lunes, 15 de diciembre de 2014

LA PREGUNTA POR EL HOMBRE EN TIEMPOS DE LO NEGADO


Juan Francisco Gaspar Velazco

La hormiga conoce la forma de su hormiguera, la abeja la de su colmena,  no la conoce a la manera humana, sino  a la suya propia,  y más no necesitan.  Solo el hombre no conoce su formula.
Dostoiesvki
 
Todo concepto sobre el hombre resulta insuficiente  no tanto  por quien lo conceptualiza  sino por la pertinencia que guarde  la idea que se tenga del hombre  en un escenario distinto  al que se pensó; en este sentido  es necesario decir  que el hombre es indefinible, ya que  su voluntad no permite  que el nomotetismo[1]   sea el eje que lo determine, aunado a esto  la circunstancia  obliga a pensar en el hombre  como acción  y como cambio, por tal situación el adoptar   como certera  una idea  o categoría  en torno al hombre  resulta insuficiente y esto tiende a ser interesante  porque obliga a repensar  al hombre  no con el afán conceptualista, sino como explicativo de una práctica vigente.

Las ideas que podemos enumerar   y que   han servido  para delimitar  el problema del hombre  tienen su historia,  y esto obliga  a pensarlas bajo los paradigmas  y preocupaciones de cada instante. En el pensamiento griego  la preocupación aquejante era el cosmos[2]  el cual  la naturaleza  era el móvil   que regia su pensamiento, esto conduce a advertir  que las ideas   que se tenían sobre el hombre   estaban   dirigidas   a lo “exterior”  un ejemplo: el hombre es un ser político   o el hombre un ser para la política.

Para el judaísmo   según  Pedro Laín Entralgo  es espera,   dado  a las promesas  que construyen su cultura, el judío  ve a la esperanza como el cumplimiento a la   promesa de redención, por tal motivo  el judío  se relee  a partir  de la espera y la promesa;  de allí es donde encuentra su sentido de trascender, si quisiéramos acusar al judío de un inventor de Dios   habría que anotar primero que en su  historia como pueblo   no han definido a Dios, lo han historizado, es decir, le han puesto virtudes humanas  como la de un valiente guerrero por citar un ejemplo.

Siguiendo en esta recuperación histórica nos encontramos con el cristianismo, por su parte  dice Haecker[3]   ha reducido  a un ser vivo racional  y lo hace   un ente perdido, podríamos decir que lo reduce  a una mera sustancia que ha funcionado  hasta nuestros días  y se repite como jaculatoria. El hombre y el animal  coinciden en cuatro actividades: vida, comida, habitar y cohabitar, su diferencia  reside en la voluntad   y en  la búsqueda de su trascendencia, en palabras de Heidegger  lo que define al hombre es la pregunta por el ser. Según  Haecker   el animal rationale  no es el hombre y el tiempo pasa hoy en día sin piedad por encima de este humanismo que imperó durante unos cuanto siglos en Europa y que ocultó los abismos del ser  “el hombre no s e le puede entender <<desde abajo>>, desde la vida natural, sino solo <<desde arriba>> desde la revelación de Dios en un Hombre-Dios.  Todo lo demás conduce a un idealismo insustancial. Al principio y al final de la pregunta por la esencia del hombre está en el hecho trascendental  sobrehumano de la revelación de Dios en Jesucristo,  de tal modo que antes de la pregunta antropológica  se haya  la pregunta teológica  por Dios a cuya imagen y semejanza  está hecho el hombre[4].

Deberemos comprender esto desde el punto  en que el humanismo  no está parado  sobre una idea del hombre como biología, sino  como un querer hacer,  o en términos hegelianos  un  soy lo que no soy, es decir, Hegel ve al hombre como potencia, aquí lo que muestra Lôwith que lo que inspira realmente al hombre  no es su realidad  sino su imaginario; por otra parte  se retoma a Nietzsche  en su idea del superhombre que es  aquel sujeto fuera de toda moral quien tiene “la voluntad de poder” , en otras palabras  podemos  advertir  que Nietzsche  lo que busca demostrar es que el superhombre es un loco, un sujeto autentico  fuera  de esta realidad construida. Los humanistas cristianos   tiempos anteriores a Nietzsche   creyeron  en un superhombre   pero  su carácter se debía  a su procedencia exterior de esta tierra  y a partir de aquí  el hombre cobra sentido  en cuanto  busca imitar a Cristo.

En lo que hemos venido reflexionando hasta este momento  nos conduce   a pensar  en la pregunta  ¿el hombre se construye o es una situación?  Este cuestionamiento nos lleva  a reflexionar sobre la identidad del hombre, pero no desde un estereotipo,  sino desde una circunstancia histórica determinada; por otra parte   ponderamos también  que el hombre  se va  reconociendo en un entorno y este   resulta   de inteligir  a la cultura, al ambiente y a la naturaleza, por lo tanto  nos atrevemos a afirmar  que el hombre se construye en las circunstancias.  Siguiendo a Lôwith caeremos en cuenta que el hombre se interpreta y se  malinterpreta al mismo tiempo  y  la naturaleza de las diversas épocas de su historia solo pueden determinarse  a partir   del hombre  y no a la inversa “ El ser humano no es un  hombre del renacimiento <<ni de la era atómica>> y el mundo no es  el mundo  de la  <<era  copernicana>>  ni de alguna época futura. El mundo de la naturaleza es siempre el mismo, incluso la   <<época espacial>>   del ser humano en el cosmos físico solo puede definirse  desde su relación  con este mundo, ya que el ser humano    solo viene al mundo porque la naturaleza lo ha engendrado y además por que pertenece al mundo   solo en el marco  de su pertenecía al mundo natural puede el hombre   excluirse para ser ese ser vivo singular que  conocemos… el hombre no reside en un ser simple  sino en un fenómeno del mundo   y al mismo tiempo un ser en el mundo existente…[5]

Lo hasta aquí expresado  nos conduce  a sugerir  una revisión   a  lo que dimensionamos  como humanismo, hombre, humanidad  y persona, la no rigurosidad    en la utilización de estos términos  nos exponen a  transgredir  la  problemática  de la reflexión  desviando a considerar   de manera simple y burda  la discusión; la vaguedad   y la inconsistencia son los peligros a enfrentar , en la búsqueda del trascender   podemos quedarnos detenidos  en la dimensión material del hombre, es decir, en los meros acercamientos  biológicos que se han hecho del término  y dejando aparte al ser  total en donde se incluye  la materia y el espíritu.

En  este tiempo existe un debate que podríamos considerarlo riña, la cual empieza entre la ética y la biología, en la cuestión ética vemos al hombre como fin y desde allí aseveramos que la ciencia es la respuesta  a las necesidades del hombre, por otra parte  la moral de la biología reside   en buscar construir  un cuerpo  eterno  e imperecedero; en nuestro tiempo  la discusión se ha ampliado, la ética ahora se enfrenta a la biotecnología, en la cual se nota la negación de los fines   y una exacerbación  de la herramienta; la ética en este sentido queda desprovista  dado  que lo que hoy interesa  no es  problematizar sino la solución; si esto es lo que hoy rige al  mundo caemos en cuenta  que <<el hombre quien vivía>>   hoy se ha animalizado y por lo tanto sobrevive, podemos decir entonces  que ya no es ni racional, ni situación, ni se construye, ni se preocupa,  solo es   un detalle    que funge como objeto de investigación.

Al problema que nos  enfrentamos no reside tanto en la sumisión  a lo predeterminado,    sino  a la insuficiencia  de las humanidades  por presentar  salidas al muro   al cual el individuo se enfrenta, las vías que se sugieren  no son nuevas,  por citar dos casos diremos que Ortega y Gasset recupera  en su obra Ensayos sobre el amor el carácter autentico del hombre, el cual  nos lo dimensiona  en el termino amor, las respuestas que él da a las preguntas  ¿por qué amamos? y  ¿cuándo amamos? Son resueltas desde la psicología y la historia  coincidiendo en esto   con Dilthey. La siguiente posibilidad      la encontramos en Gaos  quien inicia   por  la realización  de una síntesis   de la historia de nuestra idea del mundo,  en cuyo trabajo plantea  los problemas a los que la humanidad se ha enfrentado para construirse  y esencialmente   lo que a Gaos le inquieta  es sobre  la existencia del hombre  en tanto  a su aspecto  trascendental, es decir,  el  -yo- alejado del utilitarismo  y llevado   a una conformidad  con la persona  en donde fe y razón coinciden.

La recuperación  de autores como Hegel, Scheler, Nietzsche  resulta importante  a  pesar  de la inconmensurabilidad de sus discursos, pero   podríamos encontrar en ellos   cosas comunes a nosotros  que nos permitan dirigir  la tarea  de lo que aquí llamaremos las nuevas humanidades, en donde lo  central no será crear un nuevo concepto de hombre  sino reconocernos en un universo  construido a partir   de lo que se nos parece  y no desde lo que existe . 



[1] Establecimiento de leyes universales
[2] Se utiliza para nombrar  el conjunto de todas las cosas creadas, el concepto puede utilizarse  a un sistema ordenado.
[3] Confrontar con Lôwith Karl. El hombre en el centro de la historia, balance histórico del siglo XX, pagina 182.
[4] Ídem.
[5] Ídem 189.

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