RESPUESTA EN SENTIDO HEIDEGGERIANO
Alberto Rafael León Ramos
albertoleon@crespf.com.mx
El
problema de la verdad en la filosofía ha sido tema
acuciante para muchos pensadores, desde Platón, Aristóteles, San Agustín,
Descartes y recientemente Heidegger, Frege o Quine. Este tópico ha tenido
importancia, tanto para la conformación de la epistemología, como para la
filosofía del lenguaje, a lo largo de la historia del pensamiento se han dado
cambios muy grandes en los sistemas. La verdad como correspondencia tuvo gran
aceptación desde los tiempos helénicos así como en los tiempos medievales,
llegando con gran fuerza en la época contemporánea, aunque en el siglo XIX se
generó una crítica hacia este sistema, el iniciador fue Frege y le siguieron en
la misma línea Rorty, Quine, Gadamer y demás filósofos actuales.
El tema sobre la verdad nos remite primero a definir
sobre aquella disciplina que aborda eso. Es decir la epistemología. O también
conocida como teoría del conocimiento. ¿Qué hace la teoría del conocimiento?
Pues ella se pregunta por la verdad del
pensamiento, esto es, por la concordancia con el objeto[1]. La teoría del conocimiento tiene su génesis
ya desde la antigüedad, pero en ese tiempo no se le denominaba así, ella
surge con el filósofo inglés John Locke que se preocupa por el origen, las cuestiones y las
certezas del conocimiento. Ahora bien, donde nace de manera oficial, la teoría
del conocimiento, es con Immanuel Kant,
que trata de dar una fundamentación crítica del conocimiento científico de la naturaleza.
Para
responder de manera más concisa sobre cuál es la tarea de la teoría del
conocimiento, primero hay que dirimir sobre los impedimentos que se
presentan al tratar dicha teoría. Es de
aceptación general que el conocimiento es una relación entre sujeto y objeto; un dualismo[2],
pero este esquema presenta muchos problemas, lo que genera que se den distintas
explicaciones tales como: el realismo, idealismo, objetivismo, etc. Muchas
cuitas y óbices se presentan en relación al conocimiento.
Aquí
se retomará el tema de la verdad, de manera breve, desde dos posturas. En
primera instancia se referirá a la Alétheia (des-ocultamiento/ocultamiento)
y por otro lado sobre la Adaequatio (correspondencia o concordancia).
En la primera se esbozará lo que entiende M.
Heidegger con ese concepto y se verá que la Alétheia estará más de lado de una ontología fundamental, mientras
que en el otro concepto la verdad se va dar en un plano epistemológico que
viene cargado por toda una tradición metafísica. Pero antes de pasar al
análisis de la verdad, es necesario hacer una irrupción y hablar de un filósofo
que rompe esquemas y sea la causa de que actualmente el tema de la verdad éste ausente en muchas posturas filosóficas.
Hay que hablar brevemente de Frederich Nietzsche. Por tanto, prosigamos.
Frederich Nietzsche
a partir de su gran interés por la
cultura clásica griega, se empieza a interesar por problemas filosóficos como
los fueron los relativos a la epistemología. Tanto le interesó este tema que en su vida llevo a
horizontes radicales la concepción de la teoría del conocimiento.
No
contento con las grandes explicaciones tanto metafísicas como empíricas del
conocimiento, se empieza a cuestionar sobre éste. Los pensadores anteriores a
su tiempo se afanaron por buscar la respuesta satisfactoria a la gran pregunta
del conocer, ¿cómo se conoce? ¿Cómo se consolida lo que llamamos conocimiento?
¿Las verdades realmente son eso? ¿Cómo se justifica un conocimiento? Éstas y
demás cuitas son las que trata el filósofo alemán en varios de sus textos. La
tradición había concebido el conocimiento como aquella correspondencia entre el
sujeto y el objeto, la verdad era por correspondencia. Se apelaba también a los
grandes edificios epistemológicos metafísicos que trataban de explicar toda la
realidad desde sus trincheras, sacando presupuestos y haciéndolos pasar por
verdaderos sin someterlos a un examen riguroso de verdad. Se da cuenta de que
no existe un criterio último que determine una verdad objetiva. El hombre se
inventa ilusiones para hacer más llevadera la vida y poder comprender en el
caos donde vive. El hombre por ser finito y tener capacidades intelectuales
limitadas no puede alcanzar a comprender toda
la realidad en su absolutes, sino que capta una porción muy pequeña pero
confusa, que lo ofusca y lleva a buscar creencias, lo importante para él es
estar de acuerdo con el mundo así que se le hace necesario organizarlo de tal
modo, mediante conceptos –causas,
efectos, noumeno, fenómenos, armonía preestablecida, cogito…- , leyes,
axiomas, etc., e inventado mentiras-verdaderas,
de tal modo que pueda ser un mundo más ordenado, perfecto, que no le cause
problemas.
Nietzsche
estaba viviendo en un mundo donde los proyectos filosóficos aceleraban el
fracaso de la razón humana. Los mitos no se disolvían en aras de una
racionalidad tan ponderada, se engendró también una exacerbada devoción por el
conocimiento científico, siendo éste como el último gran recurso de la
humanidad para comprender su realidad.
Al fin y al cabo todo este llevo a una época donde se generaron corrientes
tanto escépticas como pesimistas de la tyche
del hombre. El pensador de Röcken crítica
fuertemente la concepción metafísica de la
realidad que se venía manejando desde hacía un buen tiempo por considerarla
falsaria de la realidad y además insuficiente para explicar el conocimiento,
piensa que toda esta explicación parte de supuestos que no están fundamentados
correctamente. Se propone desenmascarar las pretensiones edificantes de los
sistemas filosóficos metafísicos. Ataca fuertemente toda dogmática filosófica,
supersticiosa que guarda relación con el <Yo> , <el alma>,
<Dios>, <motor inmóvil>, lo que quiere erradicar es el idealismo
que tanto estrago a la filosofía; y ser “fieles al sentido de la tierra”. ¿Y
cómo va lograr esto? Para esto tiene un método radicalmente nuevo, la
genealogía.
Esta es un método interpretativo
traspuesto en parte de la filología a la filosofía que busca el sentido
etimológico de los conceptos que están involucrados en la cuestión a dirimir.
Pero esto no se queda ahí, el filósofo del martillo le da un giro radical;
ahora la genealogía va servir para descubrir el fondo y trasfondo en los cuales
se esconde el sentido de nuestras evaluaciones. No es sólo evaluar el sentido
etimológico, ni analizar la verdad o falsedad de ciertas preposiciones. Ahora
hay que desocultar el engaño, sospechar de aquello que se ofrece como verdadero
y preguntar por los valores o formas de vida que laten detrás de tales
propuestas. Pero para iniciar y llegar a su meta epistemológica parte de dos
cosas: primero que nada, trata todo problema ontológico como un problema
axiológico. Y segundo, es lo que llama la transmutación de los valores
occidentales. Lo primero que trata de decir es que, cuando pensamos sobre el <ser>,
lo hacemos a partir de una creencia en ciertos valores. De ahí que entrar hasta el
fondo y cuestiona la existencia y necesidad de la moral, en especial, como ya
se dijo, la cristiana.
La
reflexión filosófica se juega en diferenciar lo que vale en sí y lo que vale para todos. Kant, sólo hace un inventario de los valores suponiendo una
existencia de diferencia entre el bien y el mal. Ahora la transmutación es la crítica
al idealismo –trascendental metafísico , el sistema kantiano, cartesiano,
platónico-
construyendo un mundo aparente. Estas filosofías, al crear ese mundo más
perfecto, divino y mejor; devalúa al
hombre convirtiéndolo en un harapo, algo finito, imperfecto, es decir lo
desgarra. Lo que se necesita es sustituir los valores decadentes de occidente
por valores que afirmen la voluntad de
poder y el sentido de la tierra. Ya que esas filosóficas lo que hacen es
crear apariencia en el mundo caótico para hacerlo más llevadero y supuestamente
avanzado, ordenado y cognoscible. La metafísica ha estragado al hombre, su
mundo y su existencia con los “valores establecidos” (que se han tomado como
verdaderos y nunca puesto en tela de juicio), lo que trata Nietzsche es
sospechar esos valores “establecidos” y luchar por la creación de nuevos.
Detrás
de los términos metafísicos y de la metafísica en sí, lo que hay son ilusiones
humanas que le sirven de soporte en su mundo. El alemán, criticará la concepción de verdad que subyace en
el pensamiento metafísico racionalista y sustancialista, como ya se apuntó
anteriormente. Este tipo de pensamiento sólo ha creado confusión e
incertidumbre en el hombre, según Nietzsche, y hay que erradicarlo. Buscando donde se generó esta concepción, se
da cuenta que en los griegos ya se
apostaba por este modo de ver la realidad; acusa directamente a Sócrates y en
los griegos ve el obstáculo, la negación de la vida, supresión del instinto y
la ponderación de lo teórico, el hombre teórico, aquel que busca <causas primeras y principios, a la sustancia
como fundamento de lo real> negando así la vida. Para Sócrates, lo importante son las
definiciones, la realidad debe ser entendida toda por definiciones. Aquello que
no dé cuenta por medio de una definición será rechazado. Y el pensador del martillo ataca esto
frontalmente; el supuesto conocimiento objetivo y universal. Lo que piensa Nietzsche es que no hay
conocimiento absoluto ni objetivo
Nietzsche
rechaza la actitud filosófica racionalista y objetivista que caracteriza a la
metafísica, al considerarla deshonesta. Dice que esta metafísica, es una
ilusión necesaria que no lleva a consolidar el verdadero conocimiento que es la
meta del buen filósofo. Por tanto, si la metafísica es fatua, se debe buscar un
nuevo camino, una nueva Aurora del
pensamiento. Para esto se necesitan filósofos que se atrevan a hacer esta tarea
ardua. Las categorías de la metafísica son falsaciones útiles para ordenar y
configurar el mundo. Es necesario un cambio, librarse de esos fardos. El hombre
ahora no busca los fines fuera sino
dentro de sí, en su vida, su existencia, en la vida. Es tiempo de liberarse
y no buscar redentores ni salvadores de la humanidad. El nuevo filósofo es
aquel que corre el riesgo, independiente, critico. Se puede pensar que es una
vía negativa (nihilismo) pero es todo lo opuesto, es afirmativa, es la creación
y esperanza de una nueva meta. Algo que surja de la negación del pasado.
Lo
que le preocupa a Nietzsche es que los lenguajes y conceptos tratados
anteriormente por las otras filosofías no habían dado cuenta realmente lo que
era la realidad, este los sobrepasaba. El lenguaje no tiene correspondencia
directa con la realidad, no puede tenerla, no le alcanza. Lo que hace el filósofo
del martillo es que el lenguaje se vuelva estético, se convierta en
metáfora. Lo que le molesta a Nietzsche
es que se crea que el lenguaje que se venía usando en la filosofía era el
adecuado para conocer la realidad y llegar al conocimiento, y en su texto “ sobre verdad y mentira en sentido
extramoral” da cuenta de esto, ¿cómo sabemos realmente que una verdad es
tal? Llegando a la concepción que realmente no sabemos que es la verdad, estas
son mentiras que con el tiempo se llegaron a convertir en verdades aceptadas,
en creencias que no se cuestionan y por tanto no son fiables ni un ápice. Por
eso tanta insistencia en su método genealógico. Lo que hace es dar cuenta y
señalar que el pensamiento conceptual se basa en operaciones falsarias, en
operaciones que no corresponden con la realidad. Nietzsche rechaza de manera categoría que tanto la ciencia
sea garante de la verdad y que la metafísica trascendente sea el único
fundamento de la realidad. Esto lo lleva a afirmar un perspectivismo[i],
esto es que la verdad no puede estar aislada de una concepción del conocimiento
y de la realidad en general. El alemán
afirma la imposibilidad del conocimiento
“en sí” y denuncia la hipostatización que se hace de la realidad cuando
hablamos de sustancias, o cuando hemos denunciado algo como verdadero, de
manera convencional. Lo que debe hacer el conocimiento es estar al servicio de
la vida (sentimiento de la tierra) y crear aquellas formas que permitan la
manifestación de nuevas formas vitales. El conocimiento no es más que una
continua elaboración de perspectivas.
Adaequatio
El
concepto de Adaequatio es el más
aceptado en la tradición filosófica. Y precisamente ese tipo de entender la
verdad ha llegado hasta nuestros días y se presenta generalmente como la
rectora de cualquier epistemología actual. Martín Heidegger nos señala que esta concepción de
verdad como adecuación o concordancia
está presente desde el propio Aristóteles, puesto que afirma que la verdad se da en el juicio. Esto lo
podemos constatar al adéntranos al estudio del famoso Organon. Otra cosa que no
puede dejarse de lado es que “el lugar de la verdad” está en el juicio. Esto
viene a reforzar la idea de verdad como concordancia. Aquí un ejemplo.
· “La
pluma del escritorio es de color negra” (ideal) Frase que puede ser pronunciada a o escrita
por cualquiera.
· “La
pluma que está en el escritorio es realmente de color negra” (real) Confirmación
de la frase antes dicha en la realidad. Con lo cual se da por entendido que “hay
verdad”.
Tanto
Sto. Tomás de Aquino como Avicena tomaban los términos correspondentia y convenientia para expresar adaequatio. El problema en entender la verdad como
concordancia es el siguiente. La concordancia supone dos regiones
diferentes, por un lado esta lo ideal
que sería el enunciado y lo real que
sería en este caso el ente que se da en la realidad. Al hacer esto se está
fragmentando la realidad con la cual se pierde toda conexión de las dos partes.
¿Cómo es que se pueden conectar dos regiones tan diferentes? “lo erróneo de estos planteamientos consiste en que ambos se parte de una separación ontológicamente no
aclarada de lo <real> (objeto) y lo <ideal> (sujeto)”[3] se
ha divido desde los inicios de la filosofía al mundo en dos,[4]
razón por la cual el problema de la
verdad es mucho mayor. Para Heidegger no hay dos mundos, sino uno solo, por eso habla
de un ser-en-el-mundo.
La
misma filosofía ha roto esa relación del ser
y verdad, la ha cercenado
radicalmente, es por eso que para Heidegger
es necesario replantear una forma nueva de entender la verdad y el ser.
Ahora
bien, en la filosofía la verdad se ha entendido como Adeaquatio, con ello se ha tratado de resolver el problema pero
esto ha acarreado más dudas que respuestas. En la “esencia de la verdad”, Heidegger aborda el tema de manera muy
aguda. Dice: “Un enunciado es verdadero cuando lo que significa y dice coincide con la
cosa sobre la que enuncia algo. También en estos casos decimos que concuerda[5]”. Esta es la concepción corriente que se tiene de la verdad, que el
enunciado debe adecuarse a la cosa. ¿Por qué ha sido esto así? “Al contrario, lo que ocurre es que
intellectus y res se piensan de modo distinto en cada caso. Para darnos cuenta
de esto tendremos que devolver la formulación habitual del concepto de verdad a
su origen más próximo (el medieval). La veritas entendida como adaequatio rei
ad intellectum no significa todavía lo que más tarde será la idea trascendental
de Kant”[6] El
análisis que hace de la cuestión de la verdad como Adaequatio, es primordial para entender después el planteamiento de
la Alétheia como verdad que es
des-ocultación. Primero, porque la noción que viene permeando de la verdad como
concordancia es insuficiente para poder tratar el problema del ser, así como
del ente. El ser en la metafísica tradicional se venía identificando con la ousia, lo que es la esencia, que hace
que algo sea, el ente va tener una ousia
esta forma de pensar la tradición va hacer que la metafísica vaya por otro
camino. Es decir, confundir el ser con
el ente, es lo que se llamaría el olvido
del ser.
La
verdad entendida como Adaequatio es
la noción que tiene la gente común. Cuando vemos una hoja blanca, la usamos
para escribir, para doblarla, tal vez para hacer origami; no se reflexiona sobre si es verdaderamente blanca o no.
Solo se sabe que es una hoja blanca. Cuando alguien dice, “pásame la hoja
blanca que está en el escritorio”; rápidamente a través de nuestro
entendimiento captamos la frase y buscamos la correspondencia de ese juicio con
la realidad, vemos efectivamente que la hoja blanca se encuentra en el
escritorio, por lo que vamos hacia ella, la tomamos y se la pasamos a quien nos
la haya pedido. No hay problema en entender esta forma de verdad por
concordancia. Es decir, la hoja blanca (como frase) tiene una adecuación con la
realidad[7] (hoja
blanca) no habiendo más problema para entenderla y ejecutar la acción que se nos pide. Esto es
muy fácil en la vida cotidiana. Es lo que llama la comprensión pre-ontológica.
En
su libro Ser y Tiempo, Heidegger entra a la cuestión de
analizar la verdad como concordancia. Lo
que hace aquí es indagar sobre los fundamentos de esa “supuesta” concordancia. “Preguntamos ahora por los fundamentos de
esta “relación” ¿qué hay dado por supuesto tácitamente en el conjunto
adaequatio intellectus et rei? ¿Qué carácter ontológico tiene lo dado por
supuesto? Esto es: lo dado por supuesto, que es la idea de que la verdad es la
concordancia del conocimiento con su objeto” [8].
No hay nada que concuerde, siendo
dos cosas tan diferentes, ahí es donde está el punto clave de la
interrogación de Heidegger, la
supuesta concordancia entre dos cosas tan distintas por un lado, y por otro,
evidenciar la relación entre un sujeto
cognoscente y un objeto que conoce. Pero ¿qué pasa cuándo lo que se nos pide no es la
hoja blanca sino entender el <ser>?.
Ahí es donde hay problemas. En la filosofía se identificó el ser como ente [9].
La pregunta por el ser en Heidegger nos va llevar ya no a una
metafísica como se entiende en la tradición filosófica, sino a formular una
ontología porque ahí es donde se puede captar realmente el ser del ente. Y a través de la Alétheia es como se puede acceder al
ser efectivamente.
Alétheia
La filosofía en su devenir histórico ha tratado de alcanzar la verdad y conformar el
conocimiento. Desde los griegos hasta llegar a René Descartes o Immanuel Kant. Martín Heidegger
nos propone un modo diferente de pensar el tema. La fenomenología[10],
en donde se enmarca este filósofo, es aquella que trata de mostrar los
fenómenos, estos son los que se presentan en el mundo. Remitiendo a los griegos lo que se presentan en el mundo
son los entes, es decir, ta onta. Y lo
que se encarga la fenomenología es sacar a la luz los entes. Con el pensador
alemán la cuestión de la verdad va girar por otro lado. No va entender
aquella como la adecuación del intelecto
con la cosa, es decir como Adaequatio,
cuestión muy difundida entre la filosofía y que tuvo su auge con la filosofía
escolástica. Ese no es el modo en que Heidegger
va entender la verdad. ¿Entonces cómo la
entiende?
Para él va ser algo que los griegos llamarón Alétheia. Un desocultamiento. La filosofía había estado hablando del ser y del ente confundiendo los
términos. Ahora hay que reformular la pregunta por el ser para que no se vuelva
a confundir y a errar el camino. Hay que volver hacer la pregunta por el einai, es decir, tí tó einai ¿qué es el ser? Y no por el ente, tí to on ¿qué es el ente?, para poder responder a esta
pregunta se tiene que enunciar brevemente los malentendidos que se ha generado
con respecto a esto. Y no caer en lo Heidegger
llama el olvido del ser.
Se ha mal entendido la pregunta por el <ser>
por tres razones: A) se ha tomado al <ser> como el más universal de los
conceptos. Por lo que al hablar de ser muchas veces se confunde con el ente. De
manera que se quiere indagar qué es el ser por otra vía, no de la forma en que
la metafísica ha venido haciéndolo. B) pensar que el concepto de <ser> es
indefinible. Esto ha causado problemas para pensarlo y para preguntarse por el
mismo. Heidegger quiere aclarar lo
que es <ser>. C) se ha tomado al
<ser> como el más comprensible de todos los conceptos. Si es bien cierto
que <ser> no es el más comprensible de todos los conceptos, porque se ha
confundido ser con ente. El pensador de
la selva negra quiere saltar estos problemas y entrar a la pregunta del ser
para poder llegar también a la cuestión de la verdad como desocultamiento. El
tema del ser, la verdad y el desocultamiento lo va tratar en varios
textos. Para poder plantear la pregunta
por el <ser en general> primero se tiene que esclarecer <el ser del
mismo que hace la pregunta> el humano. El Dasein. “De esta manera el
preguntar mismo está determinado por aquello por lo cual se pregunta: el ser
humano se pregunta por el ser y se responde bajo el punto de vista de “su ser”.[11]
El hombre no es un ente solamente ahí arrojado al mundo. Sino que en su propia
forma de vida y tiene una característica peculiar, es un existente, está entre
otros entes a los cuáles puede interrogar. Los otros entes no pueden
preguntarse por su propio <ser>, solamente están dados mientras que el existente humano si puede
hacerlo. Él mismo se puede preguntar por su ser. En este preguntarse se va dar
la vida del hombre, va tener una
historia, es histórico, y en esa historia se va a desarrollar su ser. Al preguntarse el hombre por su ser se está
dando una forma de descubrir el ser del ente, es estar en un estado de
iluminación. El estar existiendo en el mundo hace que el Dasein se pregunte por su <ser en el mundo>.
En el mismo mundo el hombre se ve proyectado con
otros entes a los que interroga. Al interrogar tiene la opción de hacerlo o de no hacerlo. Tiene la posibilidad de
hacer cualquier cosa, en esa posibilidad se da cuenta de que su marco de
opciones es infinito, y una entre tantas esas opciones es la que más le llama a
pensar, la muerte. Ya que esa misma muerte es la imposibilidad de tener otras
posibilidades como existente en el mundo de los entes. Heidegger trata de liberarse
de lo que se ha llamado la <tradición
ontoteológica>[12].
Esto significa que es el supuesto de que la verdad es de algún modo cuestión de
la superación del débil por el fuerte, es decir, que las relaciones de poder
constituyen la esencia de la vida humana. En su libro: Sein und Zeit (Ser y Tiempo, publicado en 1927) Dice: “el ser (no las entidades) es algo que se
<<está ahí>> sólo en la medida en que está la verdad. Y la verdad
está sólo en la medida en que está el Dasein. Ser y Verdad <<son>>
igualmente primordiales.”[13]
Aquí Heidegger se da cuenta de
que el demostrar si hay mundo y pueda demostrar su ser, no tiene mucho
sentido. Por eso es que distingue entre
mundo como el dónde, del <estar
en> y <mundo como intramundano>, esto lo explica la analítica
existencial, es decir, descubre al Dasein
como un ente que está abierto a las cosas, definido por su <<estar en el
mundo>> como un ente que trasciende de sí. Esto quiere decir que el
hombre no es algo ajeno al mundo sino que es <alg>> que está dado con
él. Pues la verdad es primariamente
descubrimiento del ser en sí mismo. Y este descubrimiento sólo es posible como
fundado en el <estar en el mundo>, lo que lleva a que sea el fundamento
ontológico de la verdad que aparece en la base misma del Dasein.
Cuando dice <sólo hay verdad en cuanto y mientras hay existir> quiere
decir que el ente solo está descubierto y abierto cuando y mientras existe. Las
leyes de gravedad o cualquier otra, sólo
son verdaderas mientras hay existir del ente. Antes ni después no hay verdad ni
falsedad. Pues, cualquier ley resulta verdadera cuando hay un ente que las haga
existir y las haga accesibles. Eso no
significa ni psicologismo ni subjetivismo.
Y la verdad coincide con el ser, ya que solo hay ser cuando hay verdad,
y verdad mientras hay existir, por tanto la verdad
y ser son originarios. Ahora bien, cuando se pregunta por el <ser> y
apunta este <olvido del ser> afirma que desde los inicios de la filosofía
se ha tendido esta pregunta, pero pocos han tratado de responderla, siempre se
han fijado más en el ente, en los accidentes de éste y de su existencia en el mundo,
pero realmente en el <ser> como tal
se ha generado un descuido lo que ha creado muchas confusiones entre
algunos filósofos. Para el alemán, lo
primordial para poder empezar a entender la filosofía es aclarar el problema
del Ser, y como bien se sabe, Ser no es lo mismo que ente. Desde el Estagirita –Aristóteles- el <ser>
se ha tomado como lo más universal[14],
y se entiende que <ser> es el concepto más comprensible y evidente, pues
cuando decimos “el pasto es verde”, “la casa es bonita”, “yo soy
estudiante”, esto es en uso cotidiano, aunque realmente entendemos lo que
quiere decir tales oraciones no llegamos a comprender realmente y de fondo lo
que el <ser> es con su relación
con el ente. Por eso es que afirma Heidegger
que: <toda ontología es ciega si no explica primero suficientemente el
sentido del ser y comprende esta explicación como su tema fundamental> y
para poder entender el ser y su relación con el ente. El usar el término Alétheia no es por gusto retórico, sino
porque ve en ello una forma en que realmente se puede captar lo que quiere
decir. El término remite a lo no-encubierto, lo descubierto. Aquello que se
oculta y que se des-oculta.
El propio <ser> se oculta y en ese ocultarse
hay que estar atentos para poder captarlo. Ese ocultamiento es denominado por Heidegger el misterio (Geheimnis). Ahora bien, si se ve desde la perspectiva de
la verdad el ocultamiento del ente es la no verdad. Pero esto no se puede tomar
como negativo, sino como un estado previo al ser, solamente que está oculto.
Para que esto oculto no caiga en el olvido no hay que dejar de pensar el ser,
porque si se deja de pensar en ello y se atiende solo a las apariencias del
ente, se cae en el radical olvido del misterio. Lo que tanto busca Heidegger es hacer un cambio en el pensamiento de la tradición para
pensar el ser, más que el ente. Superar la metafísica y hacer una ontología que libre los males entendidos
desde la metafísica tradicional que confundió el ser con el ente. “Pensar el
ser mismo significa buscar una forma de expresar el espacio de iluminación
(lichtung) por sí mismo, en su propia esencia (en su ocultarse-desocultarse)”
Para terminar hay que recapitular de manera breve.
El concepto de verdad en la tradición ha estado marcado por la verdad por
correspondencia o Adaequatio. La Adaequatio no es simplemente un problema
que no se haya resuelto en la historia de la filosofía, sino es ella misma la
historia de la filosofía ya que sobre ella se han fincado muchas de las veces
sistemas filosóficos enteros. La misma epistemología ha hecho uso de esa forma
de ver el mundo. La propia ciencia ha
adoptado tal forma de verdad, haciéndola consistir en su corpus. Es bien sabido que la ciencia trabaja sobre contrastación
de teorías con hechos. La verdad por
correspondencia o concordancia ha llegado a su cúspide en la humanidad. Si bien
en las ciencias muchas cosas son benéficas para la humanidad quedan algunos
problemas por resolver. Los positivistas lógicos se enfrentaban ellos mismos a
problemas en su campo de acción. La ciencia trabaja con términos empíricos pero
también con términos teóricos, muchos de los cuales no tienen contrastación en
la realidad. Términos como: gen, átomo, fuerza, aceleración, etc. Todos estos
términos son incontrastastables en la realidad. Ahí un primer problema que se
enfrentan los científicos. Aunque estos ya habían sido señalados de alguna
manera por David Hume, al poner el
ejemplo famoso del pegasso o de la montaña de oro, diciendo que esos términos
eran invención de la conjunción de dos términos con lo cual se formaban uno más
complejo. Por su Parte D. Shapere en
su texto “los problemas de los términos teóricos”
apuntaba también el mismo problema pero desde otro ángulo de visión. Decía que
si la ciencia trata con teorías que deben ser contrastables y desecha lo que no se puede contrastar,
¿cómo es que en las teorías científicas podían existir términos que no tenían referente en la realidad? Con
lo cual ciertas teorías quedaban descalificadas. Como se puede hacer notar la ciencia trabaja
bajo la forma de la verdad como Adaequatio
y aunque ella ha hecho avanzar el
conocimiento de la realidad, también se
enfrenta con problemas.
Por el otro lado la verdad entendida como Alétheia, cosa que propone Martín Heidegger es de llamar la
atención. Con esta nueva forma de entender la realidad se nos abre un nuevo
panorama para interpretar el mundo en que nos movemos. Para empezar, es difícil
entender los términos que Heidegger
maneja en sus textos, porque todos están cargados ya de una tradición en donde
el hablar del <ser> nos remite directamente a Aristóteles[15].
Si bien el <ser> se había identificado con el ente por una extraña razón,
lo que quiere hacer el alemán es tratar de cambiar eso, no hay que confundir
ser y ente, no son la misma cosa. Por eso acusa a la metafísica que ha
confundido los términos y no ha llevado a buen término la filosofía en su
búsqueda por la verdad.
Esta forma
de entender la Alétheia como ese
ocultamiento y des- ocultamiento del
ser del ente. La fenomenología
heideggeriana se abre paso para interrogar los fenómenos que aparecen. Los
inquiere y además los trata de des-ocultar en ese tan complicado ocultar- desocultar en que se va dando
el ser. Lo que lo lleva a un estado de iluminación cuando puede acceder al ser
del ente. La verdad como Alétheia
acontece, según Heidegger, en varias
formas. En una primera forma sería en el Dasein
cuando se abre ante el mundo, se interroga a sí mismo como arrojado al mundo y
se da cuenta de que puede preguntarse sobre <su ser en el mundo>, también
en la misma obra de arte[16]
nos remite a que la verdad se revela como des-cultamiento del ser, en ese ente
singular que es la obra de arte se revela el ser del ente con lo que hay
apertura para la verdad del ente. La
nueva forma que propone Heidegger
viene de una fenomenología que va propugnar por una superación de la metafísica para poder hacer una ontología hermenéutica
con la cual se puede acceder a esta nueva forma de ver la verdad. Entonces creo
que sí es posible preguntarse por el ser en la filosofía actual ante la
presunta “muerte de la verdad”, claro que el tema tiene que ser más extenso,
analítico y crítico.
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Xavier (2008), Sobre la esencia (segunda edición), España, Alianza y Fundación
Xavier Zubiri
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Zubiri,
Xavier, (1995), Los problemas fundamentales de la metafísica occidental,
España, Alianza- fundación Xavier Zubiri
· Zubiri, Xavier,
(2006), Inteligencia y realidad,
España, Alianza y Fundación
Xavier Zubiri
· Xolocotzi,
Ángel, Facetas Heideggerianas, Los libros de Homero,México
[1] Aunque
Martín Heidegger va tomar esta definición y la va cuestionar hasta sus últimas
consecuencias, de ello sacará otra forma de entender la verdad, es decir, la
Alétheia.
[2] Heidegger va
cuestionar esta forma y decir que la metafísica ha impuesto esta forma de
entender el mundo, con lo que la verdad como concordancia ha tenido que lidiar.
Va proponer otra forma de entender, sin dualismos y se querer llegar a superar
esto a través de la ontología.
[3] Rivero,
Paulina, Alétheia, la verdad originaria, pág., 88
[4] Heidegger
muy aguzadamente advirtió esta problemática y trató de resolverlas dejando de
lado la metafísica para pugnar por una ontología. También su alumno Xavier
Zubiri tratará el tema del dualismo metafísico y será punto nodal en su
filosofía de la nooología.
[7] El problema
de la realidad se ha tratado poco en la historia de la filosofía. Si bien como
se ha comentado el mundo parece estar dividió en dos esferas de las que no se
puede salir, por un lado está la res extensa, para hablar en términos de
Descartes, y por otro lado está la res cogitans, ninguna de estas dos se puede
comunicar efectivamente con la otra. Es
el problema del dualismo que no sólo permea la situación de la filosofía sino
que se va hasta la epistemología.
[9] En
ese mismo tenor Xavier Zubiri hablará de dos problemas en que ha caído la historia de la filosofía y por lo cual el
dualismo cartesiano no se ha podido romper, estos son la entificación de la
realidad y la logificación de la inteligencia. Para poder generar una pregunta
autentica por el ser y la verdad se necesita superar estos óbices.
[10] Fenomenología: Estudia los fenómenos tales como aparecen. Hacen una descripción para poder entrar en el
tema de la filosofía. Heidegger al tratar de salvar los problemas de la
tradición como metafísica va abandonar y tratar de superarla por los problemas
que presenta.
[11] Rivero, Paulina, Alétheia, la verdad originaria, pág., 59
[12] Aunque debemos entender
esto que en la metafísica occidental que ha olvidado el ser, onto es ser
pero como esencia y mundo estático, teo
es porque esa esencia está ligada a lo
divino, teleo porque el ser tiene una
finalidad puesta por dios y logia
es porque esto se capta en el concepto.
[14] Aristóteles
tratará el tema en La Metafísica y lo va desarrollar a lo largo de los XIV
libros.
[15] Aristóteles dice que el ser se dice de cuatro maneras: el ser, per se
o per accidens, según las categorías, el ser verdadero y ser falso, según la potencia y el acto. En las categorías hablara de diez, pero la
primordial sería la sustancia porque todas las demás se refieren a ella. Pone
ejemplo la sustancia hombre, con lo cual se empieza a dar el mal entendido de
ser-ente.
[16] En el texto sobre el
origen de la obra de arte, a través del análisis hermenéutico – fenomenológico
hace patente como el ser del la obra de
arte se nos presenta, en las botas del campesino que esta plasmado en el cuadro
de Van Gogh. En ellos se puede ver más que unos zapatos de campesino sino el
propio acontecer del ser revelándose a través de la obra de arte, con lo que
indica que en el arte hay verdad.
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