2018
Víctor Manuel Vásquez Gándara
El paisaje variopinto deslumbraba a cientos o miles de ojos. Muros de agua azul, sol, algunas nubes perdidas en el firmamento. Mujeres bellas, niños sin saber el por qué les robaban horas de esparcimiento en sus entornos, fuese escolares, patios o jardines hogareños. Militares, navales e infinidad de civiles acatando en contra de su voluntad órdenes de esperar hora de acceso, órdenes sin razón de ser, sin sentido, únicamente seguir tradiciones obsoletas. Aguas del mar libres, ondeando sin esperar o posar para ser fotografiadas. Isla de Sacrificios rodeada de veleros como ocultando a protagonistas del evento internacional con sede en este puerto de Veracruz y al que tradicionalmente asisten autoridades del alto mando del los tres poderes gubernamentales. Escolares invitados a participar en protocolo vistiendo uniforme. Atrás calles cerradas circulación vehicular. Ambulantaje en todo su esplendor buscando sustento ganado dignamente. Ir y venir de gente. Por fin posterior a entrada y salida de unidades oficiales y camión recolector de basura, la vieja reja de madera, resistente de temperaturas inclementes, es abierto y la gente ordenada camina una tras otra. A la par indisciplinados, sabedores de sus derechos entra al pasillo delimitado por muros de agua y se acomoda en carpas instaladas para protegerse de los rayos solares. Majestuosamente el Cuauhtémoc cruza frente a la mirada del ya casi desesperado público. En calles aledañas vehículos de -seguridad" portando armas de alto calibre rondan. Comerciantes laboran normalmente, y la gente continua su vaivén: Los veleros han llegado. Brasil, Chile, Argentina, Perú... México. El Cuauhtémoc es tambien atractivo
II. Veleros
Admirarse es detener el tiempo y mirar, escuchar, sentir, paladear u olfatear, si " estar en sus cinco sentidos". No necesariamente haciendo uso de ellos, si conscientemente y captar belleza sin necesidad de ser críticos de arte. Eso experimentó colectiva e individualmente comunidad disímbola de estratos sociales en contraste: "pobres", "ricos", imbéciles y sensatos, intelectuales e "ignorante", ancianos, niños, jóvenes, trabajadores o flojos, mujeres y hombres, probablemente artistas, creadores plásticos o literatos, alcohólicos, abstemios y seguramente hasta religiosos. Desde esa visión multi, polifacética los veleros se dejaron admirar, algunos soñando subir, tocar el timón fotografiados y presumir a amistades; otros quizá, cuestionar a la tripulación aventuras vividas, antigüedad de embarcación, origen exacto de su embarcadero; los "poderosos" preguntarán irreverentes: ¿No lo venden, más bien, cuánto por él?; algunos, quienes sencillamente quedaran extasiados, disfrutarán de la imagen. Por supuesto sin olvidar a creadores plásticos, periodistas o literatos quienes dejaran para el recuerdo su obra.
Postdata
Miles de luces adornaba cada velero. Verbena popular entre turismo y lugareños del puerto de Veracruz registraba en sus anales el Malecón. Deseo de subir a bordo y no descender imaginó más de uno. Artista solitario atrajo atención en especial, niños. El dominio de su instrumento allegaba monedas o billetes de baja denominación. Tantos teléfonos móviles como transeúntes tratando, inmortalizar instantes. Familias completas, solitarias damas o caballeros. Grupos de amigos, o tal vez solo conocidos recorrían cientos de metros sin reparar en nada más que los Veleros. La noche no quiso concluir sin una experiencia extraña conmovedora totalmente ajena al contexto. Le llamaré a la joven Maryarena. Sentado a espaldas del músico dialogando con un desconocido una joven casi niña -18 primaveras- se detuvo ante el ambiente creado por el artista. Otros también lo hacían la diferencia es que Maryarena empezó a charlar desparpajada, atrevida entre tres varones, viejos, sin timidez, cuestionando, solicitando al artista interpretara la melodía de su predilección. "Bésame mucho" fue ocurrencia del centro de atracción. El tiempo empezó a transcurrir y Maryarena no cesaba de cuestionar. Dirigiéndose a mí expresó ¿Usted es músico? -no soy escritor. Respondí y de inmediato como es mi costumbre sugerí ll visitara la pagina de Tlanestli. . Conscientes e incómodos por paradigmas culturales, decidí charlar con su padre. - Su hija será exitosa. Es más, ya creo sea exitosa. Posee el don de expresión desinhibida. Como padres o maestros debemos ayudarles a descubrir cuáles son sus habilidades para desarrollarlas y lograr la felicidad, -agregué. El intercambio de ideas se prolongó a tolerancia y paciencia de santo del progenitor de Maryarena. Quizá una hora o qué sé yo lo cierto es que llegó tiempo de despedirse. La joven extendió su mano sosteniendo la mía como deseando no soltarse. Así como cuando nos despedimos de la persona amada al partir a largo viaje. Una, dos o tres ocasiones lo hizo. Olvidaba comentario del papá -mi hija pasa por una situación psicológica muy delicada. En afán de consuelo expresé -ante situaciones difíciles creemos, nuestro problema es el más terrible y al asimilarlo o curado por el tiempo reímos de aquella desgracia. Ahí fue el punto de partida a discernir ampliamente. Retornando a despedida, la joven extrajo de quién sabe donde un escudo metálico -quizá lamina para repujar- luciendo colores de bandera nacional e hilos colgando alrededor de la artesanía. Un largo hilo para colgarse y sostenerse con chupón. Sorprendido lo recibí, profundamente conmovido ante inesperado detalle probablemente con alguna lágrima por brotar. Al escribir ideas incoherentes volaron dentro de mi cerebro.
Entre mitos, ritos y pragmatismo
Marines y embarcaciones son binomio sólo disuelto por altos mando de, en la Secretaría, similar a la educación en donde el Secretario y máximo poder del Sistema Educativo Nacional jamas se ha parado frente a grupo. Marinos en cambio viven entre realidad y ficción, envidiados por historias tejidas a su alrededor deseando estar en su lugar sin pensar tal vez en un dia experimentado o unos meses viviendo, o sobreviviendo en altamar. Lo más popular escuchado en este asunto es popular dicho: En cada puerto un amor. Constituyendo problema existencial plural el aforismo genera expectativas varias. Al margen mirando pulcritud en veleros, orden, mantenimiento, inevitable cuestionarse sobre cómo o cual es el secreto. No existe tal secreto todo obedece a disciplina y compromiso. Joda diaria, permanente, jamas rutinaria, si práctica constante. Tal vez marines lleven vida similar a la propuesta de Skiner en su Walden dos: Trabajar arduamente cuatro o cinco horas ganándose el sustento y demás tiempo enfrascados a recreación cultura, desarrollando habilidades y capacidades físicas, culturales para enfrentar su entorno: Una tromba, marejada, lluvias intensas, soles recalcitrantes o atender a miles de visitantes al velero como esta ocasión. En medio del mar, por ejemplo la nave Guaya de origen Peruano, recorriendo el mundo en un año. Se escucha atractivo y lo es sin embargo nada es gratis en vida: Pagar el precio del éxito. La vida es precisamente consiste en eso un viaje insospechado de pronóstico reservado.
27 de agosto 2018
Víctor Manuel Vásquez Gándara
El paisaje variopinto deslumbraba a cientos o miles de ojos. Muros de agua azul, sol, algunas nubes perdidas en el firmamento. Mujeres bellas, niños sin saber el por qué les robaban horas de esparcimiento en sus entornos, fuese escolares, patios o jardines hogareños. Militares, navales e infinidad de civiles acatando en contra de su voluntad órdenes de esperar hora de acceso, órdenes sin razón de ser, sin sentido, únicamente seguir tradiciones obsoletas. Aguas del mar libres, ondeando sin esperar o posar para ser fotografiadas. Isla de Sacrificios rodeada de veleros como ocultando a protagonistas del evento internacional con sede en este puerto de Veracruz y al que tradicionalmente asisten autoridades del alto mando del los tres poderes gubernamentales. Escolares invitados a participar en protocolo vistiendo uniforme. Atrás calles cerradas circulación vehicular. Ambulantaje en todo su esplendor buscando sustento ganado dignamente. Ir y venir de gente. Por fin posterior a entrada y salida de unidades oficiales y camión recolector de basura, la vieja reja de madera, resistente de temperaturas inclementes, es abierto y la gente ordenada camina una tras otra. A la par indisciplinados, sabedores de sus derechos entra al pasillo delimitado por muros de agua y se acomoda en carpas instaladas para protegerse de los rayos solares. Majestuosamente el Cuauhtémoc cruza frente a la mirada del ya casi desesperado público. En calles aledañas vehículos de -seguridad" portando armas de alto calibre rondan. Comerciantes laboran normalmente, y la gente continua su vaivén: Los veleros han llegado. Brasil, Chile, Argentina, Perú... México. El Cuauhtémoc es tambien atractivo
II. Veleros
Admirarse es detener el tiempo y mirar, escuchar, sentir, paladear u olfatear, si " estar en sus cinco sentidos". No necesariamente haciendo uso de ellos, si conscientemente y captar belleza sin necesidad de ser críticos de arte. Eso experimentó colectiva e individualmente comunidad disímbola de estratos sociales en contraste: "pobres", "ricos", imbéciles y sensatos, intelectuales e "ignorante", ancianos, niños, jóvenes, trabajadores o flojos, mujeres y hombres, probablemente artistas, creadores plásticos o literatos, alcohólicos, abstemios y seguramente hasta religiosos. Desde esa visión multi, polifacética los veleros se dejaron admirar, algunos soñando subir, tocar el timón fotografiados y presumir a amistades; otros quizá, cuestionar a la tripulación aventuras vividas, antigüedad de embarcación, origen exacto de su embarcadero; los "poderosos" preguntarán irreverentes: ¿No lo venden, más bien, cuánto por él?; algunos, quienes sencillamente quedaran extasiados, disfrutarán de la imagen. Por supuesto sin olvidar a creadores plásticos, periodistas o literatos quienes dejaran para el recuerdo su obra.
Postdata
Miles de luces adornaba cada velero. Verbena popular entre turismo y lugareños del puerto de Veracruz registraba en sus anales el Malecón. Deseo de subir a bordo y no descender imaginó más de uno. Artista solitario atrajo atención en especial, niños. El dominio de su instrumento allegaba monedas o billetes de baja denominación. Tantos teléfonos móviles como transeúntes tratando, inmortalizar instantes. Familias completas, solitarias damas o caballeros. Grupos de amigos, o tal vez solo conocidos recorrían cientos de metros sin reparar en nada más que los Veleros. La noche no quiso concluir sin una experiencia extraña conmovedora totalmente ajena al contexto. Le llamaré a la joven Maryarena. Sentado a espaldas del músico dialogando con un desconocido una joven casi niña -18 primaveras- se detuvo ante el ambiente creado por el artista. Otros también lo hacían la diferencia es que Maryarena empezó a charlar desparpajada, atrevida entre tres varones, viejos, sin timidez, cuestionando, solicitando al artista interpretara la melodía de su predilección. "Bésame mucho" fue ocurrencia del centro de atracción. El tiempo empezó a transcurrir y Maryarena no cesaba de cuestionar. Dirigiéndose a mí expresó ¿Usted es músico? -no soy escritor. Respondí y de inmediato como es mi costumbre sugerí ll visitara la pagina de Tlanestli. . Conscientes e incómodos por paradigmas culturales, decidí charlar con su padre. - Su hija será exitosa. Es más, ya creo sea exitosa. Posee el don de expresión desinhibida. Como padres o maestros debemos ayudarles a descubrir cuáles son sus habilidades para desarrollarlas y lograr la felicidad, -agregué. El intercambio de ideas se prolongó a tolerancia y paciencia de santo del progenitor de Maryarena. Quizá una hora o qué sé yo lo cierto es que llegó tiempo de despedirse. La joven extendió su mano sosteniendo la mía como deseando no soltarse. Así como cuando nos despedimos de la persona amada al partir a largo viaje. Una, dos o tres ocasiones lo hizo. Olvidaba comentario del papá -mi hija pasa por una situación psicológica muy delicada. En afán de consuelo expresé -ante situaciones difíciles creemos, nuestro problema es el más terrible y al asimilarlo o curado por el tiempo reímos de aquella desgracia. Ahí fue el punto de partida a discernir ampliamente. Retornando a despedida, la joven extrajo de quién sabe donde un escudo metálico -quizá lamina para repujar- luciendo colores de bandera nacional e hilos colgando alrededor de la artesanía. Un largo hilo para colgarse y sostenerse con chupón. Sorprendido lo recibí, profundamente conmovido ante inesperado detalle probablemente con alguna lágrima por brotar. Al escribir ideas incoherentes volaron dentro de mi cerebro.
Entre mitos, ritos y pragmatismo
Marines y embarcaciones son binomio sólo disuelto por altos mando de, en la Secretaría, similar a la educación en donde el Secretario y máximo poder del Sistema Educativo Nacional jamas se ha parado frente a grupo. Marinos en cambio viven entre realidad y ficción, envidiados por historias tejidas a su alrededor deseando estar en su lugar sin pensar tal vez en un dia experimentado o unos meses viviendo, o sobreviviendo en altamar. Lo más popular escuchado en este asunto es popular dicho: En cada puerto un amor. Constituyendo problema existencial plural el aforismo genera expectativas varias. Al margen mirando pulcritud en veleros, orden, mantenimiento, inevitable cuestionarse sobre cómo o cual es el secreto. No existe tal secreto todo obedece a disciplina y compromiso. Joda diaria, permanente, jamas rutinaria, si práctica constante. Tal vez marines lleven vida similar a la propuesta de Skiner en su Walden dos: Trabajar arduamente cuatro o cinco horas ganándose el sustento y demás tiempo enfrascados a recreación cultura, desarrollando habilidades y capacidades físicas, culturales para enfrentar su entorno: Una tromba, marejada, lluvias intensas, soles recalcitrantes o atender a miles de visitantes al velero como esta ocasión. En medio del mar, por ejemplo la nave Guaya de origen Peruano, recorriendo el mundo en un año. Se escucha atractivo y lo es sin embargo nada es gratis en vida: Pagar el precio del éxito. La vida es precisamente consiste en eso un viaje insospechado de pronóstico reservado.
27 de agosto 2018
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