lunes, 8 de abril de 2019

La civilización debe estar al servicio del hombre:



contexto de Fahrenheit 451.


Javier Ortiz Aguilar

A los estudiantes de la generación 2018-2022,
 Licenciatura en Pedagogía
 Unidad Jalapa
UPN-Veracruz.





1.      El contexto.


La modernidad provoca un choque entre la tradición y la innovación, entre la adaptación a vivir en “este valle de lágrimas”, y la convicción en la capacidad humana de construir una sociedad libre de ignorancia, de explotación y discriminación, un mundo capaz de desplegar en todos y en cada uno de los hombres las potencialidades humanas. En pocas palabras, existe un conflicto entre la trascendencia y la inmanencia, entre la ciudad de Dios y la ciudad terrena,
         En el Renacimiento, primer momento de la modernidad, surgen las utopías, que además de ser una narración literaria, expresan una crítica radical al capitalismo mercantil, ofreciendo un modelo de sociedad justa y libre, cuya posibilidad reside en la ausencia de la propiedad privada de la tierra. Este tipo de sociedad se infiere, está ubicada eh los territorios descubiertos y conquistados por los enviados de España y Portugal. En estos ámbitos ignorados, encuentran culturas con tendencias muy diferentes al Occidente invasor. Thomas Moro, escribe La Utopía (1516) Tomasso de Campanella publica La Ciudad del sol (1581) y Roger Bacon, La nueva Atlántida (1581). Estos autores, vislumbran un futuro emancipador en el pasado; por tanto, alcanzar el desarrollo humano exige el retorno a los orígenes de la humanidad.
         La imposibilidad del retorno, estas obras quedan como los ideales de una época pletórica de certidumbres.
         En el siglo XX, ante el fracaso inocultable de las promesas de la modernidad, primero el incumplimiento de la revolución burguesa de la realización del lema: “libertad, igualdad y fraternidad”, y el socialismo triunfante, que mantenía como fin la humanización del hombre además de la automatización del capitalismo norteamericano. Las utopías quedan recluidas en los estantes de  las bibliotecas.  La desilusión inesperada de los dos proyectos del pensamiento moderno, el capitalismo y el socialismo, conducen a la construcción de modelos del desencanto, llamadas en la década de los treinta, una ficción literaria llamada en aquellos tiempos, antiutopías, y en la actualidad. distopias. Entre las más importantes se cuentan El mundo feliz de Aldus  Leonard Huxley (1932), 1984 de George Orwell (1938) y Walden 2. Años después aparece en el mercado una novela de Ray Bradbury publicada en inglés en 1956, y en español en el año 2000, en Barcelona.
Esta interesante obra me fue obsequiada, y la única manera de agradecer el regalo, fue leerla calmadamente y redactar mis impresiones personales.

2.      La novela.

Evidentemente Fahrenheit 451, continúa la tendencia de las antiutopías. No obstante, en contextos son diferentes, Las novelas clásicas se producen en lapso comprendido entre las dos guerras mundiales. Ésta, en cambio, se publica inmediatamente después de finalizar la segunda guerra mundial y el inicio de la guerra fría. En este tiempo de las luchas inter imperialistas y la ampliación del bloque socialista. La derrota del. nazismo no significa el tránsito a la democracia.
La rebelión de las masas y automatización invaden la intimidad de la vida privada. Lo público y lo privado llegan a identificarse sin encontrar una diferencia. El individuo se disuelve en la masa amorfa. La crisis o el fin de la modernidad.
Este es el ambiente de la novela. Aquí hay una diferencia con las distopias de los años de los treinta. En esta organización la contradicción es evidente, hay una disidencia que posibilita la recuperación de la humanidad conculcada.

3.      ¿Actualidad del problema?

         1956, tiempo del conflicto Este-Oeste, pugna entre la expansión del socialismo y el mundo occidental, obliga a replantear la distopia, de otra manera. La distopia clásica implica el fin de los tiempos, y en consecuencia, la existencia humana queda atrapada en un eterno presente. Esta tendencia sufre una ruptura en Fahrenheit 451. En esta ficción la narración se sostiene en la existencia de un protagonista (negativo) y una antagonista (positiva) que se confrontan, que discuten. Así mediante el diálogo, retornan a la clásica forma de tomar conciencia de sus existencias, recuperando paulatinamente sus dimensiones temporales: el presente, el pasado y el futuro.
         El diálogo entre los personajes. Montag, representante sistémico y por ende “normal” y Clarisse, niña libre, marginada por ello de la sociedad, acusándola de “rara”, al igual que su familia. La familia “normal” de Montag, carece de una franca comunicación que los una vitalmente, por ello su casa es fría y oscura. En cambio, el ambiente familiar de los “raros” es alegre, y está permanentemente iluminada. Puesto que la comunicación une y libera del mordaz egoísmo.
         El inicio del diálogo entre el normal y la rara, pone en evidencia la curiosidad natural de la niña y la imposibilidad de contestar del hombre normal.
         Al encontrarse, la niña no le teme, a pesar de que sabe que es un bombero, con la función de quemar libros. Al advertirlo, el bombero se sorprende y guarda distancia. Una pregunta que sorprende es la siguiente: “Es verdad que hace muchos años, los bomberos apagaban el fuego en vez de encenderlo”. La realidad absurda deja sin palabras a Montag.
         Otra pregunta interesante que formula la niña es la siguiente: “ha leído alguno de los libros que quema”. La respuesta es contundente: la ley lo prohíbe”.
         Así inicia los encuentros, son molestos por las preguntas, pero no existe la voluntad de evitarlas.
         Los problemas que la niña plantea son los aspectos negativos de la civilización: alejar a las personas de sus semejantes y de la naturaleza; la necesidad de pensar en el otro y admirar la naturaleza, a pesar de la represión y cárcel.
         La máscara que ocultaba el rostro humano, impuesto por una formación enajenante va disolviéndose a lo largo de la narración.

4.      La conclusión.

Al confrontar esta ficción, no alejada de la realidad, con mi práctica docente, llegué a la siguiente conclusión: no es posible permanecer marginado de nuestro tiempo, cuya característica fundamental es la tecnosfera. Por tanto, no hay posibilidad de escapar de una tecnología que invade nuestro mundo interior y desaparece la división entre la vida pública y privada; pero si, darle sentido humano a la educación y en consecuencia a la vida. La civilización debe estar al servicio del hombre, y así evitar la existencia de robots, llámese Montag, o Juan.
El sistema se defiende, antes quemaban los libros para evitar la comunicación con personas alejadas por la distancia, o por los tiempos, ahora elevan los precios, hasta convertirlos en objetos alejados de las preocupaciones de los hombres. Quemar un libro equivale a eliminar la comunicación con el pasado y con pensamientos generados en lugares alejados, reduciendo a los habitantes de un mundo global a la soledad
Si bien es cierto que la comunicación causa ruidos que alteran nuestros prejuicios y nuestro confort de no pensar, nos conduce a encontramos con otras ideas, otras preocupaciones y otros hombres, que paradójicamente nos descubren nuestra verdadera individualidad. Pero sin esperar llegar a la utopía, este lugar no existe, únicamente sirve para caminar. La libertad consiste en la toma de conciencia de los hombres, con voluntad de caminar.

          



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