Manuel
Gámez Fernández
Cada uno
tiene su propia historia, es cierto
Doblando
los años como las hojas de un libro transcurrimos
Nos
miramos en un sinfín de espejos
Y
Alucinamos o simplemente soñamos despiertos
También
sacamos a relucir tendidos al sol nuestros recuerdos
Tú y Yo
Unimos
el ayer con el hoy platicando
Nos
recreamos mirándonos los ojos, imaginando el alma
Porque
el romanticismo inicia por las manos abrasadas, quemándose
Y dos
equivalentes del amor miran el cielo o la calle desbocada
Solo
porque atardece y la tarde soleada de rojo, es la tarde
Solo por
estar juntos en medio de un bosque iniciamos el canto
Dos
anillos de sal y de corales rojos nos unieron
Las
voces inciertas de aves multicolores y extrañas parloteaban
Éramos
diferentes, tú y yo, diferentes en todo
Excepto
en el sentirnos unidos por un hilo de sangre
Un hilo de
savia transparente y dulce que circulaba dentro
Una
emoción ilimitada de mirarnos los ojos
De tocarnos
De
inundarnos como dos olas que chocan y se funden en una marejada
Lluvias
de labios rojos y perplejos nos mojaron
Nos
quedamos dormidos y abrazados en una playa de arenas tibias que cantaban
Desde
entonces amamos el mar y sus oleadas
Quien
predijo un amor desesperado de veinte noches repletas de estrellas
Quien
predijo el encuentro de dos amorosos apretando el deseo
Quien
predijo una “piedra de sol “brillando en lo profundo del amor
Fue el
poeta que suspira en cada cuerpo viviente, el que nos mira de frente
No fue
oscuro el mensaje de marisma en nuestras almas
Vimos
nacer esa planta de aromas desconocidos como vapor de miel
Y la
anhelamos, la apretamos sin dejarla escapar
La
hicimos parte de nuestra piel y de nuestra mirada
Nada
contuvo ese alud de sensaciones inusitadas, fuera del tiempo
Más allá
de del pensamiento y la memoria, nos amamos
Como se
aman las flores silvestres en el campo, el viento nos movía
Y sabíamos
que una raíz de piedras preciosas nos estaba atando al pozo
Nos unía
hasta lo más profundo de esta tierra, hasta encontrar la soledad y la nada
Y un
destino por demás infinito y humano que se alojaba en nuestros sentimientos
Y nos
revelaba nuestra pequeña Historia
Por
siempre en nuestras almas cincelada...
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