Alicia Soto Palomino
Xalapa, Veracruz a 13 de
diciembre de 2018.
Cada vez que se acercan las
fiestas de diciembre una grata alegría invade mi espíritu. Evoco los años de mi niñez se apoderan de mi mente y por
momentos quisiera volver a reconstruir
ese tiempo perdido…
Recuerdo las campanadas de “La
iglesia del dique” que recibía a todos los peregrinos, era como una fiesta de
pueblo, los colores de las flores de las coronas que llevaban a la iglesia, era
un torbellino de olores, sonidos, mezcla de magia y devoción.
Los cánticos, la música con
Mariachis, grupos musicales, cohetes y además las antorchas que los hombres
llevaban en sus manos para alumbrar a los caminantes eran como bolas de fuego.
Luego llegaban los días de
cantar la rama, esperar que los niños tocaran en las puertas y cantaran las coplas de… “naranjas y limas,
limas y limones, más linda la virgen que todas las flores”… a pesar del frío y
la llovizna, ellos iban por las calles con su rama cubierta de adornos con las esperanzas de juntar dinero y comprar
dulces o algún juguete que los Reyes Magos no les podrían llevar.
Todos los días, muy temprano
yo me levantaba y corría a ver el nacimiento que mi papá había hecho en las
montañas de arena que estaban junto a la casa, y con gran emoción levantaba las
figuras de los animalitos que los gatos derribaban a diario.
Era como vivir en ese pueblo
mágico, con cabañas, ríos, veredas y cactus que rodeaban el Nacimiento del Niño
Jesús… Mi papá llenaba todo el
patio de guirnaldas con pastle , globos
y focos de colores, mi espíritu se llenaba de emoción al saber que en la noche
habría una posada, en la cual se cantaban las coplas … “En el nombre del cielo,
os pido posada pues no puede andar mi esposa amada”… Luego las piñatas, los
buñuelos, los dulces y el ponche que endulzaba nuestro corazón. Los
vecinos nos acompañaban y después de los
religioso continuaba el baile, tan divertido y que sin duda dejaba a nuestros
cuerpos tan cansados que el día siguiente
ya no podíamos levantarnos, pero con la
emoción de ver los regalos que Santa Claus había llevado y puesto en nuestros zapatos;
corriendo buscábamos debajo de la cama y a veces era tan juguetón, que escondía
los regalos en los lugares más inesperados.
Así que teníamos que hacer el
papel de detectives… Finalmente los regalos, a veces muy sencillos eran
encontrados y brotaba de nuestra cara una sonrisa acompañada de decepción….Nunca me trajeron la
muñeca que vi en la televisión, ni a mi hermano le trajeron el carro que
quería, pero nos conformábamos de que se hubieran acordado de llevarnos un
regalo, pues había niños en el barrio que no les llevaban nada.
Mi madre decía que hacían
todas esas fiestas y ponían adornos para que en nuestras mentes conserváramos
momentos de nuestra niñez con ternura,
calidez y amor… Cuánta razón tenía mi madre, pues se quedaron muy grabados esos
momentos, que ahora cuando veo un Nacimiento en mi hermosa Xalapa, recuerdo
esos días, con los olores y sabores que emanan de las casa al pasar por lo
callejones típicos, aún salen y evocan mi
grata infancia, es así como por obra de magia, se vuelven a avivar los
deseos de seguir preservando esas tradiciones, las cuales, solamente nosotros
podemos hacer que pervivan en nuestras mentes y corazón como lo hicieron
nuestros padres.
El mundo puede ser mejor si
nosotros cambiamos con una acción, un detalle, un momento bello, colmado de
ternura, amor e imaginación. Tan sólo con una canción, una historia, un objeto
hecho por nuestras manos, el cual podamos regalar, con ello estamos cambiando
un momento en la vida de quienes nos rodean y qué mejor si podemos regalar una
carta, un mensaje, un libro.
Les deseo Feliz Navidad y
fiestas para recibir el año nuevo.
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