jueves, 6 de agosto de 2020

A 250 años del nacimiento de Georg Wilhelm Frederick Hegel.


 

Javier Ortiz Aguilar.

 

“Todo lo real es racional y todo lo racional es real”

                                                                                                              Hegel.

 

 

Hegel, el pensador cimero de la filosofía clásica alemana, nace en la ciudad de Stuttgart el 17 de agosto de 1770, y muere a los 61 años, víctima de una epidemia de cólera. Su producción intelectual trasciende tanto en sus seguidores como en sus críticos, No es  posible entender la teoría de la lucha de clases de Karl Marx, sin  la filosofía de la historia hegeliana. Pues en ella expone la dialéctica del amo y del esclavo, tesis central del idealista alemán. Aún el existencialismo cristiano de Kierkegaard y el existencialismo ateo de Jean Paul Sartre y  Albert Camus está el pensador a vencer. Tal parece que es el centro de la discusión filosófica en la última fase de la modernidad tardía.

 

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         Stuttgart es la ciudad más antigua de Alemania. Su antigüedad permite suponer que aquí es el espacio donde surge la nobleza alemana y los centros de educación formadora de la clase política. En este ambiente privilegiado, vive su infancia con dos influencias en la formación del filósofo alemán. La cultura griega recibida en el seno familiar, y el cristianismo en su versión luterana. Esta concepción religiosa moderna  la adquiere de manera sistemática en el Seminario de Tubinga. Incluso estudia ahí con la intención de ser pastor protestante, pero abandona ese proyecto para dedicarse a la filosofía. En toda su vida estudiantil participa en un movimiento romántico. Esta convicción persiste a lo largo de su vida. En su “Filosofía de la historia universal”, el filósofo alemán, reitera “Nada sin pasión se hace algo grande en la historia”. En conclusión, Hegel nos hereda una concepción totalizadora del hombre: un ser con naturaleza histórica y consciente de ello conquista la libertad. Este acontecimiento lo separa del reino de la naturaleza, y así  inaugura el reino de la historia. Al liberarse de a necesidad, transita de la objetividad a la subjetividad, adquiriendo en consecuencia su calidad de sujeto. En este reino, el hombre asume el papel central de su destino.

 

 

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         A los 250 años de su nacimiento del ilustre alemán, la organización social conserva reminiscencias sociales de aquella época. Esas reminiscencias pueden expresarse en pocas palabras: crisis estructural que pone en evidencia la emergencia de un nuevo mundo, Un mundo que no es un retorno a un pasado idílico, ni la realización de proyectos inconclusos de la modernidad. El orden mundial contemporáneo muestra sus contradicciones y fisuras que lo vuelven vulnerable e o impredecible a los acontecimientos. Tal parece que toda acción o declaración puede tener consecuencias incalculables; alianzas políticas inconcebibles hace una década imposibles de creerse, la violencia mundial, interna y familiar. Todo ello crea crea un clima de inseguridad y de desconfianza.

         Marx describe la transición de la sociedad alemana después de la Revolución Francesa: “Los alemanes somos contemporáneos filosóficos de los franceses, pero no lo somos históricamente”. Si esta proposición es cierta, entonces la solución es conciliar los tiempos. Dicho de otra manera, Alemania tiene la necesidad de fundar su estado nacional, instituyendo  el monopolio de la violencia legítima.

         Hegel elabora un proyecto político que se logra en los últimos años del siglo XIX. El estado nacional alemán se consolida a pesar de las derrotas y epidemias. No obstante, la herencia que Occidente recibe de este pensador entra en una novedosa crisis, cuya característica fundamental, no reside en el orden nacional, sino  la integración planetaria. Esta es la razón del agotamiento no solo es territorial, sino que alcanza otras dimensiones; desde los sucesos extraordinarios hasta la vida cotidiana, incluyendo las certezas básicas que ofrecían en décadas anteriores. Por ello es imprescindible volver a los clásicos de la ciencia social, no para cubrir de incienso a los filósofos y científicos modernos, sino para buscar en ellos las ideas que permitan construir respuestas novedosas, para responder a los problemas actuales. En este aniversario, es el tiempo de volver los ojos a Hegel. Puede consultarse, si es para principiantes, con los textos de Karl Löwitt y  Isaiah Berlin, y por supuesto los textos clásicos del pensador multicitado. Sin olvidar la tesis de que la filosofía, por principio, es la realidad-

 

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         ¿Cuándo la reflexión filosófica adquiere una significación real? Hegel responde con una expresión poética “El ave de Minerva eleva el vuelo al atardecer”. El agotamiento de la conciencia obscurece la imagen del mundo, y lleva a la incertidumbre, producto de la obsesión de no rebasar los límites. Ante la necesidad el ave de minerva, el pensamiento, aprovechando su libertad, se eleva con la finalidad de observar la crisis en su totalidad, en su movimiento contradictorio, de su génesis al desenlace.

         Joaquín Chamorro Mielke, en su estudio introductorio a la Fenomenología de espíritu, de la Editorial Gredos, concreta el contexto histórico que conmueve a Europa y que Hegel presenta su alternativa: “(…) su dialéctica especulativa pretendía dar cuenta de las transformaciones provocadas por la Revolución francesa, acontecimiento crucial que sacudió a la Europa de comienzos del siglo XIX.” Pero es necesario subrayar que su propuesta está ubicada definitivamente en el mundo temporal, por tanto, el contexto histórico no es algo externo al hombre, La historia es su creación y condición de existencia. De ahí que su propuesta la fundamenta en un proceso de construcción. Así la filosofía alemana, especialmente su fenomenología, es la culminación de la de Occidente. Si la conciencia histórica crea al hombre, y ésta reside y es Occidente, entonces, África, Asia y América Latina son pueblos sin historia- En otras palabras, los habitantes de estas regiones no alcanzan aún su condición humana a menos que reproduzcan en su pensamiento la racionalidad occidental; pues Europa es el alfa y el omega de la humanidad.

         Si bien es cierto que en el hegelianismo está de manera precisa el origen  del eurocentrismo, el culto irracional al estado nacional y el racismo. Además de ser un discurso aprovechado por el nazismo para convencer de la necesidad de perseguir al pueblo judío para llevarlo violentamente al Holocausto; pero también puede ser una vía para orientar la reflexión con el fin dar al nuevo mundo certidumbre. Sólo así tendrá sentido la conmemoración del nacimiento de un fundador del mundo moderno.

         Esta nota conmemorativa simplemente intenta destacar la necesidad de una reflexión colectiva e interdisciplinaria, para buscar una perspectiva y una  teoría que permita la construcción de una alternativa en la crisis global. Esta reflexión global e interdisciplinaria creará las condiciones para que el ave de Minerva, se eleve para aprehender en su totalidad nuestro proceso histórico, que por ahora, se oculta, imponiendo el interés por lo inmediato, olvidando el compromiso de marcar el camino de transformar el mundo a la altura del hombre.


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