Carlos Bernal Romero
Para Fernando
Cuántos crímenes habrán cometido los Aztecas que el destino:
Se
lo cobró a los chillangos con el PRD
Oído en el Zócalo
Fernando Rafael Martínez Mendoza era un joven atípico de su generación; porque
además de comportarse de forma correcta. Tenía firmes creencias religiosas.
Sin llegar al fanatismo, participaba en las jornadas de su parroquia y con
frecuencia realizaba viajes al interior de la República, acompañado de otros
muchachos para llevar “La Palabra de Cristo” sobre todo en “Semana Santa”.
Así parecería que Fernando terminaría siendo un misionero “En toda la expresión
de la palabra” o por lo menos predicador y sacrificaría su bienestar y
comodidades particulares, en beneficio de otras que por lo general vivían en la
miseria.
Uno de sus mejores amigos conocedor de sus creencias le preguntó:
-¿Por qué no te metes a un seminario y después te ordenas como sacerdote?
Antes de contestar le puso azúcar a la garrafa de limonada que estaba tomando y
respondió:
-No me gusta estar encerrado, Quiero ayudar a la gente yendo a sus comunidades.
Como estaban sentados en el gabinete de un vips, el amigo se reacomodó antes de
volver a interrogar:
-Entonces te gustaría ser misionero?
Medito un poco su respuesta y enfatizó:
-Por lo menos predicador
Como suele pasar en “La Ciudad más grande del mundo” debido a varios factores
provocados por la vida diaria Fernando y su amigo se dejaron de ver por
algún tiempo.
Tenían la costumbre la costumbre de citarse en cualquier Vips, para mientras
platicaban; el amigo tomar café y Fernando una garrafa de limonada con agua
natural a la cual le ponía mucha azúcar.
Pero esta vez, seis meses después, el encuentro fue casual en una calle de la
siempre concurrida Zona Rosa, en particular Génova esquina con Londres.
Después del saludo afectuoso, al verlo con un libro y un maletín; el amigo le
preguntó:
-¿Por fin eres predicador?
Con un tono de voz que proyectó mucha nostalgia:
Fernando Rafael Martínez Mendoza
Respondió:
-No, encuestador.
Toks
La Plaza Oriente
17:00 –
18:00 p.m.
EL DÍA DEL PADRE
-Feliz Día del padre
-Gracias
¿De qué colonia vienes?
Oído en Tepito
Dentro de los días inventados por los Medios de Comunicación, entre los que se
encuentran:
La Secretaria, el Abuelo y el Compadre
uno de los que empieza a tener más
éxito es el “Día del Padre”
Y aunque no tiene el poder de convocatoria y de ventas que el de “La
Madre” resulta un buen pretexto para comer en familia; gastarse algunos
pesos y recordarles a nuestros progenitores que de alguna manera lo queremos.
A dos días de celebrar es fecha, se festeja el segundo domingo de junio, la
Familia Pérez sacada del Cine Nacional, se disponía a celebrarlo o intentarían
llevarlo a cabo.
Por lo menos eso querían María y su hijo Juan, aunque no estaban seguros si el
señor Pérez iba a acceder, porque no era fácil de convencer ni
dado a festejar.
Desde el jueves 14, Juanito estaba muy ansioso con que arribara el 17 y empezó
a preguntarle a su mamá:
-¿Vamos a conmemorarlo?
Como no quería romper le su
ansiedad adolescente le contestó con una imprecisión:
-Esperemos que sí
Se dio cuenta de la inseguridad materna y volvió a cuestionar:
-¿Por qué no estás segura?
Antes de dar por terminada la plática y escabullirse sin comprometerse,
indicó:
-Claro que lo estoy, pero luego lo veremos
El sábado 16 más emocionado que nunca volvió preguntar:
-¿Vamos a comer en casa o afuera?
Esta vez no obtuvo respuesta porque Marúa hizo como no escuchó y de inmediato
cambió de tema para que se le menos se le olvidara hasta el día siguiente
17 de junio del 2002 siendo apenas las ocho de la mañana. Juan Pérez se dirigió
a la recámara de su madre para preguntarle:
-¿Lista para celebrar el “Día del Padre?
María Pérez
Cansada de tantos cuestionamientos le respondió a su hijo algo que que quería
evitar:
-Claro si encuentras tu papá.
Sala de la Casa de Dacne
22:00 – 23:00 p.m.
12/XI/2016
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