Victor Manuel Vásquez Gándara
Imposible caminar sin detenerse: mirar, admirar camino tapizado de hojas desprendidas por el otoño en plenitud, de esas enormes majestuosas hayas, vetustas decorando naturalmente céntrica avenida de la Atenas Veracruzana.
Imposible no recoger una de esas múltiples hojas, carcomidas por el tiempo, aves o gusanos, tocarles, aspirar su aroma, observar lo seco de lado opuesto a intemperie y humedad en su otra cara: colores contrastantes.
Imposible no escribir sensaciones experimentadas a primeras horas de la mañana fría, fresca, cercana al medio mes de noviembre.
Imposible no disfrutar de esa cotidianeidad, de esa rutina, convertida en algo jamás visto: todo instante es nuevo.
Imposible no compartir alegría, placer...
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