Aurora
Ruiz Vásquez
Mi
mujer día y noche se lamenta “me duele la cabeza, la
espalda,
la pierna. El calor me asfixia, tengo sed”. repite,
repite.
“Yo estoy harto”.
Le
consigo un ventilador, lo rechaza “Son cosas del diablo,
llévatelo
-me dice, Paciente guardo el ventilador en su caja,
-no la
comprendo- Pero esa noche, un aire fresco se esparce
en la
habitación. Ella duerme sonriente. Despierta cuando
un
viento tormentoso abre la ventana,
alza
papeles, los objetos, a ella misma.
Flota
como una pluma.
La veo
alejarse y me pregunto: ¿acaso es un fantasma que
requirió
del vendaval furioso y no del ventilador para viajar
a otra
dimensión?
Tomado del libro:
La primera nevada
y otros cuentos
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