Javier Ortiz Aguilar.
“Todo lo real es racional y todo lo racional es
real”
Hegel.
Hegel, el pensador cimero de la filosofía clásica
alemana, nace en la ciudad de Stuttgart el 17 de agosto de 1770, y muere a los
61 años, víctima de una epidemia de cólera. Su producción intelectual
trasciende tanto en sus seguidores como en sus críticos, No es posible entender la teoría de la lucha de
clases de Karl Marx, sin la filosofía de
la historia hegeliana. Pues en ella expone la dialéctica del amo y del esclavo,
tesis central del idealista alemán. Aún el existencialismo cristiano de
Kierkegaard y el existencialismo ateo de Jean Paul Sartre y Albert Camus está el pensador a vencer. Tal
parece que es el centro de la discusión filosófica en la última fase de la
modernidad tardía.
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Stuttgart
es la ciudad más antigua de Alemania. Su antigüedad permite suponer que aquí es
el espacio donde surge la nobleza alemana y los centros de educación formadora
de la clase política. En este ambiente privilegiado, vive su infancia con dos
influencias en la formación del filósofo alemán. La cultura griega recibida en
el seno familiar, y el cristianismo en su versión luterana. Esta concepción
religiosa moderna la adquiere de manera
sistemática en el Seminario de Tubinga. Incluso estudia ahí con la intención de
ser pastor protestante, pero abandona ese proyecto para dedicarse a la
filosofía. En toda su vida estudiantil participa en un movimiento romántico.
Esta convicción persiste a lo largo de su vida. En su “Filosofía de la
historia universal”, el filósofo alemán, reitera “Nada sin pasión se hace
algo grande en la historia”. En conclusión, Hegel nos hereda una concepción
totalizadora del hombre: un ser con naturaleza histórica y consciente de ello
conquista la libertad. Este acontecimiento lo separa del reino de la naturaleza,
y así inaugura el reino de la historia.
Al liberarse de a necesidad, transita de la objetividad a la subjetividad,
adquiriendo en consecuencia su calidad de sujeto. En este reino, el hombre asume
el papel central de su destino.
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A los
250 años de su nacimiento del ilustre alemán, la organización social conserva
reminiscencias sociales de aquella época. Esas reminiscencias pueden expresarse
en pocas palabras: crisis estructural que pone en evidencia la emergencia de un
nuevo mundo, Un mundo que no es un retorno a un pasado idílico, ni la realización
de proyectos inconclusos de la modernidad. El orden mundial contemporáneo
muestra sus contradicciones y fisuras que lo vuelven vulnerable e o
impredecible a los acontecimientos. Tal parece que toda acción o declaración
puede tener consecuencias incalculables; alianzas políticas inconcebibles hace
una década imposibles de creerse, la violencia mundial, interna y familiar.
Todo ello crea crea un clima de inseguridad y de desconfianza.
Marx
describe la transición de la sociedad alemana después de la Revolución Francesa:
“Los alemanes somos contemporáneos filosóficos de los franceses, pero no lo
somos históricamente”. Si esta proposición es cierta, entonces la solución es
conciliar los tiempos. Dicho de otra manera, Alemania tiene la necesidad de
fundar su estado nacional, instituyendo el monopolio de la violencia legítima.
Hegel
elabora un proyecto político que se logra en los últimos años del siglo XIX. El
estado nacional alemán se consolida a pesar de las derrotas y epidemias. No
obstante, la herencia que Occidente recibe de este pensador entra en una
novedosa crisis, cuya característica fundamental, no reside en el orden
nacional, sino la integración planetaria.
Esta es la razón del agotamiento no solo es territorial, sino que alcanza otras
dimensiones; desde los sucesos extraordinarios hasta la vida cotidiana,
incluyendo las certezas básicas que ofrecían en décadas anteriores. Por ello es
imprescindible volver a los clásicos de la ciencia social, no para cubrir de
incienso a los filósofos y científicos modernos, sino para buscar en ellos las
ideas que permitan construir respuestas novedosas, para responder a los
problemas actuales. En este aniversario, es el tiempo de volver los ojos a
Hegel. Puede consultarse, si es para principiantes, con los textos de Karl
Löwitt y Isaiah Berlin, y por supuesto
los textos clásicos del pensador multicitado. Sin olvidar la tesis de que la
filosofía, por principio, es la realidad-
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¿Cuándo
la reflexión filosófica adquiere una significación real? Hegel responde con una
expresión poética “El ave de Minerva eleva el vuelo al atardecer”. El
agotamiento de la conciencia obscurece la imagen del mundo, y lleva a la
incertidumbre, producto de la obsesión de no rebasar los límites. Ante la
necesidad el ave de minerva, el pensamiento, aprovechando su libertad,
se eleva con la finalidad de observar la crisis en su totalidad, en su
movimiento contradictorio, de su génesis al desenlace.
Joaquín
Chamorro Mielke, en su estudio introductorio a la Fenomenología de espíritu,
de la Editorial Gredos, concreta el contexto histórico que conmueve a Europa y
que Hegel presenta su alternativa: “(…) su dialéctica especulativa pretendía
dar cuenta de las transformaciones provocadas por la Revolución francesa,
acontecimiento crucial que sacudió a la Europa de comienzos del siglo XIX.”
Pero es necesario subrayar que su propuesta está ubicada definitivamente en el
mundo temporal, por tanto, el contexto histórico no es algo externo al hombre,
La historia es su creación y condición de existencia. De ahí que su propuesta
la fundamenta en un proceso de construcción. Así la filosofía alemana,
especialmente su fenomenología, es la culminación de la de Occidente. Si la conciencia
histórica crea al hombre, y ésta reside y es Occidente, entonces, África, Asia
y América Latina son pueblos sin historia- En otras palabras, los habitantes de
estas regiones no alcanzan aún su condición humana a menos que reproduzcan en
su pensamiento la racionalidad occidental; pues Europa es el alfa y el omega de
la humanidad.
Si
bien es cierto que en el hegelianismo está de manera precisa el origen del eurocentrismo, el culto irracional al
estado nacional y el racismo. Además de ser un discurso aprovechado por el
nazismo para convencer de la necesidad de perseguir al pueblo judío para
llevarlo violentamente al Holocausto; pero también puede ser una vía para
orientar la reflexión con el fin dar al nuevo mundo certidumbre. Sólo así
tendrá sentido la conmemoración del nacimiento de un fundador del mundo
moderno.
Esta
nota conmemorativa simplemente intenta destacar la necesidad de una reflexión
colectiva e interdisciplinaria, para buscar una perspectiva y una teoría que permita la construcción de una
alternativa en la crisis global. Esta reflexión global e interdisciplinaria
creará las condiciones para que el ave de Minerva, se eleve para
aprehender en su totalidad nuestro proceso histórico, que por ahora, se oculta,
imponiendo el interés por lo inmediato, olvidando el compromiso de marcar el
camino de transformar el mundo a la altura del hombre.
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