Olga
Fernández Alejandre*
Las múltiples formas de
entender el fenómeno musical son la concepción Europea, y a la vez la más
evolucionada de todo el mundo. Sin embargo, no necesariamente su manifestación
y normas sean superiores a otros tipos de música; también hay que entender diferentes
conceptos musicales que han aportado a la cultura ingredientes distintos y no
por ello menos dignos.
Cuando oímos música nos emocionamos
y al mismo tiempo sentimos su llamada, nos hace vibrar y latir el corazón, nos
está diciendo que también es poesía, ritmo y cadencia.
Ya lo decía en uno de sus
versos Rubén Darío: “Era un aire suave, de pausados giros; el hada Harmonía
ritmaba sus vuelos; e iban frases vagas y tenues suspiros entre los sollozos de
los violoncelos”.
El 21 de junio es el
solsticio de verano; es muy significativo aún en la actualidad para los países
nórdicos y hace mucho tiempo para los míticos celtas.
En el presente ésta celebración todavía está
empapada de un carácter mágico-místico. Es una fecha muy especial, pues es el
día más largo del año, donde se celebran como en la antigüedad, rituales de
fecundidad, se piden buenos deseos y también es el tiempo de dar.
En 1964 Jack Lang era el
ministro de Cultura de Francia; ocupó dicha festividad para instituir el día
internacional de la música. En el presente más de 100 países lo han adoptado.
Cuando nos referimos a la
música estamos hablando de un lenguaje más allá del lenguaje mismo. El poeta y
compositor Eichendorff aseveraba: “La música es el idioma de las cosas y el que
les da vida”, efectivamente nuestro universo tiene vida, gira y vibra alrededor
de esa concepción abstracta que capta nuestro órgano auditivo, único y
maravilloso, y es la vibración del aire. Ese algo etéreo que no vemos, pero sí
escuchamos llamado sonido.
Encontramos esta maravillosa
melodía en: El ulular del viento, en el llanto de un bebé, la risa de un niño,
el chocar de las olas, al estrellarse el cascarón de un polluelo, los latidos
del corazón, el amor que nos hace vibrar todo el cuerpo, la caída de la lluvia,
etcétera. En fin, todo es una cadencia del cosmos infinito y forma sonidos
musicales. Ellos trajeron a nuestra estéril vida allá en los albores de la
humanidad el poder hablar con los dioses por medio de: Cantos, plegarias o
mantras en voz de sacerdotes o chamanes al comunicarse con las divinidades.
Existen varias hipótesis de
cuando el hombre comenzó hacer música.
No podemos negar que la voz humana fue el
principal instrumento para hacer música. Pero unos aseguran que comenzó con los
instrumentos de percusión como: El golpear dos leños uno contra otro, o el
aporrear un tambor; para otros, cuando expulsó aire en un carrizo con hoyos o
sopló en una caracola. Entonces quedó sumergido en una invisible nebulosa
sonora, por eso algunos afirman, son más fuertes que los estímulos visuales.
En nuestro remoto pasado se
han encontrado en ruinas arqueológicas flautas con cinco agujeros, nos han
permitido saber que estos hombres primitivos ya tocaban una octava llamada
música pentatónica.
Una octava de la flauta si
la comparamos con el espectro del arco iris, el séptimo de los colores es el
violeta y tiene doble de frecuencia que el rojo, lo mismo ocurre con los tonos,
mientras más alta es la vibración el tono es más agudo y mientras más bajo es
más grave. Lo maravilloso de la acústica es que oímos, valga la comparación,
muchos tonos de arco iris.
Emilio Carrere aseguraba con
respecto a la flauta: Lágrimas de la flauta callejera y errante, donde florece
el mágico milagro de emoción la sagrada armonía, la voz alucinante, que desborda
el raudal de nuestro corazón.
Sin embargo, en el pasado
más oscuro y remoto de la humanidad, en una cueva llamada “Los Tres Hermanos”
en Ariege (Francia), se encuentra una pintura de un individuo con máscara tocando
un arco musical al frente de una manada de renos.
Esta pintura según el
carbono catorce da la friolera de 40000 mil años. En la actualidad este
instrumento lo tocan varias tribus africanas y su antigüedad se remonta a la
noche de los tiempos. En Honduras existe un instrumento casi idéntico, pero es
de origen precolombino llamado la (caramba).
Los griegos fueron los
primeros que escribieron teoría musical, ahí tenemos a: Aristóteles, Euclides,
Nicómaco, Aristoceno. Ellos desarrollaron el sistema de la escala como también
una primera notación musical. Pitágoras en su Armonía Musical sostenía que los
números son la esencia de las cosas, también creía que la distancia de los
planetas guardaba relación con los armónicos de las cuerdas según su longitud.
Shakespeare se hace eco de
ésta teoría en el mercader de Venecia. Cuando dice a Jessica “Contempla el
firmamento, adornando con esferas doradas, en él no hay ni una sola estrella
que, en su girar, no cante como un ángel, que no pertenezca al coro de los
querubines, esta armonía está en nuestra alma y solo cuando el triste harapo de
la maldad la cubre, somos incapaces de oírla”.
También a los griegos le
debemos la palabra “Música” que proviene de “musiké” y hace referencia al canto
en verso, sin embargo otros afirman que viene de “Musiké techne”, el arte de
las musas, ya que de las nueve, seis tienen que ver con ella. Los griegos
sistematizaron las escalas y les pusieron nombres como: Dórica, frigia, lidia,
lidiomixta, eólica, y jónica. ¿Verdad que sonaban más bien como algo
arquitectónico? En la edad media la historia de la música hecha por tierra a todas
las escalas y solo se quedan la jónica y la eólica, más conocidas como: Modo
mayor y modo menor.
Después de la caída del
imperio romano y auge del cristianismo, la música se encuentra estrechamente
ligada a la liturgia eclesiástica y es por todos aceptado que la función
religiosa de la música es inherente a todas las civilizaciones. Además, fue una
época convulsa con invasiones de tribus bárbaras. Gracias al canto religioso
entre los cristianos fue que la música no desapareció. En ese tiempo solo se
podía alabar a Dios con himnos y las dos formas principales fueron la salmodia
y el canto gregoriano, se cantaban a una sola voz en latín. Ya en el siglo VI
el papa Gregorio unificó la liturgia romana uniendo los cantos de los
diferentes arzobispados. Después de algunos intentos en ese tiempo de hacer una
notación por fin se impuso el método de Guido de Arezzo (992-1050), o sea la
forma primitiva de hacer notaciones usando líneas.
A partir del siglo XI nacen
en Francia los trovadores, que se convertirían en las estrellas del canto de la
edad media. El pueblo alaba las hazañas de sus héroes; ya no los de la
antigüedad clásica, sino los reales que se lanzan a luchar contra los infieles.
Los trovadores son los encargados de cantar sus gestas, estimulando la
imaginación del pueblo y dándoles un paliativo a sus difíciles vidas.
Convirtiendo en leyenda o en mito a sus paladines: El Cid, Carlomagno, Rolando
[…]
El arte trovadoresco se
desarrolló en todos los países del sistema feudal. (Sur de Francia, Cataluña y
Castilla en España, Inglaterra, la
Borgoña en el norte de Francia y en Alemania con los
trovadores llamados Minnes-Singer).
También destacaron los
Goliardos, estos eran religiosos que habían colgado los hábitos y llevaban una
vida licenciosa; ellos cantaban al amor profano y al vino de una manera
grosera; su actividad la tuvieron en el centro de Europa.
Después vendrían los juglares.
Adolfo Salazar Aventura: “El juglar es un tipo de creador, su presencia es
atestiguada a comienzos del siglo XII o quizás se remita unos siglos antes.
Estaba dotado de una buena dosis de ingenio, de bufón y bastante de comicidad;
improvisando versos cantaban en las cortes reales y también iban de pueblo en
pueblo”. Siendo a la vez cantantes y compositores. ¿Será el antecedente de
nuestros modernos canta-autores?
En términos precisos la voz
es el principal instrumento primigenio para crear música, pero también es todo
el cuerpo, batir palmas, castañear los dedos, taconear y danzar. Por todo esto
decimos que la música muchas veces no puede ir separada del ritmo, la melodía,
la voz y el baile.
Se crean instrumentos para
hacer sonidos como: El arpa sumeria y egipcia, pasando por el aúlos y la cítara
griega o la cornua de los romanos, hasta la familia de los violines, los
tambores africanos, marimbas, maracas, guiros, los xilofones, gongs y chengs
chinos, los shiragigotos japoneses, los Zambombas, carracas, castañuelas,
dulzainas gaitas, guitarras etcétera. En fin un sinnúmero de artefactos que
producen sonidos armónicos. Pero indiscutiblemente el rey de los instrumentos
es el piano. Data de 1709, si bien tuvo sus precedentes en el clavicordio y el
pianoforte, apareció en Italia y se cree que su primer constructor fue
Bartolomeo Cristofori. A lo largo del siglo XIX se le fueron agregando diversas
innovaciones como: Pedales y forma. Siempre ha gozado de la preferencia de los
compositores por sus posibilidades expresivas y por la autonomía que le confiere su amplio registro.
Después de la música vocal
de una sola voz, nace la polifonía y tiempo después la técnica de los
instrumentos y surge la música instrumental. En esta primera fase camina
independiente y es el equivalente a lo que hoy llamamos Improvisación. En este
nuevo impulso originada ya por la técnica de cada instrumento, sobresalen los
nombres de: Kremer, Clementi, Czerny, y Chopin en especialidad pianística. Y en
la ejecución violinista: Paganini, Kreutzer y Joachim y con el tiempo la
técnica de cada rama instrumental hace la diferencia de cada instrumento.
Pero lo que más influyó en
la música fue la aparición de la escritura, (las partituras) que en Florencia
llegaría a su culminación con la ópera donde se dan cita todas las
manifestaciones de la música. Esta representación teatral reúne acompañamiento
orquestal, que agrupa a su vez: canto, música, acción escénica, artes plásticas
(los decorados de la obra) y a menudo partes sinfónicas. Nació contra los
excesos de la polifonía. Este estilo de música se cree que se originó con
Eurídice de Pero (1600) y llega a su concepción máxima con Monteverdi. Junto a
esta escuela florentina nació la romana y tuvo sus representantes con (Caccini,
Rossi, Landi) y junto a estas la veneciana de corte popular y la escuela
napolitana que impuso el aria (A. Scarlatti, Pergolrsi). Se extendió el arte
operístico a: Viena, sur de Alemania, España, Francia e Inglaterra.
Hay un sin fin de
compositores que sobresalen como: Berilos, Gounod, Boset y Massenet.
Varios músicos en ésta época
comienzan a componer para las casas reales Europeas, es el caso de Antonio
Vivaldi (1678-1741). El era sacerdote y cuentan que un día que estaba oficiando
una misa, se le vino a la cabeza una idea musical, dejó la iglesia en ese
momento y no terminó; pues salió corriendo a ponerla en práctica. Finalmente
dejó el sacerdocio.
A partir de las oberturas de
las óperas se desarrollan las sinfonías y a partir de la danza la suite. Tanto
en una como en la otra se alternan las partes rápidas con las lentas, para
hacer descansar a los bailarines o músicos.
Al finalizar el barroco las
personas ya se habían cansado de tantas composiciones complejas y querían algo
más natural, nace entonces el periodo clásico que abarca desde el siglo XVIII
hasta principios del siglo XIX. Dentro de todos los compositores destaca Wolfgang
Amadeus Mozart (1756-1791), para muchos fue un genio divino, era un niño
prodigio. Desde los tres años interpretaba de memoria en el piano minuetos que
había estudiado media hora antes. Su padre Leopodl lo llevó a todas las cortes
de Europa. A los nueve años compuso su primera sinfonía y a los trece era
concertista del arzobispado de Salzburgo. En 1786 presenta las Bodas de Fígaro,
tiene terribles críticas, pues en ella presenta conflictos sociales; tiempo
después en Praga se estrena Don Giovanni basada en Don Juan. El filósofo danés
Sören Kierkegaard la eleva a la categoría de vida estética. Un Hombre
misterioso le pide que le haga un Réquiem (misa de difuntos), se llama así
porque comienza con la frase latina: “Réquiem aeternam dona eis domine”. La
música de Mozart es elegante y casi sentimental sin caer en la sensiblería. Con
la flauta Mágica se centra en los problemas de su época. Creando la primera
gran ópera. Ludwig Van Beethoven (1827-1870) admirado como pianista, representa
la libertad del artista, además en su tiempo se descubrió el metrómeno (medir
con efectividad el compás), compuso su “Novena sinfonía” con el increíble final
llamado “Himno a la alegría”. Además, hace su autobiografía, una de las más
notables de la humanidad y se sabe por este documento que ya estaba
completamente sordo cuando compuso esta extraordinaria pieza. También
sobresalen compositores como: Schubert, Robert Schumann y Mendelssohn inmortalizado
por su famosa marcha nupcial. No nos podemos olvidar de Piotr Tchaikovski; aun
cuando compuso 9 óperas, es más famoso por sus obras de Ballet como: El
Cascanueces, El Lago de los Cisnes y La Bella Durmiente. El siglo XX destaca
por dos grandes temperamentos. Wagner y Verdi; el primero pretende reformar la
ópera según el ideal griego, se manifiesta con el poderío de la orquesta y se
subordinan las voces. En cambio Verdi creó una obra romántica, abundante y de
gran fuerza expresiva. Entre los seguidores de Verdi destacan Mascagni y
Puccini. Entre los de Wagner, a R. Strauss.
No podemos dejar de lado a
Debussy con su “Clair de Lune” y Franz Liszt con sus poemas sinfónicos.
Y ya en nuestro tiempo las
óperas dodecafónicas (El Wözzeck de Berg) y otros autores con tendencias
distintas (Britten, Stravinski, Bartok, Menotti y Orff, Ravel, Manuel Falla).
Pero junto a estas manifestaciones van destacando otro tipo de música: la Zarzuela que tiene sus
orígenes en el ambiente popular y callejero de la taberna y del café. La esposa
de El rey español Fernando VII María Cristina era napolitana y es de creer que
fuera aficionada a la ópera, fue así, que nació la Zarzuela en contraposición
a ésta.
También hay otros géneros
que han destacado y que son netamente populares: Tenemos el jazz que nace a
partir del blues nacido de la cultura afroamericana, Stravinski lo incorpora a algunas
de sus obras. Inmediatamente llegaría el Swing y el rock and roll; simboliza la
libertad de movimientos del cuerpo. Elvis obtuvo el sobrenombre de pelvis, por
los provocadores movimientos que hacía con dicha parte del cuerpo. Quien no
recuerda las bandas norteamericanas o a los Béatles que vinieron a revolucionar
la música moderna. Aquí en América latina hay manifestaciones musicales que han
nacido para quedarse: El tango argentino, la cumbia colombiana, los corridos
mexicanos, los boleros cubanos y mexicanos, la música ranchera, la balada, el
regatón, la salsa etcétera.
En Europa, el fado, la
tarantella y el chotis que tiene su mayor expresión con el famoso “Madrid,
Madrid, Madrid” del compositor mexicano Agustín Lara.
Como también se puede decir
que en su tiempo, fueron de extracto popular el vals vienés, las zardas de
Budaspest o la java parisiense. Actualmente sobresale, la música electrónica y
el pop.
En cambio en el presente la
música comparece ante un nuevo invitado que es el público; necesariamente está
vinculada a la mecánica de la comercialización, trátese del género que sea:
Organización de conciertos, boletaje, lugar, precio, publicidad, los éxitos que
se presentaran, la calidad de las presentaciones, y sobre todo la promoción de
los agentes que representan a las diferentes manifestaciones musicales. A esto
hay añadir como intervienen los medios de comunicación en hacer de la
noche a la mañana verdaderos ídolos.
Llámese como se llame la
música popular o la seria constituyen un patrimonio de valor inestimable, que
determina a la postre de un modo u otro un caudal cultural para las
generaciones futuras.
Y como señalaba Mark Twain:
“A veces nos entristece escuchar música sin palabras, pero es mucho más triste
escuchar música sin música.
T
titama228@hotmail.com
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