Gilberto Nieto Aguilar
En una ocasión dijo el
filósofo y escritor vasco Miguel de Unamuno: «Hasta un ateo necesita a Dios
para negarlo». Siempre he creído que la religión es un asunto serio,
independientemente de los manejos burocráticos y políticos del clero o de las
organizaciones religiosas de cualquier índole. El sentido religioso es otra
cosa en la vida de las personas que les ayuda a interpretar y desentrañar sus
propias vidas.
Proclama Timothy
Keller, pastor, teólogo y apologeta presbiteriano norteamericano, que la
mayoría de las personas de la cultura occidental cree que existe un Dios con el
que se puede relacionar, acudiendo a la esencia que de él emana, en un acto
sincero y profundo de fe. Reconoce que todo ello lo puede guiar a un
mejoramiento moral y a una sensación más agradable para disfrutar la vida.
Leyendo el mensaje de
Juan Pablo II sobre el libro “Física, Filosofía y Teología”, compilado por Robert
J. Russell y otros, que de alguna manera inspira el presente artículo, sobre la
ciencia, la filosofía y la religión que, aunque autónomas en sus métodos,
pueden coincidir en una búsqueda en común, y ser complementarias en tanto que
son componentes esenciales de toda cultura, llamadas a un diálogo responsable y
no a la exclusión.
Desde los últimos años
del siglo XX, se ha podido observar que la relación entre ciencia y religión
convoca a un número cada vez mayor de interlocutores científicos, filósofos y
teólogos en congresos, seminarios, cursos y en la publicación de artículos y
libros que hoy en el internet se propagan en todas direcciones traducidos a un
sinfín de idiomas y que enriquecen el debate entre los científicos, los
teólogos reformadores y la Iglesia Católica.
Muchos escépticos
desconfían no solo de la religión, sino también de la ciencia y de los sistemas
filosóficos que el hombre ha creado con los años y que «nos lleva a
confrontarnos en las fronteras del misterio del cual Einstein se refirió como
“la sensación fundamental que está al costado de la cuna del verdadero arte y
la verdadera ciencia” y [ ] de la
verdadera metafísica y la verdadera religión» dijo Juan Pablo II, en la
conferencia “El problema del cosmos” en honor del primer centenario del
nacimiento de Albert Einstein.
La ciencia, la
filosofía y la religión, forjan la construcción de sistemas de pensamiento que
influyen dentro del devenir de la historia social de la humanidad y en las
culturas de todos los espacios y tiempos. Las tres disciplinas pueden parecer
contrapuestas, pero en realidad se yuxtaponen y hasta se complementan en la
edificación de las estructuras del pensamiento y en la interpretación de las
formas de vida.
Son un triángulo
armónico compatible y necesario para reestablecer una etapa histórica semejante
a un nuevo renacimiento, “con tres componentes altamente simbióticos entre sí:
la dimensión espiritual de la vida humana, la búsqueda objetiva de la verdad y
la existencia de valores éticos al servicio de la humanidad” (su relación desde
M. Artigas y A. Koyré. Tusa Jumbo, F.; Briceño Castillo, X., y Tusa Jumbo, E., 2019).
Sin que sea el centro
del debate, en una ocasión Mario Vargas Llosa, escritor peruano y Premio Nobel
de Literatura 2010, manifestó: «…soy…alguien que se declara perplejo, incapaz
de creer que Dios exista o que Dios no exista».
gnietoa@hotmail.com
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