Pedro
Emmanuel Vidal
“Hoy los más pobres entre los
pobres son los bebés no nacidos”
Beata Teresa de Calcuta
Pensar
en la posibilidad del aborto es irracional, porque la razón de nuestro existir
es la vida. Sea un embrión con la edad de gestación de una, doce o más semanas
de existencia, implica que ya tiene un lugar en nuestro espacio, porque ya es
materia y tiene forma, lo cual le da derecho a un nombre: embrión.
La
despenalización del aborto en México, es una realidad en el Distrito Federal
–ahora Ciudad de México-, seguir aplicándola y pretender generalizarla a los
estados es violatorio de las garantías individuales del embrión, porque a las
12 semanas de gestación ya hay vida latente en él, se le discrimina por su edad
y no se le da el lugar jurídico que le corresponde. No se pretende caer en un
debate teológico –se aclara-, el embrión a esa edad de gestación, tenga o no
alma, es ya un ser dotado de materia y forma, -se dice que a las 12 semanas, el embrión aún
no ha desarrollado la capacidad de pensar, ni de sentir, por lo que
supuestamente no sufre cuando se interrumpe su gestación- es la base de lo que
será un ser pensante y sensitivo, es la base del humano, ya es un ser viviente.
Por eso es irracional legislar a favor del aborto.
En
este tema, no está en juego el fondo de lo que es o no la justicia, pero vale
la pena hacer la distinción, sin caer en la encrucijada kelseniana sobre qué es
la justicia. Ante la protección de la vida no cabe esa discusión, porque el
derecho a la vida no tiene por qué ser debatido. Aquí no se juzga el acto, es
decir, los abortos que ya han sido cometidos, pues no está en nuestras manos
hacerlo, lo que se pretende es prevenir ese acto monstruoso.
Es
justo que las mujeres tengan derecho a elegir respecto de su cuerpo, mas no
sobre el del otro, es decir, sobre el embrión. En México no se han tomado
medidas necesarias para poder contar con una cultura sexual que premie la
responsabilidad para que no haya consecuencias adversas para ningún individuo,
sólo se reparten condones deliberadamente y se invita a tomar la pastilla del
día después. Por lo que existe una corresponsabilidad entre quienes no vivieron
responsablemente su sexualidad y entre el gobierno por no asumir el papel que
le toca; por consecuencia, ambos tienen que dar frente a un embarazo no deseado
y privilegiar la vida y dejar de fomentar un círculo vicioso.
Nadie
puede ser molestado en su casa y la casa de un embrión es una placenta que
habita en una matriz. Y aunque no eligió ser puesto ahí, el hecho es que ya
existe y ante su estado de indefensión, es el estado quien tiene la obligación
de defenderlo.
Si
bien es cierto que a las 12 semanas de gestación, un embrión aun no siente, tal
como se ha señalado irracionalmente; cierto es, que ya es un ser vivo.
Toda
ley tiene un trasfondo que no siempre sale a la luz y no es aventurado pensar
que el negocio de las clínicas abortivas resulta ser una empresa millonaria. Por eso más de un político
le apuesta a la despenalización en esta materia. Además, ahora se sabe que los
embriones abortados abren un mercado millonario a sanguinarios sin escrúpulos
que comercian con la vida.
La
tarea del legislador se convierte en hacer justo lo injusto a través de votar
leyes y reformas; pero su voto no es razonado, no lo piensa, solo levanta la
mano a cambio de un salario, desgraciadamente esa es la realidad. ¿Debería
interrumpirse la actividad legislativa a un congresista o incluso interrumpirle la vida por no pensar
en las consecuencias de su voto? Quizá lo primero sí, pero su vida no se pone
en tela de juicio.
Los
gobiernos, legisladores y demás políticos que enarbolan la bandera del aborto y
su despenalización, enarbolan la bandera de la muerte; se hacen neonazis por
permitir la muerte de seres indefensos, que al año son millones. Masifican sus
propuestas como anzuelo para ignorantes y cuando ya lo muerden, son los mismos
ignorantes los que defienden las causas izquierdistas.
En
México, comete el delito de homicidio el que priva de la vida a otro. ¿A caso
interrumpir la vida de gestación de un embrión, que es ya un ser viviente y un
ciudadano en potencia, no es homicidio? Claro que es un asesinato y debería
alcanzar el grado de homicidio calificado, lo cual agrava el asunto. ¿No es
entonces un asesino el que comete este acto perverso? Claro que lo es.
Es
fácil enmascarar la palabra “matar” con la de interrupción, fue una idea
asombrosa para el célebre constituyente de la Asamblea Local del Distrito
Federal que legisló hace ya casi 8 años sobre la despenalización del aborto.
Todos somos iguales ante la ley, pero en la creación de leyes y en su
aplicación, desafortunadamente todos somos desiguales.
¡Nadie
sobre la tierra tiene el derecho de privar ni interrumpir la vida humana! Ni el
Creador que es Dios priva de la vida, ¿quién es el hombre entonces para
hacerlo?
De
todo lo anterior, se llega a la conclusión de que el aborto es un homicidio
porque se priva de la vida a un ser vivo; el aborto se realiza entre lo justo
porque de manera subjetiva el legislador crea leyes y reformas y cuando estas
alcanzan el principio “dura lex, sed lex”, difícilmente puede abrogarse; y es
injusta, porque no toda ley por ser ley quiere decir que sea justa y privar de
la vida a otro, no es nada justo, rebaza todo principio legal y como ya se dijo
con anterioridad, la vida no se debe poner en discusión.
El
hombre está dotado de libre albedrío sobre sí, pero su límite no debe
sobrepasar el derecho a la vida. El acto irracional del aborto, hace que el ser
humano se aleje del objetivo por el que fue creado: ser feliz. Y esta felicidad
no es permisible a costa de la vida de otro, porque entonces te cometes en un
asesino y/o en cómplice.
No
sólo en México, sino en todo el mundo es y debe ser responsabilidad de todo
ciudadano, manifestarse en contra del aborto y exigir respeto por la vida
humana. Además, debe ser responsabilidad del legislador y de los gobiernos
privilegiar la vida a toda costa.
Amica
mea est mulier, sed magis amica, est véritas. La mujer es mi amiga, pero más mi
amiga, es la verdad.
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