Si la pasión, si la locura
no pasara alguna vez
por las almas…¿Qué valdría la
vida?
Jacinto Benavente
Maricarmen Delfín
Delgado
Miles y variados
son los seres que habitamos el planeta, los humanos formamos parte de este
conglomerado, lo que nos distingue entre tanta vida diversa es la conciencia de
existir y con ello poder expresar lo que sentimos, lo que nos mueve como entes
pensantes, capaces de reaccionar por voluntad, no mecánicamente, ante los
estímulos del entorno, impulsados por sentimientos negativos o positivos
llamados pasiones.
El filósofo
español Juan Luis Vives, en su obra Tratado del alma, teoriza acerca del
término que actualmente conocemos como “la mente”, este libro habla
especialmente de las pasiones humanas, las define como “los actos de las
facultades otorgadas a nuestra alma por la naturaleza para seguir el bien y
evitar el mal”. Son catalogadas como benignas y malignas, las primeras agrupan
al amor, al fervor, la misericordia, el deleite y la esperanza; las segundas
son el disgusto, el desprecio, la ira, el enojo, la envidia, los celos, la
indignación, la venganza, la crueldad, la tristeza y el miedo.
Las pasiones son
un ir y venir entre lo que beneficia y lo que daña, el autor las parangona con
el movimiento del mar: “… sacuden y zarandean el
alma toda y la derriban del trono de la razón y del firme asiento del juicio,
constituyendo verdaderas perturbaciones y tumultos invencibles”.
El
amor, ¡ahh, el amor!, sentimiento que toma de la mano a la pasión, unas veces
para beneficiarlo y otras más para atropellarlo, ese amor vehemente que involucra
al deseo, un interés particular por algo o por alguien con una relación de
afinidad muy fuerte; las pasiones enaltecen la condición humana, nos autodefinen,
nos autoidentifican, son convicciones auténticas que requieren de mucha entrega
para sentirnos satisfechos, tan poderosas que si no las controlamos ellas nos
controlan generando sentimiento de culpa por no satisfacer los deseos de otros.
No
hay cosa más estimulante que compartir nuestra pasión, ya sea en el plano
amoroso, emocional o artístico, lleva a la identificación, despierta la
empatía, nos reconecta con nuestro interior para compartirlo con otros.
Así
lo hace Yolanda Salazar, comparte sus pasiones en esta su primera obra impresa,
nos hace cómplices de lo que mueve su alma, sus sueños más íntimos son puestos
sobre la hoja con la roja y candente tinta del corazón, los recuerdos de ayeres
lejanos vuelan con suaves alas por cada página, con vivencias donde el dolor por
un adiós quedó sellado en sus mejillas con los labios que aún provocan
suspiros.
En
Ayeres y Pasiones en tinta, nos lleva sutilmente hasta aquella habitación
donde los cuerpos se fundieron con cálidos besos, encendidos con el roce de la
piel y las caricias que recorren cada centímetro, aferrada al pecho del amado
para llegar al éxtasis, con la noche como mudo testigo de aquella entrega que
se prolonga hasta el amanecer.
Encuentros
inesperados, tardes de café, miradas furtivas, besos robados, ausencias que
duelen, manos que acarician, abrazos que cobijan, pensamientos ahogados en el
silencio, sueños que reviven el pasado, deseo y placer que alteran la
respiración, soledad, desengaño y amor comparte la autora, nos impregna con su
esencia, logra penetrar los sentidos, contagia su locura, nos hace saborear el
néctar de la vida.
En
esta obra se aprecia el proceso de transformación en el trabajo poético de Yolanda, sus primeras
letras presentan una poesía clásica, con versos bien estructurados y una rima
agradable, con un mensaje claro que anima a la lectura; al transcurrir de los
años cambia su estilo en poemas trabajados con verso libre. Sus temas son
variados, le canta al amor filial, sus padres y su hija son el eje principal en
su vida, reconoce el cariño de las personas que la han amado, recuerda a sus
amigas, rinde homenaje a personajes que le influyeron, añora amores de antaño,
se inspira en la luna, en la noche, en los lobos. Con valentía se enfrenta al
dolor, a la pérdida, al olvido ajeno, por momentos, convida calidez, la
nostalgia nubla sus ojos, para finalmente surgir de las cenizas como el Ave Fénix.
Esta valiosa recopilación nos
brinda 93 hermosos poemas, tres de ellos son acrósticos para personas
especiales, tenemos letras de la inspiración nacida años atrás que nos convida
con Al calor de una sonrisa escrito en 2006, estructurado como lo marcan
los cánones poéticos, con dulce mensaje positivo, de 2008 presenta Diez de
mayo y Leyenda, evocación del amor a su madre ausente el primero, el
segundo un autorreconocimiento, en 2009 creó Cenizas, Luna, Mi último
pensamiento y Tu nombre será poema, en ellos el resurgimiento, la
luz nocturna, el recuerdo son la esencia
en el mensaje.
Los poemas El que dice que
vuela, Sólo un cantar, Una noche, Bello intento y Escándalo, fueron creados
en 2011 y 2012, aquí las musas, el resplandor de Selene, el vuelo
robado y el amor secreto, nos llevan de la mano para volar junto a la autora;
en 2013 y 2014, la poeta nos regala su inspiración en Te extraño,
Habitación, Tu partida, Tu retroceso en una noche, Qué ojos, Noche fría, Mi
verdad, Invitación, Te veo, Déjame, Qué fácil, Creencia, Sólo un café y
Cada roce, sólo por citar algunos de este periodo donde su producción
empieza a proliferar con un total de 27 espléndidos trabajos.
A partir de 2015 su talento aflora
con un trabajo constante y dedicado, que complementa con la producción de 2016
y 2017, aquí los temas son variados, sin embargo, predomina el toque de
reflexión, la nota romántica, la nostalgia, el amor filial y pasional, la
admiración por la naturaleza, el dolor, el deseo; este bloque engloba 35
evocadores poemas con emotivos títulos: ¿Oh madre, Noviembre, Sublime
placer, Ayer, Deseo intransigente, Ladrón de un beso, Tu caricia en mi piel,
Felicidad, Una copa de vino en mi mano, Mi vida, Mi yo interno. En 2019
nos regala Guerrera, para sellar esta colección.
Como podemos apreciar, Yolanda
Salazar (XINEFEVA) es una fructífera creadora, sensible, fuerte ante los
diferentes panoramas que la vida le ha puesto como reto, guerrera en el plano
amoroso. Con lenguaje sencillo y directo, expresa lo que piensa, lo que siente,
no oculta su esencia, desnuda su alma para que conozcamos a la mujer que sufre,
que disfrutó el amor en cada entrega, la que hoy percibimos madura y renovada,
la poeta que regala al mundo sus ayeres y sus pasiones impregnados en la tinta.
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