miércoles, 31 de enero de 2018

LA LECTORA


 Carlos Bernal Romero

Para  Monserrat González Díaz  (1)

Que está enamorada de Cancún



Ojos  que  no  leen;  cerebro  que  no  siente

Vicente Fox



           Es de todos conocido que México es un país de “Analfabetas funcionales” que sólo saben: Leer, escribir y hacer cuentas básicas, para sobrevivir, parafraseando al Abuelo Geno:

           “Día a día”

           Encontrar a una persona que leyera por lo menos cuatro libros o 400 páginas de literatura, al mes es un verdadero milagro, que se da muy de vez en cuando.

           Por tal motivo cuando veían leer a Monserrat González Díaz la gente se sorprendía doblemente, porque además era una lectora asidua, de esas que no existen.

           Ella rebasaba y por mucho el promedio de libros que lee un profesionista, medianamente interesado en lo que pasaba en nuestro país y en el mundo.

           De esta manera Monserrat analizaba mínimo cuatro tomos al mes de diferente temática, Lo único que le interesaba era que fueran de literatura:

           Cuentos, ensayos, novelas, biografías, autobiografías, poesía, etcétera.

           Así una estampa común para sus amigos y conocidos era verla caminar con soltura por la calle y sobre todo con un libro en la mano, los cuales era obvio, sí leía.

           La extensión del libro era lo de menos. Para ella lo fundamental era el contenido, tampoco le importaba el tamaño de la letra, porque hay algunos con una tipografía muy pequeña.

           Un día de tantos Monserrat decidió irse a vivir a Cancún, porque quería conocer y estar cerca del Mar. Sus amigos la quisieron convencer, que no se fuera, pero no lo lograron.
         Le insistieron que querían estar cerca de ella, para que acudiera a ellos cuando lo necesitara a cualquier hora del día o de la noche, como hasta ahora. lo habían hecho.
           El sábado 27 de enero del 2018, se bajó del avión que la trajo desde la Ciudad de México. Hizo el papeleo correspondiente; salió a la calle; abordo un taxi y le pidió a un sorprendido chofer, que la llevara a la playa.

           Llegó a su destino; descendió del automóvil; se quitó las chanclas; sintió casi al mismo tiempo la arena y la brisa y con la novela:

           “1917 Traición y revolución” de Juan Miguel Zunzunegui

           Bajo el brazo, se sentó a la orilla del mar: Lo abrió en la página que se había quedado la ´última vez y siguió su lectura:

           Monserrat González Díaz era ciega.

         

           (1).- Nombre completo de Sherlyn Monserrat González Díaz



McDonald’s Plaza Eduardo Molina

17:00  -  18:00

27/I/2018


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