Manuel Gámez Fernández
Cuando miró a su esposa, se dio cuenta
que aunque todo en ella era exactamente igual, nada quedaba del cuerpo
original. Más de dos millones de micro trasplantes la habían sustituido por
completo; entonces le nació la incertidumbre de que si en el fondo de su
naturaleza sobrehumana lo que había conseguido era vivir eternamente o morir
eternamente.
Bajo la blanca luz de las lámparas
solares, en la clínica experimental donde se habían reunido los científicos mas
especializados de la Unión
de Naciones para lograr el prodigio de convertir un ser prácticamente muerto en
una nueva persona, Astix esperaba que su esposa abriera los ojos.
Con una ansiedad inusitada que por otra parte nunca pudo ocultar,
deseaba que este momento nunca hubiera Ilegado, sin embargo, Ana Mas comenzó a
parpadear. Sus ojos azules, con el azul más fuerte de la naturaleza, se
orientaron hacia su esposo que aguardaba desde hacía muchas semanas.
Astix sabía que cada una de las
células del cuerpo de su esposa eran exactamente iguales a las que tenía antes
de que se iniciara el Gran Experimento. Una por una y por grupos afines las
células fueron sustituidas para convertir un ser decrépito y maltrecho en otro
joven y de reciente vitalidad.
El color de la piel era exactamente el
mismo, la forma de las uñas, el largo de las pestañas, lo tupido de sus cejas,
las pequeñas pecas de sus mejillas, el tamaño de sus orejas, la suavidad de sus
cabellos. Cada detalle había sido cuidadosamente controlado para evitar hasta
el más mínimo error detectable.
Indudablemente, como consecuencia de
los avances logrados durante los diez años que duró el experimento, se habían
conseguido descubrimientos sorprendentes.
Los transplantes iniciados en el
cuerpo de Ana Mas corroboraron la hipótesis de que una especie de mente
original podía transmitirse de tejido a tejido si se daba el tiempo suficiente
al organismo para hacer el traspaso. Lo anterior obligó a sustituir las
antiguas teorías genéticas por unas más novedosas, profundas y complicadas.
Se tuvieron que inventar
diversos aparatos: microscopios mucho más audaces que el electrónico permitieron
observar en vitro, los transplantes y la forma
como los tejidos se iban estructurando en el nuevo cuerpo.
Los veinte cerebros colosales que se
tenían distribuidos estratégicamente en el planeta, permitieron la conducción
del experimento órgano por órgano y célula por célula como subsistemas y
microsistemas que después se unificaban en un sistema totalizador al que
denominaron Cuerpo Experimental.
Las ideas sobre la mente y el cerebro
fueron revolucionadas cuando al estar sustituyendo grupos de células en ese
órgano vital del cuerpo, se encontró que la información y los procesos de
pensamiento podían transmitirse intactos si los grupos de células se
implantaban de la manera correcta según la técnica patentada como "adición
escalonada de celdillas".
Aunque Astix estaba preparado
emocionalmente para recibir este momento, no daba crédito a lo que veía.
Recordaba haber estado en los laboratorios donde en cientos de miles de cajas
Petri se reproducían las células que después serían implantadas en el cuerpo de
Ana Mas.
Los prodigiosos resultados del cultivo
de tejidos habían tenido también efectos secundarios no deseados, como los denominados
"fantasmas de colágeno" que se esparcían en este año del 2074 por
toda la atmósfera del planeta.
Era frecuente observar en las mañanas
y en las noches heladas la presencia de masas de tejido que se confundían con
las nubes y semejaban una tela de araña que colgaba de un espacio desconocido.
Los fantasmas se multiplicaban gracias a la gran facultad de sobrevivencia
inducida artificialmente en los laboratorios del Gran Experimento, de los
cuales escaparon sin que nadie pudiera evitarlo. No obstante, eran inofensivos
y algunas veces parecían curiosas e inesperadas criaturas del futuro.
Los ojos de Billy Dan, el genio
creador del Gran Experimento observaban tras el monitor la escena del encuentro
de la pareja y percibían en ese instante que a pesar del fabuloso desarrollo
alcanzado por la humanidad, en la parte interna de las personas lo que
verdaderamente importaba continuaba siendo, al igual que lo fue durante las
épocas tortuosas de las tierra, de tipo mental y sensitivo. Como corolario de
su reflexión concluyó que, la superficie de los seres podía esconder hasta el
más audaz secreto de amor o de pesar y podía generar la venganza más desastrosa
sin que su aspecto externo se inmutara en lo más mínimo.
Mientras el resto del mundo celebraba
con regocijo el éxito del Experimento, Billy Dan, preocupado, recordaba las
peripecias y sacrificios que se tuvieron que pasar para poder llegar finalmente
hasta este momento definitivo.
En las instalaciones centrales del proyecto
Cuerpo Experimental, a 1500
metros bajo tierra y en medio de miles de terminales de
computadoras, junto a los veinte mil técnicos que participaban en el proyecto,
Billy Dan observaba los monitores donde las cámaras penetraban en lo más íntimo
del encuentro de Astix y Ana Mas.
En el instante que Ana Mas percibió a
su marido y lo racionalizó como el ser amado al que no sabía cuánto tiempo
había dejado de ver, pero que ahora lo encontraba intacto y lo descubría con la
misma pasión de hace diez años, una lucha tenaz se inició en el cuerpo interior
de la mujer.
La pupila de Ana Mas se dilató
momentáneamente para atrapar completa, aunque fugazmente, la figura total de
Astix, con quien había vivido durante noventa y dos años y ahora, como al
despertar de una mañana en el hogar, la recibía con una sonrisa amable y
amorosa.
En lo más íntimo de los sentimientos
de Ana Mas, una necesidad de aniquilar se contraponía al deseo de entregar su
cariño. En el intento de ofrecer la mejor imagen de la mañana, un resentimiento
oculto e instantáneo, como una venganza visceral, se desbocó por todo su
cuerpo. El hombre amado era el hombre odiado.
La pupila se contrajo en el mar azul
de sus ojos y quedó como una cabecita de alfiler oscura y analítica. Una mirada
de odio suplantó a la primera y en los momentos siguientes, todos los actos de
Ana Mas reflejaron la más deplorable reacción de odio de un ser humano hacia
otro. Primero un grito agudísimo, como un primitivo gemido del instinto,
desfiguró la tierna imagen de Ana Mas, y luego el intento de destrozar a su
esposo con todo lo que se encontraba a la mano y la entrada de la enfermeras y
médicos para salvar la vida de Astix que sangraba de la cabeza, todo fue
grabado por los monitores de Billy Dan ya que la transmisión al público fue
suspendida de inmediato.
Nadie, excepto Billy Dan que fue el constructor de esta experiencia
trascendental, imaginó nunca la verdadera razón de la respuesta que Ana Mas
expresó en los instantes definitivos de su encuentro con Astix. Pero en los
diez años de sueño inducido por el experimento, esos pequeños saltos del
micro-encefalógrafo que habían quedado registrados en las gráficas y que se
consideraban normales, tenían grabados la historia de una tragedia.
Cada pequeñísima desviación de la
línea que continuamente grababa los estados internos de la mujer, significaba
toda una secuencia de acontecimientos interiores. El sistema de anestesia de
alta profundidad que utilizaron en el experimento, desde el primer día provocó
en Ana Mas un estado de adormecimiento que indujo la continuación de su vida
interior, no como un sueño normal, sino como una realidad espantosa
La sorprendente imaginación durmiente de
Ana Mas la condujo a crear una fabulosa historia en la que ella padecía un
accidente nuclear que la obligó a permanecer diez años recluida en una cúpula
aislada de todo el mundo, donde millones de microtransplantes debieron
realizarse para sustituir prácticamente una por una las células de su cuerpo y
devolverle su naturaleza original, durante ese tiempo, su amante esposo Astix,
víctima de las circunstancias y olvidando las promesas filiales del matrimonio
encontró una joven científica con la que convivió sin ningún remordimiento.
Al final del experimento que habían
hecho con su cuerpo, diez años después Ana Mas abría por vez primera los ojos
en una atmósfera de tenues luminosidades, hasta que las figuras definidas
pudieron percibirse encontró frente a ella, de manera imprevista, como una
ofensa innoble de la vida, al mayor desleal de su existencia, su esposo Astix
que la miraba con una ternura fingida.
Fue entonces que resurgió a la vida,
perdió la dimensión de su entorno y dejó que sus más animales sentimientos
destruyeran esa figura de fantoche y lo maltrataran físicamente para hacerlo
padecer por lo menos un instante de
dolor infinito.
El experimento fue declarado por la Unión de Naciones como una
iniciativa fallida de las ciencias aplicadas que había dejado, no obstante,
innumerables avances para las especialidades disciplinarias.
En la clínica de recuperación
psicológica “Alfa Centauro” todos los días se recibía desde el exilio una flor
roja para Anas Mas, y el mensaje invariablemente traía la leyenda: Lo siento,
mi deseo más intenso fue siempre que volvieras al paraíso de tu vida: Billy Dan.
Después se supo que Billy Dan se había suicidado mediante el método de
la inyección de nanocristales inteligentes en la sangre.
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