Alberto Rafael
León Ramos
leon.ramos.rafael@gmail.com
Introducción
En
la vida hay muchos oficios. Algunos son mecánicos, otros panaderos, algunos son
boleros, aquellas pocas costureras,
entre otros tantos. A todos estos parece dársele poca importancia en la realidad en que vivimos, pero
cuando por azares de la vida necesitamos
de los servicios proporcionados por
aquellas sustantividades humanas es cuando
se valora la labor que desempeñan.
Algo
similar pasa en la sociedad que habitamos.
Para que una casa sea bien construida se puede acudir a un ingeniero o a
un arquitecto. Para decorar el interior
de aquella vivienda nos dirigimos a un diseñador de interiores. Cuando se pretende tener en orden legal todos
los papeles del hogar nos dirigimos a un licenciado en derecho. Y cuando al
final del año se tiene la necesidad de pagar impuestos se contrata los servicios de un contador
público. Para casi todas las necesidades que nos va generando vivir en
sociedad hay un profesionista al cual acudir. Pero, ¿qué pasa cuando aquella
sustantividad humana decidió inmiscuirse por el área de humanidades?, ¿quién lo
va consultar cuando tenga un problema?,
¿quién va solicitar sus servicios?, ¿de qué va a trabajar?; porque es bien
claro que aquella persona también tiene necesidades básicas que solventarse. Es la pregunta que
muchas veces nos han hecho a los que decidimos estudiar una de “esas carreras
que no ayudan a vivir decentemente”,
como bien decía mi abuela.
El
asunto no es para tomarse a broma, sino al contrario es para analizar del por
qué de esas estimaciones en contra de las carreras humanísticas. Con la división de los saberes en la conocida
dualidad, las ciencias del espíritu y las
ciencias de la naturaleza, se da un primer
paso para que la visión en torno a
ellas diera un corte radical. En
las primeras se encajan aquellas que nada tiene que ver con el método, reglas, cuantificación,
verificación, instrumentación y lo más importante de todo, ¡resultados
reales!
Mientras
que en la segundas se enfoca al “saber duro”, especifico, práctico, con
resultados concretos que se pueden traducir en aplicaciones tecnológicas. A las
cuales se les imputa una importancia mayor, por ese simple hecho. ¿Por qué esa
fascinación por estas?, ¿acaso las disciplinas humanísticas no tiene ese
rigor?, ¿es que en las humanidades no aportamos nada a la sociedad?
Pienso que la
aportación de las disciplinas humanísticas, así como de quienes decidieron
enrolares en ellas es de igual importancia pero de otra índole.
Es claro que en el periódico no se encuentra muy a menudo un anuncio que diga: “empresa
internacional y de prestigio busca filósofo; excelente sueldo y todas las
prestaciones”, con esta ironía no quiero decir que los estudiantes de
filosofía[1]
no sirvan para nada, o tacharlos de hablar de sutilezas conceptuales como se
podría pensar, ¡eso jamás! Aquellos
tienen una importancia tanto en la vida intelectual de nuestra sociedad como en el desenvolvimiento de muchos campos de
ella, por mencionar algunos como: política, educación, cultura, etc.
Y
aquí empieza el trabajo filosófico, porque la cuita que encabeza el texto no se
puede responder simplemente con un sí o un no. Se necesita reflexionar en torno
a ella viendo las posibles aristas que se tienen. Es menester primero dirimir
sobre qué es la filosofía y después cuál es la actividad del filósofo. Siguiendo estos
pasos se puede contestar la pregunta de una forma más acertada.
Dirimir el significado de Φιλοςοφία, primer paso
La Φιλοςοφία nace en Grecia como reflexión sobre la φύσις, sobre las cosas que nos
acompañan en el universo. Las primeras reflexiones apuntaban a dar una
explicación sobre el arje de las
cosas. Aquellos primigenios interrogadores del mundo se denominaron filósofos
de la naturaleza: Tales de Mileto, Anaximandro, Anaxímenes. Es con Platón y Aristóteles que la filosofía
se lleva a un plano mucho más riguroso, el sistema. Con ellos se establece la
estructura en que la filosofía se
desenvolvería por miles de años. Empezando con el diálogo platónico hasta
llegar al sistema filosófico del
absoluto hegeliano.
Tanto
en el Liceo como La Academia se trataba de enseñar a pensar, a reflexionar, a hacer
filosofía. Se podría decir que era una παιδεια, paideia, incipiente. La filosofía se estaba
desarrollando como formación y
educación. En el Protréptico Aristóteles
se preguntaba sobre si era necesario una orientación filosófica o no para la
vida, demostrando que sí era necesario y
aunque aquel que estuviera en desacuerdo al tratar de demostrar lo contrario ya
estaba filosofando.
Ahora
bien, al escuchar la palabra filosofía muchas sustantividades humanas piensan
en una materia tanto abstrusa como aburrida, que estudiaron en la preparatoria
o en la universidad. A otros se les viene a la mente una persona alejada de la
realidad ¡y en el peor de los casos a un ser que está abandonado a sus
pensamientos! Tanto la palabra filosofía como su función llevan en sí un
desconocimiento de ella misma, aunque muchas veces se use para referirse cuando
alguien tiene una idea interesante o habla de manera que deja, como se dice
coloquialmente, con “la boca abierta y pensando”. O se hable en las empresas,
clubes u organizaciones de “filosofía” por los valores que los guían. Cosa más
errada. Entonces la pregunta obligada es
¡¿qué es filosofía?!
La
clásica definición es: “amor por la
sabiduría”. Ésta se aprende en las escuelas casi de manera autómata. Pero,
deteniéndose un poco a pensar en ello:
¿qué tipo de amor es ese? ¿el que tienen los amorosos? ¿será del tipo de una
madre a un hijo? ¿ tal vez sea al que se le tiene a la mascota? No es para
reírse puesto que se habla de amor, algo importantísimo en la mayoría de las
vidas humanas, ¿pero de qué tipo de amor?
Y
ahora bien, se dice: “a la sabiduría”,
entonces ¿qué es saber? ¿Es el saber que transmitieron los abuelos por vía
oral? ¿O es el saber escrito en los libros? ¿O quizás el saber hacer algo
manualmente o intelectualmente? Estimado
lector, ¡mira cuantas preguntas han salido de una afirmación que se toma por
cierta e incuestionable! Espero no hayas
dejado de leer hasta aquí por pensar que sólo quiero hacer un juego de palabras
para confundir. La paciencia es un fruto
dulce pero de raíces amargas.
Platón
afirma, que filosofía es un tipo de amor, es echar de menos lo que no se tiene
es un buscar lo que se desconoce, es un Eros
(ερως). Por lo cual el que va buscar lo que no tiene no va ser ni el sabio, ni el ignorante, el buscador va ser el que
esta intermedio metaxy (μέταξι) de
aquellos dos. El filósofo. Por tanto,
buscará la sabiduría puesto que no la
tiene en demasía ni tampoco carece totalmente de ella, por eso su búsqueda va
ser constante.
Aristóteles
va decir que la filosofía es también un tipo de amor, es una φιλία (filia o amistad) por eso
afirma en su libro denominado Metafísica <<Todos
los hombres desean por naturaleza
saber>>[2].
Con esto apunta a un tipo especial de saber, el cual se va a referir al
intelectual que él va denominar έπίϛτήμη (Episteme). Para llegar a ese último grado de saber se
tiene que pasar por varios momentos, el primero se llama εμπείρία
(experiencia), después vendrá la τέκνη
(técnica) que es un saber hacer, pero sin saber su causa, por lo que se
necesita el νούς (nous - inteligencia)
con ello se puede acceder a la ςοφια (sabiduría) y la ciencia suprema va ser la
filosofía en forma de episteme. Pero el verdadero saber total es del θεός
(theos) ya que el filósofo sólo va poder tener una amistad con ella en forma de
filosofía y para hacerla hay que tener
un hábito έξις (exis). Y esto es lo que es un verdadero problema. Así es como
entiende el estagirita lo que sea amor a la sabiduría.
Un
filósofo más cercano a nuestro tiempo
llamado Xavier Zubiri, nos dice que la filosofía más que amor a la sabiduría es
un estar en ella como forma de vida, como un βίος θεωρητίκος (bios teoretikós)
o lo que se puede traducir como existencia teorética.
Por esto, la teoría,
θεωϱία, es una práctica, ϱπαξις, esto es, una acción que no
busca nada sino la acción misma. El filósofo ve θεωϱίας έυεχα, por ver. El
filósofo existe en esta actitud: no se limita a alumbrarla. Por eso, su teoría
es un βίος θεωρητίκος, una existencia teorética. El filósofo, decía, tiene la
familiaridad de la extrañeza; por ella vive extrañado ante todo y es habitante
del Cosmos.[3]
Esto
quiere decir que no es pura erudición en libros, autores, teorías, corrientes
filosóficas, ni saber enciclopédico, sino que es una forma de vida que ayuda a
orientarse en el mundo, en la realidad. Aunando
a eso la sustantividad humana vive en una realidad que lo impele a actuar en
determinadas formas. “Vivir es poseerse…
la vida no es aquello por lo que estamos
en realidad, sino que justamente al revés: es el estar en realidad lo que,
primero nos fuerza a vivir, y segundo, nos fuerza a vivir como vivimos[4]
El
que vive en la realidad forzándose a vivir filosóficamente es una sustantividad
que habita su mundo de manera disímil, eso es indudable. Ya que el que hace
filosofía habita ya en ella misma, puesto que el filósofo no hace a la
filosofía sino la filosofía lo hace a él, puesto que lo habita.
La
filosofía como amor a la sabiduría en forma de eros, filia o bios teoretikós es muy idealista si solamente se lee
y nos deja que pensar por unos pocos minutos. Yo pienso que entender Φιλοςοφία
como βίος θεωρητίκος deja un buen
asidero tanto intelectual como actitudinal para enfrentarnos a esta realidad de
la era digital. Pero al cabo como se preguntan muchos ¿para qué sirve? Es momento de continuar.
La incomprensión de la actividad
del filósofo en la actualidad, segundo paso
La
filosofía para los que estamos inmersos en ella es una actividad importante.
Aunque se puede perder en un amor a la erudición lo cual podría llevar a
caer en un saber de archivo solamente. Tener cuidado con estas actitudes es uno
de los muchos problemas con que se debe de enfrentar el que estudia filosofía.
No es que se piense sea malo el saberse todo el libro de Historia de la
Filosofía con toda y referencias a pie de página. Sino que no es eso la esencia
de la praxis filosófica.
Como
también no hay que perderse en apuntar que filosofía y filosofar solamente son problemas
o pseudo-problemas que no llevan a ningún lado, esto lo apuntó B. Russell al
decir que la metafísica solo trataba pseudo-problemas y que por tanto no
se le debía prestar atención a ese
“juego de niños”.
Para
los que estudiamos filosofía desde el
ámbito formal, es decir la escuela, sea desde la enseñanza-aprendizaje se tiene
que cuidar de tropezar con estos óbices. Célida
Godina nos expone su forma de ver la filosofía desde la enseñanza. Comenta
que no es solamente repetición de ideas, autores, teorías, sino va más allá. Es
un enseñar a pensar, reflexionar y adquirir las capacidades críticas.
La formación debe
enseñarnos a reflexionar y comprender, no a repetir. Podemos proponer, por
ejemplo, que la enseñanza de la filosofía se plantee como disciplina ligada a
nuestra vida, que ésta nos apoye en la formación de una concepción del mundo”[5]
Porque
la educación en México se ha enfocado solamente a formar sustantividades que se
limitan a captar los contenidos dados en los cursos, a contestar exámenes de
manera autómata, dejando de lado el
tratar de forjar una actitud crítica tanto hacia los contenidos que se les son
dados como a las formas en que estos pueden ser aplicados en la vida cotidiana.
Como podemos ver en Célida Godina hay algo muy importante
que se quiere rescatar. “Que esta nos apoye en la formación de una
concepción del mundo”. Es interesante que la autora nos diga que la
filosofía debería estar ligada con el
mundo. Ya que es de entender generalizado que la filosofía no tiene una
injerencia sobre la conformación del mundo en las personas. Aunque remitiendo a
Xavier Zubiri no es así, “La persona,
pues, está fundamentada en lo real”[6]
La
incomprensión de la filosofía se debe a diversas situaciones.
a) el
confundir erudición con la filosofía.
b) pensar
que la filosofía sólo es plantearse problemas sin resolución.
c) Socialmente,
la falta de interés de los ciudadanos.
d) por
último, el Estado no toma en serio sus aportaciones a la sociedad.
Como
bien apunta Gabriel Vargas Lozano:
En nuestro país existe
una grave incomprensión sobre el significado y función de la filosofía. Las
reflexiones en torno a la comunidad filosófica nacional parecen no interesar a
nadie. Su repercusión en los medios culturales es escasa. Los canales culturales
de televisión del Estado (22 y 11) no le otorgan ningún espacio[7]
En
ese tenor, actualmente es de preocupar que se quiera quitar[8]
la filosofía de la educación, esto es comprensible (desde la visión de los
grandes monopolios) porque se ha vuelto común hacer solamente sujetos técnicos
que no tengan nada que ver con las cosas culturales, se quiere una persona
productiva más que reflexiva. El Estado
por su parte recorta el gasto a la educación formal lo que genera un estancamiento
en cuanto a toda la educación en el país.
Ante
la tecnificación del mundo el papel y función de la filosofía es la de
contrarrestar los efectos nocivos de esa postura. Esto se logra a través de la
educación formal. Martín Heidegger en
su libro “Introducción a la filosofía”
nos dice que la tarea de la filosofía
está en su enseñanza. Y esto acotado con lo que Célida
Godina nos comenta, sobre que la filosofía debe estar ligada a la formación
de una concepción del mundo, se puede entrar
en la acción ante estos problemas, por un lado de indiferencia de la
sociedad para con el filósofo y la filosofía, por otro lado la fuerte
resistencia al cambio en un mundo tecnificado y dominado por las novedades
tecnológicas. La era digital.
“La filosofía no es
para una élite complacida en su torre de marfil. La filosofía es un beneficio
público que debe ser enseñada a los niños, los adolescentes y los adultos; en
las universidades, en el espacio público y en el ámbito privado[9]
Aunque
parece que al Estado no le interesa formar personas críticas y reflexivas, eso lo
podemos atisbar en la forma que ejerce su política educativa. Ese tema queda en
el aire pues sería tópico de análisis
para otro trabajo.
Filosofía
sirve para orientarse en el mundo que se interroga. De esto ya han hablado Platón,
Aristóteles, I. Kant, Martín Buber, Ortega. Ella trata de dar respuestas a las
preguntas que cuestionan tanto la vida, la sociedad en que se vive, la forma de
pensar de cierta época, las creencias de las sustantividades humanas y al hombre
mismo con lo cual trata de develar siempre
la verdad, o como ya se vio es un amor a la sabiduría.
Es
en ese sentido:
La filosofía nos
ayuda a tomar conciencia del mundo en
que nos encontramos interrogándonos acerca de él; nos permite conocer nuestra
realidad desde una perspectiva universal y compleja, y propone vías para
resolver los graves problemas que nos
aqueja. La filosofía es indispensable para encontrar caminos a los grandes
problemas de la existencia, para escapar del mundo de la pseudoconcreción,
distanciarnos de la irracionalidad, ejercer la capacidad de diálogo y construir
un mundo más justo y digno de vivirse[10]
Y la más importante es una παιδεια , paideia, (educación)
que no riñe ni compite con la ciencia ni
la tecnología. Lo que trata de hacer es formar una mente crítica, racional y
libre para que pueda ejercer todas las capacidades con que están dotados los homos sapiens.
El
papel de la filosofía es acción. Se dirá
en ¿qué sentido? Puesto que ella misma al entrar en la vida como radical cambio y transformadora de la visión así
como de la noción de las personas ayuda a formar un mejor país. A través de la θεωϱία en forma de βίος θεωρητίκος. Pero hay que
cuidar el no caer en los óbices que se han descrito anteriormente lo que lleva
a la incomprensión de la actividad filosófica.
A
pesar de que vivimos en un mundo en donde parece que los valores no interesan,
y la <era del vació> como apunta G.
Lipovestky ha llegado para quedarse, la filosofía y la enseñanza de ésta
como aliciente puede generar un cambio
en la sociedad mexicana. La filosofía, como hemos escrito, tiene los
instrumentos idóneos para formar a un ciudadano preparado y organizado
mentalmente[11]
Posibilidad de filosofía y
filosofar en la era digital, tercer
paso.
Llegados
a este punto es menester dar el último paso. Lo cual dará como resultado
responder la pregunta que encabeza el trabajo. Para llegar a eso, se tiene que
explicar lo que es la era digital. La
era digital es una etapa de la humanidad en donde los avances científicos-tecnológicos
cobran importancia en la realidad de las sustantividad humanas. Ésta invade
todos los rincones del mundo contemporáneo. Los cacharros inteligentes se hacen
presentes por todos lados. Desde que te levantas en la mañana para ir a
trabajar o a la escuela, se encuentra un reloj con su alarma chillante o puede
ser también uno de esos teléfonos con miles de funciones que te avisan desde
donde puedes ir a comer, del tráfico, o de la ruta más corta para llegar a un
lugar.
Luego si vas a la cocina te encuentras con el
refrigerador; que hoy en día tiene más
funciones que una calculadora. Si quieres calentar tu comida <rápida por su
puesto> esta el maravilloso horno de micro-ondas. Después de asearte te subes a tu auto o camión. Supongamos es un automóvil
particular, esos ahora tienen tantos micro-chips que hasta para las funciones más insignificantes se les instala un
procesador. Al final llegas a tu trabajo
o escuela, te instalas en tu puesto y empiezas a realizar tus funciones. Esto
es de manera general una descripción de un acontecimiento tan incipiente como
lo es la “rutina diaria” o “cotidianidad”. Esa, que
en lo personal a mi me sorprende cada vez que descubro que mi vida esta mediada
por un sinfín de cacharros o cacharritos inteligentes, ayudándome o
asistiéndome en mi vida privada. Esa es
la era digital. Esa es nuestra realidad.
Hay
diversos autores que hablan sobre la era digital, aquí comentaré sucintamente
sobre tres. Para Alejandro Pisticelli, la era digital es una etapa que se debe
aprovechar al máximo, siendo ella la que genera nuevas cogniciones así como
formas de entender la realidad en que se vive. Nicolás Negroponte, analiza las
relaciones que se gestan por los aparatos que son mediadores de las nuevas relaciones
sociales, afectivas o culturales de las sustantividad humanas. Mientras que
para Lee Siegel, es una forma de hacer
cultura y generar riqueza con apoyo de las tecnologías, el punto es saber cómo
participar en ello. Es pues, que el
tópico se vuelve interesante tanto porque se analizan las diferentes formas en
que esta novedosa realidad, que tiene contacto, más que nunca, con casi todas las sustantividades humanas en el
planeta. No se pretende centrar en un análisis minucioso de la era digital, solamente es hacer δεῖξις , deixis, puesto que aquella realidad está muy presente
en nuestra vida, que poca o nula atención se le presta a ello.
A
la pregunta: <<¿es posible
filosofía y filosofar en la era digital?>>
que en inicio parecía una pregunta sencilla de responder con un sí o no, se ha
desglosado en otras tantas a saber. Por
un lado entender lo que sea filosofía, ya se vio que no es simplemente un <amor a la sabiduría>
como se define corrientemente; sino que es βίος
θεωρητίκος, es decir, una existencia teorética lo que lleva a la θεωϱία.
En
lo que respecta a la incomprensión de la actividad del filósofo en la sociedad,
es de hacer notar que hay malentendidos dentro
de ella misma, así como en la sociedad que no le presta atención a su práctica.
Es pues, se apuntó que la filosofía no es sutilezas conceptuales, sino que es βίος
θεωρητίκος, y que se centra en la enseñanza, παιδεια, como cambio radical y transformador tanto de
la sustantividad humana como de la sociedad en que se habita. En este caso la
mexicana.
Por
tanto, la posibilidad de filosofía y el filosofar están en <actualidad>
en la era digital.
Bibliografía
·
Godina, Célida, “La necesidad de la
enseñanza y lección de filosofía”, tomado en Lámpara de Diógenes, pp. 82 –
86 http://www.ldiogenes.buap.mx/
·
Marías, Julián, Historia de la
filosofía, séptima reimpresión, editorial Alianza, España 1997.
·
Vargas Lozano, Gabriel, ¿Filosofía para
qué? Desafíos de la filosofía en el siglo XXI, editorial UAM Itaca, México, 2012.
·
Xavier, Zubiri, Sobre el hombre,
editorial Alianza y Fundación Xavier Zubiri, España, 1986.
·
Zubiri, Xavier, El hombre y la verdad
(segunda reimpresión), editorial Alianza y Fundación Xavier Zubiri, España,
2006.
·
Zubiri, Xavier, El hombre: lo real y lo
irreal, editorial Alianza y Fundación Xavier Zubiri, España, 2005.
·
Zubiri, Xavier, Sobre el problema de la
filosofía, editorial Alianza y Fundación Xavier Zubiri, España, 2003.
[1]
Filósofos que aportaron al conocimiento se pueden mencionar muchos; R.
Descartes, Aristóteles, D. Hume, I. Kant, Rorty, F. Nietzsche.
[2]
Aristóteles, Métafísica, 1 980ª.
[3]
Zubiri, Xavier, Sobre el problema de la filosofía, pág.,22.
[4]
Zubiri, Xavier, El hombre lo real y lo
irreal, pág., 102.
[5]
Godina, Célida, La necesidad de enseñar filosofía, en Revista
Lámpara de Diógenes, pág., 82-86.
[6]
Xavier, Zubiri, Sobre el Hombre, pág.,84.
[7]
Vargas Lozano, Gabriel, “La filosofía en
México ¿para qué?” Tomado en La jornada edición digital. Domingo 23 de
noviembre 2008. Núm. 716
[8] En México hay organizaciones y personas interesadas en hacer de la
filosofía un arma no sólo de reflexión sino que sea presente en los ámbitos
tanto académicos como sociales, tratando de generar así una concepción
diferente del mundo. Prueba de ello es la Asociación
Filosófica de México (AFM) que organiza congresos, coloquios, mesas
temáticas, presentaciones de libros en donde se está teniendo presencia en la
sociedad mexicana. También es de hacer
notar la presencia del Observatorio
Filosófico Mexicano (OFM) que actualmente está luchando porque la filosofía
no desaparezca de la educación media superior y superior. Con la enérgica
protesta ante la Secretaria de Educación Pública la OFM extendió un comunicado
a las autoridades competentes para solicitar que las materias tales como,
ética, filosofía, valores, etc., sean insertadas de nuevo en los planes de
estudio, ya que a alguna persona le pareció que estas debían desaparecer porque
no tiene gran “influencia o no aportan nada a los alumnos”. Se logró que las
materias relacionadas con la
filosofía no fueran sacadas de los planes de estudio y con ello se abrió un
nuevo camino para que ella esté presente en la sociedad mexicana.
[9]
Vargas Lozano, Gabriel, Ibid.
[10]
Vargas Lozano, Gabriel, ¿Filosofía para
qué? Desafíos de la filosofía en el siglo XXI, editorial UAM Itaca, pág.,
30
[11]
Vargas Lozano, Gabril, Ibid.
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