Ma. Yolanda Salazar Olivares
El encanto
de las aves
el arrullo
del agua corriente
de aquel
arroyo,
transporta
mis pensamientos
a lado tuyo.
¡Ven! Grito,
deseo que me abraces
perderme en
el pastizal de la serena colina.
Tus deseos
son fiesta entre mis besos,
son
escarchas en invierno,
agua entre
las piedras
y amores en
mi corazón.
Tus encantos
tras la colina
son el
enervante olor a pasto tierno,
aroma a
flor silvestre,
al trino de
las aves
que nos
observan
en este
mundo raro en el que vives
al que demandas que te acompañe
y nos
perdemos
mirando
hacia el infinito
donde el
cielo toca la tierra
siendo un volar de la imaginación
tras la
colina.
Como extraño
esas noches a tu lado
Recorriendo
tu piel …
Tu cuerpo…
Disfrutando
cada espacio de ti
Recordando
el olor de nuestra intimidad
Lo dulce de
tu miel…
El sonido
del placer y la sonrisa de amor que me
regalabas
Cuando
rozaba tu faz
susurrándote
al oído las pasiones que despiertas en
mi
sentía el
calor de tus labios
al roce de
mis mejillas
disfrutando
el tocarte y ver como mis manos se perdían
al recorrerte
completo de pies a cabeza
con caricias
suaves,
tu espalda
desprendiendo perlas que rodaban
hacia las
sabanas
y con un
beso fundirnos en las mas grande pasión
que nuestros
cuerpos húmedos ya reclamaban
dejándose
escuchar el sonido de nuestros sexos
complaciéndose
mutuamente
conduciéndonos
a lo maravilloso del encanto que se hace por amor
el orgasmo
de los dos
y tras el
cansancio desfallecer sobre la humedad de las sabanas
hasta el
nuevo despertar, ese despertar a tu lado,
mirarnos,
sonreír y sellar el nuevo día con un beso.
Y volver a
repetir la misma dosis nocturna
Ya que para
nosotros no había horarios.
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