Gilberto
Nieto Aguilar
En los
primeros siglos del segundo milenio van surgiendo los maestros libres y las
universidades en un marco social y económico en que aparecen las corporaciones
de artes y oficios y el principio de una burguesía urbana. Desde esas épocas
llegan métodos didácticos y prácticas comunes que, superando los avances del
pensamiento pedagógico, el progreso científico y los siglos, han logrado quedarse
como costumbres escolares para sobrevivir hasta hace unas cuantas décadas, en
pleno siglo XX.
Alighieri
cita a San Buenaventura, 1272: “los niños aprenden en primer lugar el alfabeto
y después a pronunciar las sílabas, luego a leer y aprender el significado de
lo leído”. “Repetir cien veces una consigna, cantando un estribillo”, me
recuerda cuando se enseñaban (setecientos años después) las tablas de
multiplicar. La tonadita no se olvidaba pero los números buscaban cómo borrarse
de la mente de los niños. De igual manera sobreviven algunas enseñanzas
dogmáticas y repetitivas que no se han podido desterrar del ámbito pedagógico.
En 1199
Alejandro de Villadei escribía en El Doctrinal que, para las faltas como para
las deficiencias en el estudio, el maestro “corrige ya sea con palabras ya con
la fusta sus errores”. A mediados del siglo pasado, era una práctica que había
sobrevivido en las aulas. El pensamiento pedagógico evoluciona lentamente y
sólo en los grupos selectos o de élite se logran grandes avances que permiten a
la sociedad continuar su desarrollo intelectual.
En el
Renacimiento, florece la educación junto con la difusión de los nuevos valores
emanados de la tradición grecolatina. La nueva visión del papel del ser humano,
el humanismo naciente, el conocimiento matemático, filosófico, científico, la
conciencia del hombre en la historia, el discurso político, el arte en sus
diversas manifestaciones, no le impiden seguir cultivando la educación física
para ayudar al desarrollo armónico de la mente y el cuerpo.
La
invención de la imprenta facilitó la propagación de las concepciones de vida
más racionales, más libres, más humanistas, lo que influyó notablemente en las
ideas pedagógicas y en que grandes sectores de la población se vieran estimulados
para aprender a leer y escribir, a pesar del predominio del latín. También
ayudó el descubrimiento de América por los europeos, aun cuando en las universidades
continuaba la división del trívium (retórica, gramática y dialéctica) y del
quadrivium (aritmética, astronomía, geometría y música).
Hacia
finales del siglo XVII, Europa habría de sacudirse los últimos polvos
medievales que sobrevivían, con la transformación en la manera de ver, pensar,
concebir y sentir al mundo, a partir de las ideas del liberalismo y de la
Ilustración, del enciclopedismo y la influencia de la burguesía en expansión. Este
movimiento intelectual surgido en Francia consideraba a la razón como medio de
acceder al conocimiento.
Entre
los postulados de los pensadores ilustrados estaban la república como forma de
gobierno, una sociedad más justa con derechos y garantías individuales para que
las personas dejaran de ser súbditos y se convirtieran en ciudadanos libres. Las
grandes manifestaciones fueron la Revolución Francesa, La Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano y la Independencia de las Trece Colonias de
Norteamérica.
gnietoa@hotmail.com
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