Alberto Rafael León
Ramos
“Historias que beben
agua” es un libro que se disfruta
bebiendo café, té o cualquier otra bebida espirituosa; al menos así me pasó. En
cada parte del texto asoman vivencias, pensamientos, ocurrencias y la propia cosmovisión
del autor, el cual lejos de repetir
viejas fórmulas aplica al lector una montaña
rusa literaria, puesto que de pronto te sube hasta las nubes con relatos largos, llenos de
imaginación, descripciones fantásticas o situaciones oníricas para después
bajar de súbito con sucintos textos, entre la ficción, lo jocoso o la
irreverencia. Y nuevamente subirte la
presión literaria con relatos largos en donde esbozas una sonrisa. Aunque esta
forma de proseguir tiene sus deleites, ya que se te ofrece un respiro, tanto
para la mente como para rellenar tu bebida.
Cuando nace un hijo la alegría que aparece es inmensa, y de
igual forma cuando un libro es publicado. Es así, que un libro es como un hijo,
aunque al libro se le podría denominar un “hijo textual”, si se me permite la expresión. Hoy, estamos aquí para presentar y comentar
el hijo textual del autor Manuel Gámez Fernández, quien tiene el
gran placer de ver plasmada en su obra numerosos días, noches, tardes, minutos
y horas dando como resultado un texto el
cual es deleite para la mente lectora.
Este “hijo textual” nos presenta diferentes relatos, como
ya se dijo, unos cortos y otros largos, pero todos llenos de ingenio. Para no arruinar el momento a los curiosos,
que como nosotros, ya quieren tener en sus manos el libro, solamente daré unas
pistas de lo que podrán encontrar. Es así, que si un día van caminando por la
calle y se encuentran a un “niño que se
creía Dios” no se asusten, y abran bien los ojos porque en ese momento se pondrá
a prueba su verdadera fe o quizás su cordura.
De igual forma, recomiendo si un día tienes un libro, folleto, periódico
o cualquier texto en la mano, se tenga
paciencia para descifrar y comprender su
contenido, para no tener los malos entendidos como con “la mantarraya estaba pariendo”.
Y si un día, entras en modo filosófico tendrás que poner
atención a tus pensamientos o quizás la verdad esté más cerca de lo que
imaginas, porque “todas las cosas
necesitan de su opuesto para poder revelarse” cuando “la verdad vino con la lluvia”. O si otro día te pones algo
esquizofrénico ten cuidado de no echar a
volar mucho tu “imaginación” y si
por razones no comprendidas te llega el “rompimiento”
con ese amor de juventud, no te pongas triste ni mucho menos te pongas en modo “suicida fracasado”.
Si llegados hasta aquí, todavía tienes curiosidad por
seguir en esta montaña rusa literaria que nos presenta Gámez Fernández, tendrás oportunidad de encontrarte
con esas “microhistorias” entre la “lucha de egos”, “la bruma” o aquella “mariposa enferma de amarillo”, a unos
minutos para llegar al final del libro
se presentan “historias para esbozar una
sonrisa”, textos largos que te van enseñando el camino al precipicio de la
última hoja, en donde no hay retorno, aunque en este caso, si lo hay, pues para
volver a subirse a esta montaña rusa literaria solamente se necesita una cosa: rellenar el café, té o
bebida espirituosa, sentarse cómodamente y abrir el libro en la primera hoja
nuevamente.
A todos los que nos escuchan, tengan en cuenta que este
libro si es para cardiacos, porque al ingresar a esta montaña rusa literaria
encontraran de todo como en botica, y estoy seguro que les pasará. Invitados a
leer “Historias que beben agua.”
1 comentario:
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