María Flores
Quien alcanza alma limpia de culpa, quien es cándido y sin malicia, quien no daña y no es nocivo, quien no conoce la maldad, es inocente.
Quien carece de capacidad para hacer el mal, quien desconoce el crimen, quien nunca ha pecado o quien ha pecado y ya no puede hacerlo más, es inocente.
Quien no puede ser ofensor porque no tiene fuerzas ni para defenderse, quien no puede ser escuchado porque no puede hablar, quien no puede entender porque no puede oír, es inocente.
La inocencia parece ser una carencia, la inocencia se ve opacada por la osadía y la audacia. ¿Será porque la inocencia no se puede adquirir por medio de la voluntad?, es decir, que la inocencia es adolecer involuntariamente de todo lo que se necesita para hacer el mal, pero ¿por qué la inocencia comúnmente conlleva a ser transgredido?
Defender la virtud de la inocencia es mi protesta, ser consciente de la vulnerabilidad es el cambio al que exhorto, trascender la información que llega a nosotros para potenciar nuestra caridad y nobleza.
Mi protesta es para buscar fortaleza y encauzarla para cubrir a los débiles por sentido de justicia o simplemente como expiación de nuestros errores pasados.
Dirijo este llamado para mover sentimientos y promover acciones en pro de los inocentes en cualquier modalidad, en cualquier país y en cualquier raza.
Mi protesta es para volver a creer en la humanidad, adoptar costumbres que le den sentido a nuestras vidas, nadie las tiene que saber, nadie las tiene que aprobar porque no son obligatorias, porque eso sí depende de la voluntad que tanto celebramos.
Protesto para que todos encuentren el sentido en sus vidas dedicando sus fuerzas a la defensa de los inocentes, porque el ciclo de la vida es el tiempo intermedio que hay entre la inocencia del infante y la inocencia del anciano
Quien alcanza alma limpia de culpa, quien es cándido y sin malicia, quien no daña y no es nocivo, quien no conoce la maldad, es inocente.
Quien carece de capacidad para hacer el mal, quien desconoce el crimen, quien nunca ha pecado o quien ha pecado y ya no puede hacerlo más, es inocente.
Quien no puede ser ofensor porque no tiene fuerzas ni para defenderse, quien no puede ser escuchado porque no puede hablar, quien no puede entender porque no puede oír, es inocente.
La inocencia parece ser una carencia, la inocencia se ve opacada por la osadía y la audacia. ¿Será porque la inocencia no se puede adquirir por medio de la voluntad?, es decir, que la inocencia es adolecer involuntariamente de todo lo que se necesita para hacer el mal, pero ¿por qué la inocencia comúnmente conlleva a ser transgredido?
Defender la virtud de la inocencia es mi protesta, ser consciente de la vulnerabilidad es el cambio al que exhorto, trascender la información que llega a nosotros para potenciar nuestra caridad y nobleza.
Mi protesta es para buscar fortaleza y encauzarla para cubrir a los débiles por sentido de justicia o simplemente como expiación de nuestros errores pasados.
Dirijo este llamado para mover sentimientos y promover acciones en pro de los inocentes en cualquier modalidad, en cualquier país y en cualquier raza.
Mi protesta es para volver a creer en la humanidad, adoptar costumbres que le den sentido a nuestras vidas, nadie las tiene que saber, nadie las tiene que aprobar porque no son obligatorias, porque eso sí depende de la voluntad que tanto celebramos.
Protesto para que todos encuentren el sentido en sus vidas dedicando sus fuerzas a la defensa de los inocentes, porque el ciclo de la vida es el tiempo intermedio que hay entre la inocencia del infante y la inocencia del anciano
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