lunes, 15 de agosto de 2016

Profesora Angélica López Trujillo

Oswaldo Estrada

"La mujer es la puerta de reconciliación con el mundo" 
Octavio Paz

Presenciar entrega de la presea "Mujer del año 2016" es honroso para mí. Mayor mi satisfacción sea otorgada a una dama acreedora a ella consecuencia de sus méritos materializados en servicio social en los entornos: comunitarios, académicos, literarios y familiares.
Es evidente el cambio de rol de la mujer en la sociedad actual, transformando su estructura. Hoy existe, infinitas oportunidades para ella, inclusive consideradas en leyes vigentes, sin embargo uno de los méritos de la maestra Angélica es precisamente constituirse en impulsora de esos cambios, no desde el poder legislativo sino con ejemplo de consagración a sus principios, valores y trabajo: felicidades maestra.
La mujer como agente de cambio considerando su naturaleza en dueña de enorme responsabilidad debiendo asumir formación profesional continua precisamente debido al cambiante mundo globalizado, tecnogilizado erigiéndose een una opción el ámbito literario: Angélica consciente de abreva leyendo, escribiendo y publicando

En una aguda reflexión sobre el ejercicio de la intelectualidad, publicada en 1965, Rosario Castellanos sostiene que la máxima misión del intelectual es pensar sin restricciones, pronunciarse, expresar su concepción del mundo y ejercer la crítica aplicándola a todo tipo de instituciones, ídolos y consignas. No es fácil, arguye, ser intelectual ante las preferencias de la mayoría, el gusto común o el deseo de agradar a muchos, sobre todo a aquellos que podrían retirarle el favor en cualquier instante, reduciéndolo a la inoperancia y el silencio. Para ser un auténtico intelectual, anota con firmeza, “se necesita una lucidez insobornable y un temple heroico para
obedecer al rumbo verdadero que marca la brújula” (“Esplendor y miseria” 369). El intelectual más genuino, apunta Castellanos varios años después, es aquel que trabaja en lo suyo dentro de los límites establecidos. Su espíritu de aventura y búsqueda, su invención fructífera, su afán de encontrar lo nuevo y la posibilidad de la libertad y la sorpresa no provienen de la anarquía sino del mayor rigor, de una serie de limitaciones, normas y demarcaciones escrupulosamente definidas. Además, el receptáculo y vehículo de sus ideas es siempre el lenguaje. Porque a través de las palabras, insiste, “eternizamos las formas fugitivas; hacemos patente la armonía del universo; conjuramos la muerte y la destrucción y el olvido” (“La corrupción” 198).
Este libro gira en
Ser mujer y estzr presente

Oswaldo Estrada

Mi adorada Madre: Angélica López Trujillo

Delfino Velasco López

Las damas de la Unión Femenina Iberoamericana, me ha concedido el honor de hablarles de la homenajeada: Angélica López Trujillo mi adorada madre.
Angélica nace en Santa Rosa de Lima, hoy conocida como Camerino Z. Mendoza, Veracruz.
Sus padres Don Guillermo López Trujillo y Doña Guadalupe Trujillo García, oriundos del estado de Puebla, formaron una familia sólida con 7 hijos.
Ella fue una hija muy querida por su señor padre, quien la secundaba en sus travesuras, ante la estricta educación familiar de su mamá.
Desde su infancia se inclinó por el arte literario, su presencia como escritora empieza a destacar dentro de la Escuela Secundaria “Esfuerzo Obrero” de Artes y Oficios; al participar en el periódico escolar “Alborada” donde fungía como jefe de redacción.
Su entusiasmo por comunicar su pensamiento la conduce a participar en certámenes de oratoria y poesía; en la ciudad de Orizaba y más tarde en el Colegio Preparatorio Benito Juárez de esta capital.
Su vocación se inclinó hacia el magisterio, que ejerció donde ella sabía que era más necesaria su presencia; es decir, en el ámbito rural, allí tuvo contacto con la marginación y problemática de las mujeres campesinas, que más tarde plasmaría en su libro “Paradigmas.”
Tiempo después, con una familia formada, con el también maestro don Delfino Velasco Cruz y sus queridos hijos que desde 1958 empezaron a colmar su vida de gran amor maternal: María Enriqueta y Delfino, mendocinos de nacimiento. Por cuestiones de tipo laboral se trasladan a Xalapa donde nacen: Angélica, Rosa María, Pedro Guillermo y Jorge Iván.
A pesar de atender una familia: esto no le impidió seguir su labor de redimir a las mujeres de los cinturones de pobreza de Xalapa, y sin abandonar su papel de esposa, madre y maestra, se vuelve en la gestora más activa del grupo: “Frente de mujeres de las colonias de
Xalapa”. Su labor la realiza en muchos puntos de la ciudad, pero centra su interés en dar a “Lomas de San Roque” un aspecto de vida más digna para sus habitantes.
Consiguió durante el gobierno del Lic. Agustín Acosta Lagunes, contando con el gran apoyo de la señora Esperanza Azcón de Acosta: el alineamiento ,de las entonces veredas, de sus calles; gestión con éxito, que se les otorgaran las escrituras de sus lotes a cada familia. Durante los fines de semana, con ella al frente, se realizaban las faenas necesarias para que las familias, la mayoría formadas por madres solteras, tuviesen una habitación más digna con tabique y techo de lámina, gestionó la introducción de agua potable, drenaje, energía eléctrica y alumbrado público, cambiando totalmente la forma de vivir de las familias de la colonia.
Otra de sus acciones de gestoría, y por innumerables veces, con el apoyo de su familia, cooperaban con dinero o alimentos para los fines que perseguía, su objetivo seguía siendo la educación convencida que ella cambia la mentalidad de la gente hacia el progreso, así que ahora su acción la volcó a ayudar a las mujeres que debían trabajar para sostener sus hogares y necesitaban la creación de "casas de cuidados" para sus hijos; así que, nuestra homenajeada, durante 19 años desempeño en el DIF Municipal el encargo del área de educación y responsable de la coordinación de "casas de cuidado"; ésta labor la supo contagiar a las promotoras del DIF Municipal, que como promotoras se convirtieron en proveedoras de alimentos, y otros enseres para el buen funcionamiento de esas casas.
Ya los niños; contaban con el debido cuidado y alimentos mientras sus madres trabajaban, pero Angélica no se sentía satisfecha, la colonia necesitaba un jardín de niños, así que laboró por un año, sin recibir ninguna paga, como educadora, hasta conseguir una clave administrativa para el centro de trabajo y entregó ya el jardín de niños “Carmen Ramos del Río” al personal docente enviado; de igual forma lo hizo con la telesecundaria de la colonia; trabajó otra vez sin paga alguna, para obtener la clave y a partir de ese momento los niños y jóvenes podían completar su educación básica.
En su cabeza sigue aleteando el colibrí de la ayuda y entusiasmo por la formación educativa; primordial para el desarrollo e independencia mental y económica de todo ser, ahora busca el bienestar de los adultos; funda el Centro de Capacitación “Joel Medel Valencia”, gesta y logra que el SUTERM done un aula prefabricada. En coordinación con Centro de Orientación Familiar de Xalapa (COFAX) añade a este centro un dispensario médico gratuito.
Se propuso poner en marcha junto con el IVEA una escuela primaria para jóvenes trabajadores, que no pueden asistir a los turnos normales y es ella misma la que les da alfabetización involucrando sabiamente a los alumnos de telesecundaria, que fue una acción importante como integradora de la comunidad, ya que los muchachos tenían un compromiso de alfabetizar a un adulto en horario nocturno; en lugar de desperdiciar su tiempo sin rumbo.
Su labor docente traspasa el ámbito de su aula y promueve los talleres de teatro, danza y música en coordinación con la U.V.
Es tal el éxito del taller de teatro infantil que se convierte en directora de varios grupos teatrales infantiles, y cuyas obras puestas en escena son de su autoría, dando un nuevo curso a su vida ya no sólo es la maestra, las escritora, sino directora de teatro.
Entre sus cuentos puestos en escena están: “Un hada y diez duendes”, “Personajes de mis cuentos”, “Felipillo sin camisa”, “Los pitufos y el espejo mágico”, “Gabriela y los hongos mágicos”, escenificada con sus hijos que con gusto la acompañaban en su labor artística, alumnos de la escuela primaria federal “Adolfo Ruiz Cotines”.
Y posee más obras que permanecen inéditas.
Por petición de la universidad de Puebla creó la obra pedagógica “el sueño de un niño”. También nos ha deleitado y divertido al incursionar en la creación de pastorelas que se han escenificado en el auditorio de la B. E. N. V., en la sala de teatro del estado, en el salón SUTERM, escenificada una de ellas por las damas voluntarias del SUTERM, y en el Casino Xalapeño, en las que han participado algunas escuelas telesecundarias, y las socias del Club Escritoras de Xalapa A. C.
Pese a tantas ocupaciones, aun ronda en su pensamiento; plasmar remembranzas de su infancia y juventud y nos deleita con la creación de su primer libro “Un regalo del tiempo” en el 2001; ya perteneciendo al Club Escritoras de Xalapa, del que ha sido presidente en dos ocasiones.
Su mente no descansa; existe, algo que desea dar a conocer al público, ya que, es necesario que la indiferencia social se sacuda; para comprender a las mujeres de sectores marginados, donde ella había convivido, que son dignas de seguir su ejemplo de vida, para que la mujer sea reconocida como parte fundamental para la sociedad y como ya se dijo anteriormente de ahí surge en el 2011 su libro “Paradigmas” donde el lector se interna en historias conmovedoras. En el 2015 surge su tercer obra “Corriendo tras el viento” con cuentos y prosa exquisita y en este año presenta “El vuelo del colibrí” un caudal de cuentos, relatos y unas estupendas obras de teatro.
Ha colaborado periódicamente como articulista de los periódicos: “El regional de Coatepec”, “El gráfico” y “Diario de Xalapa”.
En 1980 presentó un recital de cuentos enmarcados en el tema de denuncia social en el ágora de Xalapa.
Es fundadora de varios círculos de lectura en la aldea “Meced”, en asistencia educativa del DIF, en escuelas telesecundarias de Xalapa y otros lugares aledaños.
En reconocimiento a su actividad sociocultural ha sido invitada a participar como jurado en certámenes de poesía y oratoria.
Gusta de participar activamente en cafés literarios.
Actualmente en el centro de capacitación “Joel Medel Valencia” que ella fundó y que ocupa la Universidad Popular Autónoma de Veracruz; apoya a alumnos que cursan licenciatura en protección civil.
En el aspecto familiar goza de plenitud con sus hijos, nietos y bisnietos; que siempre han estado ahí con ella impulsando sus anhelos de gestora de obras sociales, y eventos en pos de la mujer
marginada, por la educación de todos los que la rodean y su incansable arte de escribir.
Ella es la maestra, madre, gestora social, escritora, y hoy la mujer del año: Angélica López Trujillo.
A nombre de la familia Velasco López, nuestro agradecimiento por esta distinción a nuestra querida madre.

Junio 2016

Claroscuros de Cuba, a 57 años del triunfo de su revolución

AGENDA CIUDADANA

Rebecca Arenas
Si un hombre fuese necesario para sostener el Estado,
 este Estado no deberá subsistir, y al fin no existiría”
Simón Bolívar
Para quienes simpatizamos con la gesta de la Revolución Cubana, que tanto conmovió a los jóvenes de mi generación, el 57 aniversario de su emblemático triunfo, este 26 de julio, constituye una ocasión propicia para analizar sus logros, sus enormes desafíos, y los yerros autoritarios de  sus gobernantes que transformaron, con el paso de los años, nuestra admiración en inevitable rechazo.
Dentro de los logros importantes que tenemos que reconocerles a los revolucionarios de la Sierra Maestra que llegaron al poder, uno fue el rescate del pueblo cubano, agraviado, manipulado y utilizado para servir al divertimento del capital norteamericano. Los gobiernos cubanos incondicionales a Washington habían convertido a la isla en un centro de vicio, de ocio placentero y vida fácil, en donde el ron, los habanos y los centros nocturnos atestados de bellas mujeres habían hecho de Cuba el burdel del Caribe.
La revolución cubana cambio de tajo esa situación, al brindar al pueblo cubano un esquema de oportunidades de superación sobre todo en educación, salud y deporte, pero sin duda, el cambio fundamental fue la transformación de una sociedad desvalorizada, explotada y resignada al dictado de las mafias que gobernaban el país, en una comunidad comprometida con una mística miliciana, de apoyo a la revolución, capaz de ir a cortar zafra, y preparase para los nuevos tiempos libertarios, al ritmo aleccionador de la primera trova cubana. 
La drástica reacción del gobierno norteamericano, reacio a perder sus privilegios en la Isla, provocó el bloqueo económico que durante más de cuatro décadas ha padecido el pueblo cubano (aún no termina  pero se ha suavizado) que resistió  con paciencia, sacrificio y dignidad todas las carencias inimaginables,  en medio del  fuego cruzado que conformaron,  el bloqueo económico dictado desde Washington, y el endurecimiento del régimen de Fidel Castro hacia cualquier disidencia del pueblo cubano.    
Había que sobrevivir al bloqueo norteamericano, pero ante ese desafío, la revolución cubana, o mejor dicho su principal líder Fidel Castro no confió en sus propios logros e ideología, y   convirtieron a la isla en una prisión de la cual sólo se podía salir fugándose hacia alta mar, en donde muchos prefirieron morir ahogados o devorados por los tiburones, antes que seguir presos de un sistema que prohibía y castigaba duramente la menor disidencia. 
Así, la revolución cubana que un día fue un ejemplo para la población libertaria de América Latina y el mundo entero, al paso del tiempo se transformó en una revolución aislacionista, que impidió a la población cubana el conocimiento y la reflexión intelectual de un mundo interconectado por el Internet, los satélites y las telecomunicaciones, ante el temor de que “tentaciones capitalistas”, debilitaran la mística de una juventud adoctrinada para el socialismo, que padecía a diario el racionamiento y la carencia.
En aras del prevalecimiento de un sistema político, liderado, además, por un solo hombre, la revolución cubana sacrificó durante todos esos años varias generaciones de millones de personas.
Referirnos a Fidel Castro la principal figura de la gesta revolucionaria cubana, no es asunto fácil, porque al igual que la revolución de su país tiene claroscuros. Carismático y con madera de auténtico líder, Fidel Castro se caracterizó por su valentía, decisión, por su capacidad de negociación y como habilísimo estratega.  Cuentan las crónicas cubanas de los innumerables intentos desde Washington para asesinarlo, claramente fallidos, porque su red de información de altísima eficacia siempre lo puso sobre aviso. Poseedor de muchas cualidades, no tuvo, sin embargo, una visión de realismo político para dejar el poder oportunamente, permitiendo el paso a las generaciones de relevo formadas en el propio proceso revolucionario, única forma de garantizar la continuidad, el mejoramiento y el perfeccionamiento de una revolución que por elemental justicia tenemos que reconocerle al pueblo cubano
El pro hombre de la revolución cubana, pareció no confiar en la solidez del trabajo realizado  y llegado el momento, tarde en la opinión de muchos, delegó el mando en su hermano Raúl Castro por aquel entonces de 75 años. Una muestra de su obstinación en no creer en los líderes que él mismo formó; una suerte de arrogancia frente al ineludible paso del tiempo y una muestra de su falta de visión colectiva en una revolución, que claramente ha considerado mayormente obra suya.
A cincuenta y siete años del triunfo de la gesta libertaria cubana, y frente a la reanudación de relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos, un proceso largo y complejo del que todavía nos falta mucho por ver para poder aquilatar su rumbo, si alguna huella llegara a quedar del primigenio fervor de la revolución cubana, será para los anales de la historia. No se  generaron líderes revolucionarios con poder y mando, no habrá por tanto una experiencia compartida que trascienda a la sociedad cubana.
La revolución que una vez fue ejemplo para Latinoamérica, terminó siendo un ejemplo más de autoritario nepotismo tropical , caldo de cultivo idóneo para la corrupción de una comunidad que vive sin expectativas. 
Para que un proceso de transformación social prevalezca, debe sustentarse en la fuerza y legitimidad de la colectividad y no en la figura de un líder. La lección que nos deja la revolución cubana, no puede ser más clara.   


rayarenas@gmil.com        

20 AÑOS DESPUÉS

Carlos Bernal Romero


                                                                                      Para Sherlyn
Por supuesto

He pensado a menudo que Sherlyn nació ya madura:
Vieja no, nunca lo ha sido ni creo lo será ya.
Tiene una aura de atemporalidad que la asimila en su forma de ser
J.K. Rowling  (Autora de Harry Potter)

         La palabra y el significado de Eternidad; la gran mayoría de la gente no la entiende ni la puede distinguir cuando la tienen frente a ellas, por tal motivo dicen que no existe.
         Por tal motivo, no vale la pena hablar con ellas sobre  este tema; ni explicarles que se trata de una característica o cualidad total y exclusivamente femenina.
         El año se me quedó grabado para siempre: 1997 aunque el mes por más que hago memoria; no quiere salir del “Baúl de os recuerdos” porque han pasado casi 20 años, pero digamos que era junio         Caminaba por la calle de Veracruz esquina con Avenida Michoacán donde se encuentra el Parque España y vi que estaban filmando una película de Televicine (Había varios camiones con su logotipo)
         Le pregunté a un señor (El cual después me enteré que se trataba de director: Juan Antonio de la Riva Gutíerrez) el título y me respondió:
         “Elisa antes del fin del mundo”
         Me dijo que me podía quedar un momento sin hacer ruido y sin moverme. Cinco minutos después apareció el personaje principal de la cinta:
         Elisa de 11años
         Ahí fue la primera vez que conocí a Sherlyn Monserrat González Díaz ya de inmediato me atraparon: Su magia, fascinación y una extraña aura de eternidad que reflejaba.
         También ahí mismo al verla actuar con toda la naturalidad del mundo; me prometí seguir toda su carrera y hoy en agosto de 2016, tanto mi admiración por ella;  cumplen 19 años.
         Casi dos décadas me sabía la biografía de sherlyn de memoria y “Desde  la cabeza hasta los pies”, por eso sabía que a pesar de ser muy niñera, no tenía hijos.
         El sábado 6 de agosto de 2016 al salir de Metro Insurgentes volví a ver a “Elisa” igual de 11 años, aunque habían pasado 20 años. Me acerqué a preguntarle si era sobrina de Sherlyn, cuando sin dejarme decir nada me extendió la mano y me dijo:
         “Hola. Si soy yo: Sherlyn Monserrat González Díaz”

Burger King La Pla Oriente
17:00  -  18:00 p.m.
6/VIII/2016


 MAN QUE ASTED LO QUERA



                                              Para nuestro Dilecto Amigo Irlandés
Y las deliciosas pláticas de madrugada

De alguna maneraTodos somos hijos del Cine Mexicano
Oído en Cinemex Argón

         Mucha gente dice que tanto los indígenas como los pueblos donde viven; son completamente idílicos, sobre todo en las películas de Emilio “El Indio” Fernández.
         Entonces todas las historias, que hablen sobre el campo y no sean contadas por uno de sus habitantes, tienen mucho parecido; con lo que vemos en Pantalla Grande y no sean contadas por una mujer u hombre campesinos, tienen mucha deuda con esas cintas.
         Amalia y Alberto vivían en una hacienda llena de animales, sembradíos y peones. Tenían 20 años de casados y dos hijas: Alejandro y Patricia. Los empleados de más confianza eran: Pedro Soria Díaz y la vieja nana Cecilia.
         -Niña Amalia ¿Ya pongo la mesa?
         -No más pera que lleguen los niños y el patrón
         Mientras tanto Pedro y el Patrón hablaban en el cuarto principal de la hacienda:
         -Man que asted lo quera patroncito, esta tierra ya no quieri dar pa más
         -Pos lo que pasa es fácil de averiguarlo. Ansina se divisa  que astedes no la laboran como deberían.
         -No somo huevone Niño Alberto. Yo mesmo divise la siembra. Acuérdese su merced: “Todo por servir se acaba”
         A las dos dela tarde se sentaron a comer. Alberto estaba sentado en la cabecera derecha; Amalia al frente y a la izquierda de él los niños :Patricia y Alejandro.
         -Tata ¿Por qué no le dice a la Nana Cecilia         que se lo siente con nosotros?
         La nana e menudo y los antojitos a cada uno de ellos
         -´¿Cómo pasa a creer el niño Alejandro que esta vieja puede aposentarse ahí mesmo donde los patrones.
         -Mesmamente lo había tanteado arribando el alba. Mañana mesmo se lo van a sentar con nosotros la nana Cecilia y Pedro.
         Sucedieron varios días haciendo lo mismo; parecía que la vida no pasaba por “Villa Fernández”. Cuando Pedro Soria irrumpió en el cuarto de Albero:
         -Patrón nos está llevando “La tía de las muchachas” tiene rete hartos diyas que no lo llueve y pos la tierra se empieza a secar.
         -No te lo quería decir, con esos pensamientos te lo vas s podrir en los merititos infiernos; pa que es más que la verdad.
         -Man que asted  no lo quera creer, si no lo llueve  nos lo vamo a quedar sin animalito ni siembra, rete probes.
         Había pasado una semana y la sequía se acrecentaba. Empezaron a morir los primeros animales. La situación empezaba a volverse desesperante para todos.
         -¡Tata, Tata! ¡Mi hermanita Patricia se nos muere!
         Aberto llegó corriendo al cuarto de su hija  vio tendida en su cama y ¡ardiendo en calentura!
         -Mi niña no nos dejes te lo queremos mucho
         Se arrodilló. No tuvo las fuerzas para ver a su esposa Amalia y a su hijo Alejandro y empezó a rezar.
         -Madre Santa. Sálvame a ni Patricia, no me importa que a la tierra se la lleve la fregada, pero a mi ángel déjalo aquí.
         Con voz muy débil Patricia les dijo a sus papás:
         -Tatas mis “tilichitos” están arriba en el arbolito. Me voy a subir tantito pa ver si lo veo llover.
         Dejó de hablar y esbozó una sonrisa        
         En esos momentos empezó a llover en ”Villa Fernández”

Burger King La Plaza Oriente
17:00  -  18:00 p.m.
30/VII/2016


viernes, 15 de julio de 2016

Paseo nocturno


Víctor Manuel Vázquez Reyes

Acostumbro a salir de paseo cuando la luna se asoma.
Mi taza de café y el humo de mi pipa me acompañan en los inesperados viajes nocturnos.
Sucedió hace mucho tiempo, o tal vez no, posiblemente todo fue un sueño, pero lo cierto es la claridad con la que recuerdo ese día.
Precisamente hoy se cumplen 7 años de aquel acontecimiento que marcó mi vida, en aquel entonces comenzaron estos repentinos paseos en la búsqueda de algo, o tal vez en busca de nada.
El sereno llegaba a mojar cuando me dispuse a salir impulsado por la terrible ansiedad que recorría mis entrañas, había una neblina tan espesa que se podía disipar con la mano. Encendí mi pipa debajo de la copa del árbol más próximo del edificio donde residía y con mi taza de café en mano y a toda prisa salí sin aparente rumbo fijo, pero mis pies parecían saber con exactitud a donde querían dirigirse.Dejé que mi impulso me guiara, mientras permitía que mis abultados
pensamientos atraparan mi atención, cosas varias, la mujer que
amé, los amigos que perdí aquella noche desafortunada, el trágico
accidente y demás.
Tropecé con la enorme raíz de un árbol, había llegado al parque que
se encontraba a unos dos kilómetros de mi punto de partida, jamás
lo hubiese podido imaginar tan lúgubre, tan sombrío.
La banca donde acostumbraba sentarme estaba completamente mojada,
sin embargo, importándome tan poco me senté, el frío recorrió
mi espalda y glúteos, miraba fijamente el charco donde podía reflejarse
como fotografía la luna y un enorme lucero al lado.
Un crujido me despertó del letargo y un estruendoso golpe hizo latir
mi corazón a tal grado que sentía que en cualquier momento explotaría,
regué el café en mis piernas y el miedo se apoderó de mí, a
pesar de que esto lo ocasionó una enorme rama que cayó de un viejo
árbol seco detonó una enorme preocupación el saberme solitario, sin
una persona en varios cientos de metros a la redonda.
Mi desesperación se combinó con una petrificación absoluta, ésta
se acentuó cuando un golpe brusco y sin eco alguno empezó a sonar
repetidas ocasiones con intervalo de unos cinco segundos, mis latidos
eran tan fuertes que estaba seguro que podían escucharse fuera
de mi cuerpo.
Divisé una silueta a lo lejos, justo donde se desdibujaba el sendero
adoquinado, parecía acercarse a donde yo me encontraba, tragué saliva
y al querer levantarme parecía que mi cuerpo estaba adherido a
la superficie de la banca, los pies no me respondía y ni siquiera las
manos podía mover, fui presa de la desesperación más intensa que
jamás hubiera podido imaginar. La sombra se acercaba a un paso
muy lento, un ente jorobado de brazos caídos que le llegaban casi a
las rodillas pero con la cara mirando directamente a donde me encontraba.
Sentí un desvanecimiento por unos segundos, muy breve, puesto que
apenas mi cabeza había caído hacia al frente cuando la alcé recobrando
el sentido, la extraña visión había desaparecido y mis miembros
volvían a responder.
Rápidamente agitado me levanté del lugar y me di prisa a dirigirme
a la entrada del parque, habiendo dado a lo mucho diez pasos una
risotada me hizo helar de nuevo, sin embargo, esta vez pude seguir
andando acelerando el paso, casi corría cuando resbalé por la lama
que se había formado en el adoquín, caí de rodillas.
Sentí unas manos en la espalda.
No recuerdo a ciencia cierta qué pasó después, hasta ese momento
todo había sido tan claro, sin embargo desde ese momento las cosas
se nublaron, unos dicen que mi enfermedad mental se tradujo en
esas vívidas alucinaciones, otros por el contrario afirmaban que un
espectro rondaba ese parque desde hace varios cientos de años, lo
que sí sé es que ese fenómeno de rostro parecido al de un niño pero
con las arrugas de un anciano era tan horrible que hasta hoy en día lo
veo en sueños y a veces inclusive despierto.
Acostumbro a salir de paseo cuando la luna se asoma, nunca a más de
diez pasos del frente del edificio donde resido.
XXX/VI/MMVI

lunes, 11 de julio de 2016

JUAN RULFO: EL ÚNICO Y SU PROPIEDAD



Francisco H. Sotelo
Para Blanquita, Mónica, Toño y Ramón, ángeles guardianes de doña Carmen, mi madre

Narra Juan  Rulfo que cuando se estableció el  Centro Mexicano de Escritores, en 1953, con parte de la segunda promoción de becarios (entre ellos Juan José Arreola, Alí Chumacero,  Ricardo Garibay, Miguel Guardia y Luisa Josefina Hernández), cada miércoles por la tarde se reunían a leer  y criticar sus textos en una casa de la avenida de Yucatán. Presidían las sesiones Margaret Shedd, directora del centro, y su coordinador, Ramón Xirau. En mayo de 1954 –prosigue–  compró un cuaderno escolar y apuntó el primer capítulo de una novela “que durante muchos años había ido tomando forma en mi cabeza”; “sentí –expresó--por fin haber encontrado el tono y la atmósfera tan buscada para el libro que pensé tanto tiempo. Ignoro todavía de dónde salieron las intuiciones a las que debo Pedro Páramo. Fue como si alguien me lo dictara. De pronto, a media calle, se me ocurría una idea y la anotaba en papelitos verdes y azules”. Después de hacer otras tres versiones, “que consistieron en reducir a la mitad aquellas 300 páginas”, les presentó su trabajo a sus colegas, quienes le decían “vas muy bien”. El único que no estaba de acuerdo era Ricardo Garibay,  quien, “siempre vehemente, golpeaba la mesa para insistir en que el libro era una porquería”. Coincidieron con él algunos jóvenes escritores invitados a nuestras sesiones. Por ejemplo, el poeta guatemalteco Otto Raúl González me aconsejó leer novelas antes de sentarme a escribir una. Rulfo añade, no sin ironía: “¡Pero si leer novelas es lo que había hecho toda mi vida! Otros encontraban mis páginas muy faulkerianas, pero en aquel entonces yo aún no leía a Faulkner”.
Evoco ese texto con el propósito de abordar la relación de Juan Rulfo con William Faulkner.
Desde la aparición de Pedro Páramo, en 1954, diversos críticos señalaron que esta novela tenía una deuda notable con el autor de El Sonido y la Furia.
Pese a que Rulfo a lo largo de su vida nunca dejó de insistir en que no había leído a Faulkner cuando la escribió, los comentarios de referencia no cesaron. Desde Carlos Fuentes, pasando por Emmanuel Carballo,  hasta el citado Vargas Llosa –aparte de cientos de críticos- la leyenda continuó.
Al cumplirse veinticinco años de la publicación de dicha novela, en una entrevista para el diario Excélsior, el escritor declaró: “Por ahí se dice que hay influencia de Faulkner en Pedro Páramo. No es verdad, porque cuando escribí Pedro Páramo no conocía a Faulkner”.
El crítico Emmanuel Carballo, gran amigo de Rulfo, no le creyó tal versión.
En el ensayo “A 20 años de la muerte de Juan Rulfo”, comentó lo siguiente: “Aquí la vanidad ciega a Juan. Principio por lo anecdótico. En 1953 Juan y yo intercambiamos libros: yo le di un tomo, que él no poseía, de los Anales del Instituto  de Investigaciones Estéticas de la UNAM y él a cambio me cedió un ejemplar sudado y manchado por la lectura de Las Palmeras Salvajes”. Enseguida evoca una tesis de James East Loby (intitulada “La influencia de Faulkner en cuatro narradores hispanoamericanos”), un norteamericano que cursó estudios en la Escuela de Verano de la UNAM, en 1957, en la que habla de la influencia del autor sureño sobre Rulfo. Escribe Carballo que Irby, encuentra “la influencia faulkneriana (…) en la estructura caótica, en el uso de un narrador testigo en la  revisión fatalista del pasado y en la selección de un segmento arcaico, decadente, de la sociedad para basar la obra literaria”.
Aunque Carballo no se atreve, con las observaciones anteriores, a deslizar la idea de que Rulfo mentía al negar la influencia de Faulkner  (¿qué podemos desprender de la frase de que “aquí la vanidad ciega a Juan”, y de la alusión “del ejemplar sudado y manchado por la lectura de las Palmeras Salvajes”?), no se requiere de mucha malicia y perspicacia para comprender que el citado crítico -brillante, por lo demás-  no buscaba otra cosa que poner en entredicho la honestidad del autor de Pedro Páramo.
Roberto García Bonilla, en su  admirable libro Un Tiempo Suspendido, basándose en múltiples fuentes, dedica mucho espacio a la cuestión de si Rulfo había leído novelas de Faulkner antes de escribir sus dos grandes libros. Aunque hace referencia al comentario de Carballo que citamos en líneas anteriores  (agregando otro muy parecido de Antonio Alatorre), termina señalando que “en realidad en las décadas de los treinta y cuarenta en México se sabía poco de la narrativa norteamericana que se puso de moda en la segunda mitad del siglo XX. Rulfo era un lector voraz de autores europeos, sobre todo escandinavos conocidos entonces por los premios Nobel que recibieron”.
No nos detendremos a examinar los pormenores o el anecdotario de dicha cuestión, ya que ello nos obligaría a entrar en el terreno resbaladizo (si es que no pantanoso) del “mundanal ruido” que suele surgir en contrapunto al “santoral” literario.
Haya o no leído Rulfo a Faulkner antes o después de haber escrito Pedro Páramo nos parece absolutamente irrelevante: lo que importa es la estructura de su obra,  sus aspectos esenciales.  ¿Acaso –perdónenos el lector el parangón—no conoció Shakespeare la obra de Marlowe antes de escribir Macbeth, Hamlet u Otelo?...Todo parecer indicar que sí, empero, ¿acaso ello alteró o marcó los aspectos fundamentales de su obra? . ¿Acaso no conoció Goethe el Fausto del dramaturgo inglés antes de escribir el suyo? (Marlowe lo escribió en 1604 y Goethe en 1808)...Hay indicios de que sí, y, ¿acaso tienen algo en común tales obras, salvo el mismo personaje?  El Fausto de Goethe pasó a la eternidad, mientras que el de Marlowe, por más estupendo que sea, no ha dejado de ser una curiosidad para los historiadores del arte.
Es realmente absurdo sostener que hay paralelismos entre los lenguajes
de Rulfo y de Faulkner. El del primero se distingue por sus frases breves, por sus silencios (más adelante volveremos sobre esto), y el segundo por su prosa incontenible, semejante a un aluvión que desborda todo tipo de diques y canales.  Tal como señala José Joaquín Blanco en el ensayo arriba mencionado, en Faulkner encontramos “una corriente verbal barroca —tan prolífica como devoradora— (que) refunde la mayor poesía y la charlatanería lírica o ideológica; el melodrama, la novela policiaca y la novela gótica; los coloquialismos y hasta los balbuceos, el lenguaje de los periódicos, la jerigonza seudocientífica, los neologismos y las palabras raras o ‘simplemente mal usadas’ (Edmund Wilson), la sintaxis loca y el mero fárrago o la  escritura automática: el blablablismo—para mayor desesperación de los traductores—; el profuso coleccionismo paisajístico —aluvión de crayonazos y acuarelas—; la enumeración inventariada de bosques, flores (¡cuántas glicinas!), ganado, animales domésticos, campos de cultivo, aserraderos, granjas, establos; carros, aviones, trenes, armas, almacenes, bancos, oficinas, aparatos, prótesis. Los 15 mil 611 habitantes de Yoknapatawpha y sus antepasados. Y se repiten hasta el infinito en una sintaxis de paréntesis, cláusulas subordinadas a la undécima potencia, espirales, reiteraciones e incluso la mera pedacería giratoria de ecos de la conciencia, que enloquecerían hasta al enmarañadísimo Henry James (especialmente en los dos primeros tramos de “El sonido y la furia”).
El monólogo interior de los personajes de Rulfo no pasa de diez líneas, mientras que en Faulkner hemos detectado frases de  ¡hasta 230 líneas! (recurriendo, en no pocos casos, a los paréntesis, y, en otros, ¡a los paréntesis entre paréntesis!).
Tal parangón no se reduce desde luego a cuestiones de estilo sino tiene que ver, sin duda, con concepciones distintas del mundo y del arte. Tal como expresó cierta vez Jean Paul Sartre: “toda técnica novelesca nos remite siempre a la metafísica del novelista”.
Si el mundo de Rulfo está plagado de silencios, de “murmullos” (no es de ningún modo casual que en un principio, tal como él mismo lo expresó en varias ocasiones, tenía la intención de bautizar con ese nombre a Pedro Páramo; el primer personaje que aparece en la novela, Juan Preciado, se convierte en un alma en pena, que susurra : “Me mataron los murmullos” ; lo mismo sucede con la mayoría de las ánimas que deambulan por Comala,  las  cuales casi no hablan, sino “murmuran” o “susurran”) es porque parte de la cosmovisión, que se remonta al México prehispánico, de que los muertos –válgase la expresión— no mueren (sobre todo “si mueren en pecado”) sino conviven con los vivos, aunque se diferencian de éstos en que “no tienen tiempo ni espacio”.
En la célebre entrevista que concedió a Joseph Sommers, Rulfo comenta, refiriéndose a Pedro Páramo: “se trata de una novela en que el personaje central es el pueblo. Hay que notar que algunos críticos toman como personaje central a Pedro Páramo. En realidad es el pueblo. Es un pueblo muerto donde no viven más que ánimas, donde todos los personajes están muertos, y aun quien narra está muerto. Entonces no hay un límite entre el espacio y el tiempo. Los muertos no tienen tiempo ni espacio. No se mueven en el tiempo ni en el espacio. Entonces así como aparecen, se desvanecen. Y dentro de este confuso mundo, se supone que los únicos que regresan a la tierra (es una creencia muy popular) son las ánimas, las ánimas de aquellos muertos que murieron en pecado. Y como era un pueblo en que casi todos morían en pecado, pues regresaban en su mayor parte. Habitaban nuevamente el pueblo, pero eran ánimas, no eran seres vivos.
De ahí, pues, que no sea de extrañar que en la prosa de Rulfo los silencios desempeñen un papel fundamental. Esto lo comprendió a la perfección Luis Eyzaguirre (University of Connecticut, Storrs), cuando escribe: “Son…los silencios, esos vacíos que se producen entre fragmento y fragmento del relato, los que establecen el principio rector de la novela Pedro Páramo (…) Los silencios se constituyen en el núcleo estructurador de la narración hasta el momento mismo en que ésta se cierra con la muerte de Pedro Páramo” .
   En un ensayo sobre Juan Rulfo, Susan Sontag  cita unas palabras de éste acerca de Pedro Páramo en las que aquel afirma que en la novela “sí hay estructura…pero es una estructura hecha de silencios, de hilos sueltos, de escenas cortadas, en la que todo ocurre en un tiempo simultáneo que es un no tiempo” .
A la vez, el estilo parco, “silencioso”, de la prosa de Rulfo,  hunde sus raíces en el habla popular de los campesinos de Jalisco y Colima, cuya cultura dejó una huella indeleble en su vida.  En un excelente trabajo intitulado “lo rural y el lenguaje de Juan Rulfo”, Martha Leticia  Villaseñor García observa: “Oyendo los cuentos de los campesinos sobre las guerras, los bandidos o los fantasmas, cuentos que comenzaban con el invariable  ‘¿Te acuerdas?’, Rulfo fue aprendiendo inconscientemente a valorar la parquedad y la expresividad del habla popular, acostumbrándose a su música y sintiendo gusto por las reiteraciones que comunicaban a este hablar un ritmo fascinante. Rulfo debe a este lenguaje las más importantes impresiones desde su infancia (…)  Su estilo se basa en el lenguaje popular, de los campesinos de Jalisco; lenguaje parco y preciso, frases cortas, pocos adjetivos; lenguaje exacto y expresivo. El diálogo cotidiano, cuidadosamente elaborado. Profunda asimilación del habla popular y la salvación estética de ese lenguaje, unión que explica la riqueza sugestiva de su estilo”.
En la entrevista citada con Joseph Sommers Rulfo señala, respondiendo a la pregunta de dónde proviene su estilo: “Tenía yo los personajes y el ambiente. Estaba familiarizado con esa región del país, donde había pasado la infancia, y tenía muy ahondadas esas situaciones. Pero no encontraba un modo de expresarlas. Entonces simplemente lo intenté hacer con el lenguaje que yo había oído de mi gente, de la gente de mi pueblo. Había hecho otros intentos  -de tipo lingüístico- que habían fracasado porque me resultaban  académicos y más o menos falsos. Eran incomprensibles en el contexto del ambiente donde yo me había desarrollado. Entonces el sistema aplicado finalmente, primero en los cuentos, después en la novela, fue utilizar el lenguaje del pueblo, el lenguaje hablado que yo había oído de mis mayores, y que sigue vivo hasta hoy”.
Obviamente las cosas son más complicadas: Rulfo no se limita a “copiar” el habla popular, sino –perdón por el vocablo- lo “transmuta” poéticamente. Aquí retorno al trabajo de Luis Eyzaguirre, quien, refiriéndose a la problemática descrita, comenta: “En Pedro Páramo se procede, primero, a una desestructuración del lenguaje para reestructurarlo, luego, en el plano del lenguaje poético”.  
Tampoco la reflexión —o mejor dicho, observación—anterior es suficiente para aclararnos la “transmutación poética” del habla popular (no sólo en el caso de Rulfo sino, en general, de todos los autores que se distinguen por su originalidad);esta cuestión  dista mucho de depender solamente del talento o genio del  novelista : también está presente una problemática sumamente compleja que tiene que ver con lo que Ángel Rama denomina –reiteramos-- “transculturación” , vocablo que nos permite superar los enfoques estrechos del colonialismo cultural. Escribe este crítico: “Joao Guimaraes Rosa es indesarraigable de su Minas Gerais, como también lo es García Márquez del área colombiana o Juan Rulfo de Jalisco. Lo que no quiere decir que ellos se conformen al estereotipo que se ha acuñado acerca de sus regiones natales, lo que valdría como una negación del carácter productivo e inventivo de sus creaciones artísticas que (…) postula un rescate de formas a veces desatendidas pero que pertenecen a la configuración cultural de la región, la que ellos reelaboran en las circunstancias derivadas del conflicto modernizador”. Y agrega una observación interesantísima que, lamentablemente  pasan por alto la mayoría de los críticos: este conflicto modernizador “instaura el movimiento sobre la permanencia (…) Pone en movimiento a la cultura estática y tradicionalista de la región enquistada, desafía sus potencialidades secretas reclamándoles respuesta, conmueve los patrones rígidos extrayéndoles otros significados no codificados con los cuales estructurar un mensaje válido para la nueva circunstancia. La literatura que surge en el movimiento conflictivo, no será por lo tanto ni el discurso costumbrista tradicional (…) ni el discurso modernizado (…), sino una invención original, una neoculturación fundada sobre la interior cultura sedimentada cuando ella es arrasada por la historia renovadora”.
A nuestro parecer, tal planteamiento contribuye de manera fundamental a aclararnos lo relativo a la “desestructuración” y “reestructuración” del lenguaje popular.
Ahora bien,  pasando a la “cosmovisión” de Faulkner –sin pretender, desde luego, desbordar los límites de este trabajo–, éste no ocultó en ningún momento sus afinidades con  Shakespeare y la tragedia griega, sobre todo a raíz de la publicación de su cuarta  novela, Sonido y Furia (1929), cuyo título proviene de la conocida frase de Macbeth (“La vida es un cuento narrado por un idiota, lleno de sonido y de furia, y que significa nada”). Ciertamente el fatum (destino) sobredetermina la vida (y la muerte) de sus personajes, cerrándoles toda posibilidad de elección.   No es de ningún modo casual que esta visión trágica haya impresionado a autores como Albert Camus y Jean Paul Sartre, sin duda los más connotados pensadores de la corriente filosófica conocida como “existencialismo”.
El primero escribe : “El estilo de Faulkner, con el aliento entrecortado, las frases interrumpidas, retomadas y prolongadas repetidamente; las incidencias, los paréntesis y las cascadas de oraciones subordinadas, nos proporciona un equivalente moderno, y en absoluto artificial, del parlamento trágico. Es un estilo que jadea, con el jadeo mismo del sufrimiento. Una espiral, interminablemente devanada, de palabras y frases, transporta a quien habla a los abismos de los sufrimientos amortajados en el pasado”. 
Ciertamente el “aluvión” de la prosa faulkneriana tiene que ver con “el jadeo del sufrimiento”, y, podríamos agregar, de la culpa.  La mayoría de sus personajes viven atormentados por la sombra de un pasado  que se resiste a morir, como en el caso de la familia Compson de Sonido y Furia.
Sartre, por su parte, señala: “Salta a la vista que la metafísica de Faulkner es una metafísica del tiempo (…) El pasado nunca está perdido —por desgracia—, está siempre presente, es una obsesión. No se evade del mundo temporal sino por medio de los éxtasis místicos (….) Para Faulkner, hay que olvidar el tiempo (…) Me temo que lo absurdo que encuentra Faulkner en la vida humana lo haya puesto él en ella de antemano. No es que sea absurda, pero tiene otra absurdidad (…) La desesperación de Faulkner me parece anterior a su metafísica; para él, como para todos nosotros, el porvenir está cerrado” 16
El autor de El Ser y la Nada, sin embargo, no compartía la visión fatalista de Faulkner: “Me gusta su arte –subrayó al final del ensayo mencionado— pero no creo en su metafísica: un porvenir cerrado sigue siendo un porvenir”.  Después de todo, Sartre era un filósofo convencido de que el hombre sí podía tener libertad de elección, por más que el destino o las circunstancias lo aplastaran de manera inmisericorde.
Tal vez André Malraux exagera cuando señala (refiriéndose a Santuario) que Faulkner introduce la tragedia griega en la novela policiaca, pero es innegable que sí está presente en obras como Sonido y FuriaAbsalón, Absalón!, y  Réquiem por una Monja.  En las dos primeras  el incesto se yergue como una sombra oscura que atrapa a sus personajes principales (lo cual nos hace evocar al Edipo Rey, de Sófocles). En la tercera, el tiempo aparece como la encarnación del destino (Temple Drake, el mismo personaje que aparece en Santuario, exclama: “Temple Drake está muerta”, a lo que responde el abogado Gavin Stevens: “el  pasado no muere nunca. Ni siquiera es pasado”).
La concepción faulkneriana de que “el pasado nunca está perdido” convierte a sus personajes en criaturas incapaces de escapar a la fatalidad; nada ni nadie los puede redimir, ni la valentía, ni el honor, ni la dignidad.   Al final del relato “Todos los pilotos muertos”, uno de los personajes—–si se le puede llamar así a la voz que externa este comentario—expresa : “La valentía, la temeridad, llámesele como se le quiera llamar, es un destello, un instante de sublimación, y ¡zas! La negrura de siempre….Una astilla de madera, dos centímetros de largo, con una punta embadurnada de fósforo, es más larga que la memoria o el dolor; una llama no mayor que una moneda de seis peniques contiene más ferocidad que la valentía o la desesperación”.
   Esa “negrura de siempre” es la que se apodera de los personajes, la que habla por ellos, la que los somete, razón que explica las frases sin fin, como catedrales góticas cuyas agujas se extienden  hasta un infinito sin contornos, sin fronteras. Alfred Kazin ha penetrado en la médula de la prosa faulkneriana cuando comenta: “La nerviosa dureza y la consciente grandeza de su obra sólo muestran una elaboración de esa confusión interna, ese impulso a meditar siempre en extremos polares. Más significativa ha sido su necesidad de presentar a casi todos sus personajes en un invariable tono de absoluta desesperación y condenación, a extenderlo todo hasta ser más grande que la vida real y, ambiguamente, más trágico, a representarlo todo (cada vida, cada pensamiento, cada acción) como algo inexpresablemente perdido y condenado”.
Volviendo a la problemática que nos ocupa –esto es,  la supuesta deuda de Rulfo con Faulkner–, convencidos estamos de que entre el autor de El Llano en Llamas y el de Palmeras Salvajes no existe parentesco alguno. Entre Yoknapatawpha y Comala no existe nada en común.
Comala es una “Tierra Baldía”, pero está muy lejos de ser la “Waste Land” de Faulkner (por cierto, no son pocos los críticos que hablan de las afinidades entre T.S. Eliot y el anterior).
En  Rulfo hay una tierra seca, sedienta,  destruida,  fantasmal, pero no envuelta en las brumas de la culpa, tal como sucede con el Sur faulkneriano.
En Comala los muertos padecen hambre, abandono, olvido, pero no sucumben a la decadencia, como los personajes de Faulkner.  El “jadeo del sufrimiento” a que se refiere Camus guarda una estrecha relación, a nuestro parecer, con la decadencia. Ésta por lo general conduce al  “retorcimiento” –perdón por el vocablo- del lenguaje, y no sólo en la literatura, sino también en otras expresiones artísticas como la música, tal como sucedió con el Tristán de Wagner, obra en la que éste pone fin a la tonalidad, recurriendo al cromatismo con el afán de estar en posibilidades de incursionar en el territorio inexplorado de la renuncia.
El mundo de Rulfo no está habitado por seres mórbidos, enfermos, sino por criaturas que luchan denodadamente —¿desde la muerte?— por aferrarse a la vida, tal vez como esas plantas del desierto que, sin agua, se esfuerzan por sobrevivir.
Donde tal vez exista un importante paralelismo entre dichos autores es en lo relativo al esfuerzo que emprenden para someter  sus raíces culturales (y aquí volvemos al conflicto entre el discurso costumbrista tradicional  y el discurso modernizador) al influjo del cosmopolitismo, no con el propósito de ceñirse  a sus normas sino con la idea de ensanchar o potenciar las fuerzas de aquéllas.  En su magnífico trabajo sobre Faulkner, Irving Howe observa que “la literatura sureña (Faulkner, Caldwell, Ransom, Tate) nació de una mezcla explosiva de provincionalismo y cosmopolitismo, tradición y modernismo (….) Para que la imaginación sureña estallara en una gran flama tenía que ser estimulada, o excitada, con las presiones de las ideas europeas o norteñas y las modas literarias. Dejándola sola, no es probable que una conciencia regional tenga un resultado específico sino que se dirige hacia un romanticismo aburrido del pasado y, así fracasa en su entendimiento del presente. Sin embargo, una vez que el Sur alcanzó el punto en el que todavía permanecía como una región distinta —a pesar de que ya se agrietaba bajo influencias ajenas—pudo comenzar a producir obras de arte serias (…) Por lo tanto, es insuficiente decir como lo hacen algunos críticos, que Faulkner es un moralista tradicional que arrastra su fuerza creativa desde el mito sureño. La verdad es que él escribe en oposición a este mito lo mismo que lo acepta, que lucha contra él aunque continúa reconociendo su poder y encanto” .
Lo mismo podríamos decir de Rulfo. Su “cosmopolitismo” literario le permitió avizorar horizontes inmensos. De haber permanecido encerrado en los cánones literarios de su tierra natal cuando mucho habría escrito algo superior a El Filo del Agua, de Agustín Yáñez (obra que, por cierto, no siempre es apreciada como es debido), empero difícilmente habría escrito Pedro Páramo, obra que continúa fascinando a propios y extraños. Por ello, reiteramos, nos parece irrelevante si leyó o no a Faulkner antes de dar a luz ese libro:  lo importante  es que haya sido capaz de “procesar” , no sólo la influencia de éste, sino de todos los autores (Joyce, Proust, los escritores nórdicos a que tanto alude como Hamsum, Laxness, etc.) que conoció en sus “años de aprendizaje”.
En síntesis, pensamos que es una exageración el sostener que el autor jalisciense es otro más de “los hijos” de William Faulkner. 
En el libro El Gozo de las Letras, C.W. Zavaleta  observa algo que a nuestro parecer contribuye de manera fundamental para entender, no sólo la relación de Faulkner con Rulfo, sino en general la relación del primero con los demás escritores de América Latina: “Como el hijo de Rulfo, todos vamos galopando por caminos rurales y agrestes de la Sierra Subcontinental.  Tenemos una marca en la frente. Juan Rulfo publicó su libro de cuentos El Llano en Llamas en 1953, pero yo juraría que en un cuento mío de 1951, ‘Discordante’, su influencia ya estaba dada: y lo mismo sucedió al aparecer el volumen de cuentos de Eleodoro Vargas Vicuña, Ñahuín, en 1953; ninguno de ambos pudo haber recibido una influencia directa, porque no habíamos leído El Llano en Llamas antes de escribir los libros.  La geografía  y la historia social de América Latina es una sola,  y por eso unos escriben antes o después sobre los pueblos pobres,  sobre los hombres angustiados,  agónicos o muertos; es casi natural hablar de ellos y mezclarlos con los vivos. Por eso debe uno cuidarse al descubrir influencias de William Faulkner  sobre Rulfo.  Este ya tenía su propio desfile de sufrimientos y de círculos del infierno desde niño; Faulkner le cayó después como anillo al dedo” .
Para finalizar: ¿existe otro mejor homenaje a Rulfo que el tributado por Gabriel García Márquez? Este, en 1978, expresó: “A Juan Rulfo se le reprocha mucho que sólo haya escrito Pedro Páramo. Se le molesta siempre preguntándole cuándo tendrá otro libro. Es un error. En primer término, para mí los cuentos de Rulfo son tan importantes como su novela Pedro Páramo, que, lo repito, es para mí, si no la mejor, si no la más larga, si no la más importante, sí la más bella de las novelas que se han escrito jamás en lengua castellana. Yo nunca le pregunto a un escritor por qué no escribe más. Pero en el caso de Rulfo soy mucho más cuidadoso. Si yo hubiera escrito Pedro Páramo no me preocuparía ni volvería a escribir nunca en mi vida”.

POST SCRIPTUM.-

Aunque, como señalamos en líneas anteriores, nos queda claro que el mundo rulfiano abreva en la cosmovisión del México prehispánico —en donde los muertos conviven con los vivos—, no estaría por demás investigar más a fondo dicha problemática, no para descubrir “influencias” de determinados autores sobre el escritor jalisciense (tal como sucedió con la supuesta influencia de Faulkner) sino, más bien, para encontrar “vasos comunicantes” o “parentescos sugestivos”
Esto es lo que hace de algún modo Juan Villoro al comentar cierto paralelismo entre  Pedro Páramo y Barón Bagge, novela de Alexander Lernet-Holenia. Escribe al respecto: “En su construcción y, sobre todo, en su criterio de verosimilitud, la novela (o sea, Pedro Páramo. F.H.S.) se aproxima a Barón Bagge, de Alexander Lernet-Holenia. En ambos casos, el protagonista enfrenta seres reales cuya única peculiaridad consiste en haber muerto o, para ser más precisos, en haber muerto sin llegar al más allá. Mediada la trama, tanto el jinete del imperio austrohúngaro como Juan Preciado hacen un segundo descubrimiento: si están rodeados de espectros es porque también ellos pertenecen al limbo de quienes se alejan de la vida sin alcanzar la muerte” .
No nos fue posible conseguir dicha novela; “rastreando” por Internet, encontramos la siguiente sinopsis de la misma: “En pleno invierno de 1915, al sur de los Cárpatos, un destacamento de ciento veinte jinetes del ejército austro-húngaro persigue más allá de sus líneas un enemigo inalcanzable. A través de la enorme llanura desolada, sobre la que se cierne un cielo plomizo y una densa niebla cenicienta, la tropa se adentra en un extraño reino poblado de sombras que vagan por la oscuridad y el silencio, donde «ya no sabe uno con certeza quién es el que aún vive y el que ya está muerto; ni siquiera de sí mismo puede uno estar seguro». Veinte años después el barón Bagge, único superviviente de aquel malhadado destacamento, narra cómo en el transcurso de aquella misión vivió la aventura de amor y muerte que cambió radicalmente su vida”. 
Otro posible “ancestro” –digámoslo así– de Pedro Páramo, en lo se refiere al hecho (insólito) de que sean los muertos los principales protagonistas de una obra, lo  encontramos en el relato “Bobok”, de Dostoievski.
Véanse algunos párrafos:  “Pensaba distraerme un poco –dice el personaje central, que por cierto se presenta del siguiente modo: “no soy yo; sino otra persona completamente diferente”—y caí en un entierro. Era un pariente lejano. De todos modos, se trataba de un consejero colegial. La viuda, cinco hijas, todas solteras. ¡Cuánto gastaría sólo en zapatos!  El difunto ganaba dinero, pero ahora sólo les queda una pequeña pensión. Tendrán que apretarse el cinturón. A mí siempre me recibían con desgana. Y tampoco habría ido ahora, de no haber sido un caso excepcional. Los acompañé hasta el cementerio junto con los demás; pero se apartaban de mí y son altaneros. A decir verdad, mi uniforme está en mal estado. Creo que hace ya veinticinco años que no visitaba un cementerio. ¡Vaya un lugar! Para empezar, el ambiente. Llegaron como quince cadáveres. De distintas categorías; hasta hubo dos catafalcos: para un general, y no sé qué señora. Había muchos rostros apesumbrados, aflicción fingida, y mucha alegría sincera (…) Me acercaba a ver los rostros de los difuntos con sumo cuidado, inseguro de mi impresionabilidad. Hay expresiones suaves, y las hay desagradables. Por lo general, las sonrisas no estaban bien logradas, especialmente las de algunos. No me gustan; luego sueño con ellos (…) Me di una vuelta entre las sepulturas. De distintas categorías (…) Eché un vistazo a las fosas. ¡Qué horror!; ¡había agua, y qué agua! ¡absolutamente verde! (…) Es de suponer que estuve sentado mucho rato, e incluso demasiado; es más, me tumbé sobre una larga piedra de mármol en forma de ataúd. ¿Y cómo ocurrió que de pronto empecé a oír voces? Al principio no les presté atención y me porté despectivamente. Sin embargo, la conversación continuaba. Oí unos sonidos sordos, como si las bocas estuvieran tapadas con almohadas; principalmente se trataba de unas voces claras que no procedían de muy cerca. Me despejé, me senté y me puse a escucharlas atentamente (…) Su excelencia, eso no puede ser de ninguna de las maneras. Ha anunciado usted un juego, voy yo y juego, y me viene usted con un de picas. Deberíamos habernos puestos de acuerdo antes respecto a los ases (…) -¿Para qué jugar de memoria?¿Dónde está el atractivo?(…)-No es posible, Su Excelencia, sin un mínimo de garantía no es posible de ninguna de las maneras. Sólo podría hacerse con un comodín y de una sola tirada (…) Pero aquí no encontraremos ningún comodín (…)”.   Y siguen varios muertos más dialogando. Uno de ellos dice: “Aquí (refiriéndose al cementerio) reina otro orden de cosas. ¿Qué otro orden de cosas? Pues que nosotros, por decirlo de algún modo, estamos muertos (…)”.
Y continúan agregándose otras voces y otros diálogos entre los muertos.
Comenta Bajtin, refiriéndose a ese relato: “Los participantes de la acción en Dostoievski se encuentran en el umbral (de la vida y la muerte, la mentira y la verdad, la razón y la demencia), y todos figuran aquí como voces que aparecen frente a la tierra y el cielo”  .  De ahí que infiera que dicha narración es un ejemplo clásico de la “Menipea”, “género universal de las últimas cuestiones”, ya que su acción no tiene lugar únicamente “aquí” y “ahora”, sino en el mundo entero y en la eternidad: en la tierra, en el infierno, en el cielo. Dostoievski, en ese sentido, se habría basado en la “menipea” a la hora de escribir “Bobok”  , y novelas como Memorias del Subterráneo.


Entre Aromas y Tabacos: Café Finca La Cañada, uno de los mejores cafés del mundo



Christian W. Pickup y Clifford Wirth, 2016

En la zona montañosa del estado de Veracruz, se encuentra algunos de los mejores cafés del mundo.  La combinación de suelo, humedad, clima, y altura es perfecto para la producción de café de muy alta calidad.  Pueblos como Huatusco, Coatepec, y Xico, son reconocidos al nivel internacional por la calidad de su café.  Hay una variedad infinito de marcas.  Muy pocos producen café malo, la mayoría producen un buen café, y algunos, como Finca La Cañada, producen café de calidad mundial.
El café de Finca La Cañada es 100% Café Arábigo de altura,  orgánico, ecológico, y de comercio justo. Siendo cultivado en la mejor zona cafetalera de México (el bosque de niebla veracruzano, en las estribaciones del volcán Cofre de Perote, a 1,250 metros de altitud) este café crece en condiciones óptimas, en las orillas del río Suchiapa a la sombra de grandes árboles, con la influencia del aire húmedo del Golfo de México y dentro un fresco micro-clima de una cañada con aguas prístinas. La cosecha de cerezas rojas, de las variedades Typica y Mundo Novo, se beneficia en húmedo con agua pura de manantial, y el grano se seca al sol, y se tuesta cuidadosamente para obtener un café de exquisito sabor y aroma característico. Tanto el cultivo como el procesamiento se apegan al cuidado del medio ambiente y al bienestar de los trabajadores.  
Finca La Cañada es uno de los pocos productores que no usa químicos en su producción, cuidando sus plantas de la manera tradicional y manual, solamente cosechando cerezas rojas y maduras.  Les pagan un salario justo a sus trabajadores, para que el trabajo se hecho con respeto para las plantas y el producto final, brindando al consumidor un café de conciencia limpia, libre de abusos humanos y ecológicos.  Cultivado naturalmente en el bosque mesόfilo de Veracruz, sin usar agroquímicos, y así protegiendo el delicado entorno del río Suchiapa, su flora y fauna, y en particular las aves migratorias que transitan entre México, Estados Unidos y la América Central. Este es un café de “Comercio Justo” (los trabajadores están pagados justamente).

El café de Finca La Cañada ha recibido varios premios y honores, incluyendo:
-El café calificó para competir en La Taza de Excelencia de México 2014.
-La Campeona Barista Nacional de México compro el café dos veces
-Jorge Luis Martínez, el Gerente de Desarrollo Técnico en el Centro Agroecológico del Café, A.C. (CAFECOL) es un cliente
-catador Q Grader por la Asociación Americana de Cafés de Especialidad (SCAA)  también consume con regularidad este café.
-El Centro Agroecológico del Café, A.C., Xalapa (CAFECOL), catación resultados, April 2013: “muy alta calidad de sabor”, 10 puntos en dulzura, 10 en taza limpia, y 10 en uniformidad. Puntaje final 84.42 (entre los mejores cafés del mundo). Segundo mas alto en catación de los cafés en venta en Cafecol en 2013.


En Tabaquería Xian hemos probado varios cafés del mundo y México; hemos probado cafés de los estados de Guerrero, Chiapas, Oaxaca, Puebla, y Veracruz, y en particular, de los pueblos de Xico, Huatusco, y Coatepec. Elegimos Finca La Cañada para dos razones.  Para empezar, nos gusta su política de ser una micro-empresa ecológica y de comercio justo.  Estos son temas muy importantes para nosotros como una empresa.  Creemos firmemente que el trabajador debe ganar un saldo con que pueda vivir, y creemos fuertemente también en la protección del medio ambiente, y en particular, el agua, que es la fuente de nuestras vidas.  La segunda razón es porque nos gusta como este café marida con el tabaco, se en puro o en pipa.  Sus sabores sutiles y cremosos combina perfectamente con los puros y tabacos para pipa que promovemos.
Recomendamos que en su próxima compra en Tabaquería Xian o www.tabaqueriaxian.com, que incluye una selección de café de Finca La Cañada.  Estamos muy seguros que van a estar de acuerdo con nosotros, que Finca La Cañada es uno de los mejores cafés del mundo, y como los tabacos que vendemos, es un fuente de orgullo nacional, digno de mucha mas reconocimiento.