Javier Ortiz Aguilar
“Ésa es la historia de un grupo de militantes
que pretendieron ser la vanguardia de una
clase trabajadora, y no lo lograron.”
Paco Ignacio Taibo II
La construcción de
una alternativa radical opuesta al proyecto de los fundadores del Estado
Nacional, genera por muchas décadas la descalificación de este aconteci-miento.
La más extendida es apuntar que la fundación de este partido político
con-traviene a la tesis fundamental de Marx, que puede exponerse de esta
manera: el comunismo sólo será posible en los ámbitos del capitalismo
industrial. Esta afirma-ción se infiere por tres hechos: a). estos espacios,
por su propia actividad, crean conductas racionales; b). aquí surge el
proletariado, el “sepulturero” del capitalismo y, c). por la experiencia
política de la clase obrera. En México, por ser un país agro-pecuario, la
vanguardia revolucionaria no puede constituirse por obreros, sino por el sector
intelectual de la sociedad.
Lo que los críticos olvidan es la ausencia de caudillos y
organizaciones en el tiempo de la fundación de este partido, la lucha de
facciones eliminó a los caudillos que canalizaban las exigencias se los
sectores marginados, por lo que hacía falta una instancia capaz de dar cauce
institucional a las exigencias de la mayoría de la sociedad mexicana que les
daban presencia.
Por otra parte, la descalificación de los países no europeos niega
la posibili-dad de crear una organización radical; por carecer de alma o ser un
lastre para lograr la libertad. Al regatear la humanidad a los habitantes de
Asia, África y América Latina, niega por principio el derecho de luchar por una
existencia independiente.
Jean Paul Sartre, explica este fenómeno en el prólogo a la obra
emblemática de Franz Fanón Los condenados de la tierra: “No hace mucho tiempo,
la tierra
estaba poblada por dos mil millones de habitantes, es decir,
quinientos millones de hombres y mil quinientos millones de indígenas. Los
primeros disponían del Verbo, los otros lo tomaban prestado.”i
Esta percepción se convierte en la ideología dominante desde el
siglo XV, hasta los años muy avanzados del siglo XX. En este horizonte también
se cuestiona la realidad del Partido Comunista en México, a pesar de su
presencia desde la huelga de inquilinos que se extiende en varios estados del
país hasta su disolución; para ceder de su registro como partido político a una
nueva organización que res-pondía a un nuevo tiempo y a nuevas formas de lucha.
Esta nota no pretende ser una apología a tiempos y práctica
pasadas, ni la expresión de una inocultable nostalgia de un tiempo optimista,
sino señalar un pro-ceso que desde hace 100 años se intenta ocultar o mitificar
un acontecimiento, que impide la comprensión del difícil tránsito a una
sociedad realmente democrática.
El estudio se centra exclusivamente la atención a la fundación del
Partido y las influencias internacionales y nacionales, intentando explicar
conductas contra-dictorias y la permanencia de una tradición en la transición
accidentada a una so-ciedad más justa. En estos momentos de incertidumbre es
necesaria una nueva lectura de nuestro pasado que condiciona situaciones
proyectos y prácticas que dan una especificidad a nuestros tiempos
Con el fin de lograr nuestro propósito, nuestras fuentes
principales son libros de militantes comunistas o simpatizantes de esta
concepción política radical.
La construcción de un proyecto radical.
El ideal de una sociedad igualitaria surge en los albores de la
civilización oc-cidental. El origen de la desigualdad la encuentran en la
propiedad de la tierra. Esta percepción genera una obsesión por retornar a esa
edad de oro, donde no había lo tuyo ni lo mío. Este sentimiento de pérdida,
alcanza su madurez en la tradición ju-deocristiana. La expulsión del hombre del
paraíso terrenal, destruye la igualdad original, gracias a la separación del
otro, quedando atrapado en sus intereses
individuales. El egoísmo consecuente, es la vía que conduce a la
conciencia de la soledad y al vacío.
Desde la experiencia de la angustia emergen los intentos violentos
y pacífi-cos por regresar a “la dichosa edad de oro”, donde no había cabida
para la propie-dad y la diferencia entre los hombres. No es raro pues, que esos
movimientos surjan en los espacios religiosos, y algunos de ellos, con un
carácter mesiánico.
En los ámbitos rurales, cuya inmanencia es evidente, existe una
idea que alimenta la voluntad de retorno. Esta idea la expresa con claridad
Vargas Llosa: “Es un paisaje bello, a condición de centrar la mirada en los
elementos y en los pájaros. Porque lo que ha hecho el hombre, en cambio es
feo.”ii
La secularización moderna, continúa esta tradición. En el
Renacimiento, pri-mera expresión de la modernidad, hay la tendencia de la
publicación de las Utopías. Estos libros son apologías a las bondades
naturales, y a la vez, críticas radicales al capitalismo mercantil. Después de
la primera revolución industrial, surgen dos pro-yectos alternativos al
desarrollo capitalista: 1. el anarquismo, respuesta de los cam-pesinos a la
supremacía de las máquinas sobre los trabajadores, y 2. el comunismo, que al
dar supremacía a la acción humana, considera necesario eliminar la propie-dad
privada de los medios de la producción. Esta función corresponde no a una
abstracta acción humana, sino a la de los obreros. los sepultureros del
capitalismo.
Los primeros movimientos más o menos organizados, son las acciones
vio-lentas de los anarquistas ingleses. “El singular combate sucedidas en
Inglaterra de los ludditas, que también se nutría de leyendas y fábulas, se
presta sin duda a la mitificación”iii
El movimiento de campesinos ingleses que destruían máquinas,
parece que no fue reflexionado suficientemente, por el hecho de que no hay
testimonios válidos para reconstruir su origen y sentido del movimiento, Basta
señalar que no hay evi-dencias de la existencia del General Ludd, y los
destructores son analfabetas. Ante ello Julius Van Daal, investiga este
acontecimiento, utilizando una nueva perspec-tiva de investigación histórica.
La ausencia de documentos que avalen el discurso histórico, encuentra un sujeto
histórico, que no es la voluntad divina, ni el individuo extraordinario, ni la
clase social, sino la construcción social de un dirigente, de un
proyecto y una conducta colectiva. De esta manera encuentra
sentido a una violen-cia aparentemente irracional. Todo este proceso lo
contextualiza en la Revolución Industrial que choca con la situación agraria de
Inglaterra, los conflictos territoriales, religiosos, y entre el conflicto
entre los beneficiarios del antiguo régimen y la nueva burguesía y sin ignorar
la intervención de Francia y el Vaticano.iv
En principio la revuelta campesina es el rechazo al sentido de la
historia, que se manifiesta en la racionalidad técnica que subyace en la
industrialización. El re-chazo viene de la cultura aldeana que intuye que la
civilización industrial, atenta contra el equilibrio ecológico y la diversidad
cultural. Y por si fuera poco a la exis-tencia de una práctica cosificante de
la condición humana.v Aquí subyace el funda-mento teórico y social de las
futuras teorías revolucionarias
El movimiento anarquista se extingue periódicamente, por su
incapacidad por mantener un proyecto a largo plazo vinculado con estrategias
mediatas e inmedia-tas.
El primer intento de organización de las tendencias radicales es
la Asociación Internacional de Trabajadores, fundada el 28 de agosto de 1864,
en Saint Martin’ Hall, Londres. Con un espíritu mutualista de unen furieristas,
prudhonianos, sindi-calistas, blanquistas, patriotas polacos e italianos y
marxistas, “Y de 1868 hasta la Comuna otra de naturaleza colectivista, con Marx
y el Barón Jean Hipolite de Co-llins, teórico del socialismo racional, como
guías intelectuales.”vi
El espíritu que recorrió al mundo.
Para el marxismo clásico la condición necesaria para la
instauración del so-cialismo es la industria moderna. Este modo de producción
no puede, como lo ha-cían los modos de producción precapitalista, simplificar
la propiedad privada, con el fin de superar las crisis del sistema. La única
vía de solución de la modernidad, es la eliminación de la propiedad privada.
Esta solución radical se posibilita por la emer-gencia de una nueva clase, cuya
función histórica consiste en “enterrar” el sistema capitalista.
Esta idea explica porque el Comintern fundado en 1919 bajo la
tutela de la naciente Unión de Repúblicas Socialistas y Soviéticas, considera
que los conflictos ya no son entre los intereses nacionales, sino entre la
burguesía y el proletariado, clases con dimensiones internacionales, por ser
éstos los sujetos de la producción y distribución internacional. Esta tesis
persiste hasta 1935, con la tesis del “socia-lismo en un solo país”.
Efectivamente el proceso de maduración organizativa de los
comunistas se inicia después del surgimiento de la primera revolución
industrial; y este fenómeno sucede en los polos de desarrollo industrial:
Inglaterra, Francia y Alemania. En estos ámbitos hay un desarrollo paralelo de
la ciencia, la racionalidad, la participación de los obreros y campesinos.
En Paris, en el año de 1834, se reúnen los alemanes expulsado de
su patria, por sus ideas democráticas y revolucionarias, formando asociaciones.
La búsqueda de la unidad los conduce a formar la Liga de los Justos. Esta
primera organización moderna conserva el carácter solidario, Y en 1838, con
estatutos y programa, insti-tuyen su lema, va más allá de la igualdad social,
sino a la humanización del hombre, según Bert Andreas, en su prólogo dice: “la
comunidad de bienes es el medio para salvar la humanidad”vii
La organización de la Liga está fincada en las comunas coordinadas
por tres centros: París, Londres y Bruselas. Obviamente el centro más
importante es Lon-dres porque en este lugar existen “(…) las condiciones
previas para la discusión fructífera de un programa de tal naturaleza eran
mucho más favorables en Inglate-rra. Ahí existía juna clase obrera nacida en la
fábrica, que hacían valer sus reivindi-caciones a través de un movimiento
cartista”viii. De esta manera las comunas van perdiendo fuerza por el cambio
paulatino de objetivos.
La proliferación de organismos anarquistas y socialistas permite a
Marx dar un rumbo más definido a la nueva fuerza política, El primer paso lo da
al formar con Engels, el Comité de correspondencia en 1846 cuya intención es
crear un medio de discusión para evitar la dispersión de la izquierda. Con esta
intención presente tres principios para el debate:
· Hacer prevalecer los intereses proletarios contra la burguesía.
· Alcanzar los objetivos a través de la abolición de la propiedad
privada
· Reconocer la violencia como único medio para la revolución
democrá-ticaix
Este documento rompe con la liga de los justos e inicia la
construcción de la Liga de los comunistas. La mueva institución surge de un
Congreso Constituyente celebrado en Londres del 2 al 9 de junio de 1847. Un año
después se publica el Manifiesto del Partido Comunista, iniciando formalmente
la expansión de sus nue-vas tesis. Pero la imposibilidad de unificar a los
anarquistas con los comunistas, los marxistas deciden romper con la Liga y
fundar la Primera Internacional Comunista en Londres en 1864. La elección de la
ciudad para la celebración del Congreso no es arbitraria. Los organizadores
encuentran condiciones de distinta índole, Inglate-rra es la cuna de la
revolución industrial; en 1840 se crea el movimiento Cartista, que condiciona
surgimiento de los sindicatos industriales. Por otra parte, la crisis del
capital en 1850 causa movimientos sociales y la búsqueda de alternativas.
Estas condiciones propician el acercamiento de las tres
organizaciones obre-ras; La Sociedad de Demócratas Fraternales, La liga de
Comunistas, representadas por Carlos Marx y Federico Engels y El Comité
Internacional.
La primera Internacional sólo tiene un objetivo estratégico,
unificar teórica y prácticamente todas las políticas de la vanguardia
revolucionaria. Por tanto, su fun-ción se cumple con la unidad ideológica de la
Internacional.
El surgimiento acelerado de partidos comunistas en Europa
occidental y la muerte de Marx, el 14 de marzo de 1883, favorece la crisis de
la Primera Interna-cional, Esta se manifiesta al interior del Partido
Socialdemócrata Alemán, cuando Eduard Bernstein, encabeza el ala de derecha y
se separa de los ortodoxos marxis-tas. Éstos se subdividen por la separación
del grupo dirigido por Rosa de Luxem-burgo.
Bernstein convoca a un congreso. En este encuentro emerge la
Segunda In-ternacional Comunista. El cambio de dirección favorece la negación
del carácter revolucionario de la clase obrera y por tanto llama a la
pasividad, confiando en la razón histórica. Incluso considera que la conquista
y colonización europea no es negativa para los colonizados, como se infiere de
la acumulación originaria del
capital, sino como una oportunidad para los marginados de
incorporarse a los tiem-pos modernos.
Con esta concepción conduce a su extinción. El espíritu
internacional de la lucha de clase resurge con el triunfo de la revolución
socialista en Rusia y la cons-titución de la Unión de Repúblicas Socialistas y
Soviéticas. Este hecho que cambia la tendencia histórica, gracias a que la idea
comunista se convierte en espacio, en otras palabras, en una realidad concreta.
Desde esta realidad, el dirigente de la nueva revolución auspicia la creación
de la Tercera Internacional comunista. Así surge un cambio la política
exterior, que se puede sintetizar en tres principios: pri-mero, apoyar en todo
los partidos y movimientos revolucionarios radicales que in-tenten transformar
los países industrializados, especialmente Alemania, apoyar los movimientos
armados en Asia, y dejar a los partidos comunistas latinoamericanos la función
de apoyar a la URSS. Esta visión eurocentrista, permea toda la política
comunista. Justo es decirlo, existen sectores de los partidos comunistas en
Latinoa-mérica, que asumen posiciones diferentes a la tomada por estructura de
poder re-volucionario mundial.
El PC de Brasil no acepta subordinarse a las decisiones de Moscú,
sino es-tablecer una estrategia que responda a las condiciones de este país.
David Alfaro Siqueiros, militante comunista, a pesar de su estalinismo
evidente, expresa “’Si no tomamos el liderazgo en la insurrección, ella será
aprovechada por los partidos bur-gueses.”x
El fantasma llegó a México.
Si bien la tendencia histórica externa es una condición
importante, no es me-nos la tradición revolucionaria de México. Desde la era
colonial las comunidades indígenas con la pretensión de retornar a si comunidad
conculcada hasta la segunda fase de la acción y la teoría política de Los hermanos
Flores Magón.
La convergencia del tiempo nacional y el tiempo internacional
crean las con-diciones para la fundación del Partido comunista en México. El
tiempo nacional está determinado por la crisis del gobierno constitucionalista.
Venustiano Carranza, Jefe
del Ejército Constitucionalista, rompe la alianza con Casa del
Obrero Mundial, y posteriormente es derrotado políticamente en el Congreso
Constituyente de 1916-1917. La presencia de los grupos armados dirigidos por
Zapata y Villa. Por otra parte, el Gral. Obregón controla la absoluta mayoría
del ejército revolucionario. En esas circunstancias, Carranza intenta ganarse
la confianza con las organizaciones socialistas. Fija su atención en un
intelectual de la India, integrado a la lucha anti-colonial. Que llega a
México, para difundir su ideario de liberación. Resulta obvio que traía en su
respaldo el apoyo de Alemania, para debilitar el poderío inglés.
La preparación de la Primera Guerra Mundial provoca la inmigración
de es-tadunidenses que huían del reclutamiento militar, tras la entrada de los
Estados Unidos a la guerra. Este grupo que llega a México no es homogéneo, por
el contra-rio, son luchadores socialistas, anarquistas, pacifistas hasta
promotores del vegeta-rianismo, o simplemente temerosos del peligro.
Estos migrantes reciben el nombre de slackers, o vagos; pero que
cambian su significación por expulsados por motivos de conciencia, recibieron
apoyo de go-bernadores y generales revolucionarios. “El principal promotor y
protector fue el Se-cretario de Gobernación carrancista, Manuel Aguirre
Berlanga, quien a la postre se convertiría en una figura cercana a M. N. Roy y
jugaría un papel importante en la creación del PCM.”.xi
La migración encuentra una incipiente organización política. Esta
surge, gra-cias a la reforma electoral carrancista de 1918. Este mandato legal
permitía la for-mación de partidos políticos. Así surgen el Partido liberal
Constitucionalista, dirigido por el Gral., Álvaro Obregón, El Partido de
Regeneración Nacional que representaba a los villistas y, El Partido Obrero
Socialista, guiado por el Lic. Santibáñez, cercano a la Casa del Obrero
Mundial, y partidario de villistas y zapatistas.
La Confederación Regional Obrera Mexicana, fundada en 1918, inicia
su cri-sis en el centro del país y la zona norte. Las consecuencias son
evidentes. La debi-lidad de los partidos políticos de los caudillos de la
cúpula del poder. Em esas cir-cunstancias el POS resulta ser el objetivo de
control de los políticos dominantes, desde Carranza hasta Plutarco Elías
Calles. Y los dirigentes aprovechan los intere-ses del sistema.
Los inmigrantes revolucionarios se integran al Partido Obrero
Socialista, con la complacencia del gobierno carrancista.
En esta coyuntura, a mediados de marzo de 1919 se publica la “Convocatoria
al primer Congreso Nacional Socialista”. La realización de este acto se fija
para el 15 de junio de ese año, y lo firma el Congreso Organizador integrado
por Adolfo Santibáñez, Francisco Cervantes López, Felipe Dávalos y Timoteo
García.
El documento contiene las siguientes medidas políticas y
económicas: voto secreto, derecho al voto a hombres y mujeres de 18 años,
abolición de las corridas de toros. Supresión del Senado, semana laboral de 44
horas, nacionalización de las minas y lavaderos, baños públicos gratuitos,
seguro obligatorio por accidentes de trabajo y enfermedad, escuela
racionalista, abolición del trabajo domésticos, prohi-bición del trabajo
infantil, jurado en los juicios que ameriten prisión, reglamento de trabajo en
las prisiones, autonomía municipal, impuestos progresivos a los que ga-naran
más de mil pesos, libertad de prensa,, derecho de referéndum y prohibición de
bebidas alcohólicas.
El Partido Obrero Socialista tenía contactos con grupos de
impresores y tra-bajadores de las cervecerías y panaderos de la capital de la
república y de la ciudad de Puebla, así como grupos minoritarios de mineros de
Pachuca.
Los emigrados norteamericanos como José Allen, Frank Seaman y
Charles Shipman, se unen al Partido Obrero Socialista, así como el propio Roy.
Estos mili-tantes extranjeros organizan el Primer Congreso Socialista Nacional
en los últimos días de agosto y primeros de septiembre de 1919. Participaron
sesenta delegados de distintas regiones de México y de Centroamérica y
Sudamérica.
Es necesario señalar la presencia en la inauguración del Primer
congreso del filósofo Antonio Caso, el legendario cronista de la revolución,
John Reed y el Secre-tario de Industria, Comercio y trabajo, el General
Plutarco Elías Calles.xii
. En el Congreso se manifiestan dos tendencias, la revolucionaria,
encabezada Manabendra Nath Roy (“(…) pensador internacional, políglota y
mestizo, dedicado antiimperialista, ideólogo cosmopolita y revolucionario
subalterno (…)”xiii y José Allen (acusado tiempo después de ser agente del FBI)
y la reformista, sostenida por Luis N. Morones dirigente de la Central Regional
Obra Mexicana). El triunfo radical
permite enviar un delegado a la Tercera Internacional para
manifestar el respaldo al gobierno soviético.
Los acuerdos más importantes del Congreso son: 1. Apoyo al
gobierno de la URSS, 2. Defensa del derecho del pueblo de México sobre el
petróleo, 3. Lucha contra el imperialismo norteamericano y, 4. Búsqueda de
alianza con los países latinoamericanos.
La fundación del Partido Comunista Mexicano.
El grupo radical del POS, encabezado por el luchador bengalí y
Manabendra Nath Roy y el norteamericano, con ascendencia mexicana José Allen
acuerda se-pararse del reformismo y fundar una alternativa radical para México.
En esta tarea cuentan con la asesoría de Mijaíl Borodin, emisario de la Tercera
Internacional. El proyecto cuenta con la anuencia del gobierno carrancista.
En estas condiciones el 28 de noviembre de 1919, los dirigentes
del grupo radical convocan a una sesión extraordinaria del POS. Los acuerdos
fueron, cam-biar el nombre de POS por Partido Comunista Mexicano, quedando como
Secretario General José Allen y como delegados al Congreso de la Tercera
Internacional, pro-gramado para realizarse en 1920 en la ciudad de Moscú
Desde su fundación el PCM muestra su contradicción esencial
consistente en la convergencia de una necesaria razón histórica y las contingencias
temporales, nacionales y regionales. Esta contradicción se expresa
periódicamente en sus avan-ces y retrocesos, en sus aportaciones e
inconsistencias, pero presente en los acon-tecimientos más importantes de la
historia nacional, hasta su desaparición volunta-ria.
A cien años de distancia de una fuerza ya desaparecida, ya una
presencia histórica, es posible interpretar su participación en los cambios de
diversa índole, que hicieron posible esta nueva sociedad, Sólo así será posible
comprenderla para transformarla en una sociedad democrática e incluyente.
histórica, es
posible interpretar su participación en los cambios de diversa índole, que
hicieron posible esta nueva sociedad, Sólo así será posible comprenderla para
transformarla en una sociedad democrática e incluyente.
i Jean Paul Sartre en el prólogo del libro de Franz Fanon. Los
condenados de la tierra. Séptima reimpresión. México, Fondo de Cultura, 1983
(Colección Popular 47) p. 7
ii Vargas Llosa,
Mario. La historia de Mayta. México, Editorial Seix Barral, 1986 (Literatura
Contemporánea No. 49)
iii Vaan Daal,
Julius. La cólera de Ludd. La lucha de clases en Inglaterra al alba de la
Revolución Industrial. La Rioja, pepitas de calabaza ed. 2015.7
iv Cfr. Van Daal,
Julius. ob. cit.
v Ibídem 11
vi Illades, Carlos.
“Un fantasma recorre el mundo”. En Illades Carlos. Camaradas. Nueva historia
del comunismo en México. México, Secretaría de Cultura. Ciudad de México /
Fondo de Cultura Económica. 2017 (Bi-blioteca Mexicana, Serie Historia y
Antropología) 13
vii Andreas, Bert.
(Compilador y prologuista). La Liga de los comunistas. Documentos
constitutivos. México, Ediciones de Cultura Popular, 1972 (Biblioteca
Maarx.Engels) p. 9
viii Ibidem p. 18
ix Ibidem p. 27
x Caballero Manuel.
La internacional comunista y la revolución latinoamericana 1919-1943..
https://books.google.com.mx/books?hl=es&lr=&id=_CtdPFoiHnYC&oi=fnd&pg=PA7&dq=Primera+internac-ional+comunista&ots=z7mCjZiQCM&sig=eoj_mmbdo93aoKxpuZv8B-hh8OQ#v=onepage&q=Primera%20in-ternacional%20comunista&f=false
p 19
xi Kent, Carrasco.
Daniel. “M. N. Roy: cosmopolitismo intelectual y contingencia política en la
fundación del PCM.” En Illades, Carlos, ob. cit. p. 52.
xii Ibidem 53
xiii Ibidem p. 38
1 comentario:
La historia es inocultable, recordarla no implica seguir o retomar ideología, basta leerte Javier, en tus conclusiones para reflexionar sentido de tu ensayo y motivos. Felicidades
Publicar un comentario