Rafael Mario Islas
Los cristales del
edificio piramidal filtraban la luz de un sol canicular. Alzó la vista y se vio
reflejado en ellos como si se observara a si mismo al inicio de un viaje
astral, contemplando su propio cuerpo como se contempla a un extraño desde un
piso superior. Era otro y sin embargo al viejo que vio, era él mismo.
Monologo
- El teatro no es lo
mío. Déjame decirte que no puedo ponerme en los zapatos, ni en el papel de
otro. No puedo representar a alguien más, mucho menos ahora que apenas comienzo
a entender quién soy, a conocerme y aceptar que tan solo soy lo que soy.
- Me hubiera gustado lo
confieso, pero no creo que sea lo mío.
- la única vez que
quise ser otro, fue cuando me enamoré sinceramente y pude decir por primera vez
en la vida, real y verdaderamente: “Te amo”
“Te quiero”. Tarde un poco lo reconozco, si, así es fueron casi 70 años.
- suena extraño, pero
quizás todas las veces anteriores fueron simplemente ensayos para la obra
principal. (Suspiro profundo)
- Pero no supe
aprovechar el papel, tuve miedo, cometí muchos errores, errores de
principiante, no supe insistir, me engañe diciéndome que debía respetar su
individualidad. Si eso que ahora llaman espacio personal. Aún no sé qué carajos
quieren decir con ello, solo quería estar muy cerca de ella.
- muy pronto se cansó
de mí y me hizo saber que no me quería, como cualquier enamorado de verdad, no
lo quise aceptar, no lo creía. Cómo creerlo si las pequeñas cosas que llenaron
la intimidad lo contradecían. Como creerlo si a pesar de la edad la pasión
estaba ahí, al igual que estaba la serena plenitud de nuestras almas.
- Sé que no le gustó
como soy y lo que soy, pero que quieres hermano, si yo no puedo ponerme en los
zapatos de otro, si no puedo fingir. Si el teatro no es lo mío.
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