Raúl Hernández Viveros
Dentro de la historia de la Universidad
Veracruzana, se planteó un elemento
primordial, esencialmente, por el perfil
universal de sus propuestas académicas y
de investigación. Conviene recordar la fundación del Instituto, de Antropología, la Escuela de Antropología, la de
Historia, la de Letras, y principalmente
el nacimiento del órgano de difusión de nuestra Máxima Casa de Estudios: La Palabra y el Hombre, al inicio de 1957. Al poco tiempo, se advirtieron los primeros resultados en la
serie de publicaciones del Instituto de Antropología, con la
edición de Cerámicas del Totonacapan, de Alfonso Medellín Zenil, quien
escribió:
“Este libro intenta una síntesis de lo más
importante que hemos podido conocer en
la exploración del área totonaca del Estado de Veracruz, a través de unos 10
años. Han sido registradas aproximadamente unas 500 zonas arqueológicas que se
localizan entre la cuenca del Papaloapan por el sur y de la costa a la zona
frigo-serrana”.
Desde
el principio, el trabajo de investigación se consideró como parte
fundamental por su alta calidad y valor
científicos, además de su
divulgación en publicaciones; permitiendo su accesibilidad a los lectores no especializados, e involucrándose en forma directa con la
comunidad universitaria. Al darse a
conocer entonces los frutos de las
exploraciones e investigaciones realizadas, pudo demostrarse el afán por
rescatar, esclarecer y registrar el desarrollo
cultural de las civilizaciones prehispánicas que tuvieron asiento en
algunas partes de nuestro actual Estado
de Veracruz.
Tales acontecimientos enriquecieron la vida intelectual del Estado
Veracruz, gracias al impulso del
rector Gonzalo Aguirre Beltrán. Sin embargo, su herencia cultural se encuentra
perfectamente delineada entre los proyectos
de creación de nuevos espacios abiertos hacia el pensamiento, la
docencia y la investigación. La
circunstancia de haber respaldado el incentivo de un órgano de investigaciones
libres, con una enorme variedad para el
desarrollo del pensamiento latinoamericano, representó una de las mayores contribuciones a la cultura nacional.
Por otra parte, conviene recordar al filósofo
Fernando Salmerón Roiz, cuando entonces
desempeñaba el cargo de Secretario General durante esa etapa de la vida
universitaria en Veracruz, quien señaló la importancia de La Palabra y el Hombre: “porque esa
es la más notable paradoja de la condición humana: que el hombre para
serlo en un sentido pleno, ha de lograr que madure su propia individualidad, y
al mismo tiempo, ha de saber entregarla a los demás hombres. Ha de ser a la vez persona y prójimo; libertad y
sociedad, soledad y comunicación; palabra y hombre”.
La constitución del Instituto de Antropología fue la culminación
y desenlace que tuvo su origen el 1º de enero de 1937 al fundarse la sección de asuntos indígenas;
posteriormente se llamó Sección de Antropología, y más tarde denominado
Departamento de Antropología. Estos primeros esfuerzos por rescatar
algunos materiales arqueológicos, antropológicos y estudios sobre la cultura veracruzana, fueron consolidados
al abrirse el espacio en donde se concentró un grupo de investigadores que
debería responder a las tareas de analizar, interpretar y registrar las
principales zonas indígenas y los
vestigios culturales de nuestros antepasados. Al mismo tiempo, de
complementar los diseños curriculares en la
labor académica de la Facultad de Antropología.
De manera
notable, Roberto Williams García, uno de los pioneros de la antropología
veracruzana, registró los siguientes
datos: “La década de los cincuenta puede
considerarse intensa, la de mayor ímpetu arqueológico para
Medellín al explorar
diversas zonas y haber obtenido
piezas para el museo que se proyectaba. Museo que recibió absoluto apoyo
cuando el gobierno del licenciado
.Antonio M. Quirasco, del cual
formaba parte el maestro José Luis Melgarejo como subsecretario de
gobierno. Este gobierno nombró
como rector de la Universidad Veracruzana,
al doctor en medicina Gonzalo
Aguirre Beltrán, antropólogo de valía
nacional quien, de
inmediato, convirtió al supra mencionado
departamento en Instituto de Antropología,
además de promover la fundación
de la Escuela de Antropología, siendo Medellín designado director de la misma Escuela y del Instituto de
Antropología. Se acariciaba desde varios
años el proyecto de la
creación del Museo como aparador donde se mostrase la potencia escultórica del antiguo veracruzano. Melgarejo y Medellín trabajaron juntos en el proyecto de construcción del edificio destinado al albergue y exhibición del
patrimonio arqueológico de Veracruz”.
La riqueza
bibliográfica de la Universidad Veracruzana, estuvo acompañada por las
investigaciones excepcionales relacionadas con los informes de las
exploraciones arqueológicas, trabajos etnográficos, diarios de campo y búsquedas acuciosas en archivos estatales y nacionales, En las
páginas de La
Palabra y el Hombre, pueden todavía consultarse materiales indispensables
que constituyen el reflejo de la dinámica intelectual del quehacer
universitario.
Para celebrar las 4 décadas del Instituto de
Antropología, se realizó el
“Simposio 40 años de Antropología en
Veracruz“, estos valiosos materiales de ponencias aparecieron en el libro: Antropología
e historia en Veracruz, que coordiné bajo la dirección del historiador
Gilberto Bermúdez Gorrochotegui,
quien llevó en su administración, al Instituto de Antropología a la
vinculación de la excelencia
académica, dentro del marco del actual reconocimiento a la
investigación, lográndose el liderazgo
en productividad.
Por lo
cual, permanece el testimonio contenido
en la recopilación de 630 páginas de Antropología e Historia en Veracruz, editado en 1999. Al final de
mi ponencia incluida en este
libro, señalé mi punto de vista sobre la lectura
crítica de las aportaciones en La Palabra y el Hombre, como: ”La experiencia de revisar cada
colaboración de Alfonso Medellín Zenil
culmina con la expectación de haber sido asombrado por el espíritu de un
precursor en la arqueología de
México, por su lealtad y espíritu de
servicio a un territorio que
fue la visión de su manera de ser mexicano y sentirse
veracruzano” (p. 401).
En el
Instituto de Antropología se resguardan en su biblioteca hasta la actualidad,
desde su fundación algunos acervos bibliográficos pertenecientes a Gonzalo Aguirre Beltrán,
José García Payón, David Ramírez Lavoignet, entre otros apreciables materiales
que fueron donados por sus herederos. También hay que subrayar la importancia de las
investigaciones que se guardan y protegen
en el Archivo Técnico, donde se
albergan importantes informes de
investigaciones ligadas con el
desarrollo del Instituto de Antropología.
En 2008, la Secretaría de Educación de
Veracruz realizó un reconocimiento a uno
de los importantes impulsores del nacimiento del Instituto de Antropología. Por
lo cual se hizo la edición del libro Selección
de Ensayos y Poemas, En sus páginas participé con mi investigación: “Textos
de José Luis Melgarejo Vivanco en La
Palabra y el Hombre”.
Durante el presente 2014 celebramos el
centenario del nacimiento de este importante veracruzano, quien nació en Palmas
de Abajo, Municipio de Actopan Veracruz el 19 de agosto de 1914. Año en que
también nacieron Octavio Paz,[1]
Efraín Huerta y José Revueltas. Por lo que en esta ocasión rescatamos las
primeras líneas del ensayo “En torno a la mexicanidad”, de José Luis Melgarejo
Vivanco:
“Tal vez uno de los aspectos más importantes
de la Revolución Mexicana sea su preocupación por conocer a México, a los
mexicanos, a lo mexicano. Para lo primero, valiosos hombres de ciencia
mantienen tirante la voluntad, en un esfuerzo sin orillas ni reconocimiento. A
lo segundo se dedicó un grupo de lo mejor del pensamiento nacional, pero topó
con la incomprensión, y el insulto. Pese a ello, conviene perseverar en el
propósito esclarecedor, con miras a una futura Sociología Mexicana, porque
jamás quedará integrado el todo si falta una de las partes, y entre lo mucho
urgido de meditación, existen los conceptos de indígena, español, indiano,
criollo, mestizo, referidos a hombres concretos de un territorio material, y no
a invenciones flotando en los paraísos artificiales del idealismo.
La más trillada paja muestra su grano: México
es un país de mestizos. ¿Y qué país, qué pueblo, no lo es?, ni siquiera los
arios de Hitler pudieron probar su "pureza de sangre". No hay en el
mundo un solo grupo humano que no se haya mestizado profundamente. Los
indígenas mexicanos, anteriores a la llegada de los españoles, tenían detrás
una larga historia. La microbanda de la cual formaba parte la mujer de
Tepexpan, no habría podido con-vencer a sus vecinos, de una endogamia que
remontara a un pasado de milenios. Las micro-macrobandas del área de Tehuacán,
dejaron sospechas y testimonios de contactos muy profundos con grupos lejanos,
para no mencionar a los próximos. Cuando en el Preclásico Inferior, ¿3000 antes
de la Era?, hizo su aparición la cerámica, ya el grupo huaxteca se había
separado del maya, y en su reacomodo, se había ido mestizando. El típico
cruzamiento por conquista, ocurrió en el discurrir de los imperios. En el
Preclásico Medio (1500-600 A.E.), desde su territorio metropolitano, los
popolocas lograron dominar el sur de Puebla, Morelos, Valle de México, y
Guerrero hasta la cuenca del Balsas. Para el Preclásico Superior (600-0 A.E.),
los huaxtecas llegaron a tener, por centro de su virreinato, a Cuicuilco, en el
Valle de México, y cuando finalizaba este Horizonte, hacia principios de la
Era, los totonacas, dominando el Valle de Teotihuacan, se cruzaron ahí con los
otomíes, y durante unos tres siglos, estuvieron ejerciendo acción
transculturadora en los dilatados ámbitos de su Imperio, acción que también se
traducía, pero a su mínima escala, en cruzamiento físico”.
Se hace la anterior cita,
con motivo de que en el Instituto
de Antropología de la Universidad Veracruzana, se va a celebrar el centenario
de José Luis Melgarejo Vivanco, y en su recuerdo se realizará una serie de
eventos académicos. Al mismo tiempo, mi investigación “Textos de José Luis
Melgarejo Vivanco en La Palabra y el
Hombre” que apareció en la
edición del libro Selección de Ensayos y
Poemas, se incluirá en la obra “Maestros de la Antropología en el Estado de
Veracruz”, de próxima aparición.
[1] Colaboró en la Editorial de la Universidad Veracruzana, con dos poemas
publicados en La Palabra y el Hombre,
hizo el valioso prólogo al libro Magia de
la risa.
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