Alberto Rafael León Ramos
El
estudio de la filosofía no sólo compete a los autores clásicos como: Sócrates, Platón, Aristóteles, Plotino etc.,
ni tampoco sólo se ha desarrollado en Europa. Aquí en México germinó también la
madre de todas las ciencias y prueba de ello son Fray Alonso de la Veracruz[1]
y Juan Ginés de Sepúlveda[2];
los cuales abordaron el tema antropológico desde puntos de vista muy
interesantes. Es menester empezar a explicar sobre ello.
Cuando
se descubrió el nuevo mundo hubo un
cambio radical en el modo de ver el universo. Así también la forma de entender
al hombre que vivía en las Indias. El contacto que
sostuvieron los europeos con los nativos detonó preguntas; ¿Son hombres o
bestias? ¿Cuentan con inteligencia? ¿Tienen alma? Estas y otras preguntas se hicieron los
españoles al llegar a la Nueva España.
Las respuestas versaron en dos posturas,
unos en contra de reconocer la humanidad
del indio, otros a favor, hasta cierto punto, de ello. Es así como la actividad filosófica se detona.
J.
Ginés de Sepúlveda defendía acérrimamente una sociedad estratificada, no
aceptaba que los nuevos hombres tuvieran
alma y razón, por tanto pensaba no se les podía enseñar la palabra de Dios,
tampoco podían ser bautizados. Él
escribió varios libros, en el titulado Demócratas
toca la cuestión relativa de saber si la
guerra que se emprendió, por parte de los españoles, en contra de los indios es
justa o injusta. Ahí defiende el derecho
que tenían de hacer la guerra contra los indios y da razones. La creencia que
tenían los españoles era que el más fuerte tiene que dominar al débil, esto lo
apoyaban con la religión. “La guerra nunca se ha de apetecer por sí
misma, como se apetece el hambre, la pobreza, el dolor, ni ningún otro género
de males”.
Antes
de emprender una guerra –piensa Sepúlveda- se debe de deliberar mucho, primero
se tiene que buscar la paz por todos los medios posibles con el contrario, si
se rehúsa a aceptarla se debe emprender el camino de las armas.
Sepúlveda
defiende que todo lo que se puede hacer por derecho natural se puede hacer por
derecho divino y la ley evangélica lo respalda, aquel que respalda la ley
divina no hace a un lado la ley natural, porque ésta reprueba el mal y la
elección de la bien está impresa en el alma racional, por lo que el hombre no
puede desear el mal. Hay razones justas
–según Sepúlveda- para hacer una guerra las cuales cito a continuación:
1.-
El que la haga tenga la autoridad para
hacerlo, esta autoridad la tiene el príncipe, pues, él tiene suma autoridad en
toda la república y lo que él gobierna.
2.-
Que se tenga un fin bueno, porque estas son condiciones de la virtud y el
deber. Se debe hacer la guerra para un
bien público. (Hacer la guerra con fin de botín es pecado y malvado)
3.-
Otra causa justa, es recobrar las cosas injustamente arrebatadas.
4.-
Imponer la merecida pena a los malhechores que no han sido castigados en su
ciudad.
5.-
Someter por las armas aquellos que por condición natural debe obedecer a otros
y que se rehúsan a hacerlo. Esta es una
causa importante en Sepúlveda y por la cual se justifica a menudo la guerra
contra los indios.
El
doctor Sepúlveda argumenta que todo lo perfecto debe imperar sobre lo no
perfecto, ya que esto debe ser por ley natural. Según sus palabras los indios
son menos perfectos que el individuo y por eso los españoles deben tener
imperio sobres los indios. “En suma: es
justo, conveniente y conforme a la ley natural que los varones probos,
inteligentes, virtuosos y humanos dominen sobre todos los que no tienen estas
cualidades”[3]
Es
por tanto que los indios de la nueva España no tienen nada de hombres, pues,
afirma que son un hombres incompletos y no merecen instrucción ni sacramento
alguno, también se les considera pecadores e impíos por lo que se justifica la
guerra contra ellos por ese simple hecho. Y siendo deber de los varones probos
dominar sobre los que no son tan probos, se tenía la autoridad para ejercer
potestad sobre ellos, haciéndolos volver al camino de la verdad, la justicia y
el buen entendimiento.
Sepúlveda
dice que estos hombres son siervos por naturaleza y por tal motivo no se les puede hacer justicia
equitativamente y debían someterse al mandato
español. Otra causa por la que los naturales deben estar bajo el dominio
del español es porque ellos –los naturales- tiene costumbres bárbaras y por ende son pecadores a los que hay que
rescatar de esa vida.
Resumiendo
para este señor los hombres de la Nueva España son poco menos que bestias, que
no tiene derecho ni garantías individuales por lo se les podía someter. Para Sepúlveda el natural de la Nueva España no
tiene derecho a vivir, no se le puede considerar en sociedad y por su estado
natural se le tiene que hacer la guerra
para hacer de él un hombre civilizado, pero que este al servicio del español.
Por
otro lado tenemos el pensamiento de Fray Alonso de la Veracruz. En el libro
titulado De dominio infidelim e iusto
bello trata la cuestión que aquí se ha venido comentando a saber: si el
hombre de las indias, el del nuevo mundo, es un ser pensante o una bestia y si
es digno de ser ungido con los sacramentos. Empieza indagando si hay hombres
virtuosos y cuáles son, dice que en efecto hay hombres que son virtuosos y que
hay siervos por naturaleza. Aunque acepta la distinción de siervo y hombre virtuoso,
dice que no hay ningún derecho para afirmar que el hombre virtuoso impere sobre
el siervo por naturaleza ya que éste siendo de tal manera no puede, ni debe
estar sometido a la voluntad de otro a menos que sea por deseo o compra
legitima, de lo contrario se está injuriando a Dios y al emperador.
Es
interesante como Fray Alonso de la
Veracruz le da un giro radical al tópico. Acepta que los
indios son de naturaleza servil, pero es más importante que no existan estafas
en contra de aquellos, sino que se trate de manera neutral y además que los
tributos a pagar junto con las pertenencias que tengan en su poder sean justas.
Lo que se quiere hacer ver en este pensador es que ya se está tomando en cuenta al indio, se le considera
como hombre en sí, aunque todavía con reservas.
De
la Veracruz afirma que el hombre está compuesto de alma y
cuerpo y que estos deben de ser cuidados de manera muy especial. El encomendero
que está a cargo de estos indios debe velar
por su cuerpo y su alma. En cuanto al cuerpo debe cubrirle sus
necesidades básicas de comida, alimento, vestido etc., y lo que respecta al
alma debe de prepararlo para su tránsito al camino del más allá, del mundo
eterno.
-
“De la Veracruz
dice que el Emperador está obligado a dar instrucción a los naturales ya que de
ellos recibe tributo y debe cuidar sus bienes tanto espirituales como corporal.
Pero el bien de los súbditos no sólo es temporal sino también espiritual, pues
el hombre consta de cuerpo y alma. Por tanto está obligado a proveer y cuidar
del bien espiritual de sus súbditos”[4]
Aquí
hay que hacer patente la gran diferencia de Alonso de la Veracruz y el doctor J.
Ginés de Sepúlveda; la cual radica en el modo de ver al nativo. De la Veracruz le concede cierto tipo de humanidad, por tanto también
garantías y derechos lo cual hace que se
tome a ese hombre, nativo, como un ser que puede vivir en sociedad aunque como
siervo; le reconoce capacidad de entendimiento y de aprehensión pues se le
puede enseñar la religión.
Ahora
bien, el emperador se debe comprometer a ser a sus súbditos fieles cristianos
que sigan la palabra de dios. De lo contrario está cayendo en pecado y por ende
ofende a Dios. Otra obligación es proteger, defender y
mantener en justicia y paz, de no hacerlo esta pecando y recibiendo de manera
inadecuada los tributos. “Los tributos se dan por parte del pueblo a
su emperador en modo que este – el emperador- cuida de ellos y les provee lo
necesario para llegar al fin sobrenatural. [5]
Es
importante hacer notar el cambio que se da en la forma de ver al indio. De la
Veracruz vela por sus intereses aunque con reservas, se le cuida, se procura por su bienestar y
trata de convertir a la fe católica por medios más sutiles y delicados y no por
la fuerza como se acostumbro en un principio. Se reconoce su capacidad de
aprendizaje y hasta ciertos derechos humanos, tales como comida, techo, vestido.
Aunque se le sigue considerando un siervo. Hasta aquí lo que comentan el
segundo pensador.
Explicado
en concreto. El doctor Sepúlveda afirmaba que el indio no merece otra cosa que
ser siervo por naturaleza y por tanto se estaba en todo el derecho de hacerle
la guerra para dominarlos y enseñarles la ley del más fuerte; otra causa era
que se necesitaba el hombre perfecto y probo tenía el deber así como la
obligación de someter al menos perfecto por la cual debe estar sometido.
Fray
Alonso de la Veracruz
se nota preocupado por los indios, los
toma ya como hombres y capaces de recibir la fe así como ser educados. Se les respeta el derecho a
vivir bien y en paz, felizmente y con ciertas garantías, al cuidarlos de manera
más o menos integra. Se les debe de educar para llegan a su fin sobrenatural,
esto es a Dios. Aunque se sigue pensado que el indio es siervo por naturaleza y
debe estar bajo el dominio del español se le reconoce ya como un hombre.
Es
así como la filosofía estaba presente en el siglo XVI en México a través del
pensamiento de estos dos personajes, especialmente en el tópico antropológico.
Sea este una pequeña demostración que en nuestro país la actividad filosófica
ha estado presente.
Bibliografía
·
De
dominio infidelium et iusto bello. Sobre el dominio de los infieles y la guerra
justa, edición crítica, traducción y notas de Roberto Heredia Correa, México:
Universidad Nacional Autónoma de México. 2007. LXXXVIII
·
Ginés, Sepúlveda J., “Demócratas” en
http://jorgecaceresr.files.wordpress.com/2010/05/democrates-segundo-o-de-las-justas-causas-de-la-guerra-contra-los-indios.pdf
·
Zavala, Silvio,
Filosofía De La Conquista, Fondo de Cultura Económica, México. 1947.
[1] Alonso Gutiérrez, también
conocido como fray Alonso de la Vera Cruz, (Caspueñas, Guadalajara, España, 1507 - Ciudad
de México, 1584) fue la figura más importante de la filosofía en México durante el siglo XVI.
[2] Juan Ginés de Sepúlveda (Pozoblanco, Córdoba, 1490 – 1573) fue un filósofo, jurista e historiador español del siglo XVI.
[3] J. Ginés Sepúlveda, “Demócratas”, pág., 87
[4] De la Veracruz, Alonso, “ De dominio infidelium e iusto bello”
[5] Ibid.,
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