Silvestre Manuel
Hernández
Coordinador del
Consejo Editorial de Tlanestli. Amanecer
Investigador de
Ciencias Sociales y Humanidades,
UAM–I, Ciudad de
México
silmanhermor@hotmail.com
Puede verse la
entrevista completa en:
Asimismo, los
vídeos correspondientes a “Los entretelones de la masculinidad y “Las entrañas
del Elefante”, se encuentran en:
Agradezco a Leny
Andrade Villa su ayuda para la grabación de las tres entrevistas.
Silvestre Manuel Hernández (SMH).
En esta ocasión tengo el gusto de contar con el Dr. Jorge Velázquez Delgado,
profesor– investigador del Departamento de Filosofía, y con el profesor José
María Martinelli, profesor–investigador del Departamento de Economía; ambos de
la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa. Nos reúne la
discusión con respecto a qué sentido tiene reflexionar sobre el ser de lo
político, en contraposición con el ejercicio de la política. El profesor
Velázquez Delgado es especialista en Filosofía Política y el profesor Martinelli
en politología. Vamos a tener dos vertientes de análisis, dos posturas. Por
favor, Jorge, podrías iniciar la reflexión sobre qué sentido tiene, en el siglo
XXI, pensar sobre el ser de la política.
Jorge Velázquez Delgado (JVD).
Pues, es fundamental, en muchos sentidos; sobre todo porque la política, en el
siglo XXI, prácticamente fue abandonada como tal, incluso son pocas las
referencias que tenemos, pero esto obedece a la presencia y al marcado énfasis
que se puso en lo político. Incluso podemos hablar de autores que, de alguna
manera, tienen ahora mucha fama, a veces, para muchos de nosotros bastante
crítica e inexplicable; como sería, por ejemplo, Carl Schmitt, es decir la
distinción entre lo teológico y lo político, o la política pensada como
teología, o simplemente la reducción de lo político a simples juegos de amigos
y enemigos, juegos de estrategias y no como construcción, en el sentido
ontológico del término, de nuevas realidades sociales e históricas.[1]
Entonces, en ese sentido, la obra de Schmitt y sus seguidores ha sido parte del
gran debate que se da a partir de la Segunda Guerra Mundial en donde, de alguna
manera, inició el abandono de la política. Lo que es ahora urgente es responder
a la pregunta ¿qué entendemos, para el siglo XXI, por política?, si ésta pasa por
la necesidad de construir grandes realidades sociales, como son los estados
nacionales u otro tipo de entidad política, que fundamentalmente tendría un
elemento que, habría que decirlo, involucra a la política en tanto que ésta se disoció
de la ética. Porque, en ciertos matices, toda propuesta política, en cualquiera
de sus formas, implica una concepción de la moral, una concepción de la ética,
es decir de la vida civil, independientemente de cómo lo veamos o quiénes son
los que a través de lo político lo llevan a la práctica. Me refiero a los crímenes
de guerra, campos de concentración, presiones políticas, en donde también se da
esto.
Ahora
bien, lo que aparece en un autor que he estado leyendo últimamente y que tengo
avanzado un manuscrito es Claude Lefort, en donde él y sus seguidores, Laclau y
otro tipo de autores,[2]
hacen una serie de seguimientos y hablan de la superación de lo político a
través de la construcción de un espacio
vacío, que quién sabe qué signifique eso.[3]
A fin de cuentas, a los franceses les gusta hacer mucha metafísica, a pesar de que
no lo saben; pero, generalmente, uno distingue a un pensador francés porque
dice “bueno, qué es lo que me quiere decir con una frase así”. Es decir, que el
poder no tenga una identidad, ni mucho menos una forma simbólica. Pero, a fin de
cuentas, uno puede decir toda forma de poder se reduce o se genera, o se
desarrolla y se despega a partir de una entidad simbólica que genera un círculo
unitario y colectivo; en este caso, el poder no pertenece a nadie, nos
pertenece a todos. Yo llego a la conclusión de que Lefort tenía en la cabeza El contrato social de Rousseau, que me
parece muy saludable, pero esto sería justamente seguir en la veta
maquiavélica; lo que él plantea con la veta maquiavélica, para alejarse de Marx.
Por eso la propuesta de vacío y de todos los posmodernos, es cómo me alejo de
Marx, una vez que ya no conoces esta propuesta o incluso reducir a la política
a ontología, que me parece también que no necesariamente hay una relación
directa, causal, de la política y una propuesta de carácter ontológico, así lo
podemos encontrar en otro tipo de expresiones, o incluso en las mismas
posiciones posmodernas, si uno sigue una veta o una línea de desarrollo como
puede ser la posmodernidad, pero esto sería cuestión de analizar. En todo caso,
siempre habrá dominantes y dominados; el problema no es si haya dominantes y
dominados eternamente, siempre los habrá, porque uno no puede dejar a un niño
de tres años tomar una decisión, no, esto no se puede hacer. El problema es el
carácter histórico que adquiere la dominación, por la relación política con
otra instancia. En este sentido, siempre habrá dirigentes y dirigidos. Si el
que dirige es un sujeto moral, puede ser individual o colectivo, es muy
diferente a alguien que dirige a partir de la fuerza o de la violencia, y de
esto se hace el mundo, incluso a través de la construcción del consenso. Pero
bueno, esto es el problema, si se trata de dominantes y dominados; por tanto, es
imposible pensar la política, si nos reducimos solamente a lo político.
SMH.
Profesor Martinelli, a la luz de lo que comenta el doctor Velázquez Delgado. Me
llama mucho la atención que en su ensayo sobre Cristóbal Colón usted retoma una
parte muy interesante, en la tercera etapa de su investigación, que es
recuperar el tiempo.[4]
¿Cómo podemos recuperar un tiempo del hacer político, para nuestros días, a la
luz de la historia?
José María Martinelli (JMM).
Bueno, mire, coincidiendo con el señalamiento de Jorge, sobre todo en el punto
que él señala en relación con esta disociación entre ética y política,
adjudicándosela a un clásico como Maquiavelo; lo cual no es cierto, es
incorrecto, son posiciones interesadas que, en última instancia, desvirtúan la
sustancia de la política. ¿Cuál es la sustancia de la política? Yo entiendo que
lo substantivo de la política es la dinámica de la obtención del poder, eso es
fundamental, entonces, hoy hay trabajos, ensayos, hay obras más bien referidas
a lo político, es decir, al ejercicio de la política, y en ese sentido, aquí si
hay distancia entre la política y lo político y eso se manifiesta en el
descrédito de los políticos, que en vez de buscar el bienestar colectivo, el
bien social, busca intereses particulares, favores personales, etcétera. Aquí
en México, y en otras partes del mundo, es un fenómeno que lamentablemente se
ha repetido. También quisiera hacer un señalamiento respecto a la consagración
de autores cuyas propuestas no han tenido vigencia en la realidad, mas sí
tienen un eco, es el caso de Norberto Bobbio. El intento de Bobbio corresponde
al acercamiento, no de síntesis, entre socialismo y liberalismo; pienso que es
fallido y, sobre todo, en última instancia, me parece que ha significado un
refuerzo al liberalismo. Yo recuerdo una de las obras clásicas de Bobbio, me
parece que se llama El futuro de la
democracia,[5]
donde él cuestiona explícitamente a la democracia directa, no le ve viabilidad,
le dedica dos líneas y no la recupera en ningún desarrollo posterior. Cuando
pienso que la fuerza de la democracia está en el carácter transformativo que
puede asumir; en ese sentido, los mecanismos de la democracia directa: plebiscito,
referendo, la consulta popular, son plausibles, son necesarios, acercan al
ciudadano a la desicionalidad, pues uno de los problemas que vemos en el
ejercicio de lo político es la expropiación que hacen los políticos de la
desicionalidad de la gente, ese es un problema que no se ha superado. Cuando
nosotros vemos que la posibilidad de un
plebiscito da al sujeto el hecho de que él pueda decir, estoy de acuerdo
con esta medida o no estoy de acuerdo. Por ejemplo el aborto, es un tema
importantísimo para la salud humana, principalmente de las mujeres. Ya que en algunos países desarrollados del mundo
capitalista se ha utilizado, por ejemplo en Suiza; en otros países el tema está
cancelado y no puede tratarse, lamentablemente en Argentina este tema está
cancelado, entre otras razones, porque a la presidencia actual no le parece
adecuada. A mí me parece muy impropio, por decirlo claramente. Entonces, yo
pienso que en el ejercicio de lo político lo que debemos tratar son dos
blancos; por un lado, que la participación social pueda gravitar en la política
pública, y que esa participación sea desicional, que no sea adjetiva, sino que,
por ejemplo, en una política pública se trabaje el diseño, el ejercicio y el
control de la política pública y, no solamente, el último plano, porque se desvirtúa
totalmente si no ocurre en los términos señalados, y la política pública se
convierte en un reparto presupuestal; y, por otro lado, lo que debemos procurar
es que vaya más adelante, que una política pública se centre en la necesidad de
la gente y que eso permita que la política tenga coherentemente un ejercicio de
racionalidad, porque hablar del ejercicio de racionalidad, que no tenga una
desicionalidad social puede ser transitar por el vacío.
Ahora, sobre lo que me pregunta, la
recuperación del tiempo, bien, este punto está trabajado con autores clásicos
marxistas, entre otros Antonio Gramsci. Cuál es el nudo central, si vemos la
cuestión del tiempo como un pasar que solamente nos indica los referentes
cronológicos, no avanzamos, pero si entendemos que la recuperación del pasado
es presente y permea el presente. Decirlo hoy, a 48 horas del aniversario de la
Revolución mexicana, invita a pensar todas aquellas propuestas y conquistas de
la Revolución mexicana, muchas han sido desvirtuadas y otras no logradas, como
en el caso de la educación, la que hoy se destruye con la llamada “reforma
educativa”. En consecuencia, si establecemos un vínculo dialéctico entre pasado
y presente, eso permite tener futuro; sino, de otra manera, el presente de hoy
es un vacío hacia un futuro inexistente, a un futuro desierto. En este sentido,
pienso que una de las cuestiones que hay que reforzar son los programas de
estudio, a todos los niveles: básico, superior, en la enseñanza de la historia.
Si estudiamos la historia, sabremos qué hemos recibido y qué podemos construir;
pero si desconocemos la historia, entonces nos encontramos en un vaciamiento de
la política que, en consecuencia, el político manipula, hace ejercicios
mediáticos y no propiamente hay satisfacción de necesidades sociales. Por tal
motivo, hay que recuperar la centralidad de la política y su conectividad con
la ética, con la cultura, con lo social, con lo económico y con otros factores
de la vida.
SMH.
Jorge, a la luz de tus investigaciones, en particular, Renacimiento,
Modernidad, Barroco y Contemporaneidad, ¿cuál es el peso fundamental de la
historia y las instituciones para reflexionar sobre la política? Nuevamente,
este interés, que es el peso fundamental.
JVD.
La pregunta es algo compleja y difícil, pero si tenemos que partir de alguna
tesis importante, podemos remitirnos a Polanyi, quien habla de la gran
transformación, de cómo fueron destruidas ciertas formadas del conjunto de
instituciones feudales para dar paso a las instituciones de tipo burgués, para
decirlo en términos prosaicos. En otro sentido, hay que entender cuáles son las
instituciones, de hecho, podemos decir que el hombre es un ser que genera
instituciones, y que solamente puede reproducirse, a sí mismo, a partir de
aquellas instituciones que son fundamentales. Pensemos en una central, en las
sociedades contemporáneas y modernas: la familia, el estado, pero también crear
instituciones que tienen un carácter más ambiguo, como puede ser el caso del
dinero. Recordemos un poco lo que plantea el autor que acabo de citar, el historiador
polaco Polanyi,[6] quien
menciona algo muy interesante: lo que ocurrió en la sociedad capitalista fue
pasar de una economía institucionalizada en la tierra a una economía
institucionalizada en el interés, en donde el dinero deja de ser simple moneda,
para ser un factor de intercambio, que hasta la fecha tiene. Si la institución
dinero es lo que provoca nuestro problema, que viene acompañado con otra
institución, terrible para mí, que es, desde el punto de vista histórico, la
propiedad privada; entonces la mentalidad neoliberal se yergue. Pues, quienes
nos hemos dedicado a este problema, observamos que la mentalidad neoliberal
parte del hecho de que la propiedad
privada es una consecuencia natural de la evolución humana, y nosotros decimos
que no, toda institución tiene una particularidad que es histórica, por lo
mismo tiene una temporalidad y una finitud como nosotros; y estas nacen, se
desarrollan y tienen procesos de transformación. Si pensamos en modelos de
familia, como la familia romana, que es un modelo referido, o la familia
burguesa; o incluso lo que está pasando con la familia contemporánea, en donde ya
aceptamos prácticas de sexualidad que no dependen de la hegemonía o dominación
de los sexos. Con lo cual, tenemos un cambio radical, presente en lo que está
pasando en las instituciones o el caso de las instituciones del estado, como un
conjunto de instituciones o aparatos, o un conjunto de aparatos ideológicos de
estado, como lo denomina Althusser.[7]
Lo que deviene en un conjunto considerado justamente eso, en donde las instituciones tienen modificaciones y transformaciones,
pero estas dependen un tanto del carácter de su temporalidad y el carácter de
su propio juego con lo político y con la política; tienen un carácter
fundamentalmente transitorio o simplemente entran en el juego, que dice
Martinelli, de “los juegos con el tiempo”; es decir, no necesariamente son
simplemente progresistas, desde un punto de vista del liberalismo o desde un
punto de vista del socialismo, sino que incluso tienen retrocesos, como es, por
ejemplo, el caso de la educación y el caso de los derechos laborales, que
pensamos que eran instituciones inamovibles, pero hemos encontrado que en la
práctica y en la lucha se siguen transformando, dependiendo del juego de
fuerzas políticas que están en el poder. Aquí lo que importa es tratar de
entender cómo se van constituyendo las fuerzas políticas, en este caso, lo que
tenemos es un conjunto de fuerzas políticas que tratamos de mostrar en mi libro
El ocaso del neoconservadurismo,[8]
pues se demostró que lo que ocurrió con los neoliberales es que asaltaron el
poder, pero no asaltaron Palacio de
invierno. Fueron muy inteligentes, muy astutos, y lo que asaltaron fueron
las instituciones que, fundamentalmente, son reproductoras y creadoras de
ideología, como son las universidades, los centros donde se producen las formas
de conocimiento. Porque aquí habría que hacer una distinción señera entre lo
que entendemos por saber y lo que entendemos por conocimiento. Las sociedades
modernas son las que generan y producen conocimiento, mientras que las
sociedades como las del Renacimiento y
el Barroco fueron sociedades que producían y se preocupaban por problema el
saber. Qué quiere decir el problema del saber, que es una dimensión más humana
y más profunda que el simple conocimiento, el cual tiene una función utilitaria
y que en el caso particular de las sociedades está relacionado con la
producción de la plusvalía simple y sencillamente. Eso lo vemos en todos los
objetos que tenemos alrededor, como las mercancías, y esto es efectivamente lo
que hay que producir. Las cosas que están orientadas hacia el conocer en
general, si crean saber, simplemente son inútiles. Digamos, una característica
de la modernidad fue su oposición al humanismo, lo cual dice que va a proyectar
ciertas vertientes del humanismo pero es un humanismo que tiene que ver con
otro tipo de problemas, quizá de una manera más práctica; formas utópicas más
pragmáticas, de alguna manera, por llamarlo así: fue una adaptación a los
derechos humanos, no a ciertas manifestaciones de la violencia, u otros referentes.
Sabemos que todo esto son formas de manifestación de la política. Recordemos
que lo que define y determina qué es la política, es justamente la relación con
el poder y su relación con la violencia, de ahí que siempre estamos con todas
estas cosas, de ahí que queremos ver quién es más violento, pero la violencia
es institucional y naturalizada, la encontramos en las sociedades
contemporáneas. Por ejemplo en México, donde ya no se espantan por el número de
muertos de la guerra contra el narcotráfico, porque ya no es la primera guerra
global. Eso nada más se está reproduciendo en México, es un fenómeno mexicano,
lo vemos así porque estamos desde aquí viéndolo, y todos los días tenemos
acceso a los medios impresos y audiovisuales; en la televisión, en el cine, en
las películas donde el tema es ese, prendemos la televisión y vemos películas
de mafiosos, de narcos. La sociedad
mexicana ha naturalizado ese tipo de violencia; pero, a fin de cuentas, no
puede parafrasear aquí a Marxs, en tanto que el modo de producción dominante es
el que prevalece. Pues, con ello, estamos acelerando el narcocapitalismo, que
va a ser la forma absoluta, debido al peso que tiene en la sociedad contemporánea y en la economía mundial el narcotráfico.
Estamos hablando de un 15% o 25% del producto interno bruto a nivel global, por
eso no podemos acabar con las mafias, con el narcotráfico. Entonces, lo que
tenemos es un panorama terrible, por toda la crisis que está provocando la
globalización en la sociedad contemporánea, donde, al parecer, se sigue la
lógica de la mentalidad neoliberal, donde lo único importante en el mundo,
ontológicamente hablando, es el dinero, el tener y no el ser. Aquí es donde
encontramos la ruptura fundamental entre lo que fue la sociedad del Renacimiento
y del Barroco, y la sociedad Moderna y Contemporánea: lo importante es tener,
no ser.
SMH.
Profesor Martinelli, retomo este punto del profesor Velázquez Delgado, que
usted lo trabaja muy bien en su libro Crisis
capitalista mundial y políticas públicas.[9]
Me interesa que, por favor, nos comente un poco cuál es el ámbito crítico, para
nosotros, hablando de la crisis del capitalismo, está presupuesta una crisis
ética y a la vez una crisis del humanismo, cómo lo replanteamos.
JMM.
Sí, bueno, ciertamente cuando hablamos de crisis ética queremos decir ausencia
de valores, eso es algo realmente impresionante en las sociedades contemporáneas.
Cómo este proceso se ha desvalorizado, afectando los bienes culturales sociales,
el conocimiento mismo. En el caso del conocimiento, como maestro, señalo algo
de lo que está ocurriendo, no solamente se convierte a la educación en
mercancía patrocinada por el Banco Mundial y el Fondo Monetario. En el caso de
México, por la organización Mexicanos Primero, donde las recomendaciones de esta organización son
acatadas disciplinadamente por el actual gobierno mexicano. Entonces, en
relación con los contenidos de la educación, qué es lo que ocurre: creo que se
procura la supresión del concepto, que el estudiante no tenga una capacidad de
conceptuar, y esto de conceptuar es lo que permite vincular categorías, lo que
permite establecer relacionamientos. Ejemplo: si un estudiante dice o piensa
que la burocracia es un cuerpo de empleados, solamente eso tiene un
acercamiento muy limitado al estudio, porque, efectivamente, la burocracia es un
conjunto de empleados; la burocracia, con base en su saber, establece
relaciones con el poder, establece ventajas, establece favoritismos y compromisos,
etc. En el caso de México, desgraciadamente, el Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Educación fue dirigido, en los últimos 20 años, por dos
mafiosos, Carlos Jongitud Barrios y Elba Esther Gordillo. Así, el proceso de
destrucción de la educación se continúa hasta hoy, abiertamente desde las
esferas políticas gubernamentales. Y de esta búsqueda del concepto se favorece
lo que se denomina funcionalidad educativa, y eso se desarrolla en las
instituciones privadas de educación, donde lo que va a prevalecer sobre lo que
es substantivo, en las ciencias sociales, es la interpretación; la comprensión
se va a relegar por fomentar la aplicabilidad, aunque el estudiante o el
egresado no sepa para qué es, por qué,
cómo, entonces estos son costos muy fuertes que hay que tratar de revertir. En
este sentido, es obligatorio hacer una mención a la Coordinadora Nacional de Trabajadores
de la Educación, que tiene una posición cualitativamente diferente, que trata
de buscar darle contenidos a la educación y que no conviertan a los maestros en
una burocracia subordinada a la SEP y al Instituto Nacional de Evaluación
Educativa, es decir, dos instancias limitativas que le cancelan los derechos que los posterga laboralmente:
eso es inaceptable. Es decir, que la recuperación de la ética es fundamental,
porque hoy nos encontramos en un mundo que, como decía Jorge, la naturalización
de las aberraciones sociales, la naturalización del terror, de la explotación,
se ve como algo permanente y no se ve como un proceso social. En ese sentido,
hay que denunciar la guerra contemporánea, no solamente la que se vive que en
México, la que mencionó Jorge, sino otros planos bélicos inaceptables, como el
Irak destruido; la riqueza cultural de la Mesopotamia histórica destruida. El
primer lugar donde se intentó establecer, es decir, dar un orden a las relaciones
y a los conflictos sociales con el código moral destruido. Afganistán, Libia,
Guantánamo, una prisión totalmente inaceptable por las condiciones en que están
los prisioneros. Es decir, la destrucción de los valores lleva a la gente a
ciertas actitudes inertes, pues no se reacciona ante el sometimiento, se da la
apatía y la indiferencia; esto, en gran
medida, es inculcado. Hay que revertirlo, porque estos son los planos donde las
ausencias éticas transforman a los sujetos en minusválidos sociales, en
minusválidos políticos, porque una persona en esas condiciones no se puede
decir que es un sujeto libre. Para ser libre hay que ser un sujeto ético pero, carente
de valores, verdaderamente el ejercicio de la libertad no está, es una
desvirtuación. Y pongo énfasis en este aspecto, porque cuando se pierde la
libertad las posibilidades transformativas de la colectividad empobrecen y, en
muchos casos, se desvanecen y las recuperaciones históricas son muy largas y
muy costosas. Sin embargo, nos alienta un optimismo razonable.
Uno piensa que la época histórica que le ha
tocado vivir es la más difícil, probablemente en el Medioevo podría haberse
pensado lo mismo; sin embargo, hay avances sociales, hay procesos que hay que
destacar. Y, en ese orden, sí creo que es importante tratar de ponderar, por
ejemplo, en materia de derechos humanos, que no debe ser una moda, la relación
con la libertad del sujeto. El problema es que uno ve, actualmente, que los
derechos humanos se ejercitan a
posteriori, una vez que el daño se ha producido, muchas veces un daño
irreparable para la víctima. Cuando lo que debemos procurar es evitar la
violación de los derechos humanos, pues ahí el sujeto tiene que tener una
dimensión ética, una dimensión de libertad y una dimensión del deber ser, el
deber ser no como una proyección a futuro, lejana, inalcanzable, sino en la
cotidianidad ética, sustentada en valores.
Referencias bibliográficas de los
entrevistados
José
María Martinelli, abogado por la Universidad de Tucumán, Argentina, Maestro con
Honores en Administración Pública por el CIDE, México. Es candidato a Doctor en
Ciencia Política por la UNAM. Entre 1989 y 2007 publicó 95 artículos en México,
Argentina e Italia, cuyas líneas de investigación fueron: filosofía política,
racionalidad y poder, y participación social en políticas públicas. Es
coordinador de los libros La actualidad
de Gramsci: poder, democracia y mundo moderno, Universidad Autónoma
Metropolitana, Iztapalapa, México, 1995; Políticas
públicas: teoría y realidad, Universidad Juárez de Durango, México, 1999; Políticas públicas en el nuevo sexenio,
Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa, México, 2002 y Crisis capitalista mundial y políticas
públicas, Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa, México, 2010.
Jorge
Velázquez Delgado, licenciado, maestro y doctor en filosofía por la Universidad
Nacional Autónoma de México. Es autor de los libros ¿Qué es el Renacimiento? La idea de Renacimiento en la conciencia
histórica de la modernidad, Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa,
México, 1998; Globalización y fin de la
historia, Universidad Autónoma de la Ciudad de México, México, 2005; ¿democracia o neoconservadurismo?
Torres, México, 2006; Bajo el círculo de
Circe. El imaginario político de Nicolás Maquiavelo, El signo, Buenos
Aires, 2006; Fragmentos de la modernidad.
Filosofía de la historia e imperativo de la modernidad en Ortega y Gasset y
María Zambrano, El Signo, Buenos Aires, 2007; Giambattista Vico y Baltasar Gracián. Dos visiones del barroco,
Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa, México, 2011; Antimaquiavelismo y razón de estado. Ensayos
de filosofía política del barroco, Del Lirio, México, 2011; El ocaso del neoconservadurismo, Del
Lirio, México, 2012; Girolamo Savonarola:
ensayos sobre profecía y filosofía en el Renacimiento italiano, Del Lirio,
México, 2013.
[1] La
obra más conocida de Carl Schmitt es Der
Begriff des Politischen (1927). Véase, El
concepto de lo político, Folios Ediciones, Buenos Aires, 1984. También puede analizarse, Sobre el parlamentarismo, Tecnos,
Madrid, 1990.
[2] Véase
Ernesto Laclau, Nuevas reflexiones sobre
la revolución de nuestro tiempo, Nueva Visión, Buenos Aires, 1990. En
especial, las páginas 19 – 99. Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una
radicalización de la democracia, Siglo XXI, Madrid, 1987. En particular los
apartados “Hegemonía: el difícil nacimiento de una nueva lógica política” y “Más
allá de la positividad de lo social: antagonismo y hegemonía”, pp. 53 – 166.
[3] Al
respecto, véase Claude Lefort, Ensayos
sobre lo político, Editorial Universidad de Guadalajara, México, 1991. En
especial, confróntese el apartado “La cuestión de la democracia”, en donde el
autor señala que en la monarquía, el poder se incorporaba en la persona del
príncipe, y así, el poder daba cuerpo a la sociedad: “Y, por ese hecho, existía
un saber latente, pero eficaz, de lo que era uno por el otro, en toda
la extensión de lo social […] El lugar del poder se convierte en un lugar vacío. Es inútil insistir sobre el
detalle del dispositivo institucional. Lo esencial es que impide a los
gobernantes el apropiarse, el incorporarse al poder […] Vacío, inocultable – ya
que ningún individuo ni ningún grupo pueden serle consustanciales –, al lugar
del poder le es imposible adoptar figura alguna. Sólo son visibles los
mecanismos de su ejercicio, o mejor dicho los hombres, simples mortales, que
detentan la autoridad política”, p. 26.
[4] José
María Martinelli, “Cristóbal Colón y la modernidad: una visión latinoamericana”,
Società Siciliana per la Storia Patria, Palermo, 1996. Véase la tercera parte,
Un Tiempo Común, en donde precisa: “recuperar nuestro tiempo puede conducirnos
a ser partícipes de un tiempo común, cualitativamente opuesto a las
integraciones subordinantes”, p. 103.
[5] Véase
la edición del Fondo de Cultura Económica, México, 1994. En concreto, el
apartado “Democracia representativa y democracia directa”, pp. 32 – 50.
[6] Al
respecto, entre otras obras, véase su libro La
gran transformación, Editorial Claridad, Buenos Aires, 1949.
[7] Velázquez
Delgado se refiere al texto clásico Ideología
y aparatos ideológicos del Estado, Ediciones Quinto Sol, México, 1990.
[8] Ediciones
Del Lirio, México, 2012. Véase, en especial, “¿Fin de una era? Las aventuras
del declive neoliberal: hacia un diagnóstico de nuestro tiempo”, pp. 23 – 88.
[9] Universidad
Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, México, 2010. En particular, véase
“Crisis capitalista: tesis teórico–éticas”, pp. 23 – 36.
No hay comentarios:
Publicar un comentario