Por Héctor Martínez Domínguez
Al recibir el libro del maestro Wenceslao Vargas Márquez, inmediatamente me di a la tarea de realizar una revisión de los principales puntos clave del documento: cuarta de forros, índice pormenorizado y los títulos de cada uno de los capítulos. De esta primera ojeada a vuela pluma quedé asombrado de tres aspectos: la argumentación acerca de la pertenencia de Miguel Hidalgo a la masonería, el capítulo dedicado a ese enorme pensador mexicano nacido en Guelatao, Oaxaca, y la erudición cronológica-historiográfica con la que está sustentada la estructura de esta magna obra.
Sin duda, todos estos descubrimientos me llenaron de regocijo porque comprendí cómo el tiempo, la paciencia y la disciplina, son los mejores aliados en la construcción de una obra que explique, justifique y difunda uno de los grandes movimientos intelectuales que-si bien es cierto heredado de Europa-tuvo en México un gran impacto durante el siglo XIX y el siglo XX. Durante este periodo, podríamos afirmarlo sin mayores pretensiones, las Leyes de Reforma dictadas por Benito Juárez desde el Puerto de Veracruz el 19 de julio de 1859, tuvieron una clara y definitiva influencia debido a los principios liberales que enarbolaba desde sus orígenes la masonería.
Estos datos son muy importantes para conocer los diferentes orígenes ideológicos que contribuyeron en la configuración de la República Mexicana, sobre todo en estos momentos, porque a pesar de la gran diversidad de medios de información-donde predominan los recursos mediáticos-poco se sabe de la masonería, y menos aún se conoce acerca de sus orígenes en nuestro país. En tal sentido, debemos acudir a los antecedentes históricos europeos donde se inicia esta hermandad. Por lo que en este libro, así como en otros, habremos de encontrar datos extraordinarios, ejemplo de ello es lo que varios autores suponen en relación a la fundación de esta institución. Se dice que data del siglo XIII, cuando algunos grupos de albañiles (en francés macons) querían emanciparse de la tutela de los frailes, en especial de los benedictinos, y constituyeron gremios que llegaron a monopolizar la construcción. En estos gremios se distinguieron 3 grados: aprendices, compañeros y maestros; y para conservar secretas las técnicas del gótico, implantaron ceremonias de iniciación, probación y fidelidad. Todos eran libres y se reunían en logias, templos o talleres. A principios del siglo XIV algunos maestros alemanes fueron a Inglaterra a construir catedrales; pero los aprendices ingleses que trabajaban con ellos pronto organizaron talleres propios y de este modo aparecieron la primera Constitución de York y la Orden Fraternidad de los Libres Masones. Cien años más tarde, se importó a las islas británicas el estilo renacentista italiano, por cuya causa los talleres masónicos dedicados exclusivamente al gótico estuvieron a punto de desintegrarse. Deseosos, sin embargo, de conservar su organización, estos grupos admitieron gente rica e influyente bajo la denominación de hermanos patronos, por lo cual la masonería se llamó Fraternidad de los Masones Libres y Aceptados. Ya en el siglo XVIII, varios intelectuales y científicos crearon una orden identificada por una rosa y una cruz (los rosacruces), que incorporaron a su código principios del agnosticismo, el judaísmo y el maniqueísmo; popularizaron los símbolos de la escuadra y el compás, y la serpiente mordiéndose la cola (la humanidad sin principio ni fin), y practicaron la alquimia y la teosofía. El 24 de junio de 1717 se fusionaron las 4 logias de la Fraternidad con la Sociedad de Alquimistas y Rosacrucianos. Al conjunto se le denominó Gran Logia de Inglaterra, y se adoptó el nombre de francmasonería (de franc, libre). Con estos datos se entiende que la francmasonería (sociedad de libres constructores o constructores libres), además de ser una sociedad mutualista, era en esencia una sociedad del conocimiento, pero de un conocimiento complejo donde confluían una diversidad de saberes.
Se tiene registrado que para el solsticio de verano de 1791 se inició en la Nueva España la formación de la fraternidad, pues la Inquisición detuvo a Juan Laussel, cocinero del virrey, quien en sus confesiones afirmó que en la relojería de Juan Estrada Laroche había conocido al doctor Durrey y a los peluqueros Lulie y Du Roy, quienes participarían en estas primeras reuniones secretas. Sin embargo, se supone que coincidiendo con el gobierno del virrey segundo conde de Revillagigedo, llegaron a la Nueva España muchos súbditos franceses, algunos huyendo de la represión contra los jacobinos. Y muchos de estos nuevos residentes habían estado previamente en Inglaterra en contacto con las logias.
A pesar de la estricta vigilancia de la Inquisición novohispana, los miembros de la fraternidad avanzaban con celeridad en los preparativos para sentar las bases de la logia, siendo de esta manera como se tiene registrado que la primera logia formal en México la fundó Enrique Muñiz en la casa número 5 de la Calle de las Ratas (ahora 73 de Bolívar), en la Ciudad de México, domicilio del Regidor Manuel Luyando. José María Mateos afirma que a ella pertenecieron, entre otros, Miguel Domínguez, esposo de Josefa Ortiz de Domínguez), Miguel Hidalgo y Costilla e Ignacio Allende; pero Luis J. Zalce, el otro tratadista de la masonería en México, niega que tal aseveración pueda ser cierta. Agustín de la Rosa, a su vez, supone que Hidalgo y Allende pudieron haber sido iniciados por el agente Octaviano D´Alvimar, fundándose en las visitas que hizo a éstos, en sus casas de Dolores y San Miguel, un misterioso visitante francés que además de pintor, se sospechaba que espiaba al gobierno novohispano para su país de origen. Sea lo que fuere, resulta obvio que en el ideario de Miguel Hidalgo se observa una influencia del pensamiento generado en la francmasonería.
Otro dato de suma importancia, es que en la capital veracruzana se fundó la primera logia de provincia en 1812 con el nombre de <<Caballeros Racionales>>, presidida por Ramón Cardeña y Gallardo. Y, posteriormente, en 1823, Guadalupe Victoria fundó en Jalapa la <<Gran Legión del Águila Negra>>, junto con el cubano Simón de Chávez.
Muchos son los datos que nos aporta el maestro Wenceslao Vargas Márquez en su libro que goza de un estupendo rigor histórico, entrando, además, a la polémica con José María Mateos, Luis J. Zalce y Agustín de la Rosa, acerca de si participó o no Miguel Hidalgo en la logia fraternal, con .lo cual contribuye a conocer las fuentes ideológicas del cura Hidalgo y por ende de la Independencia de México.
Sin duda, este libro propicia un acercamiento a las bases casi ocultas del movimiento de Independencia, así como de los correspondientes a la Reforma, a la Revolución Mexicana, e incluso del México Contemporáneo. Esperamos sea difundido con amplitud, para que las nuevas generaciones de mexicanos conozcan los orígenes de estos movimientos sin mutilaciones ni omisiones perniciosas. Enhorabuena, maestro, o como decían en la <<Gran Legión del Águila Negra>> en Jalapa, enhorabuena Varón Fuerte.
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