Yver M.
Trinidad Gabriel
INTRODUCCIÓN
Ese preguntarse es la naturaleza interrogante
de nuestra propia vida…¿quién podría contestarle?
R. M. Rilke
Hay
momentos de nuestra vida que están llenos de incertidumbre, puesto que, no sabemos por donde entrarle a la existencia.
La existencia como realidad inmediata resulta como algo que es preciso
resolver, es decir, la vida es un quehacer. La vida no nos es dada ya hecha,
realizada, es preciso resolver hacerla o como diría el filósofo español Ortega
y Gasset la vida es una cadena de haceres. La vida de cada uno de nosotros será en la
medida en que elijamos una serie de actos
para la resolución de la misma. Es en este punto de nuestra existencia,
cuando surgen preguntas que muestran el punto de inflexión que tiene el hombre
para hacerse cargo de sí mismo, ineludiblemente las respuestas que obtenga de
una pregunta, por ejemplo: ¿qué camino debo elegir? Será la dirección que tome
su existencia; lo anterior se conoce como: situación hermenéutica. El ser
humano no habita sólo sino en comunidad, dependiendo como se desenvuelva la
comunidad será la forma en como pensará las cosas, es pues el lugar en el que
se desarrolla y la tradición que se tenga la que le hace ver el mundo de una manera
determinada.
Determinada
forma de vida crea determinada forma de pensamiento, ¿como ocurre esto? Las
condiciones sociales, culturales, políticas, económicas y ambientales son
varios de los factores que influyen en
el desarrollo de las comunidades, pues, dependiendo de estas condiciones son la
forma de vida que se gesta. Ahora bien, dependiendo también de estos factores
le hacen crear en el individuo una conducta y una forma de pensamiento ligada a
pensar en las categorías que le han sido impuestas. Se está, pues, siempre en
una tradición que nos hereda prejuicios que son la forma en cómo comprendemos
no sólo la existencia sino nuestra forma de ser en el mundo.
Así,
pues, el presente ensayo tiene la finalidad de desarrollar la pregunta hermenéutica
en la filosofía de Hans-Georg Gadamer. La pregunta es la que inicia el diálogo con la tradición en
la que nos encontramos para poder comprender el presente en el que vivimos.
Esto refleja una historicidad que se hace presente en la comprensión del mundo
y de nosotros mismos. La justificación de abordar la pregunta en Gadamer nos
ayuda a tener en consideración algunos elementos que acontecen en nuestra
comprensión del mundo como son: la distancia en el tiempo, la fusión de
horizontes, la historia efectual, el reconocimiento de los prejuicios tanto
verdaderos como falsos, etc. Demos pues comienzo a la exposición de este ensayo.
Desarrollo de
la pregunta en la filosofía de H.G. Gadamer
El apartado de
la primacía hermenéutica de la pregunta en Verdad
y Método, se encuentra subdividida en el
modelo de la dialéctica platónica y en la lógica de la pregunta y
respuesta. Es pues la manera en como a continuación proseguiremos. Antes de dar
inicio, quisiera resaltar que Gadamer me parece un filósofo dialogante no sólo
con sus coetáneos sino con su tradición,
ya que, cuando realiza una mención histórica lo hace de tal manera que no
afecte al pasado desde sus propios presupuestos, es decir, en cierto sentido
deja al pasado hablar para que se inicie un diálogo que realmente traiga
consigo frutos[1]. Si se pensaba en un
primer momento que en Gadamer encontraríamos un autor que se haga vocero de la
humanidad estamos equivocados, ya que la pretensión gadameriana, desde mi punto
de vista, es una llamada a las comunidades para que se inicie el diálogo. Porque
es mediante el diálogo donde se pueda
dar la apertura a la alteridad.
1) El modelo de la dialéctica
platónica.
Es esencial a toda pregunta el que
tenga un cierto sentido. Sentido quiere decir, sin embargo, sentido de
orientación. El que surja una pregunta supone siempre introducir una cierta
ruptura en el ser de lo preguntado. El logos
que desarrolla este ser quebrantado es en esta medida siempre ya respuesta, y
sólo esto tiene sentido en el sentido de la pregunta[2].
Claramente
el resultado que se tiene del preguntar es ya una respuesta a lo que como
posicionamiento se ha partido a interrogar. La pregunta señala, también, la
ubicación del que interroga por el estado de cosas. En este señalamiento se
puede delinear un ethos inquiridor que sitúa en un
punto su existencia a la búsqueda por saber qué son las cosas y que es
él mismo. ¿Por qué la pregunta es ya una respuesta? Porque desde el momento en
que se elabora la pregunta es ya una interpelación con la tradición. Preguntar
es despertar las cosas, es abrir sentido en la realidad heredada por la
tradición. La pregunta de por qué las cosas son así y o de otro modo es la que
da pie a la investigación filosófica que trata de encontrar respuestas e la
misma tradición.
En
el apartado del modelo de la dialéctica platónica Gadamer reelabora un significado de la docta
ignorantia socrática, lejos de la lectura canónica que ponía a Platón como
un mentiroso, puesto que nunca iniciaba un diálogo sino que mostraba su
monologo, pues él ya tenía la respuesta,
por lo contrario, Gadamer, nos conduce
a pensar en la virtuosidad de Sócrates en el hecho de que propiciaba innumerables diálogos
desde el saber que no se sabe. Con esto, nuestro filósofo, no intenta reivindicar la filosofía platónica
sino que sólo toma la dialéctica para ilustrar la pertinencia e importancia del
diálogo y del preguntar en la filosofía. Retomar esta dialéctica es ver la
manera de cómo operan los prejuicios de la tradición de Platón y así entender
un poco mejor lo que dijo en su tiempo, pues no hay que olvidar que toda
filosofía o pensamiento parte de lo que se conoce, es decir, desde el horizonte
que se tiene o como habíamos señalado párrafos atrás de las circunstancias en
que se vive.
Saber que no se
sabe es una actitud que da cabida para que en el diálogo empiecen a fluir los
puntos de vista que se tiene sobre algo, en estos diálogos se puede notar que
la pregunta va por delante, pues, es un padecer en busca de sentido. Entonces
podemos decir que para poder iniciar un diálogo se necesita partir de que
queremos saber, por eso para poder preguntar hay que querer saber. Conceder
verdad al otro a partir de lo que se cuestiona es hacer dialéctica, ya que el
saber es fundamentalmente dialéctico. Esto nos quiere decir que tanto se
contempla el camino verdadero como el falso, la amplitud de esto y la
comprensión de estas instancias nos hacen tener una consideración sobre los
caminos que vamos recorriendo[3].
Así
la decisión de una pregunta es el camino hacia el saber[4]. Cuando
se elabore una pregunta y se comparta, el que cuestiona debe de permanecer
firme pues así mantiene el sentido de la apertura. Ahora bien, nadie nos enseña
a preguntar, sino que nosotros vamos aprendiendo de ese arte. El arte de preguntar
es el arte de seguir preguntando y esto significa que es el arte de pensar. La
tarea del filósofo no es cosa sencilla, pues la labor que se desempeña al
interior de la misma disciplina es el cuestionamiento incesante. Con esto
podemos llegar a una primera conclusión o punto de partida que es: la filosofía
se inicia a partir de preguntas.
La
dialéctica, como el arte de llevar a
cabo una conversación, es al mismo tiempo el arte de mirar juntos en la unidad
de una intensión, esto es, el arte de formar conceptos como elaboración de lo
que se opina comúnmente.[5]
Me gustaría
decir que el dialogó nos da la impresión de que tiene una estructura circular,
pero con esto no quiere decir que el dialogo quede cerrado, puesto que no se
llegan a conclusiones definitivas, si se llegará a eso lo que se podría lograr
sería, en dado caso, llegar a convenciones temporales. Es decir, podemos
convenir en acuerdos que satisfagan los intereses que se muestran en ese
instante, pero esto no quiere decir que los acuerdos permanezcan por toda la
eternidad, sino que a su vez pueden ser modificados por los intereses nuevos
que aparezcan a la hora de modificarlos.
Otra de las
orientaciones hermenéuticas que ofrece Gadamer en Verdad y Método es la que aparece tres líneas antes de
terminar el texto y es la que versa así: mal
hermeneuta el que piense que tiene la última interpretación[6]. El
señalamiento es claro oportuno para las
investigaciones que se realicen en distintos áreas del saber: el conocimiento
que logremos es temporal, dado que nuestros intereses funcionan de acuerdo a la
época en la que vivimos, y como somos seres terrenales y finitos, nuestras
aportaciones (aunque sean objetivas) tendrán su vigencia. Así, los descubrimientos que se hagan
posteriormente no sólo cambiaría el significado de lo que ya tenemos como
conocimiento sino que actualizaría conforme los intereses que persigue una
época que enfrenta sus propias preguntas.
En
la conversación suceden dos momentos importantes el de la pregunta y el de la
respuesta, a continuación hablaremos al respecto. Pero, antes de terminar este
apartado quisiera resaltar lo siguiente. A lo largo de la lectura de Gadamer
note una ruptura con el cogito cartesiano
esto es, encerrarse a manera de mónada en sus propias ideas en donde los demás
e inclusive mi propia experiencia quedan a un lado. Con Descartes surge el
criterio de conocimiento de la modernidad: claridad y distinción a los pies de
la razón; dando como punto de partida al racionalismo, en donde considera que
la razón era la única guía para conocer
el fundamento de la realidad.
En
cambio en Gadamer podemos ver en la apertura de la pregunta una posibilidad de
la pluralidad, es consciente de que los grandes meta-relatos han venido abajo,
así que en la constitución del hombre contemporáneo esta la tarea de
reconstruir lo necesario pero desde la comunidad. Desde la pluralidad se pueden
llevar a cabo estas empresas, así el camino hermenéutico no sólo encierra al
del intérprete sino a los individuos que también están en la tarea del esfuerzo
hermenéutico, es decir la comprensión[7]. La
apertura a la alteridad es algo que se había soslayado, sin embargo no es hora
de criticar o recriminar porque se ha hecho, sino de reivindicar lo que se ha
dejado aun lado.[8]
2)
La lógica de
la pregunta y respuesta.
Ciertamente las
condiciones que posibilitan nuestra comprensión están determinadas por la
exigencia de una respuesta que se vuelve pregunta en el presente. Esto es, que
la situación que nos orilla a plantear la pregunta, es propia de un padecimiento
que se da en el acontecimiento. Así en el trascurrir de la existencia se da
este padecimiento múltiples veces. Es así que no se pueda mostrar en un solo
cuestionamiento y en una sola pregunta el significado y total de nuestra vida.
Pues, ciertamente no permanece para todos los tiempos una sola perspectiva,
sino que dependiendo las circunstancias que vayan aflorando es el tipo de
pregunta que procura encontrar sentido y orientación.
Tomando
lo anterior como constitución propia de
la experiencia hermenéutica cabría decir que el texto como obra, que constituye
un sentido propio, no se agota en un solo acto de la comprensión. Sino que a su
vez el texto toma forma de acontecimiento en la historia. Se convierte en punto
de referencia para la comprensión que quiera encontrar respuesta. La importancia de la interpretación
de los textos es clara e importante, pues, estos fungen como pequeños
prejuicios en lo que se muestren la manera en que pensaban una época. Como
retroalimentación, el texto nos planta preguntas a nosotros, a contrarrestar lo que tenemos
como realidad. Los textos en esa función son una liga con la tradición.
Pasar a la
pregunta de lo que la tradición viene a ser para nosotros forma parte de la
comprensión, el recuperar los conceptos de un pasado histórico de manera que
contengan al mismo tiempo nuestro propio concebir, es lo que en la hermenéutica
gadameriana se conoce como fusión de horizontes.[9] Recordemos
que no es cuánto se recuerde o cuánto se sepa del pasado sino más bien de cuánto
se aprehende de ese pasado, porque no siempre es una actitud de choque con la
tradición. Esto se muestra como un recomenzar en un punto donde se encuentra
paralela la tarea de buscar sentido al quehacer humano.
El diálogo que se pueda mantener
con la tradición ayuda a reconocer los prejuicios que configuran y reconfiguran
nuestra visión del mundo. Lo que resulta de este acontecimiento difiere la
comprensión de lo habitual. Comprender una pregunta quiere decir preguntarla.
Comprender una opinión quiere decir entenderla como respuesta a una pregunta.[10]No
sólo es el hecho de lanzar preguntas al aire y a ver cual es la que pega, sino
que inclusive debemos de tener un conocimiento de que se esta cuestionando,
ahora bien las opiniones que resulten de esta respuesta es tratada con el peso
de una respuesta, pues ha respondido a lo que nosotros hemos querido poner al
descubierto.
A manera de
conclusión
Con referente a lo pensado a través de Gadamer
tenemos que la pregunta nos abre sin duda posibilidades que nos hacen ver más
allá del propio horizonte que partimos. Ver anticipándonos a cualquier acto es
lo que se pretende. Considerar primariamente el punto en el que nos encontramos
en el acto de plantear la pregunta. La respuesta no puede ser en ninguna manera
el resultado que apacigüe nuestro andar buscando. Al contrario la respuesta que
consigamos nos debe incitar a no quedarnos en ella. Ella debe ser la propia
apertura que muestre los puntos a los que hemos llegado. Para esto, primero la
respuesta pasará por su legitimación por las preguntas de por que así y no de
otro modo. Es decir, por que decimos que si y por que decimos que no.
La respuesta vista desde otro
horizonte dará pie a nuevas posibilidades para que abran otras cuestiones,
descubrir nuevos sentidos pero para que se de esto, es importante abrirnos al
diálogo. La respuesta es también posibilidad. Preguntar es también articular
nuestra existencia en el rumbo que ha tomado el mundo, es aprehender el mundo.
Aun así es necesario aclarar que la actitud de buscar es iniciada por la
ansiedad de encontrarse en situaciones que nosotros no hemos elegido, y no es
que se quiera deshacer de la tradición, al contrario es la reapropiación que
hacemos de la tradición para continuarla en nuestra limitada finitud.
Con lo anterior terminaría lo que
me ha dejado el estudio sobre Gadamer, y en cuanto a lo propositivo de esta
indagación tenemos que: encontrar lugar para poder seguir el camino que ha
tomado el mundo es necesidad de puerto para quien pregunta. Pues, irremediablemente
llegamos a un punto de nuestra existencia donde nos encontramos desencajados
con el mundo que nos toca vivir. Encontrar respuestas a las preguntas que
tratan de abrir espacio en ese camino es la meta primera en la actitud del
buscador.
La pregunta transparenta la
posición de quien trata de explicarse lo que de a él como individuo se le ha
hecho. Encontrar la posición que ocupamos en nuestra comunidad es nuestra labor
que detona posición o más bien situación. La pregunta debe ser el motor para el
modo de vivir que hemos elegido. Pues la pregunta trata de desentrañar la capa
en la que se envuelve el sujeto. Preguntar es mostrar de que estamos hechos y
el para que existimos. Preguntar es tratar de habitar en un mundo que nos ha
sido transmitido.
Los sentimientos son pulsiones que despiertan
en el individuo preguntas o modos de apertura que tratan de encontrar alivio a
porque acontece de cierta forma. Considero que la desesperación despierta la
ansiedad de encontrar respuestas que le hagan templarse en la comprensión. La
comprensión como modo de ser tranquiliza el propósito de la investigación que
pregunta por el sentido. Por que el sentido es lo que de algún modo es lo que
siempre estamos buscando. Porque ciertamente llegamos a un punto de la existencia
en donde nos encontramos en el seno de la incertidumbre
Bibliografía.
Gadamer, Hans-Georg. Verdad y Método. Salamanca, Sígueme,1992
Ortega y Gasset, José. Historia como sistema. Madrid. Espasa-Calpe, 1971
[1] Cabe aclarar que aquí
no se debe traer de nueva cuenta el sueño del historicismo. El romanticismo que tenía como abanderado en el caso de la hermenéutica
a Daniel Schleirmacher pretendía reproducir todo lo dicho por el autor de una
manera originaria incluso mejorándola. Esto es, interpretar mejor el texto que
al autor. El problema de ello es que no
hay una vinculación con el intérprete, el trabajo del autor estaba destinado
sólo a encontrar las claves para
entender a un autor y dejaba a un lado la perspectiva con la que él partía.
Sobre lo anterior Gadamer propone la noción de “círculo hermenéutico”. El círculo hermenéutico considera que no se
puede olvidar la situación hermenéutica del intérprete a la hora de comprender
un texto ni mucho menos la del autor. . Es decir, la situación hermenéutica
acompaña en la comprensión, pues en ella se deja ver la inclinación y el
interés que persigue el intérprete.
[3] La dialéctica es virtuosa en ese sentido, ya que contempla
los dos caminos, tanto el verdadero como el falso, tomando en cuenta que el
diálogo se inicia desde un padecimiento de conocimiento. Ahora bien, gran parte
de este esfuerzo hermenéutico radica e el hecho de que se vayan distinguiendo
los prejuicios falsos como los verdaderos para irse entendiendo en el asunto
mismo.
[6] La experiencia se puede entender de muchas maneras, pero tiene un rasgo
característico, el que es la esencia de la hermenéutica, puesto que en el
terreno de la experiencia se da a cabo la percepción de la finitud histórica.
La experiencia es, pues, experiencia de la finitud humana. Es experimentado en
el auténtico sentido de la palabra aquél que es consciente de la limitación,
aquél que sabe que no es señor del tiempo ni del futuro; pues el hombre
experimentado conoce los límites de toda provisión y la inseguridad de todo
plan. La verdadera experiencia es aquélla en la que el hombre se hace
consciente de su finitud. Ibídem p.
429
[7] La comprensión no se trata de un acceso, el método a
las ciencias del espíritu sino de una estructura ontológica de ser del hombre
como ser histórico. La comprensión es, en rigor, un “acontecer” que constituye
la historicidad del hombre. La comprensión se entiende también como el hecho de
aprehender las cosas, esto es, ponernos en el mismo nivel de las cosas, de
saber porque las cosas son así y no de
otro modo. Cuando se señalaba que la
comprensión no es un acceso, es porque no hay una dicotomía de externo vs interno, puesto que no salimos al
mundo sino que estamos en el mundo. La aprehensión que conlleva la comprensión
detona, a mi parecer, en un saber-estar. ¿Por qué un saber-estar? Porque
estar-en-el-mundo no debe parecernos una referencia geográfica como punto de
ubicación. El saber-estar nos sitúa como seres contingentes precedidos de un
pasado que nos forja como tales y en el movimiento de la comprensión vamos
delineado eso que queremos ser.
[8] Sobre este punto, me he encontrado con el pensamiento
de Ortega que señala lo siguiente: lo que no se quiere repetir en la filosofía
como creencia básica debe de converger en el nuevo individuo que trata de
recorrer otros caminos. Lo pasado resulta como lo enseñado a donde ya no se
puede ir, es pues, el pasado una advertencia. Ver Ortega y Gasset, José. Historia como sistema, pág. 57
[9]La fusión de horizontes se realiza cuando el intérprete está sometido en
un choque con la tradición. Y en este choque convergen dos horizontes que
terminan por fusionarse, por un lado el del intérprete que está sometido a sus
circunstancias presentes y por otro lado el de la tradición que se muestra en
el andar del intérprete en la forma de un tú. Ídem. p. 453
No hay comentarios:
Publicar un comentario