Javier
Ortiz Aguilar
Iniciaré
mi intervención con un agradecimiento al autor del libro, por haberme invitado
a formar parte de un selecto grupo de expertos en este tema, a pesar de no ser
pedagogo, sociólogo o antropólogo en un espacio casi bicentenario de creación y
difusión de la cultura, como lo es el Paraninfo del Colegio Preparatorio de
Jalapa. En este ambiente del cual forma
parte el auditorio, me intimida pero también, paradójicamente alimenta mi ego.
Dicho lo anterior, continuaré con la
presentación de la Investigación de Fernando Hernández, Andan-zas
interculturales de Tepetototl, bajo la firma editorial Foro Fiscal y el prólogo
del maestro Lizardo Enríquez. La invitación a prologar el libro no es
accidental, Lizardo invirtió varios de sus años profesionales en el estudio
delas prácticas educativas en estos ámbitos.
Conocí al autor cuando estudiaba en la
Unidad 301 de la Universidad Pedagógica Nacional. Posteriormente organizamos en
la Coordinación las colaboraciones de los asesores y alumnos de la Universidad
Pedagógica, publicadas en una columna de la página editorial del Diario de
Jalapa. Allí están muchos artículos que escribió Fernando, a pesar de que tenía
su co-lumna en este medio periodístico. En la actualidad es un periodista comprometido
con la causa campesina. Por ello no es raro, que es-te andariego o andarín,
como solía escribir el etnólogo Roberto Williams, manifieste en este libro, un
problema cada vez más complejo como es la interculturalidad. Y so-bre este tema
versará mi comentario.
El
problema tiene sus orígenes en el llamado descubrimiento de América. Pues el
navegante genovés, no tenía el proyecto de des-cubrir nuevas tierras, sino
encontrar una nueva vía para comerciar con la India. El recién fundado reino
español, no era tal, sino una alianza entre los diversos reinos de la península
ibérica. El territorio, que no fue descubierto, pues Colón murió pensando en
haber llegado a islas de la productora de especias. Estos habitantes fueron
llamados “indios”, ignorando las diferencias culturales. Ellos eran totonacos,
huastecos, nahuas, otomís, toltecas, etc. Tiempo después Américo Vespucio, al
hacer el mapa del nuevo territorio, descubrió que no era parte de Asia, sino un
ignorado continente, los hombres originarios, siguieron conservando el nombre
de indios con el adjetivo occidentales. El concepto de indígenas o indio
occidentales oculta las diferencias culturales que subyacen en los pueblos
originarios.
La colonización española, no establecen
una cultura homogénea. Pues la distribución de los colonizadores procedentes de
distintos reinos, genera distintos procesos de aculturación; dando a las regiones diversos perfiles regionales. Su
distribución genera distintos procesos de aculturación regional. Las órdenes
religiosas, representan diversas interpretaciones de los fundamentos
religiosos. Los criollos, españoles que cometen el pecado de haber nacido en
tierras inciertas, pierden por ello los privilegios de los nacidos en España.
Aún en el primer cuarto del siglo XX,
Arnold Toynbee (1889.1975) escribe “’Cuando nosotros los occidentales llamamos
a ciertas gentes indígenas, borramos implícitamente el color cultural de
nuestras percepciones de ellos. Son para nosotros algo así como árboles que
caminaran, como animales selváticos que infestan el país en el que nos ha
tocado toparnos con ellos. De hecho, los vemos como parte de la flora y fauna
local, y no como hombres con pasiones pare-jas a las nuestras, y viéndolos, así
como cosa infrahumana, nos sentimos con título para tratarlos como si no
poseyeran los derechos humanos usuales.”
Las
percepciones afectan la realidad, como la del historiador inglés, Su visión
impide percibir la movilidad de los indígenas, a pesar de la evidencia del
comercio en Mesoamérica. Ese comerció, como en otras áreas culturales, también
es intercambio de ideas y de intercambio culturales. Hay una complejidad y
riqueza en cada una de las áreas y culturas del territorio mesoamericano.
En el
primer contacto de los conquistadores perciben la potencialidad de nuestras
culturas originarias. Un acercamiento a las crónicas de Cortez y Díaz de
Castillo, muestran su sorpresa ante el proceso civilizatorio de los pueblos
descubiertos. Simplemente Tenochtitlan tenía 250 mil habitantes, mientras que
la ciudad más grande de Occidente apenas llegaba a 65 000. Este descubrimiento
es paralelo a la reforma religiosa provoca-da por Lutero, que mas qe reforma es
un cisma de la cristiandad. Este suceso la interpretan como el fin de la
cultura occidental, y en consecuencia el futuro está en germen
en estas tierras, intocadas por el materialismo capitalista. En el siglo
XVII, hay un cambio de percepción. Pues los encomenderos no les convenía tener
súbditos capaces de crear el futuro. En esas condiciones recurren a la
numerología surgida en el siglo XII.
Ahí está el tres con una significación
cabalística que retoma el catolicismo. El tres es cabalístico porque los símbolos
católicos tienen el número tres: Dios está formado por tres personas distintas,
Las tras caídas de Cristo, etc. Por otra parte el mundo conocido está formado
por tres continentes, Europa, Asia y África, y la Biblia no registra un cuarto
continente. Por tanto, su territorio, sus habitantes y su cultura son obra del
mal. En el tiempo ilustrado, los indígenas, no alcanzan su condición humana. En
el siglo XIX, los liberales los consideran un lastre para el desarrollo
económico y político. Rubén Darío, contrapone la vida de los habitantes
originario de nuestra América con la razón occidental: “Aquí en México, sobre
todo se vive en un suelo que está lleno de misterio. Todos los indios que hay
no respiran otra cosa, Y el destino de la nación mexicana está todavía en poder
de Las primitivas divinidades históricas. (…) Aquí no hay que rascar nada, El
misterio azteca o maya, vive en todo mexicano, ´por mucha mescla racial que
halla en su sangre, y esto en pocos.”
La
Revolución Mexicana redistribuye a la población nativa, este movimiento armado
contribuye a enriquecer la complejidad de la sociedad. Las dictaduras del siglo
XX expulsan a los hombres de ciencias, conscientes de la necesidad de la
libertad. Rimero llegan los intelectuales españoles y más tarde los
guatemaltecos, chilenos y argentinos. Ambos grupos modernizan los centros de
educación su-perior. En la actualidad,
la emigración resultan los sectores marginados de la pobreza y asediados por el
hambre y la represión.
En este
contexto, que en suerte nos toca vivir, surge un término, la interculturalidad;
usado frecuentemente , pero que dada su complejidad es difícil de utilizar o para
entender una realidad cada vez mas compleja. El mismo hombre individual es un
ser intercultural.
Aquí
reside la necesidad de leer con atención el texto Andanzas in-terculturales de
Tepetototl. Este libro consta de cinco ensayos de nuestro autor y amigo, con el
prólogo de un experto en las múltiples de formas de la educación que preceden a
la educación intercultural. Ya que esta es producto del descubrimiento de la
realidad que se mueve gracias a los cambios de la interacción de la sociedad y
las consecuentes experiencias de las practicas educativas
El autor
es un docente de profesión y periodista y organizador de comunidades campesinas.
Sus “andanzas” le dan la posibilidad de vivir la experiencia de la cultura intercultural
en distintas áreas de nuestra entidad federativa; una vivencia diría Dilthey.
La vivencia, creo que es el inicio que nos llevará a comprender la cultura del
nuevo milenio. Desde su primer ensayo, Fernando subraya la necesidad de conocer
la realidad intercultural del país, pues en este contexto se desarrolla la
práctica docente. El desconocimiento de esta realidad.es un obstáculo
insalvable para cumplir cabalmente los proyectos educativos.
Pero
también es una condición para impulsar desde la base social, el tránsito a la
democracia. El obstáculo al camino a la vida democrática reside, en la
descalificación del otro y de lo otro. En otras palabras existe la necesidad de
reconocer otras culturas y otros proyectos, Una democracia real reside en el
reconocimiento del otro en todas sus dimensiones. Por ello felicito a Fernando
por marcar un problema que exige más tiempo y más trabajo para lograr su
comprensión cabal.
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