Gilberto Nieto Aguilar
Sin cambios no hay progreso en el futuro del mundo,
sobre todo para los países de economía pobre, organización social y política
deficiente o decadente y sin un avance significativo en la cultura general de
la sociedad. Cuando menos en las dos últimas décadas, el tema del cambio ha
sido recurrente en el mundo y, en especial, en las naciones de América Latina
y, por supuesto, en México.
Ahora mismo somos testigos de las múltiples
revueltas, convulsiones y movimientos sociales, algunos de ellos sangrientos,
en varios países que, sin distinciones de pensamiento religioso o político
-como el pueblo musulmán o las economías emergentes del lejano Oriente- han
logrado cambios gracias a la inteligencia de sus dirigentes o sus gobiernos, o
bien ante la exigencia de un pueblo que detona el hastío ante el yerro y el
abuso.
Las dimensiones del desafío son enormes frente el
descontento popular. Estamos en un proceso de distensión donde antes había
orden, respeto y acatamiento al mandato, entreviendo para un futuro mediato la
modificación profunda de los equilibrios políticos de las formas tradicionales
mexicanas, de no mediar beneficios tangibles en las políticas gubernamentales y
en los hogares de las mayorías de las familias.
Surge, a razón de lo expuesto, la esperanza de
alcanzar una etapa dedicada a los ingentes problemas del desarrollo económico,
la justicia, la democracia, la certeza jurídica y la seguridad nacional. Es el
cambio o la confrontación, la atención a los problemas o el desorden social y,
con ello, la pérdida de la gobernabilidad como una disyuntiva que no es
exclusiva de México. Varios países sufren por lo mismo.
Eso no significa caer en la anarquía y la agresión
como desahogo, pero el gobierno debe reconocer que los tiempos de indiferencia
ciudadana han quedado atrás. La historia del mundo nos pone varios ejemplos: el
desmembramiento de la Unión Soviética se llevó la antítesis formal del
capitalismo; la Unión Europea, en poco más de una década, reveló desacuerdos e
inconsistencias; Estados Unidos pierde el liderato de las superpotencias;
emergen nuevos líderes; y el mundo se acelera como nunca en la historia, con la
ayuda de las ciencias y las tecnologías de las telecomunicaciones y las redes
sociales.
La globalización de los mercados y la interrelación
de las economías han intensificado las competencias entre naciones y entre
bloques de naciones formados por los tratados multilaterales, que buscan formas
de integración que les permita sacar algunas ventajas para su país o proteger y
asegurar el suministro de algunos insumos. Los avances de la ciencia y la
tecnología han cambiado las formas de producción y consumo, han introducido el
mercado de servicios y afectado la vida cotidiana de la aldea mundial.
Hoy no hay futuro más que participando en las
corrientes del cambio, en el concierto nacional e internacional, que debe
preservar lo que es propio e insustituible en cada sociedad e incorporar los
nuevos elementos que se requieren para lograr un desarrollo que nos acerque a
las naciones más avanzadas. Las formas nacionales e internacionales de
marginación se diversifican e intensifican.
Las brechas se abren, se agrandan, sin que puedan
cerrarse o "puentearse" conciliando los efectos de la globalización
con las formas tradicionales de convivencia y desarrollo social. Lo mismo está
ocurriendo con gobierno y gobernados. Las formas culturales se desgastan, las
costumbres ancestrales se pierden, lo ecléctico invade la vida social y
política, los valores se mezclan sin el contenido social del contexto y los
ciudadanos pierden identidades y concepciones de vida familiar y tradicional.
Los sistemas educativos de cada país cobran más
vigencia que nunca. Son objetivos e instrumentos del cambio para proteger lo
esencial de la sociedad y del individuo, lo personal y lo colectivo, e
introducir la capacidad de abrir las ventanas al mundo, para responder a la
búsqueda milenaria del bienestar humano. Sustentan la esperanza de las
generaciones para encontrar las herramientas modernas que traduzcan las
aspiraciones en oportunidades y el esfuerzo en bienestar.
gilnieto2012@gmail.com
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