Oscar Upegui
Ante todo queremos agradecer la invitación del
Instituto de Relaciones Culturales Mexicano-Cubanas “Flores Magón Mella”, quien
a través del compañero Francisco Guzmán nos animó a intercambiar y dialogar sobre
la Venezuela de Hoy la Venezuela Bolivariana. De verdad es un honor poder estar
aquí compartiendo ideas y discutiendo argumentos con todas y todos ustedes.
En América Latina, las relaciones de poder que
hasta finales de la década de los noventa habían favorecido a unos pocos, en
detrimento de las grandes mayorías, cambiaron diametralmente. Con la llegada
del siglo XXI surgieron en nuestros países liderazgos populares que propiciaron
una nueva forma de hacer política, lo que representó un verdadero cambio de época.
Ese proceso tuvo en el liderazgo de Hugo Chávez y
en la Revolución Bolivariana un actor fundamental. La visión geoestratégica de
Chávez, como expresión de una nueva forma de hacer política y de posicionar a
los países del sur del mundo y especialmente de América Latina, en una
dimensión más justa, de acuerdo a su historia y a sus potencialidades; con un
modelo alternativo al capitalismo; es uno de los legados de mayor importancia
en la política latinoamericana y mundial de finales del siglo XX y principios del
XXI.
En Venezuela, significó el camino a través del cual
se fueron materializando las conquistas y reivindicaciones sociales del pueblo
venezolano, que tras doscientos años de expulsar el dominio español, seguía
dependiente y sojuzgado a los intereses del imperialismo transnacional.
Chávez entendió que la única forma de saldar la
deuda social que pesaba sobre el pueblo venezolano, pasaba necesariamente por
la redistribución de la riqueza nacional y por la re significación de la
democracia, creando poder popular.
Chávez forjó un ideal de justicia para nuestro
pueblo, basado en el pensamiento, sentimientos y acción de Simón Bolívar. La
Revolución Bolivariana se propuso —y se propone— revertir la situación de
miseria y exclusión secular en que se hallaba el pueblo humilde, situación tan
patética que parecía el estado normal de nuestra sociedad. Millones de
desamparados, incluyendo niños de la calle, mendigos, analfabetas, estudiantes
sin cupo, ancianos, familias en ranchos, servicios públicos privatizados,
injerencia imperial y pare de contar.
A lo largo de casi dos décadas de proceso
bolivariano, no ha sido poca cosa lo que las y los venezolanos hemos logrado en
los distintos ámbitos de la sociedad. Sin duda alguna, política, economía,
cultura y todos los aspectos de la vida cotidiana fueron trastocados por un
proyecto político de corte, nacionalista, antimperialista, social, pero, sobre
todo, profundamente popular.
Justicia social, inclusión y reivindicación del
oprimido fueron los ejes transversales en los que desde 1999, bajo la
conducción del Comandante Chávez, se inició un proceso de construcción de una
nueva sociedad, partiendo como ustedes saben de un proyecto constituyente por
el cual se refundó la patria.
Por ello, debemos en esta intervención cuestionar
esa afirmación que habla del fin del ciclo progresista, del fin de los
gobiernos postneoliberales, del fin de los gobiernos de izquierda
latinoamericana, del fin del ciclo. Afirmación que nos recuerda mucho a otra
muy famosa que hablaba del fin de la historia y que justificó la implantación
de un pensamiento único, EL NEOLIBERAL.
Creemos que, respetando las opiniones de
innumerables intelectuales, analistas políticos, economistas, entre otros, ambas
se refieren a lo mismo y buscan los mismos objetivos: desmovilizar,
desmoralizar, despolitizar, pero sobre todo desconocer lo logrado, lo avanzado.
Sí creemos que por el contrario, como lo vienen
afirmando varios intelectuales y políticos de nuestra región como Álvaro García
Linera, Alfredo Serrano Mancilla, Juan Manuel Karg y Emir Sader, por solo citar
cuatro de muchos que vienen hablando de este tema, que lo que ocurre en la
patria grande no es más que una nueva disputa, una nueva etapa en la
confrontación de modelos.
Y para desarrollar esta idea fundamentalmente
hablaré en las próximas líneas del ejemplo venezolano, aunque me anticipo a la audiencia,
no se podrá agotar en estos escasos 20 minutos.
Empoderamiento de un Pueblo
Luego del proceso
constituyente, en la Venezuela Bolivariana, el pueblo ejerciendo el poder
originario, profundizó la Democracia a todo nivel, política, económica y
social.
Logramos acercar la
democracia al pueblo construyendo canales de participación popular para hacer
real la “democracia participativa y protagónica” tal como quedó plasmada en la
Constitución: como mandato, como un objetivo superior, como eje transversal de
nuestro sistema político.
Se trató del empoderamiento
de un pueblo participando de manera activa y protagónica en los procesos de
construcción de políticas públicas garantizadoras de derechos, participando
como sujetos activos en la vida del país. En definitiva, de lo que consagra en
su artículo 5 de nuestra constitución, que la soberanía reside
intransferiblemente en el pueblo, que ejerce el poder originario. Es el “mandar
obedeciendo” del que nos habla Enrique Dussell, es la materialización del poder
popular.
Esa es la fuerza de la
Revolución Bolivariana, la concebida y liderada por el Comandante Chávez. Las
grandes mayorías, antes excluidas, hoy están incluidas, empoderadas y
protagonizando una Revolución, la Revolución Bolivariana la que hizo de los
sueños y legado de nuestros libertadores mandatos para la construcción de una
nueva sociedad, justa y protagónica.
Este poder popular se
materializa hoy en nuestro país de distinta manera, a través de los comités
sectoriales de agua, electricidad, tierra, por solo citar algunos, a través de
la constante consulta electoral que nos ha llevado a realizar 21 elecciones en
18 años de proceso político, pero fundamentalmente en el incipiente proceso
comunal por el cual aspiramos a un nuevo nivel de relacionamiento político,
social y económico por el cual consolidaremos el socialismo bolivariano del que
pregonamos. Las Comunas Socialistas.
Combate a la pobreza y superación de la desigualdad
Este proceso significo
también que en la Venezuela Bolivariana el pueblo dio su voto por la
construcción de políticas económicas y sociales que promovieran la inclusión de
los invisibilizados por las elites y los medios hegemónicos, los ayer
invisibles se transformaran en sujetos activos de la política, fueron
visibilizados, salieron de las catacumbas en donde permanecían por más de 500
años.
Se trató de un verdadero
empoderamiento popular en tiempos de Revolución. Estas políticas han llevado
progresiva y sostenidamente a la inclusión social y a la recuperación de
nuestras riquezas (recursos naturales, sectores estratégicos) a través de un
andamiaje jurídico que inició con aquellas 49 leyes habilitantes de 2001 que
desencadenaron el odio de la burguesía parasitaria venezolana y la llevaron a
realizar el golpe de estado contra el presidente Chávez.
La Revolución Bolivariana
ha sido, es y será sinónimo de combate a la pobreza y la superación de la
desigualdad. Se incrementó la inversión social por lo que hoy, como lo avalan los
organismos internacionales, Venezuela tiene, en definitiva, una mejor calidad
de vida, se destaca entre los países que han avanzado sustantivamente en la
reducción de las inequidades:
·
Venezuela en 18 años disminuyó 21,6% los niveles de
pobreza pasando de 49,4% en 1999 a 27,8% en 2013,
·
Con un índice de GINI de 0,390 (indicador que mide desigualdad) para
2014, Venezuela es el país menos desigual de América Latina.
·
El
Gobierno Bolivariano dispone del 75% del PIB para inversión social.
·
Se amplió de manera sustantiva la inversión en educación, alimentación,
entre otros. Venezuela es hoy reconocida por la UNESCO como país libre de
analfabetismo.
·
Es el quinto país del mundo con mayor tasa de matrícula universitaria.
Tenemos actualmente más de 2.600.000 mil estudiantes universitarios. Segundo en
América Latina y el Caribe después de Cuba.
·
Se garantiza máxima inclusión y bienestar social para adultos/as mayores.
De la población completa de adultos mayores 4 millones. Hoy tenemos más de 3
millones pensionados.
·
Se garantiza el reconocimiento al trabajo doméstico (políticas de
inclusión para la mujer)
·
Políticas asertivas para erradicar el hambre por las cuales hemos
obtenido diversos reconocimientos por parte de la FAO y gracias a los cuales el
programa para erradicar el hambre lleva por nombre Hugo Chávez.
·
En materia de vivienda hemos trabaja incansablemente para saldar la
deuda que recibimos de más de 3 millones de familias sin vivienda. Hoy la
Revolución Bolivariana ha construido y entregado más de 1.700.000 mil
viviendas. Además con unos estándares necesarios para calidad de vida (90
metros cuadrados).
·
En definitiva en la Revolución Bolivariana la Vivienda, la Salud y la
Educación son derechos de los ciudadanos y como estado y gobierno se deben
garantizar sin ningún cobro.
El saboteo, el asedio y la violencia política como una constante
No es exagerado afirmar que
la Revolución Bolivariana ha sido a lo largo de su existencia, una revolución
asediada, constantemente saboteada y siempre vilipendiada por los medios de
comunicación venezolanos y extranjeros. Las pruebas están allí, en la historia
contemporánea de Venezuela.
A los poderes facticos, al
establisment global no ve con buenos ojos el proceso político que viene
desarrollando el pueblo venezolano y que ha tenido un gran impacto en la
sociedad venezolana, visibilizando e incluyendo al pueblo pobre históricamente
marginado, en detrimento de las prebendas y beneficios exclusivos de las élites
tradicionales del país y de las grandes transnacionales que operaban y operan
en Venezuela.
Es esta la historia
contemporánea de Venezuela: Golpes de Estado, saboteo a la industria petrolera,
paros patronales, protestas violentas y desconocimiento a la institucionalidad
democrática que creo y fortaleció la Revolución Bolivariana a través del
fomento y profundización de la participación y protagonismo del pueblo
venezolano, a través del poder popular.
No obstante, estas
prácticas poco democráticas que ha utilizado el imperialismo gringo en
connivencia con la oposición venezolano para destruir dicho proceso político se
vio fortalecido después de la partida física del Comandante Chávez y de la
llegada de la nueva administración revolucionaria encabezada por el Presidente
obrero Nicolás Maduro.
Ha sido en estos cuatro
años y medio de gobierno del Presidente Nicolás cuando, los factores violentos
y golpistas han arreciado aún más los ataques – de todo tipo – contra la
revolución bolivariana, Y lo decimos con propiedad, el asedio que ha tenido que
soportar el compañero presidente en estos cuatro años no tiene punto de
comparación con ningún presidente en nuestro país.
En los últimos tres meses del año 2017 hemos visto
una nueva arremetida violenta de la derecha nacional apoyada de la
internacional jamás visto en nuestro país. El fascismo y terrorismo
desarrollado por la derecha venezolana generó cosas nunca antes vistas en
nuestro país, 28 personas quemadas vivas por su condición de chavistas o por el
simple hecho de parecerlas (es decir afrovenezolanas, indígenas, pobres,
siguiendo un fenotipo racista jamás observado en Venezuela), de las cuales 9
personas murieron, quema de edificios públicos con personas adentro (incluyendo
niños y niñas de guarderías), afectación de servicios públicos como transporte
y redes de conexiones (telefonía e internet), ataque a zonas y cuarteles
militares, por solo mencionar algunas de las múltiples acciones terroristas que
no fueron informadas a la opinión pública mundial, sencillamente porque no les convenían
mostrar el verdadero rostro fascistoide de la oposición venezolana y de parte
de sus seguidores.
Y
nos preguntamos porque este asedio?
Por nuestros recursos que nos ubican como el primer
país en el mundo con las mayores reservas de petróleo certificado, la segunda
mayor reserva de oro pronto a ser certificada, presencia comprobada de
minerales como coltan, litio, y una reserva hídrica que lo convierten en el
país con mayores recursos naturales de la Región.
Sumemos a estos vastos recursos naturales, un
pueblo que decidió ser libre y soberano, que está construyendo un proceso
inédito en la región a través del Poder Popular, donde la inclusión social ha
sido política de Estado. Un pueblo empoderado construyendo su propio destino a
través de una democracia participativa y protagónica, sin tutelaje ni
imposiciones. Donde es política gubernamental direccionar el 75% del
presupuesto de la nación a la inversión social. Esto indudablemente representa
un muy mal ejemplo para los defensores del libre mercado, las privatizaciones y
los ajustes fiscales que terminan siempre afectando a las grandes mayorías
trabajadoras.
Pero el camino lo decidió pueblo, el proyecto de la
Revolución Bolivariana seguirá avanzando sorteando las dificultades que se nos
presentan y asumiendo los desafíos que la construcción de un proyecto
profundamente popular nos presente, siempre de la mano del pueblo.
A los poderes facticos, al establisment global no
ve con buenos ojos el proceso político que viene desarrollando el pueblo venezolano
y que ha tenido un gran impacto en la sociedad venezolana ¬– y por qué no en
toda la región latino – caribeña y mundial – visibilizando e incluyendo al
pueblo pobre históricamente marginado, en detrimento de las prebendas y
beneficios exclusivos de las élites tradicionales del país y de las grandes
transnacionales que operaban y operan en Venezuela.
Sin embargo ante esta de la violencia, el facismo y
el terrorismo político por obtener todos nuestros recursos naturales la apuesta
del gobierno desde el primer momento de su mandato, fue el llamado al dialogo
del presidente Nicolás Maduro. No ha habido un día donde desde el gobierno
nacional, empezando por nuestro presidente no se llame al diálogo; no ha habido
un día donde no llamemos a los interlocutores de la Oposición para dialogar y,
se han negado.
Más que negarse, se han ido a las calles desde el 6
de abril a incendiar Venezuela. Sin embargo, como ustedes lo han podido ver, no
han logrado incendiar Venezuela, aunque nos han hecho mucho daño. Y no han
podido, porque efectivamente, las grandes mayorías en mi país quieren y
apuestan a la paz, saben que la única salida debe ser el dialogo, no la
violencia, la quema de edificio públicos o la discriminación política. Y el
resultado de estas aspiraciones de paz, de tranquilidad y de sosciego es el
contundente triunfo electoral obtenido el 30 de julio de 2017 en las elecciones
a la Asamblea Nacional Constituyente.
Asamblea
Nacional Constituyente.
Contra la guerra, la paz; contra la dictadura de
los violentos, la democracia participativa y protagónica de la Revolución
bolivariana. En una reciente entrevista realizada a nuestro presidente por el
periodista José Vicente Rangel, y hablando de la jugada estratégica que
representó la convocatoria de la Asamblea nacional Constituyente, aseguraba que
esta era la única solución al desconocimiento institucional que tenía la
oposición en la Asamblea Nacional de Venezuela (poder legislativo) y a la
apuesta de violencia callejera que había iniciado en abril de 2017, además era
una de las medidas más radicalmente chavista que desde la revolución podían
asumir los dirigentes, profundizar a través del dialogo ciudadano, junto con el
pueblo, la revolución.
Esas elecciones, como quedó en evidencia,
distendieron el ambiente político en Venezuela, demostró que las y los
venezolanos están dispuestos a dirimir sus diferencias a través de los votos y
terminó por desmontar el relato opositor que muestra a un gobierno que se opone
a las elecciones.
Una valoración quizá más política, enfocada a lo
interno de nuestro país, es que el resultado, más allá del acto electoral como
tal, revitalizó al chavismo como identidad política, lo cohesionó y demostró
que es una fuerza política viva, organizada y dispuesta a defender la
Revolución Bolivariana y los logros alcanzada por esta en beneficio del pueblo
en cualquier espacio o terreno.
Más de ocho millones de venezolanos y venezolanas
ratificaron su compromiso con el Gobierno Bolivariano y la propuesta de la
Asamblea Nacional Constituyente, propuesta que pretende perfeccionar el modelo
de inclusión y justicia social que vienen desarrollando la revolución desde
hace ya más de 18 años y que en definitiva no es más que la construcción de la
vía venezolana hacia el socialismo, llamado por nosotros y nosotras Socialismo
Bolivariano.
Pero así como esos ocho millones de compatriotas
manifestaron su apoyo a un proyecto de país, el dato en este momento revelador
o mejor dicho relevante, es que fueron ocho millones y más de personas, de
ciudadanos y ciudadanas que a través del acto más democrático que pueda existir
– el voto – se opuso a la violencia, al fascismo, al terrorismo, al
intervencionismo extranjero, se opuso amigas y amigos a la guerra que se nos
quieren inocular.
La constituyente y la elección de donde surgió,
trajo paz a Venezuela y obligó a los factores violentos de la Mesa de la Unidad
Democrática (oposición venezolana) a encausarse en las vías y métodos
democráticos que contempla nuestra constitución y a pesar de haber
desacreditado una y otra vez al Consejo Nacional Electoral aceptó participar en
las elecciones regionales a celebrarse el próximo diciembre.
Lastimosamente, la irresponsabilidad de los
violentos, de los fascistas nos deja con un saldo irrecuperable, más de 100
días de protestas violentas y actos terroristas y por lo menos 103 muertos a
consecuencia de esa misma violencia.
Hoy con la Asamblea nacional Constituyente ya
instalada y trabajando en beneficio de la patria bolivariana, la iniciativa la
tiene la revolución. Dos han sido las prioridades en las que se ha enfocado el
poder constituyente en estos ya 30 días: por una parte la dilucidación de los
responsables de la violencia política en el país desde 1999, momento en el que
ganó la presidencia el Comandante Hugo Chávez, con la instalación de la
Comisión de la Verdad, y el combate efectivo y eficiente de la guerra económica
y sus múltiples formas de afectación a la población: bloqueo financiero,
acaparamiento y desabastecimiento, inflación y especulación con los precios. El
objeto retomar con vigor la posibilidad de generar en el pueblo venezolano la
mayor suma de felicidad posible y la mayor suma de estabilidad política,
parafraseando al libertador Simón Bolívar.
No
quiero terminar mi ponencia sin hablarle un poco sobre lo que estamos viviendo
en este Siglo XXI y que muchos llamamos una nueva DISPUTA, por ejemplo Alfredo
Serrano Mancilla titula uno de sus libros “América
Latina en disputa” y en un artículo reciente Emir Sader afirmaba que “Nunca antes el futuro de América Latina
había estado tan abierto como ahora”, ¿a qué se refieren? Sencillamente, a
la lucha iniciada ya hace 18 años (en el caso venezolano) por el Comandante
Chávez que logró poner en el centro del debate político la calidad de vida del
ser humano en contraposición del mezquino enriquecimiento de una minúscula
minoría nacional e internacional, esa es la disputa que está hoy más abierta
que nunca. En palabras del ex Presidente Correa colocar al ser humano sobre el
capital.
Esta nueva concepción de hacer política,
evidentemente no genera simpatía en las clases históricamente privilegiadas de
cada uno de nuestros países y en el establishment mundial que desde siempre
aspiró subvertir, revertir, y derrotar, por cualquier vía (incluyendo las
inconstitucionales y violatorias a los DDHH) este nuevo quehacer político.
De este modo, creemos que esta disputa actual,
disputa que siempre ha existido, pero que hoy en día tiene mayor impacto y
cobertura mediática que hace 10 años (en Venezuela la oposición a la Revolución
Bolivariana siempre ha ganado y tenido espacios a través del voto popular),
tiene una variable que favorece a su visibilización y es que, los escenarios
internos y externos, evidentemente no son los mismos que los de hace 10 años o
más, por ejemplo no son los mismos de cuando la proeza que significó decirle NO
al ALCA en Mar del Plata (2005).
Y es que este supuesto “fin de ciclo” viene
acompañado de otra falacia aún mayor el “debilitamiento de la izquierda” que
sirve de antesala al primero y que cumple el mismo objetivo. Por el contrario,
estos nuevos escenarios que planteamos vienen acompañados de la necesaria
superación de problemas - no debilitamiento – que aquejan a las opciones
antineoliberales, progresistas y de izquierdas en nuestros países, fundamentalmente,
en Venezuela.
No
se ha podido contrarrestar el poder de los medios de comunicación: siguen siendo un poder monopólico no solo a lo
interno o nacional de cada uno de los países sino a nivel regional, el ejemplo
más notorio es la que realizó el Grupo Diarios de América (GDA) asociación que
agrupa a diarios de por lo menos 30 países de la región y que durante las
guarimbas (y aún lo sigue haciendo) publicaba noticias en contra de la revolución
y del gobierno legitimo del Presidente Nicolás Maduro.
Este hecho cobra vital importancia ya que los
medios de comunicación siguen siendo el aparato por excelencia generador de
hegemonía. Son los medios de comunicación los que siguen reproduciendo de
manera exitosa los modos, usos y costumbres asociados al capitalismo. Una buena
parte de la población sigue siendo manipulada a través de los medios quienes a
través de campañas desinforman, mienten, ocultan, invisivilizan y amplifican
situaciones.
Emir Sader habla de la “fabricación antidemocrática de la opinión pública” para referirse
a la sobredimensión de situaciones que sencillamente son simples
dificultades. En Venezuela vemos el
ejemplo de cómo la oposición intenta, con éxito medio, fijar en el imaginario
colectivo la idea de que socialismo es desabastecimiento, socialismo es
escasez, socialismo es cola, emulando a su campaña exitosa durante la reforma
constitucional (2007) donde se hablaba de la expropiación de carnicerías,
zapaterías, talleres mecánicos, etc.
Escenario
internacional adverso. Si
bien los gobierno de izquierda y progresistas de nuestra América aprovecharon
los altos precios de los comodities para apalancar la distribución de la
riqueza entra la población y con ellos lograr la reducción drástica de la
pobreza y la desigualdad social, el contexto actual internacional nos presenta
una nueva situación en donde los precios de las materias primas se han reducido
de manera importante afectando seriamente las cuentas nacionales.
Esta es una situación a la que nos tenemos que
acostumbrar y reacomodar. Tanto a nivel gubernamental como a nivel de
generación de conciencia social. Pero esta coyuntura no implica necesariamente
el fin del estado social y de derecho que por lo menos en Venezuela se ha
venido creando, no implica la eliminación de las misiones sociales que han
llevado a Venezuela a ser el país menos desigual de la región. Por el contrario
implica, la generación de nuevas condiciones económicas que permitan el
mantenimiento continuación y profundización de las conquistas sociales.
¿Cómo lo lograremos? A través, por lo menos en el
caso venezolano, de la creación un nuevo modelo productivo que supere el
rentismo petrolero. Ya lo comentaba el comandante Chávez en la presentación del
Plan de la Patria “No nos llamemos a
engaño: la formación socioeconómica que todavía prevalece en Venezuela es de
carácter capitalista y rentista. Ciertamente, el socialismo apenas ha comenzado
a implantar su propio dinamismo interno entre nosotros. Este es un programa
precisamente para afianzarlo y profundizarlo; direccionado hacia una radical
supresión de la lógica del capital que debe irse cumpliendo paso a paso, pero
sin aminorar el avance hacia el socialismo”.
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