domingo, 29 de octubre de 2017

XALAPA


Musa Peregrina

Como un bello poema el cielo de Xalapa se presenta ante mis ojos, el día está nublado y mi alma se arropa con una sabana de recuerdos entrañables. Mis versos vuelan como pajarillos buscando nido, e inicio el camino rumbo a la ciudad de las flores, dejando mis huellas en el agua de arenal, silenciosa, ancestral.
 El caserío despierta y se prepara para sonreír al sol, que en estos días de octubre pocas veces lo visita. Muy cerca Coatepec con sus soberbias casonas y elegantes portones, invita el café, acompañado de pan recién horneado y orquídeas frescas en los jarrones.
 El clima brumoso inspira melancolía, las raíces culturales crecen orgullosas en el corazón de los xalapeños, que han nacido con la alegría y la sonrisa de quienes aman esa hermosa tierra que al turista enamora.


 Las tardes son poéticas y adelantan las manecillas de un reloj difuso que el pasado recuerda, doloroso, histórico… Espesos bosques guardan entre sus árboles los brazos de las ramas que arrullan el fruto dulce de la vida.

 En Xálapa se es libre como un pájaro, el vuelo es mágico al adentrarse a las profundidades de la naturaleza que atesora misterios nobles, sólo siendo revelados a guerreros temerarios que se adentran al pie de la montaña de basalto de Macuiltépec, explorando la vida con valor y lealtad, escuchando el murmullo de la luna que les narra sus secretos.

 Se presenta la noche y decido pasear dentro del convento de San Francisco. En sus paredes aun habitan los gritos de indígenas insurrectos, que murieron de locura por defender a su dios, a su pueblo herido por el genocidio de quién fue llamado “perro”.

El eco del tiempo nos recuerda a cada momento lo escrito en la biblioteca de la historia veracruzana. Relatos que son la llave que abre la puerta de un conocimiento heredado por los abuelos toltecas y por los pueblos originarios, que danzaban en época prehispánica sembrando semillas de amor y respeto.

 Una vegetación exuberante recibe siempre con los brazos abiertos, la altura de Xalapa sobre el nivel del océano es la antesala del cielo. Veracruz es el padre orgulloso de mostrar al mundo un paraíso de ensueño, si la visitas nunca querrás irte, porque encontrarás el tesoro de la amistad que habita en cada uno de los lugareños.

 Miles de aves regodean su belleza ante el color madera de mis ojos, frente a las nubes que ocultan la lluvia de lágrimas, aquellas tormentas que nacen del alma añorando el lucero que se desprende de los cinco cerros.
 Quién vive en Xalapa acaricia las nubes con los dedos, es hombre y guitarra, que en sus cuerdas canta con orgullo a Veracruz, a Mèxico…

Desde la perla del pacifico

 Acapulco, México.

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