Rubén Bonifaz Nuño
A golpes de risa y
sangre, aumenta
El gozo atlético del
día,
y la ciudad se vuelve
humana
y de humana muerde y
asesina.
La carne combustible
crece
De empequeñecerse, y
se consume.
De calle en calle, los
antiguos
ojos de la cólera y el
miedo
dan la señal. De tumbo
en tumbo
y tumba en tumba
ensangrentadas
ruedan las banderas; a
ceniza
la carne va, desde la
lumbre.
Por mucho que me
aflija, y mucho
Que me alegre, ¿no he
de consolarme?
Ciegos en medio del
combate
Están de pie los
hombres, vivos
Por breve tiempo, mis
hermanos.
Sólo por la mu7erte
nos queremos
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