Arely
Huber
Nueve
de la noche… Andrea llega a su casa, tras pasar una agradable tarde en compañía
de su mejor amiga Ma,platica con sus hijos, les revisa los cuadernos para
checar que las tareas estén completas, a alguno de ellos le pregunta un cuestionario y aotro le aclara
una duda en matemáticas… Les cuestiona si quieren cenar... –Sí, mami –responden
los dos al unísono-, y como es habitual a cada uno le prepara el platillo de su
predilección, asimismo sube las escaleras hasta llegar a su habitación para preguntarlea su marido, pero él le
contesta que comenzó una dieta y que ya había merendado un cereal; tras terminar
de atender a los pequeños y recoger la cocina, hasta dejarla impecable, se
prepara un café y,de inmediato,decide subir a su recámarapara convivir con su
esposo quienrecostado voltea a verla; un
tanto indiferentele responde con monosílabos y continúa mirando las noticias en
la televisión;Lorenzo lleva puestosunos shorts que logran excitar su libido,
pues sus piernas siempre le han causado
ese efecto, por ello cada vez que puede se las “chulea” yesta vez no es la
excepción, le dice: -Son unos hermosos y exquisitos jamones; como siempre, él,
apenado, sonríe; eso más la motiva, porque Andrea, pese a esa especie de
indiferencia por las breves respuestas a la conversación que buscó establecer,
se ilusiona y sospecha que élse ha puesto con cierta intención ese short; ellavislumbra,con
un cierto aire romántico,la posibilidad de un encuentro físico y se interroga,
mentalmente: -Y… ¿por qué no?, concluye-.Instintivamente
sonríe ycual pícara soñadora determina, para apoyar el romance, pedirle que si
gusta levantarse porque los niños, que vieron la televisión en su recámara,
ensuciaron un tanto las sábanas; a él eso sí le gusta, así que ella saca del
clóset de blancos las más pulcras y albas sábanas y, de hecho, las rocía con su
perfume predilecto…eso, también, parece agradarle a Lorenzo… Ella comienza a
recoger los pantalones y la camisa, en fin, toda la ropa que él dejó dispersa
por su habitación y las lleva al bote de ropa sucia, junto con la toalla que
húmeda estaba tirada por cualquier lugar del piso; ni hablar, sigue enamorada
de su marido; a ella le gusta manifestárselo con detalles, más que decírselo,
así prosigue y acomoda sus zapatos, le
da un beso en la mejilla y entra a darse un baño para quitarse el olor del sudor
que el día tan caluroso le había dejado en la piel y del cual le resulta
molesto su aroma y teme que a Lorenzo también. –Ah, qué descansoes quitarse esa
sensación pegajosa –reflexiona en la regadera-; quiere verse atractiva y oler exquisito para
su esposo, así que usa el jabón francés que,
haciendo un esfuerzo, adquirió recientemente y que como siempre forma parte de
los escasos “lujos” que puede permitirse.
En
tanto el agua se desliza por su cuerpo va recordando las piernas de su marido,
su dorso, sus bellos ojos y entonces comprende que sin lugar a dudasalgo de fogosidadle
ha causado verlo contento–porque en él sonreír ya es síntoma de buen humor-,
así comomirarlo tranquilo; lava y pone enjuague aromático en su cabello y sale de la ducha, del baño y, desnuda, camina
frente a la cama matrimonial, donde élpermaneceinmóvilsin desviar la vista de la
televisión; ella le habla y se pone de pie enfrente y comienza a untarse crema
por sus extremidades… Él la mira y
vuelve a desviar la vista… Ella le vuelve a hablar y quiere acariciarlo, pero
una mirada indiferente la detiene de golpe, pero ella lo ama, así que no se da
por vencida y vuelve a dirigirle la palabra en tanto seca su cuerpo y aún sin
ponerse su ropa de dormir comienza a cepillarse el cabello, sin prisas… Nada,
la cama parece ser testigo de la absoluta frialdad de su marido,sí, esa misma
cama donde procrearon esos hijos tan maravillosos que ambos aman, donde planearon
los mejores sueños, las metas de su vida y compartieron hermosos amaneceres,
porque ella, en este momento, prefiere dejar en el olvido las innumerables
infidelidades de él y connotar los
momentos que, al menos para ella, han sido la fortaleza para resistir todos
aquellos comentarios que le han hecho y que se sumaban a sus sospechas acerca
de Lorenzo… Sin dudaalgunas veces esos motivos han levantado una especie de
inmenso iceberg entre ambos,pero esta noche,como tantas otras,sus impulsosde
luchar por el amor de su marido y llevar una vida normal para mantener una
familia unida, han hecho derretir cualquier barrera entre los dos;está ansiosa,
sus deseos de hacer el amor con él superan cualquier orgullo y razón que impida
tenerlo cerca una vez más;lo desea y hoy, como tantísimas veces, quierereconquistarlo,
está decidida.
Se
sienta frente a su tocador que luce lleno de fragancias, entre las cualeselige
meticulosamente; se perfuma el cabello
con fragancias suaves y dulces, peina una y otra vez su larga melena, al ladoun
sin finde cremas que le fascina coleccionar, le permitenperfumar su cuerpo con cálidos
aromas;, pero, esta vez únicamente coloca sobre su cuerpo
una que poseeun delicado aroma a rosas; se sienta en una orilla de la cama, en
el mejor ángulo para que su esposo no pierda detalle del ritual de enamoramiento
que está realizando para él y así, a través de la mirada,comenzar a excitarlo;extiende
por todo su cuerpola crema, una y otra vez acaricia sus piernas, desliza
ágilmente las manos por todo el cuerpo, agita su cabello y el ambiente de la
habitación se va impregnandode un agradable aroma excitante;sutilmente apaga
las luces a su alrededor, se recuesta y lentamente va acercándose a su amado
esposo para acariciarle su torso lleno de vellos masculinos; a él parece desagradarle,
hace un movimiento brusco tratando de demostrar que le interesa más el
noticiero que todo aquel ritual que desde hace más de media hora Andrea ejecutaba
enfrente… De golpe y un poco molesto le retira la mano, diciéndole que está
cansado y desea dormir…
-
¿Dormir? – le pregunta ella.
-Sí
-le contesta con voz firme.
-
Yo mañana trabajo; tú puedes dormir todo el día si te apetece, anda duérmete,tú
también, que mañana hay escuela y los niños deben levantarse temprano –Lorenzo
agrega, tras el silencio de ella.
-Plop!-
Andrea contiene sus impulsos, son muchos los meses transcurridos sin que exista
intimidad en su relación; prefiere
callar una ofensa que desea brotarle desde el sentimiento de amor frustrado y
que siente que se le viene a los labios; con un sobresalto, enojada y con el
desaire atravesado desde el estómago hasta el cerebro, se voltea indignada y
piensa:
-
¡Eres un poco hombre!
Después
se tapa la cabeza con una almohada y comienza a
llorar, muchas preguntas e inseguridades, atormentantes,le abordan:
–¿Tendrá
otra?
-¿Le molestará mi sobrepeso?
-
¿Estaré menos atractiva que antes?
–No
cabe duda, estoy fea.
-¿Ya
no soy nadie ni nada para él?
-¿Habrá
otra persona que sacia su intimidad?
-¿Tendrá
que ver con aquello que llaman golpes silenciosos?
-Soy
infeliz, muy desdichada; por más que lucho por su amor, nada logro.
…Y
así en medio de las lágrimas y el desasosiego la noche se le hace inmensamente larga,
sin lograrconciliar el sueño; parecía que el insomnio se habíainstalado en ese
espacio, del otro lado se oían unos ronquidos. -¡Vaya hombre que me tocó! –exclama,
entre dientes.
Después
de unas horas, ya cansada y triste, el efecto de las pastillas alcanza su propósito
y logra dormir; la captura un sueño tan profundo como acompañado de horribles pesadillas, con gente
indeseable en sus memorias; el alba parece sorprenderle,pero al mirar el reloj
del celular comprende que había perdido la noción del tiempo; para cuando logró
despertar de su profunda somnolencia eran pasadas las diez de la mañana, inquieta
se da cuenta que no se había levantado como de costumbre para despertar a los
niños y se entera que está entrando en una crisis emocional al sentirse
rechazada la noche anterior; la depresión comienza hacersepresente… Desea
levantarse como ordinariamente lo hace para realizar sus quehaceres, pero una
fuerza mayor a su voluntad le impide salir de la cama; permanece en posición
fetal y llorando, no desea ver la luz ni hablar con nadie, el teléfono suena y
no contesta, no quiere enterar a nadie de su malestar;aquellos comentarios
acerca de su esposo y sus sospechas prosiguengolpeándola con fuerza y la pena que
le agobia cada vez más;ideas y decisiones, le abordan y quiere dormir, para no
pensar más; se siente un ser pequeñito del
que nadie notaría su ausencia, porque para nadie es valiosa, concluye, y se pierde en los sueños frustrados que
intentaba lograr…¿Qué hacer? Ante lo que murmuran parece inútil su esfuerzo,
¿será cierto aquello?, ¿por eso es tan poco importante para su marido?, ¿por
ello no logran ser una verdadera pareja?, ¿es aquélla la razón de los desaires,
la indiferencia con la cual le trata?, ¿es por ello que él siempre cuenta a la
madre de ella y a otras personas que lo ha olvidado?, ¿es así como él se
justifica y pretende quedar como un esposo incomprendido, cuando ella es la
desairada?, ¿o es porque ella es tan poca cosa,porque no es lo suficiente para
él?, ¿en qué ha fallado ella a quien él siempre responsabiliza, pese a todos
sus esfuerzos por tener su hogar inmaculado, por atender lo mejor posible a los
niños y a él? Eso debe ser, por más que ella se esmere siempre será poca cosa…
¿No sería mejor morir? Sería preferible quitarle a él su pesada presencia… Está
cansada de batallar. Una y otra vez durante casi dos décadas ha procurado sacar
adelante su matrimonio… Sí, es una fracasada, porque lo ama y no puede dejarlo;
entonces alarga su mano hacia un frasco y un vaso con agua…
Una
tierna carita, la de su hijo más pequeño, que se quedó sin ir a la
escuela, le impide tomar aquél frasco de
pastillas, como era su intención– lo hará más tarde, piensa- y un sonido al
cual anteriormente no hizo caso, vuelve; es el teléfono, viendo a su hijito
cobra algo de ánimo y descuelga el auricular; es su amiga Ma, sí, ese ángel
maravilloso que en su vida apareció justo en el momento que más lo necesitaba, le
pide a su hijito que se retire un momento para que no oiga; habla y le cuenta
su penaa Ma quien a partir de ese momento en que le dice de su deseo de quitarse
la vida, no la deja sola, le hace ver y sentir,a la distancia, lo hermoso e
importante de su existencia para otras personas que la aman, su valor para
batallar con sus penas, para superarse,
lo importante de su presencia para sus hijos y madre, para todos sus amigos;
así Ma haciéndole notar todas sus cualidadeslogra desviar sus intenciones;el
rostro de Andrea poco a poco va tomando color y una sonrisa vuelve a dibujarse
en su rostro, otra vez su ángel protector, la
salva de una fuerte recaída en ladepresión.
Andrea,
unas horas después, se levanta a limpiar la casa y a preparar la comida;
recuerda la especie de menú que le pidieron un día antes sus hijos para comer y
hasta en guardarle un “antojo” a Ma quien siempre le festeja lo que guisa.
Respira hondo y piensa: -Sí mis hijos, mi
madre, mis amigos y mis proyectos de vida hacen la diferencia; he de salir adelante.
Tiempo, necesito tiempo y vivir por ellos.
1 comentario:
Muchas Gracias maestro Victor Gándara, muy amable.
Publicar un comentario