domingo, 23 de febrero de 2020

Existe la necesidad de reconocer otras culturas y otros proyectos



Javier Ortiz Aguilar

Iniciaré mi intervención con un agradecimiento al autor del libro, por haberme invitado a formar parte de un selecto grupo de expertos en este tema, a pesar de no ser pedagogo, sociólogo o antropólogo en un espacio casi bicentenario de creación y difusión de la cultura, como lo es el Paraninfo del Colegio Preparatorio de Jalapa. En  este ambiente del cual forma parte el auditorio, me intimida pero también, paradójicamente alimenta mi ego.
         Dicho lo anterior, continuaré con la presentación de la Investigación de Fernando Hernández, Andan-zas interculturales de Tepetototl, bajo la firma editorial Foro Fiscal y el prólogo del maestro Lizardo Enríquez. La invitación a prologar el libro no es accidental, Lizardo invirtió varios de sus años profesionales en el estudio delas prácticas educativas en estos ámbitos.
         Conocí al autor cuando estudiaba en la Unidad 301 de la Universidad Pedagógica Nacional. Posteriormente organizamos en la Coordinación las colaboraciones de los asesores y alumnos de la Universidad Pedagógica, publicadas en una columna de la página editorial del Diario de Jalapa. Allí están muchos artículos que escribió Fernando, a pesar de que tenía su co-lumna en este medio periodístico. En la actualidad es un periodista comprometido con la causa campesina. Por ello no es raro, que es-te andariego o andarín, como solía escribir el etnólogo Roberto Williams, manifieste en este libro, un problema cada vez más complejo como es la interculturalidad. Y so-bre este tema versará mi comentario.
El problema tiene sus orígenes en el llamado descubrimiento de América. Pues el navegante genovés, no tenía el proyecto de des-cubrir nuevas tierras, sino encontrar una nueva vía para comerciar con la India. El recién fundado reino español, no era tal, sino una alianza entre los diversos reinos de la península ibérica. El territorio, que no fue descubierto, pues Colón murió pensando en haber llegado a islas de la productora de especias. Estos habitantes fueron llamados “indios”, ignorando las diferencias culturales. Ellos eran totonacos, huastecos, nahuas, otomís, toltecas, etc. Tiempo después Américo Vespucio, al hacer el mapa del nuevo territorio, descubrió que no era parte de Asia, sino un ignorado continente, los hombres originarios, siguieron conservando el nombre de indios con el adjetivo occidentales. El concepto de indígenas o indio occidentales oculta las diferencias culturales que subyacen en los pueblos originarios.
         La colonización española, no establecen una cultura homogénea. Pues la distribución de los colonizadores procedentes de distintos reinos, genera distintos procesos de aculturación; dando a  las regiones diversos perfiles regionales. Su distribución genera distintos procesos de aculturación regional. Las órdenes religiosas, representan diversas interpretaciones de los fundamentos religiosos. Los criollos, españoles que cometen el pecado de haber nacido en tierras inciertas, pierden por ello los privilegios de los nacidos en España.
         Aún en el primer cuarto del siglo XX, Arnold Toynbee (1889.1975) escribe “’Cuando nosotros los occidentales llamamos a ciertas gentes indígenas, borramos implícitamente el color cultural de nuestras percepciones de ellos. Son para nosotros algo así como árboles que caminaran, como animales selváticos que infestan el país en el que nos ha tocado toparnos con ellos. De hecho, los vemos como parte de la flora y fauna local, y no como hombres con pasiones pare-jas a las nuestras, y viéndolos, así como cosa infrahumana, nos sentimos con título para tratarlos como si no poseyeran los derechos humanos usuales.”
Las percepciones afectan la realidad, como la del historiador inglés, Su visión impide percibir la movilidad de los indígenas, a pesar de la evidencia del comercio en Mesoamérica. Ese comerció, como en otras áreas culturales, también es intercambio de ideas y de intercambio culturales. Hay una complejidad y riqueza en cada una de las áreas y culturas del territorio mesoamericano.
En el primer contacto de los conquistadores perciben la potencialidad de nuestras culturas originarias. Un acercamiento a las crónicas de Cortez y Díaz de Castillo, muestran su sorpresa ante el proceso civilizatorio de los pueblos descubiertos. Simplemente Tenochtitlan tenía 250 mil habitantes, mientras que la ciudad más grande de Occidente apenas llegaba a 65 000. Este descubrimiento es paralelo a la reforma religiosa provoca-da por Lutero, que mas qe reforma es un cisma de la cristiandad. Este suceso la interpretan como el fin de la cultura occidental, y en consecuencia el futuro está  en germen  en estas tierras, intocadas por el materialismo capitalista. En el siglo XVII, hay un cambio de percepción. Pues los encomenderos no les convenía tener súbditos capaces de crear el futuro. En esas condiciones recurren a la numerología surgida  en el siglo XII. Ahí  está el tres con una significación cabalística que retoma el catolicismo. El tres es cabalístico porque los símbolos católicos tienen el número tres: Dios está formado por tres personas distintas, Las tras caídas de Cristo, etc. Por otra parte el mundo conocido está formado por tres continentes, Europa, Asia y África, y la Biblia no registra un cuarto continente. Por tanto, su territorio, sus habitantes y su cultura son obra del mal. En el tiempo ilustrado, los indígenas, no alcanzan su condición humana. En el siglo XIX, los liberales los consideran un lastre para el desarrollo económico y político. Rubén Darío, contrapone la vida de los habitantes originario de nuestra América con la razón occidental: “Aquí en México, sobre todo se vive en un suelo que está lleno de misterio. Todos los indios que hay no respiran otra cosa, Y el destino de la nación mexicana está todavía en poder de Las primitivas divinidades históricas. (…) Aquí no hay que rascar nada, El misterio azteca o maya, vive en todo mexicano, ´por mucha mescla racial que halla en su sangre, y esto en pocos.”
La Revolución Mexicana redistribuye a la población nativa, este movimiento armado contribuye a enriquecer la complejidad de la sociedad. Las dictaduras del siglo XX expulsan a los hombres de ciencias, conscientes de la necesidad de la libertad. Rimero llegan los intelectuales españoles y más tarde los guatemaltecos, chilenos y argentinos. Ambos grupos modernizan los centros de educación  su-perior. En la actualidad, la emigración resultan los sectores marginados de la pobreza y asediados por el hambre y la represión.
En este contexto, que en suerte nos toca vivir, surge un término, la interculturalidad; usado frecuentemente , pero que dada su complejidad es difícil de utilizar o para entender una realidad cada vez mas compleja. El mismo hombre individual es un ser intercultural.
Aquí reside la necesidad de leer con atención el texto Andanzas in-terculturales de Tepetototl. Este libro consta de cinco ensayos de nuestro autor y amigo, con el prólogo de un experto en las múltiples de formas de la educación que preceden a la educación intercultural. Ya que esta es producto del descubrimiento de la realidad que se mueve gracias a los cambios de la interacción de la sociedad y las consecuentes experiencias de las practicas educativas
El autor es un docente de profesión y periodista y organizador de comunidades campesinas. Sus “andanzas” le dan la posibilidad de vivir la experiencia de la cultura intercultural en distintas áreas de nuestra entidad federativa; una vivencia diría Dilthey. La vivencia, creo que es el inicio que nos llevará a comprender la cultura del nuevo milenio. Desde su primer ensayo, Fernando subraya la necesidad de conocer la realidad intercultural del país, pues en este contexto se desarrolla la práctica docente. El desconocimiento de esta realidad.es un obstáculo insalvable para cumplir cabalmente los proyectos educativos.
Pero también es una condición para impulsar desde la base social, el tránsito a la democracia. El obstáculo al camino a la vida democrática reside, en la descalificación del otro y de lo otro. En otras palabras existe la necesidad de reconocer otras culturas y otros proyectos, Una democracia real reside en el reconocimiento del otro en todas sus dimensiones. Por ello felicito a Fernando por marcar un problema que exige más tiempo y más trabajo para lograr su comprensión cabal.


No hay comentarios: