Javier Ortiz Aguilar
LA OVEJA NEGRA
“En un
lejano país existió hace muchos años una Oveja Negra. Fue fusilada. Un siglo
después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy
bien en el parque. Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras
eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de
ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.”
Augusto Monterroso
A
Braulio Ortiz Candanedo.
Durante la llamada “expansión de Europa”, en los siglos
XV, XVI, XVII y XVIII, Mesoamérica ingresa al mundo occidental, gracias al
descubrimiento o invención de América, la conquista y la colonización. Estos
conceptos acuñados a estos acontecimientos, que más que describir, confunden, e impiden comprender un proceso que aporta la vía que
conduce a Europa y al mundo descubierto a transitar hacia la modernidad.
Desde
otra perspectiva, Marx y Engels, escriben una tesis en el Manifiesto del
Partido Comunista: que este proceso clausura las historias regionales para
transformarse en Historia Universal. Lo
“exótico” de la periferia, viene a formar parte del consumo de los países
desarrollados. Esa entidad que unifica lo diverso no es una ideología, sino el resultado
de la práctica del capitalismo mercantil, que busca metales preciosos para
financiar la investigación científica vinculada a la producción. Gracias a esa
primera acumulación de capital, son posibles las revoluciones industriales.
Desde
las primeras décadas de la colonización en África, Asia y América, la unidad de
los procesos el mundo moderno no significa homogeneidad, por lo contrario, la
heterogeneidad, producto de las tradiciones se acentúa en todos los niveles de
la existencia social; hay un mundo complejo, gracias a las distintas formas de
aculturación y un desarrollo histórico desigual y combinado. En otras palabras
el mundo desarrollado coexiste con un mundo precapitalista y, en el mundo
colonizado. Al interior del espacio colonizado el sistema mundial se reproduce:
existen polos de desarrollo envueltos en ámbitos marginados.
La
primera Revolución Industrial exige una reforma en las relaciones entre el
mundo desarrollado y el mundo periférico. Esa reforma exige la independencia de
las colonias con el fin de instituir los estados nacionales como formas
políticas que garanticen la eficacia de las modernas relaciones
internacionales.
1. La
dependencia ideológica.
El proceso de integración
de Mesoamérica al mundo racional es un
camino complejo. Por un lado el proceso de aculturación no es del todo
pacífico; por el contrario, viene acompañado por una gama de violencia, acorde
con la respuesta indígena. Un dato es revelador: en el siglo XVII, la población
indígena disminuye el 90%, gracias a la guerra, las enfermedades traídas por
los conquistadores, los suicidios individuales y colectivos, etc. Si bien es de
lamentarse esta situación, lo más grave fue la dependencia ideológica a la que
quedan sometidos criollos, mestizos e indígenas.
La expresión: “Europa es el alfa y el omega de la
historia” significa que en el planeta existe Europa y comunidades sin historia.
De ahí que Europa no es una cultura, sino la cultura, que crea inventa
la naturaleza humana de los pueblos
conquistados, y en consecuencia, determina la realidad de su pasado y sus
proyectos históricos. Esta es la legitimación de la conquista; España incorpora a los pueblos mesoamericanos
a la historia, es decir al reino de la libertad.
Por ello entre
los precursores de la Independencia de México, existen dos proyectos que
orientan la insurgencia: los continuadores de la escolástica tardía de España y
los seguidores de las ideas que sustentan la Revolución Francesa. El desarrollo
desigual y las divisiones internas en la insurgencia impiden cumplir el
proyecto de la emancipación. Sucede lo mismo con el movimiento de Reforma y la
Revolución Mexicana. Quedando un rezago y una deuda histórica para las
generaciones del siglo XXI.
2. Proyectos
sociales alternativos.
La Revolución Francesa y la Revolución Industrial inglesa
transforman radicalmente la vida en todo el orbe. La nueva sociedad recibe dos
proyectos: la democracia burguesa, y dos variantes de un proyecto de revolución
social; el anarquismo y el comunismo.
Los términos anarquismo
y comunismo, se incorporan al
lenguaje político en 1830. Pero no solo hay un enriquecimiento del léxico, sino
también encuentran dos movimientos emblemáticos: el legendario movimiento
luddista, que surgió gracias al desempleo de trabajadores de las fábricas,
gracias a la incorporación de las máquinas y la Comuna de Paris, que da paso a
la fundación del Partido Comunista y la Primera Internacional Comunista.
El
anarquismo y el comunismo, en lo substancial, persiguen lo mismo: una sociedad
libre de fuerzas externas al hombre. No obstante sus profundas diferencias residen en la estrategia.
En Europa el pensamiento anarquista va construyéndose con
los textos de Pedro Kropotkin, Eliseo Reclus, Rudolph Roker, Max Netlau, Mijail Bakunin, Pierre-Joseph Proudon, entre
otros. El comunismo adquiere identidad
con la fundación de la Primera Internacional Comunista. Desde el inicio del
Manifiesto del Partido Comunista, escriben sus autores, Carlos Marx y Federico
Engels, la finalidad y estrategias de la organización internacional, con el fin
de mostrar su concepción que evite las confusiones.
Ya en
los albores del siglo XX, el Papa León XIII, promulga el 15 de mayo de 1891, la
primera encíclica social denominada Rerum Novarum.[i]
El
documento guía contiene tres puntos fundamentales: 1. Crítica a la situación de
la clase obrera. 2. Establecer un proyecto de desarrollo justo entre la Iglesia
Católica, el estado y la clase obrera, fundado en el respeto a la propiedad
privada y la conciliación entre estado e Iglesia.
3.
El contexto nacional.
La situación de México desde los últimos años del siglo
XIX estaba cargado de contradicciones significativas, en primer lugar el
conflicto Iglesia y Estado, heredado de la reforma juarista, la división del
partido liberal, gracias a la rebelión de Porfirio Díaz contra el presidente
Juárez y el presidente Lerdo. La división se incrementa por la política de
conciliación que inicia el estado con la Iglesia.
“Porfirio
Díaz (afirma Loris Zanatta) volvió a pacificar el país para explotar a pleno
las oportunidades de progreso económico ofrecidas por la rápida apertura de los
mercados. Para hacerlo, suturó las relaciones con la iglesia y se ganó el apoyo
de los grandes terratenientes, beneficiados por el despegue de las
exportaciones y por las tierras sustraídas a las comunidades indias, contra las
cuales -como contra las primeras agitaciones anarquistas en las minas. Díaz no
titubeó en usar la fuerza, aunque la represión no fue el único instrumento de
su gobierno, para el cual empleó en abundancia también métodos bien probados:
las redes familiares y territoriales.[ii]
Por otra parte existe una lucha heroica de grupos
indígenas y campesinos contra los cacicazgos porfiristas. Si bien estos fueron
derrotados y las poblaciones insurrectas prácticamente exterminadas. El
antecedente inmediato reside en la acción de Plontino Constantino Rodankanaty,
médico griego, refugiado en Chalco, en los tiempos de la República Restaurada,
(1861-1886). Él escribe dos Cartillas Socialistas y funda una
organización de carácter socialista que publica textos anarquistas y el Manifiesto del Partido Comunista.
Julio Chávez López, seguidor de las ideas de Rodankanaty, dirige en la región
un movimiento campesino. Posteriormente los levantamientos campesinos surgen y
se derrotan con relativa facilidad.
La crisis política y social se acelera con las
declaraciones de Paris del Obispo de San Luis Potosí, Ignacio Montes de Oca y
Obregón, conocido en el mundo de las letras como Ipandro Icaico. Las
declaraciones en resumen consisten: que México está gobernado por un hombre sabio, pues conserva
las Leyes de Reforma pero no las aplicaba. Este estilo de gobernar establecía
una política de conciliación entre Estado e Iglesia. Las declaraciones son
publicadas en el periódico potosino El
Estandarte, el 7 de agosto de 1900.
Camilo Arriaga, descendiente de Ponciano Arriaga, diputado
en el Congreso Constituyente de 1856-1857, en unión de liberales potosinos,
planean la organización del Partido Liberal, fundando clubes liberales en toda la República, y posteriormente
convocarlos a un Congreso en el Teatro de la Paz en San Luis Potosí. Su
objetivo consiste en transformar unificar los movimientos locales a través de
una organización de carácter nacional.
El primer Congreso del Partido Liberal se celebra en la
simbólica fecha del 5 de febrero de 1901, aniversario de la Constitución
Política de 1857, En este Congreso se encuentra Camilo con Ricardo Flores
Magón. Sus correligionarios afirman que Camilo compartió la literatura
anarquista traída de Paris, con los liberales más radicales, Incluso Ricardo
afirma que aquí asume como guía estas tesis
Si bien Ricardo asume con toda la convicción el
anarquismo desde 1903, los giros que da en la teoría y práctica no son voluntaristas
sino producto de su percepción de los tiempos. Primero combate las injusticias
del porfirismo, por pensar que éstas son las condicionantes de la dictadura. Con la fundación del Partido
Liberal centra su ataque a la figura del dictador, Después de la represión de
los asistentes del Segundo Congreso Liberal celebrado el 1902, su exilio a los
Estados Unidos, y sus discrepancias con Camilo Arriaga, funda formalmente el primer partido político
en México, con el fin de dirigir los cambios democráticos y con justicia social.
EL Manifiesto del Partido Liberal de 1 de julio de 1906, ofrece los fundamentos
y los objetivos del partido depurado; pero el triunfo del movimiento de
Francisco I. Madero, obliga a mantenerse como alternativa ante un nuevo sistema
que no cambia las bases del autoritarismo porfirista. Por ello es dable
sostener que el Manifiesto del Partido Liberal del 23 de septiembre de 1911, es un posicionamiento ante Los Tratados
de Ciudad Juárez. Reducido a prisión, renuncia a toda actividad política para
dedicarse a la reflexión filosófica del anarquismo. En una palabra, su postura
política responde a la dinámica social, Esta es la diferencia con el anarquismo
de su época, y las expresiones ácratas de la actualidad.
4. La
anarquía magonista.
Nuestro anarquista no sólo es reconocido por los
intelectuales y revolucionarios mexicanos de su época. John Kenneth Turner,
Alma Reed, Ethel Duffy Turner, periodistas norteamericana, Diego Abad de
Santillán, periodista español. [iii]En México, por José
Vasconcelos.[iv] En el siglo XX, en México, Eduardo Blanquel,
desde una perspectiva de la filosofía jurídica y, Gonzalo Aguirre Beltrán,
desde su concepción indigenista, estudian metódicamente el pensamiento
magonista. En los tiempos contemporáneos Abelardo Iparrea hace interesantes
hallazgos sobre este precursor de la sociedad humana.
La originalidad de
abordar el problema social y la práctica revolucionaria de Flores Magón es
criticada por los anarquistas europeos. Sólo la intervención de Kropotkin los
induce a revalorar la teoría y la acción de los revolucionarios mexicanos.[v]
Aguirre Beltrán afirma que el anarquismo es consecuencia
de la instalación del capitalismo en países agrarios. Como Rusia, Italia,
España y México. Y en el caso específico de Flores Magón, está inspirado en la
idealización romántica de la cultura indígena de Oaxaca. En esta cultura todo
es armonía, igualdad y justicia.
El fundamento del anarquismo magonista consiste en
afirmar categóricamente que la propiedad de la tierra y los medios de
producción capitalista determinan la existencia de la trinidad sombría: clero, gobierno y capital. Por tanto la
violencia revolucionaria al destruir la propiedad privada, eliminará en
consecuencia los aparatos de represión y opresión,
La desaparición de la subordinación política, social e
ideológica el hombre recuperara su humanidad enajenada y será autor y actor de
su historia.
La hazaña humana por excelencia es apropiarse de la
Tierra (con “T” mayúscula, para subrayar la inmanencia de lo dado por la
naturaleza). Este significado hace referencia a la comunidad, donde los hombres
comparten “sus virtudes y sus vicios”. A la patria real, dadora del verdadero
bien, y como tal debe ser compartido por todos. A diferencia de la concepción
burguesa de patria, convertida en cerco que marca los territorios del que no pueden salir los hombres enajenados.
Por ello su ideal es crear una federación de comunidades, de cultural, que
sería la patria universal libre y digna.
Ese era su sueño, pero como buen soñador fue rebasado por
los pragmáticos. Eso le escribe a su
gran amigo y camarada leal, Don Nicolás T. Bernal: “Yo quería hacer un hombre de cada animal
humano; ellos, más prácticos, han hecho un animal de cada hombre, y se han
hecho ellos mismos pastores del rebaño. Sin embargo, prefiero ser un soñador
que un hombre práctico.”[vi]
[i] Rerum novarum significa De las cosas nuevas.
[ii] Cfr.
Zanatta, Loris. Historia de América Latina. De la Colonia al siglo XXI. Bs., Siglo XXI
Editores; 2º12, 81
[iii]
Cfr. Abad de Santillán. Ricardo Flores
Magón: El apóstol de la Revolución. Bs. Terremar ediciones: 2011
[iv] Cfr.
Iparrea Salaia. Abelardo. “Un hombre
de la Revolución.” En Tlanestli
[v] Abad de Santillán. Diego. Ob. Cit. Pp108,
112
[vi] De Ricardo Flores Magón a Nicolás T.
Bernal. 30 de octubre de 1920.
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