Raúl Hernández Viveros
Mario
Calderón, Timbinal, Guanajuato, 1951, dio a conocer su reciente trabajo de
investigación: La estructura de la
realidad derivada de la literatura, Ediciones Eternos Malabares. Por lo
tanto es fundamental reflexionar acerca de su propuesta de análisis crítico
relacionada con el trabajo poético. Antes conviene llevar a cabo una
aproximación a su quehacer como poeta que describe el sentido de los mensajes y
señales de la realidad.
Se debe insistir en destacar algunos aspectos que conforman su
enfrentamiento con la poesía. De acuerdo con Liev Semionovich Vigotsky: “La
imaginación se manifiesta en todos los
aspectos de nuestra vida cultural, haciendo posible la creatividad artística,
científica y técnica”. Frente a lo cual brotan las palabras que se desprenden
de lo emocional, y organizan la trascendencia de las experiencias
existenciales.
Uno de los puntos de partida de Mario Calderón comenzó con
los versos que integran su poemario Viaje
a la otra parte del mundo, Liberta-Sumaria, México, 1980. La transparencia
y pluralidad de propuestas abrieron el camino hacia la búsqueda del interior
del poeta para captar la esencia de las imágenes externas. Desde entonces se
planteó la interpretación relacionadas con el reconocimiento, identificación y
encuentro con el ser-en-el-mundo.
También involucrado con el “ser-ahí”,
pero al mismo tiempo el “ser-con”, que Martín Heidegger estudió en su obra Ser y tiempo. Posteriormente Hans-George
Gadamer continuó con la suma de que el “ser-con”, resultaba la revaloración del
“ser-ahí.” De esta manera, Mario Calderón propuso su visión poética como un
acercamiento a la alteridad, que tiene que ver con la vinculación con el mundo y
nuestros semejantes en cualquier parte del planeta.
Hay que mencionar su libro breve Naturaleza viva, 2002, porque ofrece la
oportunidad al lector de ubicar la protección de muchas cosas del medio
ambiente que están por desaparecer, y van a quedar igual a las imágenes
poéticas. “Vino el tiempo / de partida / y varios / sentimientos / oprimieron /
mi pecho”. Después de 2011 ofreció a los lectores su obra Deletreo del mundo, en donde volvió a insistir en el rescate de
otros diversos planos de la realidad.
Vale la pena recordar la cita de
Octavio Paz: “…Miradas que nos miran desde el fondo / de la vida y sin trampas
de la muerte. / -¿O es al revés: caer en esos ojos / es volver a la vida
verdadera?” Sin duda alguna, Mario Calderón continúa en su empeño apasionado
por el desciframiento de la representación con nuestros semejantes. En este diálogo y lectura en voz
alta, se contemplan diferentes ángulos de la realidad. Al mismo tiempo que se construye
el presente y revisa el pasado. Además Mario Calderón prosigue en comprender a su modo la creación del universo.
La lectura de su obra poética y la
reciente edición de su libro La
estructura de la realidad derivada de la literatura, hace recordar la
sentencia de Aristóteles: “La finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia
secreta de las cosas, no el copiar su apariencia.” Por supuesto igual que en su
poema: “Bola de cristal”: “Tezcatlipoca / era dueño / del destino. / En su espejo / de humo / se aclaraban / los
sucesos / del futuro.”
El drama inevitable del ser humano
es el convencimiento a través de la escritura que pueda penetrar en el
pensamiento de los lectores. Con la lectura de los símbolos se logra estar
siempre al lado de la dimensión universal que significa el drama de participar
como personajes en esta novela en donde a cada uno le corresponde un papel
importante que penetra con el uso de la
mirada hacia rincones insólitos y desconocidos de nuestra existencia.
La realidad a través
de las palabras se representa como George Bernard Shaw la definió: “los
espejos; se emplean para verse la cara: el arte para verse el alma”. Para Liev Semiónovich Vygotsky: “el crítico debe
estudiar cada uno de los espejos, ya que todos ellos son distintos y reflejan
imágenes diferentes: convexas, cóncavas, horizontales…” Dentro de espacio de
los que denominaba “espejos-alma”, se pueden “estudiar los acontecimientos por sus reflejos, es preciso hallar el foco,
el centro de cada espejo de cada personaje.”
Además de insistir en la interrogación de: ¿qué otra cosa
hay en la conciencia sino la memoria de nuestra propia y única vida. Desde aquel
tiempo vivido al actual se enfrenta uno al paso del tiempo con la realidad,
donde no existe la nada en el universo según acertó por su parte Martin
Heidegger. Mario Calderón, en su libro La
estructura de la realidad derivada de la literatura, llega a plantear un
método de análisis reflexivo y critico sobre el acto de la experiencia del ser
y estar, compartir y dialogar, vinculándose a las partes que construyeron e
integran nuestras vidas.
Con las palabras se elaboran las oraciones del acto
narrativo, bajo la armonía o balance del significado de lo denotativo y
connotativo. En esta suma de las interpretaciones sobre la inconsciencia frente
a lo inconsciente. Sobre el territorio de la creación literaria: “la
palabra, cuando es creación, desnuda. La primera virtud de la poesía, tanto
para el poeta como para el lector consiste en la revelación del propio ser”.
Octavio Paz agregó que: “la conciencia de las palabras lleva a la conciencia de
uno mismo: a conocerse, a reconocerse”.
Detrás de los anteriores razonamientos, Mario Calderón respalda
y fundamenta la aportación de su método teórico, mediante la comprensión del
significado y el desciframiento del
entorno de cada persona, como si fuese la lectura de un texto. Exactamente en el
centro y los alrededores del objetivo de nuestra vista. La mirada, o más bien
la lectura decodifica el mensaje que se encuentra alrededor del espejo-alma de
cada persona, y de su realidad-tiempo. El movimiento fractal puede remontarnos
a hechos acontecidos en el pasado y en el reciente presente, como las
partículas elementales del bosón de Higgs
De esta forma se aproxima al encuentro de una “memoria
colectiva” que puede ser equivalente al campo de “la sabiduría”. Mario Calderón con la perspectiva de
la creación poética, implanta las profundidades de su metodología en su obra: La estructura de la realidad derivada de la
literatura. Dicha propuesta idéntica revalora a la de Octavio Paz: “el poema no quiere
decir: dice. No es una frase o una
serie de frases, sino una indivisible constelación de imágenes, mundo verbal
poblado de visiones heterogéneas o contrarias y que resuelven su discordia en
un sistema solar de correspondencias.
Universo de palabras corruptibles y opacas pero capaces de encenderse y arder
cada vez que unos labios las rozan.”
Con esto se desemboca en el acto de la empatía y la
interacción entre el reconocimiento de símbolos y señales diferentes y plurales
a la pronunciación o a lo que describen las imágenes y el contexto o referente
dominante en la armonía de la búsqueda de la realidad. En esta serie de mundos
o lecturas se instala un sistema
cognitivo que reconoce las posibilidades significativas en la
interpretación del mundo de cada persona, texto-alma. También entre las lascas y poemas, de Mario Calderón dentro de
sus misteriosos presagios de profunda reflexión hasta ahora imaginadas originarias
desde el espejo
humeante de Tezcatlipoca, o con la definición de Juan Amós Comenio: “Los
ángeles aprenden con la contemplación”, en el siglo XVI.
Al interpretar los
símbolos que se encuentran alrededor o
aureola de cada persona, Mario Calderón abre más el conocimiento hacia el
encuentro con nuestra impronta sobre el mundo. Advierte y nombra los sentidos y
las características de las cosas, acontecimientos, pasajes, recuerdos
transformados en imágenes. Mediante “el lenguaje refiere al otro,” Hans-Georg
Gadamer escribió además que “el lenguaje pide respuesta. ¿Qué ser abre aquí?
¿Un allende? ¿O un aquende?”
Mario Calderón plantea la acción de ubicar la esencia, que
transforma la naturaleza frente a la representación de lo que es, cómo es, cómo
ha sido y la descripción de los símbolos de cada persona tiene un papel
asignado en el “teatro del mundo”. Con
su marco teórico proyecta
conocimientos y enfrenta el tiempo y la realidad, advertido en su nota
biográfica del libro El oro ensortijado,
Poesía viva de México, Circulo de
poesía, 2009.
En sus páginas se puede leer la
siguiente presentación: “Mario Calderón, Nezahualpilli o César Vallejo, está en
el camino del vate ya que ha estructurado un método (repetible, regular,
científico de comunicación) para descifrar símbolos del entorno de un individuo
y decir o vaticinar detalles de su pasado, presente, e incluso futuro con solo
mirar a su alrededor. En él, la poesía es, al propio tiempo, un medio de
acceder al conocimiento a través de la intuición y las sensaciones. Por ello,
en su poesía hay una interpretación del mundo empleando aliteraciones
onomatopeyas, sorprendentes metáforas y el trabajo cuidadoso de la forma.”
En este sentido, el poeta se acerca
sigilosamente hacia las profanidades sagradas de la revelación existencial. A
través de las palabras realiza la sacralización del lenguaje. Como un testigo
de la historia de nuestro tiempo lleva a cabo la traducción de infinidad de
símbolos que rodean a los seres humanos. El encuentro con la parte concreta de
la imagen frente al misterio y enfrentamiento de los multiuniversos que existen
detrás de las experiencias que todavía
necesitan de ser narradas y explicadas por el “sueño con escribir un libro
compuesto únicamente de citas, que advirtió Walter Benjamín.
En esta lectura propuesta por el
método de Mario Calderón puede uno ubicar la fuerza de la recepción que es el
acto de comprender los textos y las diversas características de los seres
humanos. De esta manera se puede recrear y conocer la trascendencia de cada persona, o en este
caso la función de representatividad de las descripciones que forman e integran
el escenario de las relaciones miméticas. Al mismo tiempo llegar a la comprensión de
nuestros pasos sobre la tierra y
averiguar las huellas de nuestras
imágenes de la identidad de cada uno de nosotros.
Claudio Naranjo recientemente
declaró a la pregunta de que: “-¿Cual es el secreto de la vida?- El secreto de
la vida es vivir. No hay secreto de la vida. El sentido de la vida está en la
vida misma. Cuando buscamos el sentido es porque no estamos viviendo. Porque en
cierto modo estamos robotizados, o vivimos con una pequeña parte de nosotros
mismos. Hoy en día se reconoce que tenemos tres cerebros: el intelectual, el
emocional y el intuitivo. Pero tratamos de vivir desde la cabeza como si allí
hubiera una cabina de control dentro de nosotros que se ha apoderado del cuerpo
en lugar de entregarle el cuerpo a ese animal interior que es mucho más sabio.”
En forma idéntica, Mario Calderón
obtuvo la armonía de estudiar en su obra La
estructura de la realidad derivada de la literatura, Ediciones Eternos
Malabares, 2013, las tres partes del conocimiento: el intelectual, el emocional
y el intuitivo. La revelación de estas fuentes esenciales del ser humano
permiten conceder el valor a los sentidos, y particularmente a la existencia de
utilizar el lenguaje para encontrarnos con el otro, el que escucha, atiende y
es testigo de nuestra imagen presente para describir el logos como sentido de
la existencia y el significado que orientan la praxis del ser humano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario