miércoles, 3 de noviembre de 2021

ANARQUISM0 MAGONISTA: RUPTURA Y CONTINUIDAD.

 

 

Javier Ortiz Aguilar

 

LA OVEJA NEGRA

“En un lejano país existió hace muchos años una Oveja Negra. Fue fusilada. Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque. Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.”

 

Augusto Monterroso

 

A Braulio Ortiz Candanedo.

 

Durante la llamada “expansión de Europa”, en los siglos XV, XVI, XVII y XVIII, Mesoamérica ingresa al mundo occidental, gracias al descubrimiento o invención de América, la conquista y la colonización. Estos conceptos acuñados a estos acontecimientos,  que más que describir, confunden, e impiden comprender un proceso que aporta la vía que conduce a Europa y al mundo descubierto a transitar hacia  la modernidad.

            Desde otra perspectiva, Marx y Engels, escriben una tesis en el Manifiesto del Partido Comunista: que este proceso clausura las historias regionales para transformarse en Historia Universal. Lo “exótico” de la periferia, viene a formar parte del consumo de los países desarrollados. Esa entidad que unifica lo diverso no es una ideología, sino el resultado de la práctica del capitalismo mercantil, que busca metales preciosos para financiar la investigación científica vinculada a la producción. Gracias a esa primera acumulación de capital, son posibles las revoluciones industriales.

            Desde las primeras décadas de la colonización en África, Asia y América, la unidad de los procesos el mundo moderno no significa homogeneidad, por lo contrario, la heterogeneidad, producto de las tradiciones se acentúa en todos los niveles de la existencia social; hay un mundo complejo, gracias a las distintas formas de aculturación y un desarrollo histórico desigual y combinado. En otras palabras el mundo desarrollado coexiste con un mundo precapitalista y, en el mundo colonizado. Al interior del espacio colonizado el sistema mundial se reproduce: existen polos de desarrollo envueltos en ámbitos marginados.

            La primera Revolución Industrial exige una reforma en las relaciones entre el mundo desarrollado y el mundo periférico. Esa reforma exige la independencia de las colonias con el fin de instituir los estados nacionales como formas políticas que garanticen la eficacia de las modernas relaciones internacionales.

 

1.    La dependencia ideológica.

 

El proceso de  integración  de Mesoamérica al mundo racional es un camino complejo. Por un lado el proceso de aculturación no es del todo pacífico; por el contrario, viene acompañado por una gama de violencia, acorde con la respuesta indígena. Un dato es revelador: en el siglo XVII, la población indígena disminuye el 90%, gracias a la guerra, las enfermedades traídas por los conquistadores, los suicidios individuales y colectivos, etc. Si bien es de lamentarse esta situación, lo más grave fue la dependencia ideológica a la que quedan sometidos criollos, mestizos e indígenas.

La expresión: “Europa es el alfa y el omega de la historia” significa que en el planeta existe Europa y comunidades sin historia. De ahí que Europa no es una cultura, sino la cultura, que crea inventa la naturaleza humana  de los pueblos conquistados, y en consecuencia, determina la realidad de su pasado y sus proyectos históricos. Esta es la legitimación de la conquista;  España incorpora a los pueblos mesoamericanos a la historia, es decir al reino de la libertad.

      Por ello entre los precursores de la Independencia de México, existen dos proyectos que orientan la insurgencia: los continuadores de la escolástica tardía de España y los seguidores de las ideas que sustentan la Revolución Francesa. El desarrollo desigual y las divisiones internas en la insurgencia impiden cumplir el proyecto de la emancipación. Sucede lo mismo con el movimiento de Reforma y la Revolución Mexicana. Quedando un rezago y una deuda histórica para las generaciones del siglo XXI.

 

2.    Proyectos sociales alternativos.

 

La Revolución Francesa y la Revolución Industrial inglesa transforman radicalmente la vida en todo el orbe. La nueva sociedad recibe dos proyectos: la democracia burguesa, y dos variantes de un proyecto de revolución social; el anarquismo y el comunismo.

Los términos anarquismo y comunismo, se incorporan al lenguaje político en 1830. Pero no solo hay un enriquecimiento del léxico, sino también encuentran dos movimientos emblemáticos: el legendario movimiento luddista, que surgió gracias al desempleo de trabajadores de las fábricas, gracias a la incorporación de las máquinas y la Comuna de Paris, que da paso a la fundación del Partido Comunista y la Primera Internacional Comunista.   

            El anarquismo y el comunismo, en lo substancial, persiguen lo mismo: una sociedad libre de fuerzas externas al hombre. No obstante sus profundas diferencias  residen en la estrategia.

En Europa el pensamiento anarquista va construyéndose con los textos de Pedro Kropotkin, Eliseo Reclus, Rudolph Roker, Max Netlau,  Mijail Bakunin, Pierre-Joseph Proudon, entre otros.  El comunismo adquiere identidad con la fundación de la Primera Internacional Comunista. Desde el inicio del Manifiesto del Partido Comunista, escriben sus autores, Carlos Marx y Federico Engels, la finalidad y estrategias de la organización internacional, con el fin de mostrar su concepción que evite las confusiones.

            Ya en los albores del siglo XX, el Papa León XIII, promulga el 15 de mayo de 1891, la primera encíclica social denominada Rerum Novarum.[i]

            El documento guía contiene tres puntos fundamentales: 1. Crítica a la situación de la clase obrera. 2. Establecer un proyecto de desarrollo justo entre la Iglesia Católica, el estado y la clase obrera, fundado en el respeto a la propiedad privada y la conciliación entre estado e Iglesia.

3.            El contexto nacional.

 

La situación de México desde los últimos años del siglo XIX estaba cargado de contradicciones significativas, en primer lugar el conflicto Iglesia y Estado, heredado de la reforma juarista, la división del partido liberal, gracias a la rebelión de Porfirio Díaz contra el presidente Juárez y el presidente Lerdo. La división se incrementa por la política de conciliación que inicia el estado con la Iglesia.

“Porfirio Díaz (afirma Loris Zanatta) volvió a pacificar el país para explotar a pleno las oportunidades de progreso económico ofrecidas por la rápida apertura de los mercados. Para hacerlo, suturó las relaciones con la iglesia y se ganó el apoyo de los grandes terratenientes, beneficiados por el despegue de las exportaciones y por las tierras sustraídas a las comunidades indias, contra las cuales -como contra las primeras agitaciones anarquistas en las minas. Díaz no titubeó en usar la fuerza, aunque la represión no fue el único instrumento de su gobierno, para el cual empleó en abundancia también métodos bien probados: las redes familiares y territoriales.[ii]

Por otra parte existe una lucha heroica de grupos indígenas y campesinos contra los cacicazgos porfiristas. Si bien estos fueron derrotados y las poblaciones insurrectas prácticamente exterminadas. El antecedente inmediato reside en la acción de Plontino Constantino Rodankanaty, médico griego, refugiado en Chalco, en los tiempos de la República Restaurada, (1861-1886). Él  escribe dos Cartillas Socialistas y funda una organización de carácter socialista que publica textos anarquistas y el Manifiesto del Partido Comunista. Julio Chávez López, seguidor de las ideas de Rodankanaty, dirige en la región un movimiento campesino. Posteriormente los levantamientos campesinos surgen y se derrotan con relativa facilidad.

La crisis política y social se acelera con las declaraciones de Paris del Obispo de San Luis Potosí, Ignacio Montes de Oca y Obregón, conocido en el mundo de las letras como Ipandro Icaico. Las declaraciones en resumen consisten: que México está  gobernado por un hombre sabio, pues conserva las Leyes de Reforma pero no las aplicaba. Este estilo de gobernar establecía una política de conciliación entre Estado e Iglesia. Las declaraciones son publicadas en el periódico potosino El Estandarte, el 7 de agosto de 1900.

Camilo Arriaga, descendiente de Ponciano Arriaga, diputado en el Congreso Constituyente de 1856-1857, en unión de liberales potosinos, planean la organización del Partido Liberal, fundando clubes liberales  en toda la República, y posteriormente convocarlos a un Congreso en el Teatro de la Paz en San Luis Potosí. Su objetivo consiste en transformar unificar los movimientos locales a través de una organización de carácter nacional.

El primer Congreso del Partido Liberal se celebra en la simbólica fecha del 5 de febrero de 1901, aniversario de la Constitución Política de 1857, En este Congreso se encuentra Camilo con Ricardo Flores Magón. Sus correligionarios afirman que Camilo compartió la literatura anarquista traída de Paris, con los liberales más radicales, Incluso Ricardo afirma que aquí asume como guía estas tesis

Si bien Ricardo asume con toda la convicción el anarquismo desde 1903, los giros que da en la teoría y práctica no son voluntaristas sino producto de su percepción de los tiempos. Primero combate las injusticias del porfirismo, por pensar que éstas son las condicionantes de la  dictadura. Con la fundación del Partido Liberal centra su ataque a la figura del dictador, Después de la represión de los asistentes del Segundo Congreso Liberal celebrado el 1902, su exilio a los Estados Unidos, y sus discrepancias con Camilo Arriaga,  funda formalmente el primer partido político en México, con el fin de dirigir los cambios democráticos y con justicia social. EL Manifiesto del Partido Liberal de 1 de julio de 1906, ofrece los fundamentos y los objetivos del partido depurado; pero el triunfo del movimiento de Francisco I. Madero, obliga a mantenerse como alternativa ante un nuevo sistema que no cambia las bases del autoritarismo porfirista. Por ello es dable sostener que el Manifiesto del Partido Liberal del 23 de septiembre de  1911, es un posicionamiento ante Los Tratados de Ciudad Juárez. Reducido a prisión, renuncia a toda actividad política para dedicarse a la reflexión filosófica del anarquismo. En una palabra, su postura política responde a la dinámica social, Esta es la diferencia con el anarquismo de su época, y las expresiones ácratas de la actualidad.

 

4.    La anarquía magonista.

Nuestro anarquista no sólo es reconocido por los intelectuales y revolucionarios mexicanos de su época. John Kenneth Turner, Alma Reed, Ethel Duffy Turner, periodistas norteamericana, Diego Abad de Santillán, periodista español. [iii]En México, por José Vasconcelos.[iv]  En el siglo XX, en México, Eduardo Blanquel, desde una perspectiva de la filosofía jurídica y, Gonzalo Aguirre Beltrán, desde su concepción indigenista, estudian metódicamente el pensamiento magonista. En los tiempos contemporáneos Abelardo Iparrea hace interesantes hallazgos sobre este precursor de la sociedad humana.

 La originalidad de abordar el problema social y la práctica revolucionaria de Flores Magón es criticada por los anarquistas europeos. Sólo la intervención de Kropotkin los induce a revalorar la teoría y la acción de los revolucionarios mexicanos.[v]

Aguirre Beltrán afirma que el anarquismo es consecuencia de la instalación del capitalismo en países agrarios. Como Rusia, Italia, España y México. Y en el caso específico de Flores Magón, está inspirado en la idealización romántica de la cultura indígena de Oaxaca. En esta cultura todo es armonía, igualdad y justicia.

El fundamento del anarquismo magonista consiste en afirmar categóricamente que la propiedad de la tierra y los medios de producción capitalista determinan la existencia de la trinidad sombría: clero, gobierno y capital. Por tanto la violencia revolucionaria al destruir la propiedad privada, eliminará en consecuencia los aparatos de represión y opresión,

La desaparición de la subordinación política, social e ideológica el hombre recuperara su humanidad enajenada y será autor y actor de su historia.

La hazaña humana por excelencia es apropiarse de la Tierra (con “T” mayúscula, para subrayar la inmanencia de lo dado por la naturaleza). Este significado hace referencia a la comunidad, donde los hombres comparten “sus virtudes y sus vicios”. A la patria real, dadora del verdadero bien, y como tal debe ser compartido por todos. A diferencia de la concepción burguesa de patria, convertida en cerco que marca los  territorios  del que no pueden salir los hombres enajenados. Por ello su ideal es crear una federación de comunidades, de cultural, que sería la patria universal libre y digna.

Ese era su sueño, pero como buen soñador fue rebasado por los pragmáticos.  Eso le escribe a su gran amigo y camarada leal, Don Nicolás T. Bernal: “Yo quería hacer un hombre de cada animal humano; ellos, más prácticos, han hecho un animal de cada hombre, y se han hecho ellos mismos pastores del rebaño. Sin embargo, prefiero ser un soñador que un hombre práctico.”[vi]

 

 

 



[i] Rerum novarum significa De las cosas nuevas.

[ii] Cfr. Zanatta, Loris. Historia de América Latina. De la Colonia al siglo XXI. Bs., Siglo XXI Editores; 2º12, 81

[iii] Cfr. Abad de Santillán. Ricardo Flores Magón: El apóstol de la Revolución. Bs. Terremar ediciones: 2011

[iv] Cfr. Iparrea Salaia. Abelardo. “Un hombre de la Revolución.” En  Tlanestli

[v] Abad de Santillán. Diego. Ob. Cit. Pp108, 112

[vi] De Ricardo Flores Magón a Nicolás T. Bernal. 30 de octubre de 1920.

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