Juan Francisco Gaspar Velazco
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Todo
concepto sobre el hombre resulta insuficiente
no tanto por quien lo
conceptualiza sino por la pertinencia
que guarde la idea que se tenga del
hombre en un escenario distinto al que se pensó; en este sentido es necesario decir que el hombre es indefinible, ya que su voluntad no permite que el nomotetismo[1] sea el eje que lo determine, aunado a
esto la circunstancia obliga a pensar en el hombre como acción
y como cambio, por tal situación el adoptar como certera
una idea o categoría en torno al hombre resulta insuficiente y esto tiende a ser
interesante porque obliga a
repensar al hombre no con el afán conceptualista, sino como
explicativo de una práctica vigente.
Las
ideas que podemos enumerar y que han servido
para delimitar el problema del
hombre tienen su historia, y esto obliga
a pensarlas bajo los paradigmas y
preocupaciones de cada instante. En el pensamiento griego la preocupación aquejante era el cosmos[2] el cual
la naturaleza era el móvil que regia su pensamiento, esto conduce a
advertir que las ideas que se tenían sobre el hombre estaban
dirigidas a lo “exterior” un ejemplo: el hombre es un ser político o el hombre un ser para la política.
Para
el judaísmo según Pedro Laín Entralgo es espera,
dado a las promesas que construyen su cultura, el judío ve a la esperanza como el cumplimiento a
la promesa de redención, por tal motivo el judío
se relee a partir de la espera y la promesa; de allí es donde encuentra su sentido de
trascender, si quisiéramos acusar al judío de un inventor de Dios habría que anotar primero que en su historia como pueblo no han definido a Dios, lo han historizado, es
decir, le han puesto virtudes humanas
como la de un valiente guerrero por citar un ejemplo.
Siguiendo
en esta recuperación histórica nos encontramos con el cristianismo, por su
parte dice Haecker[3] ha reducido
a un ser vivo racional y lo
hace un ente perdido, podríamos decir
que lo reduce a una mera sustancia que
ha funcionado hasta nuestros días y se repite como jaculatoria. El hombre y el
animal coinciden en cuatro actividades:
vida, comida, habitar y cohabitar, su diferencia reside en la voluntad y en
la búsqueda de su trascendencia, en palabras de Heidegger lo que define al hombre es la pregunta por el
ser. Según Haecker el animal
rationale no es el hombre y el
tiempo pasa hoy en día sin piedad por encima de este humanismo que imperó
durante unos cuanto siglos en Europa y que ocultó los abismos del ser “el hombre no s e le puede entender
<<desde abajo>>, desde la vida natural, sino solo <<desde
arriba>> desde la revelación de Dios en un Hombre-Dios. Todo lo demás conduce a un idealismo
insustancial. Al principio y al final de la pregunta por la esencia del hombre
está en el hecho trascendental
sobrehumano de la revelación de Dios en Jesucristo, de tal modo que antes de la pregunta
antropológica se haya la pregunta teológica por Dios a cuya imagen y semejanza está hecho el hombre[4].
Deberemos
comprender esto desde el punto en que el
humanismo no está parado sobre una idea del hombre como biología, sino como un querer hacer, o en términos hegelianos un soy
lo que no soy, es decir, Hegel ve al hombre como potencia, aquí lo que muestra
Lôwith que lo que inspira realmente al hombre
no es su realidad sino su
imaginario; por otra parte se retoma a
Nietzsche en su idea del superhombre que
es aquel sujeto fuera de toda moral
quien tiene “la voluntad de poder” , en otras palabras podemos
advertir que Nietzsche lo que busca demostrar es que el superhombre
es un loco, un sujeto autentico
fuera de esta realidad
construida. Los humanistas cristianos
tiempos anteriores a Nietzsche
creyeron en un superhombre pero
su carácter se debía a su
procedencia exterior de esta tierra y a
partir de aquí el hombre cobra
sentido en cuanto busca imitar a Cristo.
En
lo que hemos venido reflexionando hasta este momento nos conduce
a pensar en la pregunta ¿el hombre se construye o es una
situación? Este cuestionamiento nos lleva a reflexionar sobre la identidad del hombre,
pero no desde un estereotipo, sino desde
una circunstancia histórica determinada; por otra parte ponderamos también que el hombre
se va reconociendo en un entorno
y este resulta de inteligir
a la cultura, al ambiente y a la naturaleza, por lo tanto nos atrevemos a afirmar que el hombre se construye en las
circunstancias. Siguiendo a Lôwith caeremos
en cuenta que el hombre se interpreta y se
malinterpreta al mismo tiempo
y la naturaleza de las diversas
épocas de su historia solo pueden determinarse
a partir del hombre y no a la inversa “ El ser humano no es
un hombre del renacimiento <<ni de
la era atómica>> y el mundo no es
el mundo de la <<era
copernicana>> ni de alguna
época futura. El mundo de la naturaleza es siempre el mismo, incluso la <<época espacial>> del ser humano en el cosmos físico solo
puede definirse desde su relación con este mundo, ya que el ser humano solo viene al mundo porque la naturaleza lo
ha engendrado y además por que pertenece al mundo solo en el marco de su pertenecía al mundo natural puede el
hombre excluirse para ser ese ser vivo
singular que conocemos… el hombre no
reside en un ser simple sino en un
fenómeno del mundo y al mismo tiempo un
ser en el mundo existente…[5]”
Lo
hasta aquí expresado nos conduce a sugerir
una revisión a lo que dimensionamos como humanismo, hombre, humanidad y persona, la no rigurosidad en la utilización de estos términos nos exponen a
transgredir la problemática
de la reflexión desviando a
considerar de manera simple y
burda la discusión; la vaguedad y la inconsistencia son los peligros a enfrentar
, en la búsqueda del trascender podemos
quedarnos detenidos en la dimensión
material del hombre, es decir, en los meros acercamientos biológicos que se han hecho del término y dejando aparte al ser total en donde se incluye la materia y el espíritu.
En este tiempo existe un debate que podríamos
considerarlo riña, la cual empieza entre la ética y la biología, en la cuestión
ética vemos al hombre como fin y desde allí aseveramos que la ciencia es la
respuesta a las necesidades del hombre,
por otra parte la moral de la biología
reside en buscar construir un cuerpo
eterno e imperecedero; en nuestro
tiempo la discusión se ha ampliado, la
ética ahora se enfrenta a la biotecnología, en la cual se nota la negación de
los fines y una exacerbación de la herramienta; la ética en este sentido
queda desprovista dado que lo que hoy interesa no es
problematizar sino la solución; si esto es lo que hoy rige al mundo caemos en cuenta que <<el hombre quien vivía>> hoy se ha animalizado y por lo tanto
sobrevive, podemos decir entonces que ya
no es ni racional, ni situación, ni se construye, ni se preocupa, solo es
un detalle que funge como
objeto de investigación.
Al
problema que nos enfrentamos no reside
tanto en la sumisión a lo predeterminado, sino
a la insuficiencia de las
humanidades por presentar salidas al muro al cual el individuo se enfrenta, las vías
que se sugieren no son nuevas, por citar dos casos diremos que Ortega y
Gasset recupera en su obra Ensayos sobre
el amor el carácter autentico del hombre, el cual nos lo dimensiona en el termino amor, las respuestas que él da
a las preguntas ¿por qué amamos? y ¿cuándo amamos? Son resueltas desde la
psicología y la historia coincidiendo en
esto con Dilthey. La siguiente
posibilidad la encontramos en
Gaos quien inicia por
la realización de una
síntesis de la historia de nuestra idea
del mundo, en cuyo trabajo plantea los problemas a los que la humanidad se ha
enfrentado para construirse y
esencialmente lo que a Gaos le
inquieta es sobre la existencia del hombre en tanto
a su aspecto trascendental, es
decir, el -yo- alejado del utilitarismo y llevado
a una conformidad con la
persona en donde fe y razón coinciden.
La
recuperación de autores como Hegel,
Scheler, Nietzsche resulta
importante a pesar
de la inconmensurabilidad de sus discursos, pero podríamos encontrar en ellos cosas comunes a nosotros que nos permitan dirigir la tarea
de lo que aquí llamaremos las nuevas humanidades, en donde lo central no será crear un nuevo concepto de
hombre sino reconocernos en un
universo construido a partir de lo que se nos parece y no desde lo que existe .
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