías no son entidades separadas sino que contribuyen a la expresión total de  los textos. Las imponderables erratas y los defectos de la impresión deben evitarse. Por eso, el autor enfatiza  “Autor, editor e impresor suelen compartir el mérito o el demerito de la cubierta del libro”. El libro como un todo debe alimentar el espíritu y los sentidos, el intelecto y las percepciones.

          Me parece interesante que en este ensayo leído, en la primera mitad del siglo XX, reconozca la calidad de la edición, diseño y encuadernación del libro publicado en nuestro país, subrayando la superioridad al libro español.

Y concluye, “Pero es obvio que el libro no ganará condición festival si el contenido de sus páginas no constituye el principal motivo de  esta fiesta que su lectura debe brindarnos. ¿Cuándo el acto de leer llegará a festejarnos el espíritu, según la más noble acepción de este envilecido verbo”

Para la consecución de los objetivos del libro es imprescindible llevar  las manos del lector este producto intelectual. Existen dos fuentes de acercamiento: las librerías y las bibliotecas. Es aquí donde esta destinado el libro español. Este es el trabajo de la difusión bien planeada de la distribución de la producción bibliográfica.

Estas palabras leídas en la fiesta del libro español despiertan en mí, la revaloración del libro físico, con su realidad tangible, alimento de los sentidos, pero también, su contenido espiritual, que llevan a la conversión o a la transformación del lector en hombre, en sujeto capaz de construir su destino, en una realidad estética y valiosa,

 

 

 

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