I, a universe of atoms, an atom in
the universe.
Richard Feynman
Disa
Fernanda Villada Montaño
El siguiente trabajo tiene como
finalidad dar cuenta del manifiesto creacionista de Huidobro y ver cómo se
refleja en el prefacio y en el Canto I de éste mismo. Además, planteo como
hipótesis el quiebre del creacionismo en una parte del Canto I para así después
llegar a la conclusión. Me gustaría dejar claro que la ruptura que señalo es un
parecer mío, sin embargo, el corpus en el cual me apoyo tiene un carácter
académico y aparecerá en la
bibliografía. Quedará sujeto a cada lector si, una vez terminado este ensayo,
está de acuerdo conmigo o no.
Vicente
Huidobro (1893 – 1948) nació en Santiago, Chile; es considerado uno de los más
destacados poetas chilenos, junto con Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Nicanor
Parra y Pablo de Rokha. Tras algunas publicaciones de poesía, en 1925 expone
sus Manifestes, una recopilación de
las ideas expuestas en años anteriores sobre la creación poética.
Allí
señala que el poema debe situar al lector en lo inhabitual, alejarlo de aquello
que acostumbra percibir. El objetivo del poema es “emocionar a nuestras
raíces”. Sin embargo, lo inhabitual debe referir a las cosas habituales para
que así el lector pueda identificar aquello que está fuera de lo normal,
además, en palabras de Benjamín Valdivia, doctor en Humanidades y Artes: el
lector debe compartir cierta proporción del código poético del autor, en tanto
que el resto, le debe ser totalmente nuevo.
Es
importante señalar que Huidobro, a diferencia del surrealismo, ensalza la
poesía consciente: “la poesía ha de ser creada por el poeta, con toda la fuerza
de sus sentidos más despiertos que nunca, pues surge de nuestra superconsciencia”,
después continúa: “¿acaso creéis que un hombre dormido es más hombre –o menos
interesante- que uno despierto?”
Ahora
bien, siguiendo el hilo de Huidobro, en su Manifiesto
creacionista presenta que al poema “nada se le parece en el mundo externo”,
y para lograrlo el poeta utiliza tres recursos compositivos: la imagen creada,
la situación creada y el concepto creado. No se debe seguir copiando al mundo,
sino hay que postularlo con palabras.
A
su vez, nos indica que dicha creación debe tener un lenguaje cuidado, el verso
constituye la superación de la naturaleza normal de las cosas “inventa nuevos
mundos y cuida tu palabra; el adjetivo cuando no da vida, mata”. Por lo que,
este segundo plano de significación es el que ocupa un lenguaje conocido para
asignar nuevas relaciones de significación.
Según Benjamín Valdivia, los siguientes
elementos se destacan en la obra de Huidobro: la decisión sobre el lenguaje, la
ausencia de improvisación, la intervención creadora de la voluntad ante la
naturaleza mediante un proceso similar al de la magia, y por magia se entiende
a la comparación entre el poeta y Dios.
Una vez expuesto el creacionismo,
considero pertinente hablar de una estrella en particular: Betelgeuse, es la
novena estrella más brillante en nuestro cielo nocturno, pertenece a la
constelación de Orión, o mejor dicho, se puede ubicar fácilmente allí puesto
que ha sido expulsada. También, se encuentra a 430 años luz de la Tierra
aproximadamente es una supergigante roja; su masa es 20 veces la masa del Sol y
su tamaño es 600 veces mayor.
Al mirar el cielo, uno tal vez no se
percate que la luz de las estrellas que vemos no es instantánea, sino que tarda
en llegar a nuestros ojos, he ahí que se hable de distancias en años luz.
Estamos viendo específicamente 430 años al pasado y como su combustible está
llegando a su fin (porque los soles nacen y mueren) es posible que Betelgeuse
haya explotado y tan solo la vemos como a una fotografía que viaja por el gran
cementerio celeste.
Sin embargo, para nosotros aún está
allí y es tan masiva que los planetas que la orbitan deben ser proporcionales a
su tamaño, lo que significaría una Tierra 600 veces más grande y, bueno, dejo a
la imaginación del lector la descripción de sus habitantes si es que éstos
existieran.
La astronomía es una ciencia que sobre
todo enseña humildad, como Carl Sagan (astrónomo, astrofísico, cosmólogo,
escritor y divulgador científico estadounidense) bien señaló. A tales
magnitudes, y si uno se detiene a pensarlo un poco, resulta un tanto ridículo
el egocentrismo humano. Por supuesto que hay cosas más pequeñas que nosotros
pero también más grandes, tanto que no podemos imaginarlas, sino tan solo cuantificarlas.
Retomando al creacionismo, encontramos
como ejemplo algunas situaciones creadas: “La cola de un cometa me azota el
rostro y pasa relleno de eternidad”, “Mi madre bordaba lágrimas desiertas en
los primeros arcoíris” o bien “El universo se rompe en olas a mis pies, los
planetas giran en torno a mi cabeza y me despeinan al pasar con el viento que
desplazan”.
Todas esas situaciones están
impregnadas de imágenes que han sido inventadas por Huidobro, que declaran
claramente un Non serviam tal como él
mismo lo expresa en su prólogo: “Un poema es una cosa que nunca ha sido, que
nunca podrá ser”. Incluso al tocar la puerta de lo absurdo el creacionismo
sigue permeando: “Los cuatro puntos cardinales son tres: el Sur y el Norte”.
No obstante, en el Canto I, escribe:
“¿Quién eres tú habitante de este diminuto cadáver estelar? ¿Qué son tus
náuseas de infinito y tu ambición de eternidad?” No hay imágenes ni situaciones
creadas conforme las bases postuladas anteriormente, lo que comienza a hacer es
una descripción en términos cosmológicos; continúa: ¿Quién se preocupa por tu
planeta? Inquietud miserable”.
A mi parecer, el efecto que hasta ahora
logra está emparentado con una lección de humildad al compararnos con la bóveda
celeste: “Despojo del desprecio que por ti sentiría un habitante de
Betelgeuse”. Mas, tras mi breve repaso de astronomía, sabemos que Betelgeuse
existe y es lo suficientemente grande como para escarnecernos.
Por lo tanto, no existe una imagen,
situación o concepto creado, sino que en realidad nos hallamos ante una descripción
poética del universo, pero, ¿no acaso se había proclamado un Non serviam? Resulta curioso que para
muchos lectores pasa desapercibido esa parte del Canto I, tal vez porque
Huidobro supo diluirla entre su demás imaginario.
Es evidente que desde el inicio nos
sitúa en el espacio, junto con las estrellas y los planetas, viajando por el
cosmos cual principitos en busca de respuestas. Solo debemos recordar que el
universo es, dejando a un lado el infinito, posiblemente tan grande como viejo
y en él todo el tiempo pasan cosas extraordinarias, incluyendo la vida.
En
conclusión, me gustaría señalar que si uno se detiene a investigar un poco, la realidad
supera nuestra imaginación y desconozco si Huidobro tenía alguna idea sobre el
tamaño de Betelgeuse, empero, por el vocabulario que utiliza sería menos
probable que desconociera la materia. Mi intención no es desvalorizar su obra,
en cambio, la considero una odisea en el
espacio, y es por eso que, cuando uno habla sobre el cosmos, es difícil
lograr un creacionismo tan estricto.
Por lo cual, le invito, lector, a
buscar las fotos que el Hubble ha publicado sobre nebulosas, galaxias,
planetas, cometas, etc.; a buscar información sobre las leyes que rigen el
comportamiento del universo para que así no se extrañe, o confunda con ficción,
si un viejo astrónomo le dice que usted es polvo de estrellas.
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