Abril de 2065
Víctor Manuel
Vásquez Gándara
"Nadie
es profeta en su tierra",
San Marcos
-Abuelita ¿Por qué está triste esa señora del
calendario?
-No está triste Jenny.
-¿Quién es abuelita?
-Es la Dama de la triste figura.
-No me dijiste que no está triste…
-Sí, eso dije, pero Así se le conoce a esa imagen.
-Platícame. Tú la conociste.
-Si la conocí siendo niña. Como de tu edad. Vivía yo
en un pueblito, ahora muy cerca de aquí. Antes había que ir a caballo.
-Cuéntame la historia. No tengo sueño, quiero
oírla antes de ir a la cama.
-Hace mucho tiempo, en una ocasión le hicieron un
homenaje por su ayuda para hacer la escuelita donde yo estudiaba.
-Pero por qué está triste la Dama de la triste
figura.
-Aguarda en breve te contaré. La belleza de la Dama
a quien llamaré Virgen, causaba la admiración de hombres y mujeres. Su
distinguido porte sobresalía entre la clase indígena. A pesar de todo ella
trataba a todos por igual. Practicaba la caridad y se preocupaba por educar a
la gente. Buscaba apoyo de gobernantes y de su propio dinero promovía la
construcción de escuelas.
-¿Qué es promovía, abuelita?
-Hablar con personas para que escuchen a otros?
-Ah!, como yo que hablo en lugar de Pedrito porque
le da pena?
-Exacto, así es.
-Pero abuelita ya dime por qué dices que no
está triste.
- Hay hijita eres muy desesperada. Bueno te lo
explicaré. Esta señora tuvo infinidad de razones para estar triste y sin
embargo siempre se mantuvo firme consolando a los demás. Tuvo más de seis hijos
y le tocó ver morir a cinco de ellos.
-Pobrecita señora.
- Si, ella padeció ese dolor tan grande. El de
perder a un hijo. Sufrió pero jamás se quejó.
-¿Y cómo le hacía?
-Posiblemente lloraba en silencio y oraba. Tenía una
inmensa fe en Dios. En su casa, contaban sus conocidos tenía como una iglesia:
cristos, santos, rosarios, escapularios, la biblia.
-¿Sabía rezar como tú?
-Yo creo que sí.
-¿Entonces estaba triste porque no tenía dinero?
-Ella no necesitaba dinero. Desde niña trabajó con
su padre. Luego se casó y continuó trabajando. Cuidó, ahorró y llegó a tener
una gran fortuna: casas, muebles, automóviles, camiones, ropa, joyas.
-¿Y qué le hizo a todo su dinero?
-Lo repartió a sus hijos, a sus nietos y con su
esposo.
-¡Ah, ya adiviné!, estaba enferma.
-Si, a la edad en que le tomaron la fotografía le
aquejaban varios achaques propios de la vejez. Pero sabes Jenny tampoco eso le
deprimía.
Jenny empezó a cabecearse, los párpados empezaron a
caer sobre sus ojos color miel quedándose dormida profundamente.
La abuela no movió a la pequeña, sus padres no
tardarían en llegar y llevarle a su recámara. La idea siguió rondando dentro de
su cerebro diciéndose para sí: Es cierto -pensó-, la Dama de la triste figura
como se visualiza allí no representa su personalidad. Es común en la gente,
incluso los propios familiares muy cercanos, menospreciar al adulto mayor sin
conocer y olvidar la trayectoria, la obra, acciones, carácter causa, origen
para lograr innumerables éxitos. Aquellos éxitos cimentadores de las generaciones
sucesoras. La costumbre, cotidianeidad, convivencia hace ver tan sencillo la
forma de actuar hasta llegar a perderle el sentido, significado, valor,
principalmente la experiencia, camino recorrido: la figura no define a la
persona, Sino todo aquello de lo que estamos llenos y se desborda.
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