Por: Evelia Yucunda Peña Martínez
Un dia me regalaste un hada, era 14 de febrero me causaste una enorme alegría, tú la elegiste para mi, para que me cuidará, fue un gran detalle, sobre todo porque lo sentí cargado de tanto amor. Y si digo amor porque se trata de un sentimiento puro y tan grande como ese mar que tanto amo.
Esta ahí en mi juguetero, me mira desde lo alto, me ha escuchado decir que ya no te quiero, que tú me has obligado a dejar de quererte, porque me dejas sola mucho tiempo, porque olvidas que aquí estoy, porque ya no te ocupas de enviarme el mensaje de “dulces sueños, besos/abrazos” y parece que en tu tiempo ya no hay espacio para mí.
Qué extraña nuestra amistad...
Cada vez que hablábamos parecía que algo profundo nos acercaba, algo con magia, unos lazos de esos que no se desatan nunca más. Pero no.
No había lazos. Apenas nos separábamos, se soltaban los hilos intangibles que nos unían. Servían para unos breves momentos, los del encuentro. La más corta distancia los hacía desaparecer. Y otra vez la espera, otra vez volver a ser dos desconocidos, y la espera, la campanilla del teléfono que no suena, revisar el celular... y nunca tu voz con un mensaje..., y la espera, la espera, la espera... hasta reunir fuerzas y llamarte. ¿Qué tal, "extraño", cómo estás? No me pases facturas. Tuve mucho trabajo y reuniones, tú sabes cómo anda todo... ¿Las cosas han cambiado tanto? ¿Ya no es lo más importante el amor, la relación humana, el compartir con otro las penas, sueños, problemas, alegrías? Escuchar una vieja canción,... Una vez ví como le abrían la pajarera a un pequeño pájaro y este voló. No tuvo miedo. No se detuvo. No miró hacia atrás. ¡Y nosotros, tan fuertes, tan pensantes, tan declamadores de frases maravillosas... no nos atrevemos a traspasar la puerta que está siempre abierta, que nadie cierra...! Estas ahí.
Yo aquí. No quiero hacer reproches. No quiero oírlos, tampoco. Me parece que tendríamos que hacer las cosas de otro modo. Dejar que nuestra amistad sea lo que debe ser: la savia del árbol, las alas del alma, el color del agua, las estrellas en el fondo de los ojos, la locura en el pensamiento, el calor de la piel... Dejar que todo sea suficiente.
Que lo demás estorbe, no importe. Tú elegiste aquella hada para que me cuidara. Ahí está. Cerca de mí. Ahuyentando oscuridades y demonios con su aura rosada. Al comprarla lo hiciste pensando en mí, invadiste mi territorio, te metiste en mi mundo reservado y secreto... ¿Cómo vas a salir de aquí? No podrás. Cuando alguien llega donde tú llegaste, ahí se queda para siempre. Te parecerá que puedes salir, fantasearás con ello, pero no...una red invisible te ha atrapado, lo quieras o no. Estás en mi realidad virtual, en este espacio de música, de discos que escucho cuatrocientas veces sin parar, libros que releo, papeles que escribo y no dejo que nadie lea,... Estás. Vestido como yo quiero. Diciendo lo que quiero que digas. Pensando lo que quiero que pienses. Sintiendo lo que quiero que sientas. Porque mi mente está muy entrenada y es capaz de fabricar imágenes y situaciones que son las de la vida, o parecidas a la vida.
Quizás sea esos lo que a muchos nos mantenga vivos: soñar que vivimos...
Mientras la vida cree que anda por ahí... Mientras tú creas que andas por ahí. Y no se den cuanta, ni tú ni la vida, que si yo no los invento en mí ¡ustedes no existen! Deja que el amor sea suficiente. Y que no necesites nada más, porque el amor te alcanza.
FECHA DE ELABORACIÓN:
Mayo 2011
LUGAR:
Papantla de Olarte Ver.
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