José Francisco Pomo Villaseñor
Son apenas las cuatro menos
quince de la tarde de un lunes soleado, y, caluroso del mes de mayo. Ricardo
sube con flojedad, cada uno de los escalones de la escalera que le lleva a su
salón de clases. Aun con pesadez de la digestión, y, lo complicado del trafico
para poder llegar a la facultad de filosofía, donde cursa ya el tercer semestre
de la maestría.
Como es su costumbre, es el
primero en llegar, por lo que, se dispone a acomodar los pupitres que por lo
general dejan en un complicado desorden los alumnos que cursan la licenciatura
de filosofía, en el turno matutino.
Aprovecha esos largos minutos que
le faltan al reloj para que den las cuatro de la tarde, y así seguir devorando
con avidez, el libro del Teteto de Platón que le ha recomendado el Doctor
Gonzalo, como parte de la lecturas que habrá que realizar, buscando comprender
los fundamentos de la epistemología; tema del semestre que cursa.
Poco a poco, y con relajada
parsimonia hacen su presencia en el salón de clases, los compañeros, y las
compañeras de la maestría, saludándose con emoción, y simpatía pues, dentro del
grupo se ha construido un ambiente de amistad sincera y cordial, a pesar de las
diferencias de edades, y de licenciaturas que avalan la especialidad de cada
uno.
Ricardo siempre se ha
caracterizado por una casi enfermiza y exagerada inquietud por el conocimiento
de lo absoluto, lo que le ha empujado a practicar desde su infancia la religión
judeo cristiana, las lecturas de las epopeyas que hablan de mitologías griegas,
la vida de místicos, y la, practica del yoga, del Tao te king, del budismo, del
reiki, de la Quiromancia y, sobre todo la lectura a fondo de las Upanishads, de
la Teosofía, de la magia, la astrología, ciencia ficción, ciencias como la
física, la química y múltiples tratados sobre ecología, metafísica, y
filosofía, propias, y no propias de su licenciatura en ingeniería en
comunicaciones y electrónica.
En sus últimos años han buscado
en los principios fundamentales de la filosofía, que han sido necesarios a su
infinita demanda de saberes que, le requieren las dudas que le atormenten los
porqués de su existencia, y, de la diversidad de mundos que conforman el
universo.
Es de suponer que, por malogrado
que este el intelecto de la gran mayoría de los seres humanos, no esta de dudarse
que aunque sea por breves momentos de nuestra existencia, a todos nos ha
asaltado la duda existencial, el fenómeno de la vida, y de la muerte, y, el
hacia donde vamos después de esta ultima; situación que han venido aprovechando
las múltiples religiones, grupos, y sectas que pululan por todas las sociedades
del mundo donde estamos viviendo.
Pero el interés despertado de Ricardo
por todas estas interrogantes, le han dado motivos para buscar en la filosofía,
el poder responderse todos estos cuestionamientos, o por lo menos el intentar a
través de la metafísica encontrar una respuesta diáfana, sin hacer a un lado la
racionalidad de las deducciones –si es que las hay-, razón, por la que está
cursando una maestría pues, sabe que en el fondo esta filosofía perenne esta
muy ligada con el pensamiento antiguo de las grandes disciplinas del
conocimiento, incluyéndose para si, como ultimo camino la vía mística, que le
ha asegurado a aquellos que lo han obtenido, el conocimiento del absoluto, el
principio de todo saber, y de todo entendimiento y, de todos los fenómenos
físicos y espirituales como lo experimentaron, plotino , San Juan de la Cruz,
Teresa de asbadje,……
El doctor Gonzalo un apasionado
de la metafísica por sus raíces escolásticas y cristianas es quien le ha
recomendado profundice en la filosofía perenne que representa Wilhelm Leibniz,
y su principio monadológico, tema por demás fundamental para Ricardo si, es que
porfía en el entendimiento del principio de la existencia, en la afinidades, y
en la diferencias de todos los seres vivos orgánicos, e inorgánicos en el libre
albedrío contra un destino incierto producto de la casualidad o de la causalidad,
la individuación etc. etc. Dentro de los temas que le tocan exponer al doctor
Gonzalo para los cuatro semestres de la maestría, ya se hizo referencia a los
principios fundamentales del conocimiento; se han leído a algunos de los
filósofos que representan el pensamiento griego, el escolástico, el medieval,
sin dejar a la metafísica como su base, para luego comprender a los
racionalistas como Descartes, Hume,
Kant, Hegel, representantes de la ilustración y del pensamiento moderno sin
dejar de incursionar en Heidegger, Habermas, Nietzsche, Gothe, y los pos
modernos como Lebinas, Rorty y la amplia gama de pensadores españoles….. Con
temas como el ser en el tiempo, la fenomenología del espíritu, la critica de la
razón pura, el vitalismo, la ética, sin dejar de nombrar al extraordinario
Schopenhauer.
No cabe la menor
duda de que, todos estos temas, y todos estos grandes filósofos, han puesto en
aprietos al novel filósofo quien, reconoce la sapiencia de todos y cada uno de
estos, la vida entera sacrificada por encontrar una respuesta racional a todo
fenómeno de nuestro ser, en harás de conocer el principio de toda
manifestación, y de las seguridades de nuestra existencia.
Mas sin
embargo, y, a pesar de todo este descomunal esfuerzo por exponer paso a paso, y
en forma deducible los por menores del complejo sistema del entendimiento, para
Ricardo ninguno de ellos o mas bien los pensadores racionalistas modernos y
posmodernos pertenecientes al siglo ilustrado y de la actualidad así como de
las ciencias puras del conocimiento de todo fenómeno natural se quedaban en lo
trascendental, en lo empírico en lo inherente cayendo en un circulo repetitivo
de antinomias, y, de paradojas que aunque valían por su esfuerzo --------
intelectual, no concluían mas que en supuestos devenires de un ser, sin un ser
sustentable.
Ricardo se pudo
dar cuenta que, cuando se abordaba el campo de lo moral y de la ética, se podía
contar con mas posibilidades de conocimiento del ser, y de su mundo fenoménico,
que con la lógica, las ciencias físicas, y matemáticas, y con toda esa
racionalidad enfermiza venida a menos por su reducido espacio de movilidad.
Ricardo sin
dejar su apasionada e inagotable sed de conocimiento, continua su lucha interna
por encontrarse una respuesta diáfana a su existencialidad, a lo incuestionable
de los horrores, y los sufrimientos de todos los seres vivos del microcosmos, y
del macrocosmos, sumergiéndose en las profundidades del saber a través de la
lectura de nuevos pensadores antiguos, medievales, renacentistas, modernos, y
posmodernos pues esta decidido y determinado en no cejar en su intento por
darse una respuesta como primera instancia y, darle una respuesta a los saberes
humanos incursionando en el campo de la ininteligible como segunda instancia,
todo lo relacionado con el ser, la sustancia, los principios de la
individualidad sin dejar de relacionarlo todo con lo absoluto, que se quedaron
pendientes de concluir con la monología, la armonía preestablecida, el
principio de libertad y, todos los saberes de las ciencias físico matemáticas
del mundo actual que se han venido manifestando con todos sus fundamentos para
hablar de la existencia.
Al llegar a su
hogar, una vez terminadas sus clases en la facultad de filosofía, continuando
con sus elucubraciones y, haciéndose los cuestionamientos de todos los días del
cómo, y por dónde abordar el camino del conocimiento trascendente sin caer en
las antinomias del racionalismo filosóficas obligándole a incursionar por la
vía meditativa, o, la mística que con tanto anhelo busca, pronto en cansancio
acumulado por sus actividades vigilicas, lo encaminan a incursionar por el
mundo de los sueños, y, de las experiencias oníricas, prometiéndose continuar
al día siguiente con su testaruda investigación
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