Olga Fernández
Alejandre
Un
samurái no trabaja solo para comer, no es un esclavo de la comida. Vive para su
vocación, el deber y el servicio.( EijiYoshikawa )
En el año 794 d.C. el emperador japonés
Kanmu, decidió establecer la capital del país en lo que ahora es Kioto, llamada
en esa época Heia Kyo. Así, se vivió un tiempo
pacífico y de tranquilidad. Sin embargo,
en las provincias más alejadas, hizo su aparición un tipo de guerrero
que acabaría encarnando el espíritu japonés durante un milenio “el samurái “
también, era nombrado yumita hito (gente de arco y flecha), pero
finalmente se impuso el término saburai (servidor), con el tiempo se usó la
palabra samurái, como es conocido en occidente. La palabra samurái se emplea para nombrar a una variedad de guerreros del antiguo Japón,
y procede del verbo japonés saburau que significa (servir como ayudante), y
bushi que quiere decir (caballero armado). Hay varias teorías del nacimiento de
éste tipo de guerrero; algunos sostienen que se convirtieron en defensores de
una propiedad rural, otros aducen que eran soldados-cazadores en los
territorios del este, otros que eran soldados-marineros en las tierras del
oeste, pero para muchos, en un principio fueron bandas de forajidos que tenían
lazos con la etnia ainus, del noroeste del Japón. Para el siglo X los samuráis
se caracterizaban por ser propietarios de la tierra, y ser buenos soldados. Su
condición se trasmitía por herencia.
Mientras los campesinos los veían con temor,
en la corte del emperador los veían con desprecio y los consideraban impuros por
la sangre que derramaban; ya que los tenían por crueles asesinos.
Hacia mediados del siglo XII estos guerreros alcanzaron fuerza, y entraron
en la escena política del país. Sin embargo, el samurái no era un guerrero
común, ya que tenían una forma de actuar y ver las cosas desde una visión pragmática,
teniendo una filosofía de comportamiento, y conocimiento de sí mismos, y del
sentido de la justicia: basado en el honor y reglas de conducta a seguir.
Estaban apoyados en el Bushido (Camino del guerrero), era un código ético
sumamente estricto, en que muchos samuráis entregaban sus vidas, lealtad y
honor hasta la muerte. Si uno de ellos fallaba en su cometido, automáticamente
perdía su honor; podía recobrarlo practicándose el seppuku, es decir: suicidio
ritual, más conocido en occidente como el hara kiri.
Pero… no era una simple lista de reglas, sino un
conjunto de principios que preparaban a un hombre o una mujer, para pelear y
derramar sangre, sin perder su dignidad, para hacer de un guerrero un hombre noble.
Históricamente eran arqueros a caballo, y no fue, hasta que el país estuvo en
calma que se convirtieron en espadachines y la espada adquirió tal importancia,
que se convirtieron en adelante figuras idealizadas, donde la realidad se ha
mezclado con la fantasía y la leyenda, de seres míticos. Aún en la actualidad
sus figuras señoriales han servido de base para novelas, películas, series
infantiles e historietas.
Con el tiempo, adquirieron tanto poder,
que fue instituido un gobierno militar, bajo la figura del Shogun, por lo que
el emperador quedó reducido a un mero
espectador de la situación política del país. Tuvo su edad de oro durante el
período Sengoku, una época de grandes luchas entre los diferentes clanes, al
que se le llama “período de los estados de guerra”.
En la historia japonesa hay varios
samuráis legendarios, entre ellos se encuentra: Hitakiri Gensai, fue uno de los
más famosos de la época Meiji, convertido en leyenda. Fue adoptado por la
familia Kawuakam y cambió su nombre. Era de una
frialdad increíble en momentos cruciales, para pelear usaba el estilo
Kenjutsu,se caracterizaba por atacar con una velocidad extraordinaria, y estaba
en contra de que el Japón tuviera influencia extranjera.
Pero quizá el más grande samurái del
país nipón haya sido Miyamoto Musashi, su figura se agranda con el tiempo, ¡tanto!
Cuándo recorría en el siglo XV la
comarca, como hasta la fecha. Después de
su muerte en 1645, se comenzó a tejer su leyenda, naciendo un culto a su alrededor llamado “Kensai” o Santo de la
Espada”.
A pesar de que la mujer estaba margina,
hubo mujeres samuráis que se distinguieron por su arrojo y audacia. Destaca Gozen
Tomae, su existencia se remite al período Kamakura, y aparece en poemas y
leyendas. Ella manejaba la katana y el arco. Además, era diestra en la doma de
caballos. E iba a la batalla con su propia armadura al lado de su esposo.
También sobresalían las esposas de los
guerreros samuráis, ya que al quedarse solas
en sus casa, cuando salían sus maridos, eran las encargadas de defender
sus propiedades, su familia y su honor, y eran entrenadas en la naginata; lanza
con una punta curva muy afilada. Se decía que eran letales con esta arma. La
costumbre prevaleció durante toda la edad media de ese país.
Esta élite militar gobernó durante el
período Edo, que duró cerca de 250 años. Muchos samuráis se volvieron maestros,
artistas o burócratas. A finales del siglo XIX, terminó la era feudal, y en
1868 con el inicio de la llamada restauración Meiji, el tiempo de los guerreros
samuráis llegó a su fin.
Paradójicamente un samurái llamado Shogunato Tokugawa, cuando arrivó al
poder, trató de reducir los privilegios de los mismos, de tal manera que el
poder del emperador fue restablecido. Y tuvieron que resignarse a descubrir su
propia paz, al final del camino.
Titama228@hotmail.com
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