Nuby
Domínguez
--¿Desde dónde ladrarán esos perros Samuel?, los
escucho desde hace horas y no me dejan dormir, no sé cómo puedes estar
tranquilo sin imaginar porqué a ratos ladran y luego aúllan como si
presintieran algo. _ ¿No será que ya viene la muerte por mí Samuel?, ¿tú
también los oyes? Hoy amanecí con mucha hambre, no como los días pasados en los
que no me pasaba ni el agua, dicen que cuando a uno se le acerca la hora, dan
ganas de comer y se te antoja todo. Esas memelas grandes con manteca y frijoles
que me diste no me cayeron pesadas y aunque las hiciste de mala gana y tan
gruesas como para perro, así me las comí porque la panza me pedía como si
tuviera diez perros adentro, -Esos perros Samuel, vete a dar una vuelta al
patio, llévate una vela para que te alumbres y cuidado con las culebras que
salen del monte como a estas horas. Hay un machete atrás de la puerta,
llévatelo con todo y fusta para que no te vayas a cortar. ¡Ya párate de ahí
chamaco!, no te condueles ni aunque me veas entelerida, no sé qué vas a hacer
cuando me lleve la chingada, seguro te vas a quedar ahí aplastado sin tragar,
por huevón. Ya no va a haber nadie que te obligue a nada, ni a bañarte, ni a la
escuela, ni a ganarte la comida, -Eso es lo que has de estar esperando
¿verdad?, -¡mírame hijo de la chingada! O te voy a voltear el hocico de un
chingadazo. Ya te imagino de pordiosero, drogándote con lo que encuentres, con
la bola de vagos.
¿Qué hora es?, todavía no ha de ser tan tarde, nomás
que ahora anochece más temprano, se me olvidó decirte que apagaras el fogón,
luego lo dejas prendido hasta que se queman todos los palos y a la hora de ir
por la leña te haces pendejo. –No me llega el olor a ahumadero, si no vas a ir
a ver a esos malditos perros que no paran de ladrar, préndete una vela y tráeme
un vaso de horchata que te dije que hicieras en la mañana, te dije que le
pusieras un plato a la jarra para que no le entrarán las moscas. Tú también
deberías tomar horchata de esa que preparaste, te va a hacer bien para que se
te quiten esas manchas blancas de la cara. Te repetí varias veces cómo tenías
que dorar el arroz, con el puro calor de las brasas, sin que le atices, en el
comal que tenga menos hoyos, lo lavas primero, no por la flojera de ir por agua
al pozo vayas a dejar sin lavar bien lo que te comes, acuérdate las chorreras
que te daban cuando eras chiquito y comías tierra a escondidas, que las
lombrices se te salían por la cola o yo te las tenía que jalar con una hoja de
sauco, Si te has de enfermar que no sea por tu culpa. –Y entonces para la
horchata echas en un traste el arroz tostadito, un trozo de canela pero lo
desboronas con los dedos, suficiente azúcar y leche, nosotros no tenemos ni
azúcar ni leche, tampoco canela pero le puedes pedir un pedacito a doña Gloria
cuando le vayas a pedir permiso de moler en su licuadora. Siempre acuérdate de
lavarle el vaso después de que lo uses y si no tienes nada que hacer y ves que
tiene trastes sucios pues…lávaselos mijo, nada te cuesta, imagínate los
arrancones de luz que ha de dar su licuadora y no nos cobra nada, ni nos
cobraría aun si hicieras horchata todos los días.
-Samuel, yo te veo ahí, trambucado en el petate
desde hace rato ¿Qué no me oyes?, ya te hubieras cambiado esa ropa mugrosa,
ahora si la llenaste de tizne, hazle otro remache a tus sandalias antes de que
se terminen de romper o usa las mías, al cabo yo ya no las uso, -párate mijo,
ándale, ¿Estas llorando?, ven Samuel, que tengo que decirte qué hacer cuando yo
me muera, tendrás que avisarle a doña Gloria: dependiendo, si me toca de día o
de noche, si toca de día vas con tu madrina y le dices, ella seguro se mueve
para estas cosas, o… solo vete tu como si nada y me dejas aquí sin que nadie se
entere, eso de los velorios y de la cooperación de los vecinos sale muy caro y
no creo que sea necesario. El cuerpo que dejes ya no seré yo, porque estaré
viéndote desde el cielo aunque tú no te des cuenta ¿Con quién te irás mijito?,
un niño de once años acomedido cabe donde sea, por eso te digo que hagas
quehacer sin que te manden y ya ves que luego te dan un taquito o te regalan
zapatitos o ropa y cuando seas grande… La gente no muere por completo, si
quieres chillas tantito pero no te me vayas a enfermar porque tu tienes que
vivir porque no puedes faltar a clases ni al coro de la capilla ¿no que querías
aprender a tocar guitarra?, cuando ya sepas bien, me cantas la que más te guste
y cuando Dios me dé permiso vendré a verte cuando duermas, en tus sueños y me
platicas todo, si te portas mal cada vez me irás viendo menos ¿Quieres eso?,
-te estoy hablando chiquillo.
Yo ya no oigo a ningún perro, deja de suspirar tanto
¿Qué te pasa?, -Samuel ¿Por qué no me oyes, Samuel, te dije que te fueras.
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