miércoles, 31 de enero de 2018

CONOCER PARA EL NIÑO DE EDAD PREESCOLAR


UNA FORMA DE SER Y DE ESTAR EN EL MUNDO

Lucio Gómez Pazos

La primera línea del fascinante libro Curiosidad. Una historia natural, del escritor Alberto Manguel (2015) inicia con esta advertencia: “Tengo curiosidad sobre la curiosidad” (p. 11). Y en seguida el propio autor aduce: “una de las primeras frases que aprendemos de niños es ‘¿por qué?’ En parte porque queremos saber algo sobre este misterioso mundo en el que hemos entrado involuntariamente, en parte porque queremos entender cómo funcionan las cosas en este mundo, y en parte porque sentimos la necesidad ancestral de relacionarnos con otros habitantes de este mundo […] la curiosidad es un medio para declarar nuestra pertenencia al género humano (pp. 11 y 12).
El planteamiento anterior guarda sin duda una relación estrechacon las formas de ser y de proceder del niño de nivel preescolar, quien manifiesta continuamente una inclinación natural por conocerante situaciones de vida concretas, merced a su actitud inquisitiva, como resultado de su insaciablecuriosidad.
A continuación abordaré algunas inquietudes al respecto sobre el niño preescolar, para tal efecto me valdré de lo postulado por las neurociencias o las biociencias en torno a la construcción del conocimiento o a la biología del conocimiento, sustentado, para efectos de este escrito, a partir de lo que sostienen Humberto Maturana, Francisco Varela, Hugo Assmann, Carlos Calvo, entre otros. Asimismo, retomaré testimonios empíricos y reflexiones emanados de un trabajo de investigación relacionado conLa profesión docente de educadoras en servicio.
CONOCER DESDE LAS NEUROCIENCIAS
¿Qué implicaciones tiene conocer para las neurociencias? Las siguientes son sólo algunas de estas:
a)     Para las neurociencias -la biología, la genética, la neurología-,según Barrera y Donolo (2009),conocer es consubstancial al ser humano, lo cual significa que los procesos de vida y los procesos cognitivos son indisociables (Assmann, 2002), es decir, para conocer se hace necesario estar ante una situación vital en el sentido más estricto del término; por lo tanto el conocimiento no se da por transferencia.

b)    La construcción de conocimientos no es cuestión de representaciones simbólicas del mundo externo, como en general se ha pensado, sino que tiene que ver básicamente con asuntos internos del organismo, es decir con procesos autopoiéticos de organización y adaptación, relacionados con la vida del organismo, de ahí que la cognición sea un asunto eminentemente biológico (Maturana, 2003; Varela, 2005).

c)     “El proceso de vivir es un proceso de cognición. El conocer, es por lo tanto, uno de los elementos esenciales que hacen posible la auto-construcción de los seres vivos. Es lo que H. Maturana y F. Varela llaman autopoiesis. El significado etimológico clarifica el nuevo concepto: Auto, significa ‘sí mismo’ y se refiere a la autonomía de los sistemas auto-organizadores. Poiesis, que tiene la misma raíz griega que poesía, ‘significa creación...’ ‘así pues, autopoiesis significa la creación de uno mismo” (Capra, 2002, citado en Gutiérrez Pérez, 2001, p. 20).


d)    El conocimiento no es un espejo de la naturaleza tal y como lo ha concebido la tradición occidental básicamente desde el empirismo lógico; sino que conocer significa enactuar, es decir, ‘actuar’, ‘desempeñar un papel’, ‘ponerse en acto’; en tal sentido para Varela (2006)  conocer es ‘hacer emerger’ (desde condiciones de posibilidad específicas y contingentes).

¿Guarda relación lo que postulan las neurociencias en torno al conocimiento con las formas en que proceden los niños de edad preescolar para construir su conocimiento? Por supuesto que sí, ¿en qué sentido? ¿Cómo se hace evidente? O mejor dicho ¿bajo qué condiciones conocen los niños de nivel preescolar y qué actitudes epistémicas manifiestan?
A partir del análisis de testimonios empíricos trataré de aproximarme a una respuesta de los interrogantes anteriores,para esto, expondré un fragmento de un registro de observación relacionado con la intervención docente de una educadora, en esta parte de la secuencia didáctica se puede ver el inicio de la clase y los contenidos que se abordan están relacionados con los campos de Pensamiento matemático y en mayor grado con el  de Exploración y conocimiento del mundo natural.

La maestra preguntó cómo se llamaba el mes, un niño dijo que era “el mes de las flores”, la maestra volvió a preguntar cómo se llamaba ese mes y los niños dijeron que primavera. En ese momento, Diego está contando de adelante para atrás: 6, 5, 4, 3, 2, 1; la maestra dice que contó como Samy el camello (al parecer es una canción que conocen) y lo estimula para que lo siga haciendo, lo pone de ejemplo. Una niña se acercó a la maestra y le dice que “cuando le pegue el sol a la planta ya no se le echa agua”. La maestra pregunta “¿ya oyeron?” y le pide a la niña que lo repita a los niños.
Después de que con ayuda de los niños pusieron la fecha, la maestra se dirige al grupo y les dice:
_Vamos a trabajar así como están, vamos a dejar que cada equipo platique lo que investigó.
 Luego les indica que  van a hacer un cartel para que lo pongan afuera y las personas sepan de las plantas. En ese momento, la maestra se acerca a una niña y le pregunta:
_A ver,¿investigaste para qué sirve el orégano?
 La niña dice:
_Para el dolor de pancita, yo un día tenía dolor y se me quitó.
En seguida, se dirige a Diego y lo cuestiona:
_ Diego, ¿qué otra plantita?
_ El té de manzanilla sirve para el dolor de panza, se te quita, dice el niño.
Posteriormente la maestra dice:
_¡Órale, qué buenas recetas!, el pino chico como el que ponemos en Navidad, escuchen, sirve para hacer un tecito, para cuando tenemos gripa, nos lo untamos con aceitito. Muy bien, hay que decirles a los niños que están enfermos.
Luego la maestra pregunta:
_ ¿La sábila para qué sirve?
_ Niños: Para cuando te caes, te la untas, para las quemaduras.
Después dice:
_Tenemos una planta de sábila allá atrás, la vamos a ir a ver” (pero no van).
A partir de lo expuesto en este registro se pueden señalar varias inquietudes, por ejemplo, que aunque  la maestra dirige la clase para que se realice la actividad bajo condiciones escolarizadas, es decir como señala Calvo (2012) dentro del mapa escolar, existen momentos donde los niños construyen sus conocimientos en situaciones espontáneas, o sea, en el territorio educativo, las cuales en estos casos (el niño que cuenta dando muestras de la reversibilidad y por lo tanto de un dominio del número y la niña que señala en qué momento una planta ya no requiere de agua) fueron tomados en cuenta por la maestra e irrumpieron, brevemente, con la secuencia de clase.
Cabe destacar la importancia que  algunos autores, entre ellos Calvo (2012), le otorgan a los momentos de espontaneidad que experimentan los niños cuando construyen su aprendizaje o su conocimiento, para dicho autor los niños muestran siempre una propensión a aprender y generalmente lo hacen bajo las condiciones arriba descritas, como lo sugiere en el siguiente comentario:

Lo hacen lúdicamente, aparentemente sin esfuerzo; lo hace en cualquier lugar y sus tiempos de atención son cortos, pero frecuentes y constantes; no parece seguir una secuencia coherente, más bien brinca de un asunto a otro como si no prestara atención a nada ni a nadie; sin embargo en cualquier instante nos sorprende con alguna opinión que suelta como si nada o con alguna nueva relación que le permite llegar a alguna conclusión que nos deslumbra (p.1).



Asimismo, en el anterior registro de observación se puede advertir la relación comunicativa que la educadora establece con los niños cuando pregunta sobre el nombre del mes y alguien dice: es el mes de las flores, (el de la primavera)sin especificar bien a bien qué mes era -aquí se advierten atisbos del razonamiento abductivo-, un tipo de razonamiento que genera la creación de nuevas ideas a partir de supuestos o el planteamiento de hipótesis y que en el niño preescolar encuentra sus potenciales indicios. También se aprecia que entre educadora y niños hay un referente común, sobreentendidos que posibilitan el diálogo y por ende la construcción de conocimientos.
Sobre esto último, y retomando o aun extendiendo el concepto de Formato empleado por Bruner, cuando se refiere a éste como los “sistemas de significación compartidos” (citado en Serra y otros, 2000,  p. 155) entre el bebé o niño y el adulto para comunicarse,  esta noción, como se ha dicho,  permite comprender las pautas de interacción tácitas existentes entre la educadora y los preescolares durante el proceso de enseñanza y aprendizaje.
A su vez, los Formatos o sobreentendidos, posibilitan a la educadora tomar decisiones durante el desarrollo de la clase y dan pie para que los niños se expresen de manera libre, lúdica e incluso metafórica como el caso del niño que expresó es el mes de las floreso como cuando la maestra hizo alusión a Samy el camello.

También se advierte que la educadora solicita respuestas e información concreta a los niños pensando con ello que el conocimiento es algo establecido, acumulativo y que se puede transmitir. De igual manera, se deja de lado la relación entre experiencias y conocimiento,  entre actos de vida y construcción del conocimiento, ya que si bien señaló que iban a ir a observar la planta que había en la escuela (la sábila) esto no se realizó.
Tampoco experimentaron con plantas en condiciones reales para que los niños interactuaran con ellas (y aprendieran no sólo sus propiedades curativas sino tal vez texturas, olores, colores, formas) situación que deja de lado el vínculo existente entre lo que Assmann (2002) llama “procesos de conocimiento y procesos vitales” (p. 7) donde el placer y el gusto por aprender estén presentes en virtud de que el conocimiento no es “pura operación mental” (p. 7) sino también un “entretejido de emociones” (p. 7).
Se puede decir que aunque la educadora solicita conocimientos declarativos en los niños preescolares, al parecer porque ve a aquellos como algo acumulativo y susceptible de ser transmitido, sin embargo en el proceso de intervención docente se generan momentos para que los niños construyan sus conocimientos bajo condiciones distintas a las que la escolarización demanda, esto se debe a que los niños preescolares se encuentran en proceso de escolarización y la espontaneidad es consubstancial a su edad, no obstante la educadora no soslaya estos momentos de los niños y suele tomarlos en cuenta.

Retomando de nuevo a Calvo sobre la propensión que muestran los niños por aprender, cabe tener presente que:
En general la mayoría de los pequeños no manifiesta graves problemas de aprendizaje porque simplemente se dedican a prender. Si tienen problemas no se inhiben e intentan lograrlo de otras maneras manifestando ingenio para encontrar el mejor modo para optimizar sus capacidades. Las niñas y los niños se abocan a aprender. Lo hacen jugando. Jugar es todo para ellos y ellas; jugando aprenden de manera incierta y casual, pero aprenden sistemática y rigurosamente, aunque estén corriendo, parándose de cabeza, reptando por el suelo, convirtiéndose en Rayo Mcqueen, aquel auto de carrera antropomórfico de la película Pixar Cars, o en el hombre araña. Asumen roles y los cambian en cualquier momento, pero cada nuevo papel trae consigo diferentes comportamientos que exige plasticidad, destrezas cognitivas y valoraciones éticas y estéticas (López de Maturana, Desiree, 2010), todas concordando en busca de sentido” (Calvo, 2012, p. 6).
Finalmente, cabe subrayar que todo lo dicho hasta aquí es sólo una mínima evidencia que da muestra de cómo proceden los niños de edad preescolar cuando construyen su conocimiento-que además coincide con lo que proponen las neurociencias-en virtud de que estas actitudes epistémicas manifiestas le son inherentes a sus formas de ser y de estar en el mundo porque están ligadas a sus situaciones de vida inmediata. En tal sentido, cabe tener presente al propio Calvo (2012) cuando de forma enfática secuestiona ‘¿Qué pasaría si a los niños y niñas se les dejara aprender?’, lo cual no es otra cosa más que dejarlos vivir, dejarlos ser.





REFERENCIAS CONSULTADAS
Assmann, H. (2002). Placer y ternura en la educación. Hacia una sociedad aprendiente, Madrid: Narcea.
Calvo M. C. (2012). Del mapa escolar al territorio educativo: Disoñando la escuela desde la educación, La Serena: Universidad de La Serena.
Calvo, M. C. (2012). ¿Qué pasaría si a los niños y a las niñas se les dejara aprender? Presentado en el Primer Congreso Nacional de educación “Territorios y Cartografías Educativas: Construyendo sentidos de las Educaciones del Siglo XXI”, Medellín, Colombia, Octubre de 2012.
De la Barrera y Donolo (2009). “Neurociencias y su importancia en contextos de aprendizaje” en Revista Digital Universitaria, Vol. 10, núm. 4, México: DGSCA-UNAM, recuperado el 4 de septiembre de 2016 en http://www.revista.unam.mx/vol.10/num4/art20/int20.htm
Gutiérrez Pérez, F. (2001). Educación y formación de personas adultas, Guatemala: Ministerio de Educación.
Manguel, A. (2015). Curiosidad. Una historia natural, México: CONACULTA-Almadía.
Maturana, H. (2003). Desde la biología a la psicología, Argentina: Lumen.
Serra M., E. Serrat, R. Solé, A. Bel y M. Aparici. (2000). La adquisición del lenguaje. Barcelona: Ariel Psicología.

Varela, F. (2005). Conocer. Las ciencias cognitivas: tendencias y perspectivas. Cartografía de las ideas actuales, Barcelona: Gedisa.










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