rezagos, hegemonías y emergencias en las formas del pensamiento
y el cambio cultural del siglo XXI
Mario Jesús Hernández
Pérez
Establecer el concepto
de paradigma como una base filosófica y epistemológica, nos lleva en un
recorrido complejo y profundo de la sociedad posmoderna, que va encontrada con
los principios que el positivismo legó al mundo y que formó parte del
pensamiento que el liberalismo clásico desarrollo con atingencia durante la
época moderna, desde el siglo XVII hasta la actualidad.
Pero hay que reconocer,
que aunque actualmente subsisten muchos conceptos de ese modelo positivista, y
que al hablar del concepto de paradigma seguimos utilizando como parte de
nuestro análisis estos conceptos, debemos también reconocer que hemos entrado en una etapa de transición
ideológica, en el que fenece lentamente un paradigma y está en proceso de
formación otro; por ello, deben surgir los elementos necesarios para que el
pensamiento y la construcción de un nuevo modelo o modo distinto para producir
el conocimiento, pueda ser aplicado y entendido en todos los sectores y ámbitos
de la sociedad.
Así, estás premisas tan
sencillas se convierten en un modo nuevo de producir el pensamiento en el
mundo, una manera distinta de concebir a las ciencias, pero no solo las
ciencias exactas y naturales, sino todas las ciencias en su conjunto. Con un
dejo de romanticismo, ven como cada día el conocimiento ha entrado en un
proceso de cambio rápido y acelerado que poco a poco va siendo entendido, no sin
antes ir encontrando las herramientas necesarias para poder acceder a él, como
parte de un estilo de vida y de actuar de la sociedad y sus individuos.
Es así que observamos
como la educación, se convierte en un instrumento que poco a poco busca cruzar
el umbral tras del cual, se deberá dejar atrás, todo el pensamiento positivista
de los liberales surgidos en la Ilustración, para que ahora, se busque una
nueva explicación que convenza, de que el mundo ha cambiado y que estamos
inmersos en estos procesos.
Hoy establecer la
diferencia entre esas dos corrientes, nos lleva a realizar una distinción,
entre el positivismo y el estructuralismo, como parte del mundo moderno en el
cual estamos inmersos.
Por ello, los conceptos
educativos tienen un cambio interesante, pasan de fundarse en el conductismo
para sustentarse en el constructivismo, como una tendencia nueva que le
permitirá a los estudiantes y docentes al interior de las aulas generar un
nuevo esquema, capaz de adecuarse a los contextos donde el ser humano coexiste
con otros seres diferentes al género humano.
Y es que al pasar de un
modelo lineal y hegemónico, a un modelo flexible, democrático y sustentado,
además de complejo y simple, paradójico y antagónico, se abren las puertas de
lo nuevo, de lo sustantivo y esencial, aunque en muchos sentidos parecen
antagonismos, son capaces de convivir dentro de un mismo contexto y entre
ambos, son capaces de buscar un equilibrio sustentador.
Así el surgimiento de
un nuevo paradigma, lleva a buscar entender los procesos, los ¿por qué? Estos
son temas de mucha controversia, pero que poco a poco transitan con paso firme
y seguro hacia la construcción de un nuevo esquema universal dentro de las
tendencias de la pedagogía actual.
Todos estos asuntos
merecen una atención nueva y decidida, que nos permita rescatar a la educación,
por ser ésta la que enlaza al positivismo y al estructuralismo, y que permite
transitar en medio de estas dos corrientes del pensamiento humano. Por ello, en
la construcción de dos procesos encontrados y antagónicos, la educación debe
ser la que transforme a los seres humanos de la presente época.
Si el paradigma es una
concepción global del mundo o de la ciencia que se encuadra en una época
histórica, los discursos que busquen consolidar a estos, deberían ser
concebidos de una manera distinta a las formas en que se hacen hasta nuestros
días, porque todas estas concepciones son resultado de la política más que de
los expertos, es decir el discurso es elaborado por políticos y no por
educadores.
Y es entonces que se
genera un abismo entre la realidad y las políticas públicas, entre la educación
y la escuela, entre maestro y alumno, entre padres de familia y la escuela, y
entre la escuela y su contexto social.
A pesar que los
paradigmas pueden tener diferentes matices por su fundamentación teórica o
filosófica, estos no pueden ir separados de las estructuras sociales en donde
el paradigma se aplica o reconoce. Así un paradigma general produce paradigmas
particulares, y de estos derivan conceptos específicos como el de sociedad,
individuo y aprendizaje.
Asimismo, el paradigma
penetra muchas veces sin toma de conciencia; genera crisis cuando se da el
inicio de un nuevo paradigma; genera resistencias institucionales o políticas, la
personal y la individual, que conducen siempre a producir cambios de
pensamiento de las estructuras lógicas de los que se encuentran inmersos en
estos procesos.
El paradigma se heterorregula,
después se regula, hasta llegar a la autorregulación, siendo ésta una forma de
diferenciarse de otros seres vivos, sobre todo porque toma en cuenta a la ética
como una parte importante de ese quehacer; pero además, tiene un mecanismo que
se sustenta en objetivos, programa de acción y retroalimentación; que lo convierten en un mecanismo complejo e innovante.
Pero se debe destacar
como el paradigma de la complejidad aparece para tratar de encontrar una
explicación al mundo posmoderno, en donde el materialismo es visto como parte
de la existencia de un mundo material, donde subsiste con el idealismo, en
donde la subjetividad crea parte de la realidad.
En esta relación
aparentemente antagónica subsisten ambas; el individuo es complejo, pues es un
ser biológico, psicológico y social; además que el sistema se caracteriza en
cada una de sus partes; es holográfica y recursiva, esto es, ve las cosas
globalmente y tiene un doble efecto, los efectos influyen en las causas y las
causas en los efectos; lo que lleva a que lo que antes parecía antagónico se
complementa y así lo simple sustenta a lo complejo y viceversa.
Por esto, la
complejidad es dialógica, diversa, con diversos niveles de realidad que llevan
al sujeto a interactuar con el ambiente y circular entre lo individual y lo
social, puesto que se debe reconocer que existen varios niveles de realidades,
lo que crea diversos niveles de opiniones.
Es necesario entender
que el discurso del pensamiento complejo está basado en el materialismo
dialéctico y sus principios lo hacen una posibilidad de actuar con un concepto
del mundo distinto al modelo anterior.
Y en este sentido,
destacar a Edgar Morín como portavoz de la complejidad, nos da los elementos
necesarios para encontrar la sustentabilidad de este tipo de pensamiento,
puesto que una vez que se logran romper las barreras mentales, podemos entonces
caracterizar en el contexto, en lo global, en lo multidimensional y lo
complejo, aspectos como el de la inteligencia, la correlación, la antinomia, la
reducción y la disyunción; elementos todos, que nos deberán conducir hacia un
pensamiento que distinga y religa en contraposición de uno que separa y reduce,
pero que además a través de la misma complejidad y la transdiciplinariedad
transforma el actuar de los seres humanos como ente sociales.
Comentarios y
sugerencias: mariojesushp@gmail.com
1 comentario:
quiero saber que es una crisis de paradigma
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