lunes, 12 de diciembre de 2011
JAVIER ORTIZ AGUILAR EL AMIGO, EL MAESTRO, EL LECTOR
Lisardo Enríquez L.
El Programa de Salas de Lectura promovido desde hace ya varios años por el Lic. Marco Antonio Figueroa Quinto llega con ésta que hoy se inaugura a 99. Desde el inicio ha tenido como norma asignar a cada una el nombre de una persona que esté viva, que ame la lectura, y que desempeñe alguna labor en bien de la comunidad. Esas son las razones principales por las cuales esta Sala de Lectura se llama “Javier Ortiz Aguilar”.
El maestro Javier Ortiz nació el 18 de abril de 1943 en Altotonga, Veracruz, pero la Ciudad en la que ha vivido la mayor parte del tiempo es Xalapa. En sus recuerdos está el Colegio Preparatorio, más conocido por todos nosotros como Preparatoria Juárez, en donde realizó sus estudios de bachillerato. Su recuerdo está asociado en particular a quien en aquellas fechas era el director de ese Colegio, el Lic. Librado Basilio, un hombre íntegro, culto, humilde y maestro en toda la extensión de la palabra; ejemplo vivo para quienes estuvieron en esas aulas. Eso es lo que el maestro Javier ha tenido muy presente: el ejemplo de un gran maestro.
Estudió la carrera de historia, se convirtió en maestro de bachillerato, maestro en la facultad de historia de la Universidad Veracruzana, y posteriormente maestro en la Universidad Pedagógica Nacional Unidad Xalapa. Primero como estudiante y después como maestro, abrazó las corrientes de pensamiento y la acción política de orientación marxista.
Una faceta importante de la personalidad del maestro Javier Ortiz es su entrega a la amistad, esa amistad en la cual siempre está presente el maestro, el hombre que maneja ideas, que contagia con sus comentarios sobre las lecturas que realiza de manera permanente; que también escucha a sus interlocutores, pero que no deja de explicar, comentar, cuestionar. Conversar con él es como ver en sus ojos las ideas que expone. Su cerebro está en continuas reflexiones sobre los pensadores y sus propuestas. Es un amigo para interactuar en las ideas. Y se trata de una persona que no es común ver con enojo, tal vez porque no tiene tiempo para eso.
Por obvias razones, no es un maestro tradicional, sino innovador, considerando como dijo Du Roy de Fernand Braudel, que “ha dedicado buena parte de su vida a turbar a la gente y a cuestionar las ideas comúnmente admitidas”. El maestro Javier ha sido un maestro comprometido; piensa en sus alumnos, trabaja con ellos en el aula, induce, como dijo precisamente Braudel, a “que las mentes se desarrollen”. Sin embargo, nunca se ha quedado en eso, forma pequeños grupos y estudia con ellos fuera del aula. Otra vez, como el mismo Braudel, el maestro Javier podría decir: “He tenido un gran número de alumnos, los quiero mucho, he discutido con ellos y seguiré discutiendo si hace falta”.
El maestro Javier Ortiz es un lector de tiempo completo, un lector analítico y crítico que comparte lo que descubre, lo que aprende. El conocimiento es uno de los motivos fundamentales de su existencia. El conocimiento que se desmenuza, que se puede separar y armar de nueva cuenta. El conocimiento que se va descubriendo poco a poco en la soledad del estudio y la lectura individual, pero también en la lectura colectiva y en el debate con otros, con sus alumnos, con sus amigos, con quienes tienen ese mismo interés. Los libros son sus compañeros inseparables. Cuando lo encontramos va o está por lo menos con un libro. Su amena conversación gira generalmente alrededor de un autor, de un libro, de una idea esencial sobre el conocimiento y sobre los problemas sociales, políticos y económicos.
Admiro personalmente en el maestro Javier su capacidad para abstraer las ideas que presenta un autor en un libro, y el manejo de ideas que puede hacer al escribir sus propios textos. Escribir es fácil, o parece fácil. Escribir bien no es realmente fácil. Y expresar ideas bien articuladas requiere ciertas cualidades que no todos tenemos o que no hemos logrado desarrollar. El maestro Javier escribe con ideas.
Esta Sala de Lectura de la Escuela Telesecundaria de la Colonia Carolino Anaya de la Ciudad de Xalapa, con mucho orgullo adopta el nombre de un maestro inteligente y comprometido, que al mismo tiempo es un hombre sencillo y solidario con los demás.
25 de noviembre de 2011.
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